21-03-2017
“El
virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es
sin duda el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la
causa del rey; y bien que sean varias las relaciones concernientes a aquella
porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de
oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias”.
Esta apreciación contenida en La Carta de Jamaica (Documento que Simón Bolívar escribió en Kingston el 6 de septiembre de 1815), a pesar de los más de 200 años transcurridos y otros casi 200 de lograda la independencia del Perú, mantiene una actualidad consternante, en relación ahora al imperio de las transnacionales.
Es indudable que el Perú, en su condición de miembro de la humillante Alianza del Pacifico, es pues aquel perrito simpático para los Estados Unidos al que se refiere el actual presidente Pedro Pablo Kuczynski, por el que la izquierda electoral llamo a votar, dicen por ser el mal menor, pero en realidad entregando el poder político del estado, a este presidente, con el aval de la votación mayoritaria con la cual gano la segunda vuelta electoral, y que hizo que PPK afirmara que la mayoría de la población había votado por su plan de gobierno y que en consecuencia lo iba a aplicar. Ahora ya sabemos realmente en que consiste ese plan: mover la colita al amo imperialista.
Resulta inquietante también que tal afirmación de Bolívar se haya dado a pocos años de la rebelión Tupacamarista, precursora del movimiento independentista de aquel entonces; y, la situación actual del Perú también se dé a pocos años de la guerra interna, la insurgencia de grupos armados y de una etapa de apogeo y desarrollo del movimiento popular cuyo punto más alto se tradujo en la construcción de la Izquierda Unida y de la Asamblea Nacional Popular.
Ahora existe una izquierda electoral acomodaticia y vacilante, pero también un movimiento popular en lucha a la cual podríamos denominar izquierda social, aquellas organizaciones populares que se encuentran en lucha en distintas partes del Perú, básicamente con un contenido de defensa de los recursos naturales, mal denominados conflictos medio ambientales, cuando en realidad son conflictos económicos y políticos que tienen que ver no solo con la protección del medio ambiente, sino también con el sistema económico imperante.
El Perú tiene una gran historia de resistencia y rebeldía, desde la heroica rebelión de Manco Inca y los Incas de Vilcabamba, la resistencia y rebelión de Juan Santos Atahualpa, la gran rebelión de Túpac Amaru II, la insurgencia de la década del 50 del siglo pasado y el apogeo de la izquierda (política y social, electoral y no electoral) hasta la década de los 80, también del siglo pasado. Una historia larga, siempre actual y vigente hasta estos días con las dignas luchas de los pueblos en defensa de los recursos naturales, en defensa de la vida, de la soberanía, y de la dignidad nacional.
Igualmente, el Perú tiene un legado ancestral, al cual Mariátegui llamaba a recuperar para hacer la revolución americana y construir el socialismo indoamericano sin calco ni copia.
La izquierda electoral, y los partidos de izquierda, comunistas y socialistas, andan a la deriva y tras la oportunidad de subirse al carro de algún líder o lideresa carismática a la cual le atribuyen posibilidades de llegar a ser gobierno, dejando de lado sus principios originales y fundacionales, planteados en las obras de Marx y Engels, los clásicos del materialismo histórico, y principalmente en el legado Mariateguista, el cual se deforma, se malinterpreta y se abandona, todo en nombre de la modernidad y de que “es lo único que nos queda”, confundiendo la verdadera política izquierdista con aquella inducida por el imperio, de que hay que respetar las reglas de juego de esta democracia y finalmente se “domestican”, y creen que hacer política comienza por recolectar firmar para una inscripción formal y reconocimiento legalista, dejando de lado y poniéndose al margen de la verdadera lucha política que se da en las calles y los campos, y que lo está haciendo el movimiento popular emergente.
Es vital para el movimiento popular, para el pueblo peruano, para recuperar la patria, la soberanía la dignidad y lograr la definitiva liberación, que los partidos comunistas y socialistas (sus direcciones nacionales y regionales, y mejor aún, su militancia), recuperen su sentido de historia, se vuelvan parte de la larga tradición de lucha y rebeldía, retomen las banderas de la lucha antiimperialista y anticapitalista, y mantengan su identidad fundacional, que no se desliguen de sus orígenes, a los cuales difaman los claudicantes y oportunistas, para quienes el capitalismo ya no es lo que decía “el viejo Marx” y el imperialismo ya no existe, que lamentablemente son los que siguen actuando y teniendo presencia en las organizaciones sociales y opinión en los medios, y a los cuales en forma negligente esta militancia escucha y acata dócilmente.
Es necesario que estas organizaciones y los intelectuales identificados con ellas, retomen el materialismo histórico, más allá de la retórica seudo-marxista o anti marxista, mas allá de la ridícula disyuntiva de que si es bueno o malo leer al “viejo Marx”, recuperen su confianza y fe en los principios y convicciones fundacionales, aún planteados en sus documentos partidarios, y armados de estos asuman la lucha política, desde y con los más pobres, por el cambio, la transformación, la revolución y la verdadera y definitiva liberación de nuestros pueblos. El espectro de la izquierda es amplio, hay lugar para distintas vertientes y pensamientos, pero el lugar que deben ocupar las organizaciones comunistas y socialistas, no claudicantes, es un espacio que no se debe dejar vacío.
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