LA GESTA DE ARMIDA
La defensa
del legado de su esposo:
la biografía de J.C. Mariátegui La Chira
Antonio Rengifo Balarezo
Lima – 2016
La gesta de Armida
La defensa
del legado de su esposo:
la biografía de J.C. Mariátegui La Chira
Todos los que admiramos la
vida ejemplar de José Carlos Mariátegui y a su biógrafo, Guillermo Rouillon Duharte
(1917-1978);también tenemos que
admirara Armida Picón; quien –tras el fallecimiento de su esposo- hizo posible
la publicación de La edad revolucionaria (1920-1930, II tomo de La creación heroica de José Carlos
Mariátegui. Armida contrarrestó con coraje los intentos de sabotear la
publicación y expropiarla de la posesión de los manuscritos originales, valioso
legado de su esposo al pueblo peruano.
Lo dicho no es exagerado
ni sensacionalista, simplemente, se trata de lucha de clases sociales.
Mariátegui combatió la voracidad capitalista y a quienes monopolizan la
riqueza y pauperizan a los trabajadores. Además, La edad revolucionaria cubre la
época de definición y deslindes ideológicos de Mariátegui. La odisea que pasó Armida para publicar el
legado inédito del biógrafo de Mariátegui fue la manera como honró la memoria
de su esposo.
◄Armida y Guillermo
La vivacidad de los ojos
de Armida, en perpetua admiración, debió haber gravitado fuertemente en la
sensibilidad del joven Guillermo Rouillon.
El flechazo amoroso ocurrió en el recinto de la biblioteca central de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ella, limeña, estudiaba farmacia y
él, chalaco y bibliotecario de la misma universidad. Se casaron en el año 1952 cuando Guillermo había empezado a
acopiar material para la elaboración de la biografía de José Carlos Mariátegui. Rouillon tuvo en su vida, no una; sino dos
sublimes obsesiones: Armida y José
Carlos.
Armida conserva la “chispa”
limeña de antigua data, pues nació el año 1924 y se crió en el centro urbano de
Lima. Es pintora, compositora e intérprete de música de género variado; escritora
de letra de canciones y obras de teatro; además, aficionada al baile. Su sensibilidad de artista se nota a flor de
piel. Da fe de ello, su sabroso vals Con punta y taco, interpretado por
Esther Granados, La Reina de la jarana
y una de las seis grandes de la canción criolla.(https://www.youtube.com/watch?v=yIIgN-nb9hY)
En cambio, Guillermo era un
hombre serio y disciplinado para el trabajo intelectual y consciente de que se
consagraba a la realización de una obra que sería imprescindible en la lucha de
clases y en el conocimiento de la vida ejemplar de Mariátegui, uno de los
peruanos universales.
En suma, Armida y Guillermo, formaron
una pareja que se complementaba armoniosamente.
◄Guillermo Rouillon o la sublime obsesión por Mariátegui
Tal vez, en algún momento,
Armida lo celó a Guillermo con José Carlos. Pues, aparecían por todos los rincones de la casa de la joven
parejareferencias a Mariátegui, rumas de fichas, recortes de periódicos,
cartas, fotos, libros, revistas y documentos de las pesquisas obtenidas sobre
la vida de Mariátegui. Buena parte de su tiempo “libre” de Rouillonestuvo
dedicado a Mariátegui.
Guillermo Rouillon y
J.C.Mariátegui
El hogar de los
Ruillon/Picón estuvo constituido, además, por dos hijos. Al nacer su hija, Rouillon le
concedió a Armida la decisión de ponerle nombre: Liliana. Pero,cuando naciósu hijo varón, intentóllamarlo:
José Carlos. Armida, inmediatamente, se opuso con tenacidad. Ya era demasiado, José Carlos por todas
partes. Entonces, Guillermo cedió. Hizo
una contrapropuesta que Armida aceptó alborozada:Francisco Xavier. Sinembargo, notó algo raro en el cambio tan
rápido de Guillermo, pues, normalmente era un hombre de decisiones firmes. Resulta que Francisco Xavier era el padre y abuelo
paterno de Mariátegui.
De los ingresos
económicos mensuales obtenidos por Rouillon, una partida la asignaba para los
gastos del hogar y otra partida para los gastos que demandaba su investigación. Mariátegui figuraba como un hijo más en el
hogar. Esta asignación, algunas veces, no contaba con la aquiescencia de Armida;
quien, en esas condiciones, se volvió sumamente organizada y logró equilibrar
el presupuesto familiar.
