martes, 16 de mayo de 2017

¿SE ACERCA EL FINAL DEL CHAVISMO?




Hola a todos:

La derecha venezolana viene desatando una guerra sin cuartel contra el gobierno de Nicolás Maduro.  Toda una serie de actos vandálicos casi a diario, que incluyen no sólo barricadas en las calles sino incendio de edificaciones públicas, tala e  incendio de árboles, ataques con armas caseras a la policía y a la Guardia Nacional, incendio de vehículos de transporte, asesinatos (que luego son atribuidos a las fuerzas policiales) e incluso el ataque a un hospital materno-infantil (quizás por llevar el nombre de Hugo Chávez).  En el exterior la prensa burguesa habla de la “violenta represión” de la “dictadura” contra los “pacíficos” manifestantes de la oposición (y esta aseveración también la hacen algunos políticos “de izquierda” del Perú y otros países).

El 1 de mayo, luego de la multitudinaria movilización y mitin de la clase trabajadora en apoyo a la Revolución Bolivariana, el Presidente Nicolás Maduro convocó a una Asamblea Constituyente (precisamente lo que estaba reclamando la oposición desde el 2014); sin embargo, los connotados dirigentes de la derecha, como Henrique Capriles, la rechazaron y convocaron a sus partidarios a volcarse a las calles.

¿Qué es lo que busca la derecha venezolana?  En el siguiente artículo, el sociólogo argentino Atilio Borón hace un análisis de la situación política en Venezuela y advierte que Maduro puede terminar como Gaddafi en Libia; entérese por qué.  Después del artículo de Borón lea el artículo “La guerra no convencional”, del periodista Eleazar Díaz Rangel, y entérese de los planes del Comando Sur de EE.UU. en contubernio con la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), el frente político de la derecha y ultraderecha de Venezuela.  Finalmente, va el artículo “Un indeseable nos visita”, de Gustavo Espinoza Montesinos, que analiza la reciente visita al Perú de Julio Borges, el nuevo Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, dominada por la oposición.

Saludos:
Wilder Sánchez
16.5.2017.



7 mayo 2017

Venezuela en la hora de los hornos


La dialéctica de la revolución y el enfrentamiento de clases que la impulsa aproxima la crisis venezolana a su inexorable desenlace. Las alternativas son dos y sólo dos: consolidación y avance de la revolución o derrota de la revolución. La brutal ofensiva de la oposición -criminal por sus métodos y sus propósitos antidemocráticos- encuentra en los gobiernos conservadores de la región y en desprestigiados ex gobernantes figurones que inflan su pecho en defensa de la “oposición democrática” en Venezuela y exigen al gobierno de Maduro la inmediata liberación de los “presos políticos”. La canalla mediática y "la embajada" hacen lo suyo y multiplican por mil estas mentiras. Los criminales que incendian un hospital de niños forman parte de esa supuesta legión de demócratas que luchan para deponer la “tiranía” de Maduro. También lo son los terroristas -¿se los puede llamar de otro modo?- que incendian, destruyen, saquean, agreden y matan con total impunidad (protegidos por las policías de las 19 alcaldías opositoras, de las 335 que hay en el país). Si la policía bolivariana -que no lleva armas de fuego desde los tiempos de Chávez- los captura se produce una pasmosa mutación: la derecha y sus medios convierten a esos delincuentes comunes en “presos políticos” y “combatientes por la libertad”, como los que en El Salvador asesinaron a Monseñor Oscar Arnulfo Romero y a los jesuitas de la UCA; o como los “contras” que asolaron la Nicaragua sandinista financiados por la operación “Irán-Contras” planeada y ejecutada desde la Casa Blanca.

