09/03/2017
I
La imagen que acompaña esta nota data de finales
del año pasado. Específicamente, de la noche del martes 13 de diciembre. Y tuvo
lugar en Chile, en el marco de la cena anual de la Asociación de Exportadores
de Manufacturas de ese país ASEXMA.
En la misma, vemos a la derecha al ministro de
Economía chileno Luis Felipe Céspedes, mientras que a su izquierda se encuentra
Roberto Fantuzzi, presidente de la mencionada Asociación. Detrás del ministro,
de corbata roja, vemos a José Miguel Insulza, ex canciller chileno, ex
secretario General de la OEA y hasta no hace nada precandidato presidencial por
el Partido Socialista de Chile. En la actualidad complicado por denuncias de
corrupción.
Y lo que destaca en medio es, sí eso, una muñeca
inflable con evidente fines sexuales, que el bueno de Fantuzzi tuvo bien a
regalarle al ministro a fin de “estimularlo” para que “estimule” la economía. Y
se lo explicó utilizando las siguientes palabras: “las economías son como
las mujeres, que ambas deben ser estimuladas para activarse”, desatando
carcajadas de aprobación entre los asistentes, empresarios todos. El papel que
no deja ver el rostro de la muñeca es la tarjeta con la dedicatoria al ministro
Céspedes.
Siempre se ha dicho que existen fotografías con el
poder de captar en un momento fugaz toda la verdad de un tiempo congelándolo. Y
eso, es justo lo que puede decirse de esta: el poderoso empresario alagando,
lisonjeando, comprando al funcionario público para que tenga a bien servirlo.
El funcionario público de actitud sumisa frente al poder económico y dejándose
comprar. Así es como funciona en realidad la mano que maneja al mercado, solo
que por lo general no se muestra ante las cámaras y uno no la ve actuando, de
ahí que menudo se piense que es invisible como decía Smith. Pero existen
momentos en que se deja ver por soberbia o por torpeza y este claramente es uno
de ellos.
Sin embargo, también es evidente que lo más
repulsivo de la puesta en escena no es eso. La degradación y cosificación de la
mujer es totalmente degradante y es muestra del machismo imperante en el mundo
empresarial y político que se rige bajo las lógicas del mercado. Todo esto nos
lleva a constatar la realidad a la cual nos empujan hoy los poderes económicos
coludidos con gobiernos serviles. El mensaje de Fantuzzi es: que ellos, los
machos del capital, necesitan ser estimulados recurrentemente para seguir
ejerciendo su poder, cosa que debemos agradecer porque en ello se nos va la
vida. Bajo ningún concepto podemos dejar que la chispa se les apague, ya que
deviene la apatía inversionista y de la riqueza de las naciones pasamos a la
pobreza. En tal sentido, la labor de los gobiernos es procurar que en las
sociedades exista el sex apple y la sumisión suficientes para
que la líbido de los plutócratas no se pierda, por decadentes que sean.
¿Cuáles son esos estímulos? Todos y todas lo
sabemos: salarios cada vez más bajos, seguridad social cada vez más precarizada,
menos derechos ciudadanos e impuestos, ningún límite a la movilidad del capital
y a los márgenes de ganancia pero sí a la organización de los trabajadores y la
protesta ciudadana… Es decir, el paquete de políticas neoliberales que hacen
que muestran que el interés del capital queda muy por encima del interés de la
ciudadanía en general.
Valga agregar que no es el primer regalo de este
tipo que el presidente de la Cámara de exportadores de Chile da: en una reunión
con el gobierno sobre las virtudes de la Alianza del Pacífico, regaló a
funcionarios bloqueadores solares haciéndoles entender que debían procurar que
sus empresas no sufran. En otro foro sobre el mismo tema, regaló a otro
funcionario un yogurt como amuleto para garantizar “el tránsito rápido” de la
economía…
II
A comienzos de este 2017, Chile fue estremecido por
una serie de incendios forestales. Consumieron alrededor de 587.000 ha.,
causando la muerte a una veintena de personas, siendo catalogados como la peor tragedia
de este tipo en la historia del país. Las llamas se propagaron rápidamente
arrasando bosques, pueblos y caseríos enteros. Hasta pequeñas ciudades se
vieron afectadas. Y solo pudieron ser sofocadas con ayuda internacional, tanto
de otros gobiernos como de particulares sensibilizados.
Guardando las distancias con el caso anterior,
puede decirse algo similar de estos incendios, en cuanto un acontecimiento que
logra condensar sobre sí tantas realidades: una tragedia causada de origen por
un modelo económico basado en la explotación intensiva de los recursos
naturales y humanos; un Estado absolutamente pasivo ante las consecuencias
sociales, ambientales y humanas de dicho modelo, lo que contrasta con su
fortaleza y eficacia a la hora de reprimir; unas empresas que actúan a sus
anchas, beneficiadas por las rebajas impositivas pero incapaces de invertir en
condiciones mínimas de seguridad para evitar que los incendios –un peligro
latente en este tipo de negocios- escapen de control; unas poblaciones arruinadas,
que en buena medida tendrán que ver cómo rehacen sus vidas ya que el estado no
puede intervenir en eso pues sería “asistencialismo” que incita a la vagancia y
el facilismo, criterio que, claro, no aplica para los empresario, ya que ellos
si son too big to fail y cuentan tanto con sus seguros como
con el Estado dispuesto a asumir sus “pérdidas”.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Pues tal
vez nada y todo al mismo tiempo. Cuando se desataron los incendios, muchas
organizaciones sociales, partidos políticos y expertos, acusaron a los propios
empresarios de ocasionarlos, entre otras razones, para cobrar los seguros y
sacar ganancias más rápidas y seguras en medio de un negocio que enfrenta, como
todas las demás ramas de la economía chilena, un significativo estancamiento.
El mismo gobierno dio a entender que consideraba plausible esta hipótesis, al
tiempo que informó haber detenido a varios sospechosos de iniciar las llamas.
Sería muy optimista, sin embargo, pensar que las instituciones lleguen hasta
los últimos responsables de estas acciones: las tres empresas forestales más
grandes –cuyo control abarca el 75% de las plantaciones- pertenecen a las tres
familias más importantes económica y mediáticamente hablando del país
Werner Sombart acuñó un concepto, popularizado
luego por Schumpeter, muy útil en estos casos: destrucción creativa, “hecho
esencial del capitalismo" consistente en la destrucción de lo no
rentable para dar paso a lo rentable. En sentido estricto, aplica para las
innovaciones, pero en términos más amplios se usa para entender la rentabilidad
de, por ejemplo, las guerras, cuyo negocio no se encuentra solo en lo bélico,
sino en el proceso de reconstrucción posterior a su ocurrencia. Así las cosas,
tal vez el poder económico chileno, los machos alfas del dinero, que todavía no
se recuperan de los efectos de la crisis financiera de 2008 (el crecimiento de
1,6% del PIB en 2016 es el más bajo desde 2009 y las perspectivas 2017 no son
mejores), terminaron concluyendo que si la economía no se estimula, entonces
siempre podrán prenderle fuego.
Investigador CELAG
@salasrluis76)
http://www.alainet.org/es/articulo/183993
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