Guillermo, tan igual como
Mariátegui, elaboró su obra con honradez intelectual, sin dedicación exclusiva
y sin financiamiento externo, con sus propios y limitados ingresos económicos.
Además, sin adscripción a unpartido político.
El gran trabajo de acopio
de 3,462 fichas bibliográficas e iconografía fue puesto generosamente a
disposición de los investigadores cuando todavía no había aparecido el primer
tomo de la biografía. En 1963 la Universidad de San Marcos editó
la Bio-bibliografía
de José Carlos Mariátegui. Esta fue una de las bases sobre la cual
proyectó la futura biografía de José Carlos.
El esperado primer tomo
de la biografía no aparecía por la dilación burocrática en la universidad de
San Marcos, entonces, Alberto Tauro del Pino, profesor de la universidad,
gestionó su publicación con Boris Acchinelli de la editorial Arica. Así es como salió a luzen el año 1975: La edad de piedra (1894-1919), tomo I
de La
creación heroica de José Carlos Mariátegui. Está obra está dedicada a Anna
Chiappe Vda. de Mariátegui y a los
esforzados discípulos de J.C. Mariátegui.
Al mes de publicada, la edición se agotó.
Como es natural –y hasta
esperado- en cualquier obra, las críticas aparecieron. En conversación amical, fui receptor de dos
observaciones a dicha obra. Una de Javier Mariátegui Chiappe, psiquiatra y
último hijo de José Carlos: demasiado énfasis en la búsqueda del padre. Otra observación de Jorge Falcón Garfias: ha entrevistado hasta el viento. En
efecto, Rouillon aprovechó oportunamente a los contemporáneos de Mariátegui
para obtener información. Verdaderamente, esta “crítica” de Falcón es una
alabanza para un investigador.
◄Fallecimiento de Guillermo Rouillon: 1978
Rouillon, aun con la
enfermedad que lo condujo a la muerte, siguió investigando mientras el vigor
físico se lo permitió. Primero tenía que
concluir la biografía de Mariátegui, después, recobrar la salud; había que
ganarle la carrera a la muerte y a todos los que estaban interesados en
soslayar la figura emblemática de Mariátegui.
Así son todos los que tienen conciencia de la trascendencia de la obra
que están realizando.(Lo mismo ocurrió con
Mariátegui). El esperado segundo
tomo fue su obra póstuma. Rouillon falleció
el 3 de diciembre de 1978. Y es a
partir de esa fecha que se revela una grandiosa faceta de Armida.
Pero, antes de empezar
con las vicisitudes de Armida contaré, brevemente, un episodio que revela la
conducta de algunas viudas de intelectuales notables con valiosas bibliotecas y
archivos. Me lo refirió Jorge Vega,
erudito y refinado librero sin librería, ligado a los estudiantes y profesores
sanmarquinos de literatura y ciencias sociales de la década del 60 del siglo
pasado.
Vegita, -llamado así,
cariñosamente-, al leer el obituario del diario El Comercio se enteró del fallecimiento
de un notable intelectual. Esperó un
tiempo prudencial y fue al domicilio del difunto para tentar suerte con la
compra de su biblioteca. Lo recibió la
viuda y le dijo que su llegada era muy oportuna, pues los libros y papeles de
su marido habían invadido toda la casa y hacía tiempo que quería deshacerse de
ellos. Sin embargo, le preguntó cuánto ofrecía por llevarse todo y así dejarle
espacio para renovar su casa. Veguita
empezó a tasar el valor del legado del difunto.
La viuda observó que estaba meditabundo y se demoraba en responder a su
pregunta. Lo que pasaba era que Veguita
se había quedado muy corto con el dinero que tenía, por lo valioso de la
biblioteca y de los archivos. Pensó que era imposible que pudiera
adquirirla. La viuda entendió la
tribulación de Veguita y en tono conmiserativo le dijo: ya, no se preocupe por comprar la biblioteca; aquí tiene dinero para
que pague el alquiler de un camión y llévese todo, pero rápido. Veguita, comentó, después, que con el dinero
de la venta de esa biblioteca pasó un
año en París confortablemente instalado.
