Entrevista al historiador Emmanuel Todd
La
Vanguardia
09-05-2017
Historiador, demógrafo, autor de algunos libros
bastante sólidos en relaciones internacionales y de algunas obras mayores como Le
Destin des immigrés. Assimilation et ségrégation dans les démocraties
occidentales, Emmanuel Todd, 1951, es un pensador a veces
desconcertante pero siempre original.
Muy polémico en Francia e indiferente a las
críticas que suscita en el gran rebaño intelectual, Todd es un sólido estudioso
de la antropología histórica del mapa francés y de los sistemas familiares.
Nieto del filósofo Paul Nizan y pariente de Claude Lévi-Strauss, Todd considera
que el euro es un desastre para Francia, que su país ya no cuenta para nada y
que, tras la elección de Emmanuel Macron, se entrará en un escenario de
turbulencias.
A pocos
días de su jubilación se declara algo apartado de sus ocupaciones intelectuales
habituales y con ganas de meterse en temas tan alejados de ellos como por
ejemplo la arquitectura del Imperio Romano.
Estas elecciones parecen más el principio de algo
que un desenlace, ¿no?
Para mi la verdadera novedad ha sido el voto a
Mélenchon. Es la única fuerza que ha progresado de verdad, más de 8 puntos,
cundo el FN solo ha avanzado 3,5 puntos. Ha quedado a la par. Creo que la
emergencia en Francia de una fuerza de contestación al liberalismo y Europa que
no es xenófoba, es una verdadera esperanza. Dicho esto, no pasó a la segunda
vuelta en la que se enfrentan la Francia de arriba y la de abajo. No veo nada
esencialmente nuevo, sino algo parecido al fantasma del Tratado de Maastricht.
Es decir, los dos campos de 1992 que finalmente han adquirido una forma
política como en el voto del referéndum constitucional (de 2005). Lo primero
que hice después de la primera vuelta fue sumar el total Macron+Fillon+Hamon,
es decir de todos los que juraron lealtad a Berlín. Todos los favorables al
euro y que de hecho no son más que eso, con algunos diciendo que harán ciertas
cosas, como Fillon y Hamon, y otros que dicen que no harán nada en ese frente,
el caso de Macron. Se obtiene un 50% con algunas migajas, es decir es como una
repetición del voto de Maastricht. Me parece fascinante porque han pasado 25
años, el euro es un fracaso económico total, Francia acumula un paro
estructural del 10%, se ha fragmentado su sociedad y el resultado es un
conformismo increíble. ¿Por qué no ha aumentado aún más ese rechazo?
Lo primero que se me ocurre es observar la
población. Entre 1992 y 2015, la población francesa ha envejecido. La edad
media ha aumentado entre 5 y 6 años. Y en el contexto del euro, los viejos son
prisioneros. No fue el caso del Brexit, ni de Trump en Estados Unidos, pero en
Europa y en Francia los viejos viven bajo la amenaza de una liquidación de sus
pensiones si se sale del euro. Hasta ahora se decía, “los viejos son conservadores”.
Yo diría más bien que han perdido el derecho de voto. Les dicen, “si quieren
mantener sus pensiones, hay que mantener el euro”. Es un factor de bloqueo y
ese factor ha aumentado de una manera increíble.
Lo segundo es que una de las cosas que explican el
temperamento democrático e igualitario en las sociedades avanzadas es la
estratificación educativa. Antes era saber leer y escribir. Desde la guerra, se
aumentó el nivel de gente con estudios secundarios, superiores… La gente con
estudios superiores produjo una oligarquía de masas. No de élites, sino de
masas, gente que vive en su propia salsa y que se cree superior. La gente que
apoyaba a los Clinton en Estados Unidos, los universitarios partidarios del
“remain” (en la UE) en Inglaterra, los jongleurs que oscilan entre izquierda y
derecha en Francia… pero lo que se me escapó es que el número de esta
oligarquía no es estable. Miré las estadísticas: en 1992 la proporción de gente
con estudios superiores era del 12% y ahora son el 25%. Quiere decir que el
segmento superior oligárquico de la sociedad ha doblado de tamaño en el
periodo. Así pues: una población más vieja, más masa oligárquica, todo eso
integrado arroja una base para el conformismo macronista que se ha desarrollado
enormemente, mientras la situación general de los de abajo se ha deteriorado
notablemente desde Maastricht. Una polarización. Y por eso creo que los
macronistas están tan nerviosos. Yo vivo en ese medio. Te dicen, “cómo es que
te vas a abstener…” “cómo vas a dejar pasar a Marine Le Pen…”, no hay el más
mínimo riesgo de ello, pero no importa- el grupo alcanza una fuerza que le
permite declarar una especie de timing out ideológico. La verdadera novedad del
macronismo es que con él elegimos al representante de Berlín, no al Presidente
de la República Francesa. La novedad es que él es el primero que lo dice
abiertamente. Sarkozy hizo el mismo papel, pero señalaba chivos expiatorios,
decía “es culpa de los árabes”. Hollande llegó diciendo, “soy un hombre de
izquierda”, “mi enemigo es la finanza”, “cambiaré las cosas con Alemania”.
