por Thierry
Meyssan
Mientras las grandes potencias que impartían
órdenes a los yihadistas en el este de Alepo fingen interesarse por la suerte
de los habitantes de la ciudad para sacar de allí a sus propios militares,
nadie parece entender realmente el drama que los sirios han vivido en esa
ciudad. Contrariamente a las declaraciones de los dirigentes occidentales,
no son los bombardeos lo que ha llevado sufrimiento a
la población de Alepo sino la ocupación de una parte de
su ciudad por un ejército de yihadistas extranjeros que impuso el reino de
su versión de la «sharia». Algunos pobladores sufren ahora un grave
disturbio sicótico: el síndrome del este de Alepo.
Red Voltaire | Damasco (Siria) | 20 de diciembre de 2016
Algunos
habitantes del este de Alepo rechazan la ayuda del gobierno sirio.
Al cabo de 4 años y medio de guerra, la población
del este de Alepo ha sido finalmente liberada de la ocupación yihadista por la
ofensiva del Ejército Árabe Sirio, con ayuda del Hezbollah, de Irán y de Rusia.
La mayoría de los 120 000 pobladores liberados han sido
registrados por el Estado sirio. La mayoría, pero no todos.
Asombrosamente, y a pesar de que el Estado sirio
les ofrece alimentos, atención médica y alojamiento, este último por el momento
precario, algunos habitantes del este de Alepo dicen que «no confían en
el Estado». ¿A qué le temen? El hecho es que no han
sido arrestados y que, por el contrario, están siendo acogidos como hijos de la
Patria siria que permanecieron largo tiempo prisioneros del enemigo.
Como si hubieran olvidado la libertad en que vivían
antes de la «primavera árabe» y como si nada hubiese sucedido durante
los 4 últimos años, esas personas repiten la retórica de las transmisiones
de Al-Jazeera de 2011. Afirman que la República es una dictadura,
que tortura niños, masacra a los sunnitas, etc.
Se observa en ellos, por primera vez a escala de
una ciudad, un fenómeno ya muy conocido a escala individual. Como el niño o la
esposa maltratados por un padre o un marido cruel, y que a pesar de ello
justifican ese comportamiento brutal, algunos habitantes del este de Alepo
repiten ahora el discurso de los yihadistas que los oprimían.
En 1973, el siquiatra sueco Nils Bejerot analizó el
shock sufrido por los clientes de un banco retenidos como rehenes durante un
asalto. El incidente se convirtió en una verdadera pesadilla.
Dos policías resultaron heridos, uno de ellos gravemente. El primer
ministro Olof Palme trató inútilmente de razonar con los criminales que
amenazaban con matar a todos los rehenes. Sometidos a una terrible presión,
los rehenes no optaron por rebelarse sino que prefirieron tratar de
ganarse la simpatía de sus captores para escapar a una muerte que parecía
probable. Y así acabaron los rehenes repitiendo el discurso de sus captores.
Trataron de convencer a la policía para que no tomara el local
por asalto y una de las mujeres capturadas como rehenes incluso se enamoró
de uno de los criminales. Ese fenómeno es lo que hoy se designa como «síndrome
de Estocolmo», por el nombre de la ciudad donde tuvo lugar el incidente.
Finalmente, la policía recurrió a gases somníferos,
logrando así detener a los bandidos y salvar a los rehenes. El secuestro
de estos últimos duró 6 días, pero se mantuvieron afectados por el
síndrome durante mucho tiempo, al extremo de negarse a comparecer como
testigos en el subsiguiente juicio. La joven anteriormente mencionada
mantuvo la relación amorosa con su captor mientras este estuvo tras las rejas.
El año pasado, el sicólogo clínico Saverio
Tomasella mostró que el «síndrome de Estocolmo» es «la marca de una
gravísima afectación de la interioridad del ser humano que ha vivido,
directamente e impotente, el rapto de su identidad subjetiva».
No debemos por lo tanto creer que los habitantes
del este de Alepo que hoy sufren ese síndrome van a recuperar rápidamente
su contacto con el mundo real. Debemos, por el contrario, ofrecerles una total
seguridad y dar prueba, una vez más, de gran paciencia. Aunque el deber de
cada sirio es aportar, en primer lugar, respaldo y socorro a los soldados
y a todos los que resistieron a la ocupación yihadista, esos civiles
siguen siendo –por encima de todo– conciudadanos, hijos de la Patria
siria.
Fuente
Al-Watan (Siria)
Al-Watan (Siria)
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