03/02/2017
Análisis
Donald Trump se hace elegir, contra todo
pronóstico, como presidente n° 45 de los Estados Unidos. Una vez elegido tira
por la borda todos los convenios, incluido el TPP, gestionado por su antecesor
Barack Obama. ¿Es tan cierto esta “actitud desequilibrada” del nuevo presidente
de los Estados Unidos?
Lo cierto es que, de más en más, se siente el
debilitamiento del imperio americano. Las manifestaciones callejeras se hacen
notar y, lo que es insólito, por la primera vez, más de 2 millones de
americanos no se reconocen públicamente en su presidente Donald Trump. Por otro
lado, abiertamente China anuncia ocupar su lugar en los acuerdos de comercio
internacional, y la Unión Europea le envía una señal de “mise en garde”. Un
debilitamiento del imperio que se hace más evidente con la decisión de una
jueza federal que bloqueó parcialmente la orden ejecutiva migratoria del
presidente Trump contra 7 países musulmanes.
Pero esto no nos debe hacer olvidar que quien
maneja la economía de un país no es el presidente de la república, así sea de
Estados Unidos. Los que mueven los hilos del poder mundial son las empresas
multinacionales. Corporaciones a nivel mundial que tienen como única divisa, la
de maximizar las utilidades de sus empresas. Y Trump ha sido elegido, cierto,
por el pueblo americano, pero a quien representa es a estas grandes
corporaciones mundiales para quienes no existen ni fronteras nacionales, ni
divisas nacionales, ni lengua oficial, menos aún juicios de valor como la ética
comercial. ¿La prueba?
Las primeras órdenes ejecutivas firmadas por Donald
Trump han tenido por efecto un alza inusitada del índice Down Jones de la bolsa
de valores americana. Supera por la primera vez en su historia la barra de los
20 mil puntos. Y por otro lado, Trump promete disminuir los impuestos a todas
las transacciones bursátiles; mejor dicho, facilitará los movimientos
especulativos y, en general, todas las transacciones financieras. Este es el
Trump que adoran los empresarios y las grandes corporaciones mundiales.
Los verdaderos patrones de Donald Trump y de Justin
Trudeau, primer ministro de Canadá, se aprecian cuando ellos se apresuran a
reflotar dos oleoductos enterrados por la opinión pública: tanto el extenso
oleoducto Keystone XL y el que atravesará territorio indígena en Dakota del
Norte. Corrientemente se dice que es el poder del Dinero, pero estamos muy
equivocados si nos quedamos en este nivel de análisis.
La concentración de riquezas en poquísimas manos es
el resultado, no del poder del dinero, sino de uno de los dos elementos del
modelo socio-económico actualmente imperante. Se trata de la Repartición
Individualista del resultado de la actividad socio-económica. Un mecanismo que
permite la acumulación de riquezas, tanto en stock como en flujos, a nivel
local, nacional, regional y mundial. Nuestro enemigo no es Donald Trump, es la
Repartición Individualista.
Lima, 31 de enero del 2017
Dr. Hugo Salinas
http://www.alainet.org/es/articulo/183277
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