Macron es el primero que dice: no haré nada, vais a aceptar vuestra sumisión
oficialmente, cerráis el pico, es esto o el horror del lepenismo. Es un giro.
La culminación de una búsqueda de dominio que existe desde hace 25 años.
A propósito de esta oligarquía de masas, el ultimo
mitin de Macron, ayer, dijo cosas como, “no a proteger a los pequeños, sino dar
libertad”, “creo en la trayectoria de los individuos en la sociedad”, “hay
talentos y no talentos, hay que construir la autoridad de los que saben” y citó
a un intelectual enfrentado a los estudiantes de su universidad en el 1968 que
cuestionaban su autoridad, diciendoles: “Mi autoridad viene de que yo he leído
más libros que ustedes”….
Ja, ja. Lo que me hizo reír de verdad fue la
entrevista televisada de Macron con Delahuse. Allí dijo, “Marine Le Pen es una
heredera, ella es la que representa a la Francia de los de arriba, yo soy un
meritocrata”. Es un desconocimiento de lo que es la verdadera sicología de los herederos
y los meritócratas. La gente no se da cuenta de que el hecho de que un
meritocrata venga de un medio social medio - el caso de Macron- no hace en
absoluto de él un defensor de la igualdad. Es exactamente lo contrario: es un
tipo que está convencido por el sistema de su superioridad intrínseca. Un
meritocrata será la peor amenaza para el sistema igualitario. Mientras que
ciertos herederos, en el medio intelectual, son gente que saben todo lo que
deben a su familia, que saben hasta qué punto no se han hecho a sí mismos, y
que, al final son mucho más modestos y respetuosos de la gente común.
Hace 36 años Mitterrand llegó al poder al fin del
ciclo keynesiano. Ahora Macron llega al final de un ciclo neoliberal…
El drama es que la historia está regresando a su
curso normal. Los franceses no acaban de aceptar el hecho de que hace mucho
tiempo que no son ellos los que definen el sentido de la historia. Podrían
haberse dado cuenta de ello en 1940. Creo que los treinta gloriosos, la
recuperación de posguerra, reavivó una ilusión: la de estar escribiendo su
historia. Francia tenía una tasa de crecimiento buena, aunque era de
recuperación, es decir para alcanzar a los primeros. Luego la realidad de la
historia que se creó fue el hundimiento de la URSS, la reunificación alemana….
Francia se encontró con su estatuto de potencia mediana. Habría podido hacerlo
mejor. Con Mitterrand aún había la conciencia de que la Alemania reunificada
era una potencia de otro calibre que Francia. Mitterrand fue sobrecogido por el
miedo y se lanzó al euro. Una vez que Francia estuvo metida en el euro, se
acabó. Para Francia, el euro es la salida de la historia. No se quiere admitir
y es chocante cuando te mueves por el mundo –yo viajo frecuentemente a Japón-
está claro que Francia ya no controla nada, en Europa… Y lo que es
impresionante es la incapacidad de las elites francesas de admitirlo. Recuerdo
haber tomado una copa con un ministro de derechas que me explicaba que los
alemanes eran un desastre y que para conseguir algo tenía que ir a Berlín a ver
a su homólogo alemán. No se daba cuenta que con aquel desplazamiento definía
una perfecta relación de subordinación. Francia es un gran país, con una larga
historia, pero no puede aceptar la realidad. Está en un proceso de sumisión que
no se reconoce. En ese contexto, estas elecciones son la culminación.
Pero el Señor Macron reconoce perfectamente eso:
dice que no piensa batallar nada con Alemania, que hay que hacer los deberes y
punto.
