martes, 29 de noviembre de 2016
La propiedad privada
sobre los medios de producción es el gran mal de la humanidad. Es cierto que
genera mucha riqueza, pero también genera mucha pobreza y mucha desigualdad.
Los medios de producción tienen un valor y se expresa en una determinada suma
de dinero. Así que hablaré de los medios de producción no bajo la condición de
su existencia física, sino bajo la condición de su existencia monetaria. Hablo
entonces del capital monetario y del dinero en general. La globalización
económica ha puesto sobre el tapete el poder inmenso del dinero por encima de cualquier
otro poder, incluso por encima del poder del Estado. La concentración del poder
monetario ha llegado a unos niveles exorbitantes y puede poner en jaque a
cualquier economía estatal. Solo un dato: los fondos de inversión y de
pensiones administran un patrimonio de 58,4 billones de euros. Para que el
lector se haga una idea precisa del poder económico de estos fondos basta decir
por vía comparativa que el PIB de España en el 2014 fue de 1.058.469 millones
de euros y que el presupuesto general del Estado ascendió a 423.231 millones de
euros.
Cuando hablo de propiedad
privada de los medios de producción lo hago en el sentido del moderno
socialismo, sobre todo en el modo en que es concebido por Lenin en su obra la
Nueva Economía Política y en el que ha transcurrido la experiencia del
socialismo chino desde 1978. Lenin se percató con rapidez que el éxito del
socialismo soviético dependía de la economía mercantil y de la propiedad
privada del pequeño capital. También reconoció la necesidad que tenía el socialismo
de Estado del gran capital. La experiencia del socialismo chino también ha
puesto de manifiesto que las relaciones capitalistas de producción están lejos
de su caducidad, que bajo su seno todavía las fuerzas productivas seguirán
desarrollándose de una manera notable. El Partido Comunista de Cuba
erróneamente sigue considerando cualquier forma de existencia de la propiedad
privada, incluso la de la economía individual y del pequeño capital, como un
enemigo del socialismo. Y esta vieja ideología sobre la contradicción entre
capital y trabajo ha dado como resultado un socialismo pobre en Cuba.
Según parece hay en el
mundo 43.000 compañías que cotizan en bolsa. Todas estas empresas están
intervenidas por los grandes inversores internacionales: fondos de inversión y
de pensiones, entidades de créditos y compañías aseguradoras. Y al ser tantas
las compañías, los grandes inversores no saben qué votar cuando en la junta de
accionistas se presentan dos veces al año las propuestas económicas. Para
cubrir estas necesidades han surgidos los proxy advisor: empresas
especializadas en elaborar informes donde se recomienda qué votar. La
globalización, el hecho de que cualquier gran inversor esté presente en un
sinfín de compañías, ha hecho surgir nuevas formas de poder económico y de
apropiación de la riqueza que quedan lejos del control de los Estados y del
conocimiento de la mayoría de los ciudadanos. Los proxy advisor es una
de estas manifestaciones de los nuevo poderes económicos que están surgiendo a
nivel global y que representan igualmente nuevas formas de apropiación de
ingentes cantidades de dinero. Dicho de otra forma: Los proxy advisor
significan el fortalecimiento de la propiedad privada. Advierto que no estoy en
contra del surgimiento de estas formas de actividades, pero sí de las sumas tan
grandes de dinero que ingresan. El socialismo reaccionario, del que se alimenta
Podemos y una buen parte de la izquierda radical y de la izquierda
extremista, confunde la necesidad de las nuevas formas del valor y de las
nuevas formas de organización económica global con su forma capitalista, cuyo
significado esencial es la apropiación de trabajo ajeno por infinitos modos.
Los proxy advisor representan un nuevo agente en el reparto del
plusvalor y presiona a las compañías a que los gastos que contraen con ella los
revierta sobre los hombros de la población trabajadora, las pequeñas empresas y
los autónomos.
Una de estas empresas
dedicadas al proxy advisor, la Institucional Share Holder Service (ISS),
controla el 80 % del negocio. Esta empresa cubre 115 mercados, tiene 1.600
clientes y solamente 900 empleados. ¿Pueden imaginarse cuánto pueden ganar los
ejecutivos que dirigen esta empresa? Cientos de millones de euros anuales. En
pocos años serán, si no lo son ya, inmensamente ricos. Pero les doy un dato
más: ISS está en manos de Vector Capital, un gigante del capital riesgo.
¿Qué es el capital riesgo? La inversión que realizan los lobos económicos en
empresas que tengan un crecimiento superior a la media; de manera que una vez
que el valor de la empresa ha crecido, se retiran con beneficios muy superiores
a la media. También lo hacen con empresas en serias dificultades económicas,
como las que están en concurso de acreedores, y lo hacen pagando solo el 50 %
de lo adeudado a los proveedores. Dicho en términos marxistas: los lobos
económicos se aprovechan de las mil oportunidades del mercado global para
apropiarse de trabajo ajeno en cantidades exorbitantes. Se trata siempre de lo
mismo: utilizar los grandes mecanismos sociales, y el mercado y las grandes
compañías lo son, para ponerlos al servicio de intereses privados. Se trata no
de que lo privado sirva a lo social, sino de que lo social, lo que es colectivo
y es fruto de los esfuerzos de los muchos, sea usado como medio para el
enriquecimiento privado. Y como es evidente los proxy advisor, como
todas las grandes compañías, son empresas de carácter monopolista. Resultando
que el llamado libre mercado no existe. Es una mentira, una ilusión, un sueño
al que viven agarrados el pequeño capital y los voceros locales de sus
intereses.
El mundo globalizado es
un mundo donde la interrelación entre las grandes compañías, los fondos de
inversión y de pensiones, y las entidades de créditos ha llegado a límites
gigantescos y con una complejidad tal que cada vez escapa más al control
consciente de la humanidad. Vivimos entonces bajos unas condiciones de
enajenación jamás vistas. La globalización ha supuesto y sigue suponiendo la
aceleración constante de la concentración de la propiedad. La globalización ha
supuesto y supone el extremo enriquecimiento de unos pocos a costa de los
muchos. La globalización ha supuesto y supone la primacía del capital sobre los
Estados y la subversión de la soberanía nacional. Y mientras tanto, en nuestro
país, Podemos pierde sus energías “revolucionarias” en la lucha contra
lo pequeño: la corrupción, el derecho a decidir y los sueldos de los políticos.
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