LO MÁS NUEVO QUE SE SUGIERE ES UNA SÍNTESIS
ENTRE EL VIEJO PROYECTO NEOLIBERAL, FALLECIDO PERO VIGENTE, Y EL NUEVO
POPULISMO AUTORITARIO DE LOS NIETOS DE PETAIN, HITLER Y HORTHY
El
establishment
recibe con agrado la noticia: Merkel se presentará a un cuarto mandato. Se
aplaude a la persona que se ha cargado, dañando seriamente, los tres pilares
sobre los que reposaba la política alemana desde la posguerra: el Estado
social, la unidad europea y la política de distensión hacia Rusia, que en el
pasado se llamó Ostpolitik .
Y el caso de Francia sugiere que esta estúpida ceguera no es solo alemana.
Los
franceses están comprando ofertas políticas que son herederas de uno de los
capítulos más vergonzosos de su historia, el “Estado francés” del Mariscal
Petain, o productos caducados y fallidos que se fabricaron hace veinte o
treinta años al otro lado del Canal de la Mancha, en la tierra de su ancestral
adversario, como el thatcherismo o la “tercera vía” laborista de Tony Blair,
cuando no la síntesis entre ambos. ¿Qué está pasando?
La
crisis de 2007/2008 consagró el estrepitoso fracaso del neoliberalismo, pero el
sistema es incapaz de inventar nada nuevo y regresa con lo mismo, y en su peor
modalidad. Lo más nuevo que sugiere es una síntesis entre su viejo proyecto ya
muerto (menos estado, privatización y más desigualdad), con la consecuencia y
resultado que despierta su fracaso en muchos países, es decir el resurgir de
los nietos de los Hitler, Mussolini, Petain, Pilsudsky, Horthy etc.
Es
lo que David Sanders, de la Universidad de Essex, llama “populismo
autoritario”, una reedición de la política en su día iniciada por Reagan
y Thatcher, y basada en la supremacía del cinismo sobre toda consideración
social de puertas adentro, sobre la búsqueda de chivos expiatorios extranjeros
y emigrantes hacia los que enfocar el enfado social, y sobre una política
exterior que enfatiza la defensa
(es decir la guerra) y el interés nacional sobre cualquier otra consideración.
Este populismo autoritario es abrazado, según encuestas, por más de la mitad de
la población en 8 de los 12 países europeos estudiados; Rumania 82%, Polonia,
78,%, Francia,63%, Hollanda 55%, Finlandia 50%, Dinamarca 49%, Reino
Unido 48%, Italia 47%, Suecia 35%, España 33%, etc.
Fillon y Juppè, férreas damas
El
esquema de Davis tiene defectos manifiestos, pero su encuesta ilustra las
consecuencias de treinta años sin pluralismo en cuanto a programas
socioeconómicos se refiere: tanto la izquierda socialdemócrata como la derecha
conservadora abrazaron el mismo programa al servicio de un proyecto
oligárquico. Puesto en evidencia, ese proyecto se radicaliza, se hace más
autoritario y fomenta la búsqueda de chivos expiatorios en un intento de eludir
las verdaderas cuestiones. Aumentando la demanda en “seguridad nacional” y
guerras lejanas, el yihadismo es un valioso aliado de todo ello.
En
Francia los dos finalistas de la primaria de la derecha -para elegir el
domingo candidato al Elíseo en las elecciones de mayo- son dos versiones
muy parecidas de ese extremismo neoliberal radicalizado. Los dos quieren bajar
impuestos y gasto público, reducir funcionarios (uno 500.000, otro 200.000),
abolir el impuesto a las grandes fortunas, las horas extras y los ingresos
correspondientes que generan al aumentar el tiempo legal de trabajo, hacer la
vida aún más difícil a las clases medias, bajas, los emigrantes, etc. François
Fillon expresa su admiración por la Thatcher mientras que Alain Juppè quiere
ser una redición de Jacques Chirac con un talante más moderado para proseguir
con entusiasmo la gran desigualdad y degradación. Más allá del estilo, el
segundo más liberal y el primero más tradicional-católico en cuestiones
sociales, ambos son, fundamentalmente viejas damas
de hierro oxidadas.
Macron, Valls, la izquierda de la
derecha
A
la izquierda de ambas férreas damas aparecen dos caballeretes social-liberales
siguiendo la estela de aquel Tony Blair, fullero y mentiroso de Iraq. Se trata
del primer ministro Manuel Valls, que espera con impaciencia para presentarse
como candidato a que el Presidente François Hollande anuncie su renuncia a un
segundo mandato en diciembre, y del ex ministro y ex ejecutivo de la Banca
Rothschild, Emmanuel Macron. Ambos son la versión “social” de la pareja
Fillon/Juppè: los mismos presupuestos generales socioeconómicos en su modalidad
de izquierdas. En nombre de la renovación y la puesta al día de Francia,
culminar el desmonte neoliberal autoritario con mayor apertura en cuestión de
moral y costumbres, y manteniendo una retórica más social. Es lo que da de si
hoy esta izquierda de la
derecha .
Quedan
las ofertas del Frente Nacional, claramente peor que todo lo dicho, y de los
insumisos de Jean-Luc Mélenchon, el único que propone una ruptura
social-ecologista con lo que podríamos llamar “programa común”. Otra cosa.
“La
oferta política francesa es deplorable y hay que preguntarse cómo una de las
naciones más politizadas de Europa y del mundo han podido llegar a tal miseria
política”, señala el análisis de la campaña electoral francesa que ofrece el
Laboratorio Europeo de Anticipación Politica (LEAP), un raro think tank francés
independiente. Ese exótico centro, auténtico ovni europeo, tiene el buen
sentido de proponer la siguiente recomendación electoral: “no lean los
comentarios de los periodistas sobre los debates políticos, háganse su propio
juicio”.
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