Puede que Macron sea el hombre que admita que
Francia ya no existe… Puede que esa sea su misión histórica: hacer comprender a
los franceses que Francia ya no pinta nada. Soy muy mal sicólogo, voté por
Hollande, nunca creía que fuera tan nefasto, pero no me atrevo a reducir a
Macron a las fuerzas que tiene detrás, los bancos, etc. Soy un jubilado y no
estoy capacitados para meterme en la cabeza de un tipo de 39 años que se
encuentra convertido en Presidente de la República. Hay que concederle algo a
la incertidumbre. Tuvimos una muy mala sorpresa con Hollande y no podemos
excluir una buena con Macron.
…Es lo que me dijo el Señor Chevènement, “después
de todo no hay que insultar al futuro”, y también el Señor Edgar Morin que
mencionó a Juan Carlos nombrado por Franco y propiciador de la democracia, o
Gorbachov que se carga el sistema del que salió…
Sí, se puede soñar. Pero hay que decir que cuando
Macron habla de cosas concretas, de economía, etc., habla como un manual. Lo
más probable es que tengamos una acentuación de lo que se ha hecho con Manuel
Valls, lo que creará tensiones y un aumento de la violencia. Lo que hace al
sistema francés menos estable que el alemán, español, etc, es que aquí todavía
hay bastante jóvenes. En España, Italia, Portugal, la política que se aplica es
desfavorable para los jóvenes, pero hay pocos, mientras que en Francia es
desfavorable y continuamos fabricando jóvenes.
…Hay también cierta tradición social, ¿no?
Me gustaría poder decirlo, pero el ejemplo del
referéndum de 2005 no es muy estimulante: votaron no, les colaron lo mismo con
el Tratado de Lisboa y nadie se movió…Francia es un país decepcionante.
Depende con qué la compare, ¿no?
La comparo con el país de mi infancia
Pero aquello era excepcional: una gestión magnífica
de su debilidad en el mundo de posguerra tras haber sido derrotada
militarmente, ocupada y deshonrada por el colaboracionismo. Y acompañando a esa
proeza de De Gaulle, una potencia cultural extraordinaria, la Francia de
Sartre, Camus, Barthes, Lévy-Strauss, Braudel, Bourdieu, Aaron…No me extraña
que haya tanta nostalgia en la Francia de hoy: venían de un nivel muy alto.
Si, pero hoy, los países en los que pasan las
cosas, son Estados Unidos e Inglaterra. Si pensamos en la crisis de la
democracia, en el desprecio de la población, etc, donde se han producido las
primeras reacciones ha sido allá, cierto, con un componente xenófobo: se trata
del Brexit, de Trump. Los que inventaron la democracia representativa no fueron
los franceses, sino los anglosajones, los americanos. En 1789 los franceses ya
estaban en posición de alcanzarles. Es verdad que lo hicieron más masivo y más
violento…
….y bastante más social, ¿no?
Sí, más igualitario. Pero los franceses fueron
también más frágiles, con todos esos vaivenes que siguieron
…los avances y retrocesos de 80 años hasta la
consolidación de un orden republicano estable después de la masacre de la
Comuna…
Sí, pero cuando miras hoy el mapa del voto del
Frente Nacional, es el mapa de la Francia revolucionaria… El área de París y la
cuenca mediterránea de tendencias igualitarias, donde la religión católica se
hundió desde el siglo XVIII. Una especie de Andalucía en la que la gente sabía
leer y escribir. Luego hay toda una periferia en el oeste, alrededor del Macizo
Central, en los Alpes y el este, donde tienes una estructura familiar que
propicia la disciplina con una fuerte impronta católica hasta 1950/ 1960. En
España sería algo entre Cataluña y Galicia, regiones más disciplinadas. En 1789
las regiones que dominaban Francia eran liberales e igualitarias. Imagínese una
España controlada por el espíritu andaluz y que de repente se ve controlada por
los vascos. La disciplina vasca contra la anarquía andaluza. Es un cambio
sensible. La Francia revolucionaria tenía en su centro dos tercios de andaluces
y un tercio de vascos que aportaban el orden y aguantaban el chiringuito desde
el punto de vista de la disciplina, y que cayó en un cuadro en el que ganan
todas las fuerzas de la autoridad y la disciplina. Todo esto no parece muy
serio pero se corresponde con las estructuras familiares que he estudiado: El
voto a Le Pen corresponde con las regiones con gente de tradición
liberal-igualitaria.