Así como hay mujeres que
al enviudar tratan de deshacerse de las obras e
instrumentos de trabajo de sus esposos; existen otras, como Anna María
Chiappe con José Carlos Mariátegui, Georgette Marie Philippart con
César Vallejo y Armida Picón Matos con Guillermo Rouillon. Estas viudas ejemplares son
celosas guardianas de la documentación de su difunto esposo y promotoras de sus
obras; sobreponiéndose a situaciones adversas.
◄Una mujer sola se
enfrenta a una organización partidaria
Como es sabido Rouillon
se adscribió personalmente al ideal socialista; sin embargo, no militó en un partido
político. Esa condición le permitió libertad en su investigación sin tener que obedecer,
disciplinadamente, a ninguna consigna
partidaria. También es sabido que a la
muerte de Mariátegui quienes asumieron la conducción del partido, que él
fundara, no tuvieron el carisma necesario ni continuaron su orientación y
actitud. Tampoco hubo militante alguno
del partido comunista que confeccionara la biografía de Mariátegui.
Armida, en posesión del
texto original del segundo tomo intentó su publicación. Solicitó una proforma a
varias imprentas; pero el costo superaba sus posibilidades económicas. No logró
una cotización que hiciera posible la publicación. ¡Menudo enredo le había deparado la
viudez!
Sumida en su tribulación
Armida pensó: ¿qué puertas tocar? No llegó a tocar ninguna puerta fue a
ella a quien le tocaron la puerta de su casa. Eso ocurrió en el año 1980. Dejemos que la propia Armida nos
relate ampliamente este episodio:
Estaba por
creer en un “milagro”…, apareció ante mi vista sonriente… el “lobo vestido de
cordero”… que con sentido gesto de pesar al recordar a su “gran amigo
Guillermo”, me manifestó su deseo de ayudarme en la publicación del 2do. Tomo
de la biografía. Me prometió que la
edición sería de lujo, tratada con el mayor de los esmeros. (Armida omite
el nombre de dicho personaje por consideración a que ya es finado).
Agradecida
y conmovida le facilité los manuscritos…, por cierto, me dio todos los datos
concernientes de la imprenta Cosmos, y la referencia del Sr. Guerra, encargado
de la Gerencia quien directamente me informaría del avance de la publicación.
Conversé
con mi familia y consideraron “una gran suerte” este insólito acontecimiento,
pero aun así, yo, tenía una inquietud, una desazón que no sabía explicar… Pasados
unos días llamé al gerente encargado de la publicación, me dijo que estaban en
pleno proceso de digitación y que en fecha próxima me avisaría del avance.
Asimismo, cumplió con entregarme un documento en el que se hablaba de la
publicación y un tiraje de 5,000 libros, nuevamente quedé impresionada…, mas
pasado unos días me avisó que sólo imprimirían 2,000 libros.
Un
amigo de Guillermo al enterarse de esta situación -para él, anómala- me dijo
que exigiera a la Gerencia corregir las pruebas. Fui a entrevistarme con el
susodicho Gerente y se molestó por pedirle la corrección de las pruebas, me
dijo que “ellos se encargaban de todo”.
Mi
desazón fue en aumento. Decidí protestar ante el personaje que había
asumido la responsabilidad de la publicación, pero no respondía a mis llamadas
telefónicas, era muy difícil ubicarlo hasta que lo encontré en una reunión
rodeado de partidarios.
No
tuvo más remedio que acercarse a saludarme. Sin mayores preámbulos le expresé
mi extrañeza por las respuestas del Gerente de la imprenta. Quiso convencerme
de que “ellos” se encargaban de todo a fin de lograr una edición impecable.
No acepté tal
condición y en voz alta lo conminé a que me devolviera de forma inmediata los
manuscritos que le había entregado. En horas de la tarde, me entregaron completa
la documentación. En ese entonces, el sociólogo Alfredo Hernández Urbina me
comentó que había leído un artículo de este personaje con datos sorprendentes,
que luego comprobó pertenecían al 2do. Tomo, aún inédito.
A Armida, en medio de su desilusión, la reconfortó
estar nuevamente en posesión de los originales de su esposo. Sin embargo, no se dio reposo. Ante Armida desfilaron
una serie de personas. Ella nos dice: Mi mente estaba obnubilada,
parecía una conspiración, sentía un resquemor que me afectaba físicamente. Además, seguía atribulada porque no encontraba
alternativa para publicar la obra de su esposo.
