04-02-2017
Que yo
sepa, en Los Pinos no está hoy Jesucristo sino Enrique Peña Nieto, el de las
violaciones colectivas y la brutal represión en Atenco, el de Ayotzinapa, la
represión a los maestros, la destrucción de PEMEX, la militarización del país,
las decenas de miles de muertos, desplazados, desaparecidos.
Me parece también que- aunque en suelo mexicano
circulan como Pedro por su casa centenares de agentes armados de la DEA, el FBI
y la CIA- Donald Trump aún no envió tropas de ocupación aunque amenace con
hacerlo.
¿De cuál unidad nacional hablan entonces el
gobierno y sus medios de intoxicación de la opinión pública si Peña Nieto es
responsable directo e indirecto de la desastrosa situación en que se encuentran
la economía y la sociedad mexicanas y del triunfo mismo de Trump, a quien
invitó a México dándole tratamiento de Jefe de Estado para que amenazara e
insultara a los mexicanos? ¿De qué unidad nacional en torno a Peña Nieto o con
éste hablan López Obrador y sus seguidores?
La invasión imperialista japonesa a China y el
peligro de que el país fuera colonizado justificó que Mao Zedong y sus
compañeros combatiesen al invasor al mismo tiempo que los ejércitos de Chiang
Kaishek, asesino de millares de comunistas, sin dejar de pelear contra esos
mismos ejércitos. La invasión nazi hizo igualmente que los sobrevivientes de la
oposición de izquierda a las matanzas que hizo Stalin en los 30 luchasen en el
ejército del pueblo ruso que se defendía del agresor racista.
La única justificación para la unidad nacional con
los representantes de los explotadores y opresores y los causantes de los
grandes desastres políticos, económicos y sociales es la ocupación extranjera
del país pero incluso esa unidad requiere mantener una completa independencia
organizativa y política ante el gobierno.
Al proponer la unidad con Peña Nieto y sus aliados
y servidores AMLO busca frenar el posible desarrollo independiente de MORENA
como partido ligado a las protestas sociales. Trata también de demostrar al
establishment mexicano –esa feroz y ávida oligarquía ligada al gran capital
financiero internacional que gobierna el país - y también de mostrarle a Trump
que su candidatura es no sólo moderada sino también conservadora y que no
tocará ni un pelo al capitalismo nacional o extranjero.
Como representante sobre todo de la media burguesía
y de los grandes capitalistas mexicanos que viven del mercado interno, quiere
presentarse como hombre del sistema, no como un peligro para éste y menos aún
como su enterrador. AMLO sabe que, si no se mimetiza con la gente del Pacto por
México, enfrentará nuevamente el fraude y que su única posibilidad de llegar a
la presidencia consiste por consiguiente en hacer de bombero y crear un
contrafuego frente al incendio social que recorre el país.
En 1955 los militares reaccionarios unidos al
Departamento de Estado echaron a Juan D. Perón. Ante la larga, creciente y cada
vez más radical resistencia de los trabajadores y de amplias capas de las
clases medias, tuvieron que llamar de vuelta a Perón de su exilo dorado en la
España franquista para que frenase al peronismo revolucionario y lo reprimiese
mediante los asesinos de las Tres A, la Alianza Argentina Anticomunista.
Probablemente López Obrador no conoce este antecedente, pero el establishment
mexicano y la diplomacia yanqui, sí.
Hay que rechazar masivamente la idea infame de unir
explotados y explotadores, causantes de la crisis y víctimas de ella, oprimidos
y opresores detrás de un incapaz y enemigo de la soberanía nacional convertido
para el caso nada menos que en héroe de la independencia. ¡Que la crisis la
paguen los que la provocaron!
Trump sabe bien que la protesta que se extiende en
Estados Unidos y en la que participan millones de mexicanos y una veloz
disolución del semi Estado mexicano podría obligarle incluso a enviar tropas a
México. Sus palabras en este sentido no son sólo una fanfarronada. La mejor
opción para el imperialismo es entonces un gobierno de AMLO que sea más
honesto, haga sólo pequeñas reformas y mantenga todo como está.
Por eso también hay que rechazar la unidad nacional
que tratan de fomentar igualmente los que intentan resucitar el nacionalismo de
Lázaro Cárdenas para rehacerle al PRI su virginidad perdida inmediatamente
después de ese general único e irrepetible porque fueron únicas e irrepetibles
las condiciones que permitieron su contradictoria actuación.
Por el contrario, hay que separar aún más los
conceptos, profundizar el abismo que existe entre el “nosotros” y el “ellos”,
dar conciencia a los trabajadores del campo y de la ciudad de que mantienen con
su esfuerzo y su pobreza a un puñado de parásitos que, además, como en tiempo
de Juárez, son sostén y sirvientes del imperialismo.
De las manifestaciones, que son democráticas y
unitarias, deben surgir comités de lucha abiertos y democráticos. De las luchas
en las que participan decenas de miles de simpatizantes de MORENA debe surgir
en ese partido verticalista, electoralista y caudillesco con un programa
limitado y una dirección burguesa una corriente que privilegie los movimientos
sociales y la discusión política. Quienes militan en MORENA no pueden regalar
sus esfuerzos a la burguesía “nacional”.
Es fundamental producir y
construir poder popular, autoorganización, autonomía de los trabajadores. Es
esencial discutir en asambleas los problemas, los escenarios posibles, las
opciones más favorables para el pueblo. Surgirán seguramente en ellas nuevos y
curiosos aliados porque no creo que la amenaza de Trump de mandar soldados a
México porque los de aquí “tendrían miedo”, deje insensibles a los militares
nacionalistas que aún hay en las Fuerzas Armadas, que están preocupados por las
políticas del gobierno y que probablemente se opondrán al imperialismo si éste
intenta llevar a cabo sus amenazas.
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