Mencioné antes a Mitterrand porque llegó al poder
con un programa de nacionalizaciones, de transformación social nacional, y a
los dos años se pasó al cuadro de la integración europea en clave neoliberal,
en el fin del ciclo keynesiano. Macron está en una situación semejante: todo lo
que propugna está caducado.
Si, pero ahora son los alemanes los que mandan. Lo
que piensen los franceses no tiene tanta importancia.
Pero, ¿tienen los alemanes un proyecto, más allá de
seguir consecuentemente la línea hacia su habitual desastre dominador?
Tienen una racionalidad limitada. Hay un agujero en
la cultura alemana. En términos de sus elites Alemania no se ha recuperado del
todo de la experiencia nazi. Las universidades están subdesarrolladas… Se dice
que Alemania produce excelentes máquinas, pero es que la misma sociedad alemana
es una máquina. Alemania resuelve problemas técnicos. No producen suficientes
hijos, hacen venir emigrantes… Estoy seguro de que en la lógica alemana la
destrucción de las economías italiana, española y portuguesa, no ha sido un
accidente. Estoy convencido de que la destrucción de esas economías (enseña una
portada de Der Spiegel, felicitándose del flujo de jóvenes cualificados
españoles, italianos etc hacia Alemania).
Cuando se le dice a Alemania que las medidas de
austeridad que exige a los países del sur son destructivas, “sean razonables”,
etc., hay una confusión: creo que ellos lo entienden perfectamente. Su objetivo
es, precisamente, la destrucción de estas economíasy la recuperación de esa
mano de obra cualificada del sur. Es una racionalidad bastante sofisticada pero
una racionalidad de medios, sin objetivo existencial. Hay una búsqueda de
potencia, pero la búsqueda de potencia de un país que solo produce 1,4 niños
por mujer en cada generación es muy extraña. Sus medidas son racionales. Hay
una inteligencia de gestión de la economía a corto y medio plazo –lo que han
conseguido es extraordinario: tomar el control de la Europa del Este, subtratar
parte de su producción allí, llegar a unos excedentes comerciales
impresionantes… La conquista de la economía europea-occidental por el dinero
alemán es muy superior a lo que se imagina.
¿Qué le parece la estructura sociológica del voto a
Mélenchon?
Es formidable. Si establecemos cuatro bloques,
Fillon es el voto del pasado: 40% de más de 65 años, los ricos. Luego tenemos
la Francia del presente con este conflicto irresoluble entre los de arriba y
los de abajo, y aquí tenemos el voto a Macron muy desviado hacia los de arriba,
hacia la gente con estudios, y aún más hacia los que tienen dinero, muy débil
entre los obreros. Desde el punto de vista de la edad, es bastante equilibrado
aunque algo más acentuado hacia los viejos. El voto Le Pen: muy débil entre las
categorías superiores, muy fuerte entre los obreros y muy joven. Y el de
Mélenchon es un voto de reconciliación: importante entre los obreros (25%), con
un 17% de cuadros superiores, masivo en las profesiones intermedias, es el más
joven, por encima del 30%, y muy débil entre los viejos. (Piense que el mensaje
que se les lanza es: si salen del euro ustedes pierden sus pensiones.) Así que
el voto por Mélenchon supera el enfrentamiento entre la Francia de los de
arriba y la de los de abajo. Es una Francia de todo el mundo. Para mí eso
quiere decir que el voto a Mélenchon tiene futuro, porque una sociedad no puede
vivir con un enfrentamiento como el que representan Le Pen y Macron. Es algo
que te empuja hacia la guerra civil, porque una sociedad no puede vivir
únicamente en la longitud de onda de sus elites y para su elites, ni tampoco
sobre el presupuesto de que el pueblo es una maravilla humana. O sea que habrá
que definir una síntesis. (Aclaro que siempre he militado por unas elites
responsables, no soy un fanático del igualitarismo de ingresos, soy partidario
de un capitalismo regulado, estoy a favor de la salida de la UE, pero no de la
salida del capitalismo…) En Estados Unidos pasa un poco lo mismo: están en un
estado de guerra civil fría: Trump ha sido elegido, el establishment no
acepta su legitimidad, y el trumpismo tampoco acepta la legitimidad de los
otros…Si quieren seguir siendo una nación equilibrada les hará falta una
negociación entre los dos campos que defina una síntesis. Y lo que es curioso
es que la estructura del voto a Mélenchon es una síntesis.