En esas circunstancias, se le presentó providencialmente un aliado para
sobrellevar la soledad de su lucha.
Una gentil llamada telefónica de Francisco Izquierdo a
Armida fue aprovechada para que le contara las tribulaciones que estaba
pasando. Inmediatamente Izquierdo
ofreció su colaboración y acudió a su casa.
Así como también cuando acudió al hospital de neoplásicas cuando se
enteró que Rouillon se hallaba internado; en todo momento fue un amigo leal.
(Decir amigo leal, no es una hipérbole ni un pleonasmo; porque hay otra clase
de “amigos”).
◄El amigo
leal: Francisco Izquierdo Ríos
Armida, en posesión del
texto original conformó un dúo bien afiatado con el pedagogo y literato
Francisco Izquierdo Ríos para revisar y hacer algunas correcciones. Juntos cotejaron página por página. Hallaron algunos errores en la numeración de
las citas. En palabras de Armida:
Recuerdo que
pacientemente todos los días en la tarde venía a mi domicilio desde La Perla
Baja, Callao, a Miraflores en bus y, se reía de sus dolencias.
Habíamos quedado en revisar 10 páginas diariamente y lo hacía con
entusiasmo, matizaba con anécdotas el momento en que disfrutaba de un café de
Chanchamayo que mi hermana Perla le enviaba (pasado gota a gota) y que
degustaba con verdadero placer.
Mis hijos, mi familia y yo, le estamos profundamente agradecidos
por su ayuda pródiga cuando la "nave parecía zozobrar"; con su espíritu generoso y leal amistad volvió la calma y la seguridad de haber despejado las sombras que
acechaban.
◄Una mujer
sola se enfrenta a una empresa.
(Segundo
intento fallido)
Sin embargo, permanecía la incertidumbre de la
publicación del segundo tomo de la biografía de Mariátegui. En esas circunstancias…
¡Zás! se presentó otro “amigo” de Guillermo,
periodista, a quien conocía por referencias, me ofreció sus servicios por una
módica suma, para trabajar la publicación, me dijo tener en su haber la publicación
de varios libros, citando títulos etc. etc. -tenía gran experiencia- así, me
explicó su “modus operandis”: 1) llevar y traer de la imprenta a mi casa (él
personalmente) lo avanzado en el tipeado o sea las pruebas para mi corrección y
V° B°; pagar en cómodas cuotas los gastos de tipeo, micas, y las planchas de
metal (que en esa época se usaban) para la impresión; 3) ver la compra del
papel en resmas; 4) fotolitos, etc. y claro está, un adelanto de dinero.
Me pareció magnífico el ofrecimiento y acepté el
trato con previo compromiso escrito en que se señalaba el costo, la corrección
de las pruebas, la entrega de dinero en partes de acuerdo a las entregas y
fechas respectivas.
Cumplida la entrega del adelanto y pasado un buen
número de días, mutis, no aparecía ni llamaba por teléfono “este fulano de
tal…” Fui a su casa, me dio “explicaciones”, de buscar otra digitadora, pues la
anterior había fallado y con esta nueva todo iba a salir bien…etc. etc. etc.…
me reiteró su buena voluntad e interés por sacar la obra. A la semana me llevó
un puñado de hojas de prueba para corregir, a la semana siguiente de igual
forma, pero a la tercera semana: mutis, la siguiente semana: mutis… ¡no cumplía
con el trato! Nuevamente fui a su casa y
de nuevo las “explicaciones”… pero…pecó en comentarme que estaba postulando a un
cargo en una empresa y que las diligencias que había realizado le habían tomado
mucho tiempo ¡qué tal raza!
Me aseguró que llevaría en pocos días nuevas
pruebas. Nada, ni asomos de él. Ya había pasado el mes y días. Fue a mi casa
llevando más pruebas para corregir. Me pidió más dinero, para la compra de
micas, pago de la operadora y también que le adelantara otro 50% más de su
trabajo quedando un mínimo por cancelar, pues –según él- estaba en una situación
difícil.
Le hice saber mi disgusto por su comportamiento, más
por sus ruegos y seguridades de la próxima aparición del 2do. Tomo, en un
incomprensible “lapsus”…, le di un adelanto, aunque de menor cuantía.