Yo soy más bien proamericano y creo que en
geopolítica el programa de Melenchon podría ser mejor, pero su electorado me ha
impresionado porque ahí está un poco todo el mundo; los hijos de emigrantes,
los obreros, los cuadros superiores, los enseñantes, técnicos. Insisto: Es una
Francia para todos. Parafraseando a la “Manif pour Tous”, yo diría que Mélenchon
es “La France pour tous”. La de Macron es la Francia para los ricos, la de Le
Pen es la Francia de los no educados, y no son solución.
¿Podemos imaginar una cohabitación
Macron-Mélenchon, si éste llegara a conseguir una marea en las legislativas?
Todo es imaginable, pero de momento lo que me choca
es que todo el mundo se concentra en el Frente Nacional. Se dice que el FN
intenta normalizarse, y se responde diciendo, “pero no es verdad”, etc. Pero a
mi lo que verdaderamente me preocupa es la radicalización de la Francia de los
de arriba. Ahora quieren gobernar a pelo, desnudos: ahora es el
euroliberalismo, es así y vais a tener que obedecer. Me parece que el problema
de Francia es la radicalización de los poderosos. Pienso en The Revolt of the
Elites and the Betrayal of Democracy de Christopher Lasch, (la idea de que las
clases privilegiadas nunca han estado tan aisladas de su entorno) que cuenta lo
que pasó en la época de Reagan y de Bush. En Francia estamos retrasados en eso,
pero es lo mismo, una especie de reaganismo tardío con 30 años de retraso.
…Con el agravante de que aquellas recetas parecen
caducas y que los propios americanos comienzan a enmendarlas...
Exactamente. Nada demuestra mejor que Francia está
retrasada. A los franceses les cuesta reconocerlo. En Estados Unidos, el país
que hizo avanzar la globalización, el debate sobre el proteccionismo hace
furor, Sanders es proteccionista, Trump… Mientras tanto en Francia los
políticos dicen que Le Pen es la cerrazón hacia el mundo y que Macron es la
apertura. Y en política exterior, el FN es el partido que se interesa por todo
lo que es nuevo en la escena: las potencias emergentes, el multilateralismo, es
proanglosajón porque ha comprendido lo que significa el Brexit y Trump, el
“Abenomics”, etc. O sea que en el plano geopolítico es más bien el Frente
Nacional el que está en un plano abierto. Y el tipo que dice representar la
apertura es el que no ha entendido nada de lo que pasa en Estados Unidos, que
rechaza el Brexit, Putin, que no se si sabría situar al Japón en el mapa…O sea,
al final una apertura hacia Berlín. Verdaderamente curioso.
¿Qué cree que va a pasar con la voluntad de imponer
ya este verano, por decreto una reforma laboral aun más extrema?
El problema es que el euro está inadaptado a la
economía francesa: no puede funcionar para un país que tiene una tasa de
fecundidad de dos hijos por mujer. Ninguna política económica (francesa) puede
funcionar en el contexto de la zona euro. Con Hollande hemos tenido un aumento
del paro del 25%. Esto va a continuar. Me siento incapaz de decir en qué
momento eso va a desencadenar la violencia. Hay muchos viejos y puede que
Francia realice el escenario Fukuyama de fin de la historia, pero salir de la
historia para Francia es entrar en la historia de Alemania. Y no está nada
claro que la potencia alemana se mantenga. Puede que nos encontremos con la
sorpresa del sistema europeo hundido en su centro. Es lo que pasó con la URSS.
Pero de momento creo que podemos decir a los amigos de la Europa latina que Francia
se ha deshonrado. Lo que los políticos franceses han aceptado de Alemania,
actuar como ayudantes del poder alemán en la Europa del sur, es una inmundicia
total. Lo que hizo Hollande con Grecia, enviar sus inspectores, eso fue
verdadero petainismo.
En realidad solo los griegos hicieron verdadera
resistencia: ni los españoles ni los italianos hicieron gran cosa.
En realidad, si vamos al fondo de las cosas, la
última gran estafa europea es decir que Europa es un polo sólido de resistencia
liberal. En realidad la tradición liberal es Inglaterra, Francia con sus
oscilaciones, los países bajos, Bélgica y Escandinavia y para de contar. Si te
sitúas en la Europa de 1930, no hay más que regímenes autoritarios. Creo que en
2050 el historiador no se hará grandes misterios: mirará el mapa de 1930, verá
el mapa de 1980, pondrá el mapa de 2050 y constatará una cierta continuidad
autoritaria en 1930 y 1980 y dirá, “hubo un pequeño paréntesis democrático
cuando Europa estuvo bajo control americano”.
La conquista de la UE por la extrema derecha ya
está en su discurso. Se vio en la reunión de Coblenza. Marion Marechal Le Pen
dice que hay que esperar a los avances de nuestros compañeros en países como
Italia y otros para dar la batalla en las europeas de 2018, ¿cómo ve eso?
No creo mucho en la Europa-Imperio. La idea de
partidos transeuropeos es una ficción. Las culturas nacionales son más fuertes
que la divisoria izquierda/derecha. Vea, por ejemplo, lo que decían los
socialistas franceses: nos entenderemos con los socialdemócratas alemanes para
cambiar Europa. Como si la diferencia izquierda/derecha fuera más importante
que las diferencias entre franceses y alemanes. Eso hace partirse de risa a los
socialdemócratas alemanes que aún son más nacionalistas que los democristianos
porque están implantados en las zonas protestantes, y en el Parlamento Europeo
socialdemócratas y democristianos alemanes votan juntos, como alemanes, para
defender los intereses de Alemania. No veo que eso vaya a ser diferente con la
extrema derecha. Piense que en Francia hay en la extrema derecha un sustrato
antropológico-histórico de rebeldía (antes hemos hablado del elemento
“andaluz”) mientras que en Alemania la extrema derecha arraiga especialmente en
las regiones prusianas, en el Este protestante, luteranas y para que esa
extrema derecha funcione es como decir: “vamos a hacer una gran fuerza unida
con los militares prusianos y el anarquista andaluz”.
Regresemos a Macron como producto
Creo que la clave está en la búsqueda por parte de
las élites a un Partido Socialista moribundo en la línea de los pensadores
italianos Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca cuyo efecto final fue Mussolini. La
verdadera comparación entre Macron y algo sería con la emergencia de Mussolini
que también vino de la izquierda.
Entonces su pronóstico para Francia es algo
bastante turbulento y violento, ¿no?
Lo que se perfila es estagnación política,
podredumbre, violencia difusa y lógicamente los acontecimientos importantes
para la ruptura del sistema ocurrirán fuera de Francia. Es decir: crisis
alemana, enfrentamiento directo entre Italia y Alemania -es una posibilidad de
la que dudo un poco porque los italianos no tienen una elite política
intelectual- enfrentamiento entre el sistema alemán y la angloesfera, porque el
problema esencial de los alemanes es su incapacidad de pararse. Soy un gran
admirador de Bismarck: es lo contrario de los cretinos como Napoleón o Hitler,
el tipo que supo pararse. Fracasó porque presionaron a Guillermo II, pero esa
idea de que la búsqueda de potencia un momento dado debe saber pararse. Creo
que los objetivos que Alemania se plantea hoy están por encima de su fuerza. Y
no creo que los americanos toleren la emergencia de un nuevo sistema alemán tan
potente como el suyo. Creo que están comprendiendo que los alemanes les han
utilizado en su expansión al este en Ucrania. A corto plazo vamos a tener un
enfrentamiento entre el bloque continental alemán e Inglaterra a propósito del
Brexit. Será una verdadera prueba para la diplomacia alemana: si son realistas
deberían tener interés en hacer las cosas soportables para Inglaterra. Si los
alemanes se antagonizan con el Reino Unido no tendrán ninguna posibilidad. Y
volvemos a lo mismo: Francia no está en esta foto.
Tanto Mélenchon como Dupont-Aignan dicen que si
Francia se enfrenta a la austeridad se creará enseguida un polo de países
europeos del sur que la seguirán…
Italianos y españoles, con su baja fecundidad
tienen una realidad demográfica muy diferente. De ahí un mayor conformismo y
las dificultades de reaccionar. Pero hemos llegado a una situación tan grave, y
esa es la gran debilidad de Mélenchon, que Francia no puede salirse de todo
esto sin la ayuda de los anglo-americanos. La izquierda francesa, y en general
los antieuropeístas franceses, están paralizados por su antiamericanismo. Hasta
que no lleguemos a tomar partido entre Berlín y Washington, no resolveremos
gran cosa: para salir del euro necesitamos la ayuda del dólar.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20170507/422370747204/entrevista-emmanuel-todd.html
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