Los días se sucedían, parecía una novela por
entregas.
La paciencia se me agotó. Un premonitorio pensamiento
maquiavélico se apoderó de mí.
Le envié una carta Notarial abierta a la Mesa de
Partes de la empresa donde había conseguido una importante colocación; en la carta
le reclamaba por su incumplimiento en el trabajo que había contraído, con la
consabida pérdida de tiempo; la devolución del último adelanto, en un plazo de
24 horas por constituir una estafa sus servicios; la entrega inmediata de toda
la documentación suministrada y dar por cancelada su contratación,
advirtiéndole que en caso contrario, haría la denuncia legal correspondiente en
defensa de mis derechos ciudadanos.
Al día siguiente lo tuve en mi casa
indignadísimo, me increpó que malévolamente lo había indispuesto ante sus
superiores creándole una mala imagen. En fin: devolvió todo.
¡Otra
vez a fojas cero!
◄¿Qué hacer?
¡Confiar
en las propias fuerzas!
Armida estaba en un momento crucial, pero no cayó en
un estado depresivo. Se planteó la misma pregunta de Lenin ¿Qué hacer? cuando
también Lenin estuvo en un momento crucial y que dio título a uno de sus
libros. Dicha pregunta fue respondida por la misma Armida con un principio de
Mao TseTung: Confiar en las propias fuerzas. Es decir, sacar la publicación a como diera
lugar, aportar trabajo personal y el limitado dinero que disponía. De tanto ir y venir a las imprentas adquirió conocimientos del proceso
de impresión para abaratar costos.
Armida, cual Odiseo, arribó a Itaca después de sus
aventuras desventuradas el año 1984.
Salió de las prensas de la editorial Alfa La
edad revolucionaria (1920/1930), tomo II de LA CRECIÓN HERÓICA DE JOSE
CARLOS MARIÁTEGUI, de Guillermo Rouillon Duharte. El tiraje fue de 1,000 ejemplares. La
inusitada expectativa por informarse de la edad revolucionaria de J.C.
Mariátegui agotó la edición en pocos días. Este fue el premio que reconfortó sus desvelos y tribulaciones. Así quedó
registrado, imperecederamente, el heroico esfuerzo de Guillermo Rouillon. Pues,
en esa obra mi esposo dejó parte de su
vida; como lo certifica Armida.
La magna obra de Rouillon
se ha tornado clásica en el tiempo y es sumamente consultada; pero, muchas
veces, escritores, militantes de partidos políticos de izquierda y un cineasta
no citan la fuente de donde han obtenido la información e ignoran a Guillermo Rouillon
y, de paso, a Armida, la propietaria del legado de su esposo. Tampoco reconocen
que ella contrarrestó los escollos que impedían la publicación de La Edad Revolucionaria. Obra que es una
ofrenda a la clase trabajadora del Perú y del mundo.
◄Epílogo
Sin embargo, Armida es una mujer
emprendedora –entre otras cualidades que orlan su personalidad-, se preparó
para la segunda edición de la Biografía y la Biobibliografia de José Carlos
Mariátegui La Chira. (Los tres tomos aparecieron en 1993). Luego, se consagró al
ordenamiento y preservación del valioso archivo y biblioteca de su esposo para
que estuviera a buen recaudo y próximamente a disposición de los estudiantes y
estudiosos.
La odisea que volvió a pasar Armida para esa segunda
edición es otra historia… ¡Qué tal paradoja!
En un país en donde todos los grupos de izquierda se reclaman mariateguístas; promociones
universitarias, colegios e instituciones ostentan su nombre.
Ese mismo país –nuestro país-, gestó una mujer, como
Armida, que brinda un generoso tributo a la memoria de su esposo y, por ende, a
nuestro pueblo con la publicación de la biografía completa de Mariátegui.
Ante Armida,
¡nuestra
reverencial genuflexión
y un eterno
reconocimiento!
Antonio Rengifo Balarezo
Lima, diciembre del 2012
NOTA.- A la fecha de la publicación del presente
folleto anunciamos que el archivo de Guillermo Rouillon, que sirvió para la
elaboración de la biografía de Mariátegui, ha sido donado a la Biblioteca
Nacional por Armida Picón Vda. de Rouillon e hijos. Es un legado al servicio
los investigadores peruanos y de los mariateguistas de todo el mundo. (ARB)
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