Resumiendo: lo que está sucediendo hoy en Venezuela es que la contrarrevolución trata de tomar las calles –y lo ha logrado en varios puntos del país- y producir, junto con el desabastecimiento programado y la guerra económica el caos social que remate en una coyuntura de disolución nacional y desencadene el desplome de la revolución bolivariana.  Reflexionando sobre el curso de la revolución de 1848 en Francia Marx escribió unas líneas que, con ciertos recaudos, bien podrían aplicarse a la Venezuela actual. En su célebre El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, describía la situación en París diciendo que “en medio de esta confusión indecible y estrepitosa de fusión, revisión, prórroga de poderes, Constitución, conspiración, coalición, emigración, usurpación y revolución. el burgués, jadeante, gritase como loco a su república parlamentaria: «¡Antes un final terrible que un terror sin fin!»”  Sería imprudente no tomar estas palabras muy seriamente, porque eso es precisamente lo que el imperio y sus secuaces tratan de hacer en Venezuela: lograr la aceptación popular de “un final terrible” que ponga término a “un terror sin fin.”  A tal efecto Washington aplica la misma receta administrada en tantos países: organizar la oposición y convertirla en la semilla de la contrarrevolución, ofrecerle financiamiento, cobertura mediática y diplomática, armas; inventar sus líderes, fijar la agenda y reclutar a mercenarios y malvivientes de la peor calaña que hagan la tarea sucia de "calentar la calle" matando, destruyendo, incendiando, saqueando, mientras sus principales dirigentes se fotografían con presidentes, ministros, el Secretario General de la OEA y demás agentes del imperio.  Esto mismo hicieron hace unos años con gran éxito en Libia, en donde Washington y sus compinches inventaron los “combatientes por la libertad” en Benghasi. La prensa hegemónica difundió esa falsa noticia a los cuatro vientos y la OTAN hizo lo que hacía falta. El resultado final: destrucción de Libia bombardeada a mansalva durante meses, caída y linchamiento de Gadafi, entre las risotadas de una hiena llamada Hillary Clinton.  En Venezuela están aplicando el mismo plan, con bandas armadas que destruyen y matan lo que sea ante una policía poco menos que indefensa.

Por comparación, la ofensiva imperial lanzada contra Salvador Allende en los años setentas fue un juego de niños al lado de la inaudita ferocidad del ataque sobre Venezuela.  No hubo en Chile una oposición que contratara bandas criminales para ir por los barrios populares disparando a mansalva para aterrorizar a la población; tampoco un gobierno de un país vecino que apañara el contrabando y el paramilitarismo, y una prensa tan canalla y efectiva como la actual, que hizo de la mentira su religión. Días pasados publicaron la foto de un joven vestido con uniforme de combate y arrojando una bomba molotov sobre un carro de policía y en el epígrafe se habla ¡de la "represión" de las fuerzas de seguridad chavistas cuando eran éstas las que eran reprimidas por los revoltosos!  Esa prensa proclama indignada que la represión cobró la vida de más de treinta personas pero oculta aviesamente que la mayoría de los muertos son chavistas y que por lo menos cinco de ellos policías bolivarianos ultimados por los "combatientes por la libertad." Los incendios, saqueos y asesinatos, la incitación y la comisión de actos sediciosos son publicitados como la comprensible exaltación de un pueblo sometido a una monstruosa dictadura que, curiosamente, deja que sus opositores entren y salgan del país a voluntad, visiten a gobiernos amigos o a instituciones putrefactas como la OEA para requerir que su país sea invadido por tropas enemigas, hagan periódicas declaraciones a la prensa, convaliden la violencia desatada, se reúnan en una farsa de Asamblea Nacional, dispongan de un fenomenal aparato mediático que miente como jamás antes, vayan a terceros países a apoyar a candidatos de extrema derecha en elecciones presidenciales sin que ninguno sea molestado por las autoridades. ¡Curiosa dictadura la de Maduro! Todas estas protestas y sus instigadores están encaminadas a un solo fin: garantizar el triunfo de la contrarrevolución y restaurar el viejo orden pre-chavista mediante un caos científicamente programado por gentes como Eugene Sharp y otros consultores de la CIA que han escrito varios manuales de instrucción sobre como desestabilizar gobiernos.[1]

El modelo de transición que anhela la contrarrevolución venezolana no es el "Pacto de la Moncloa" ni ningún pacífico arreglo institucional sino la aplicación a rajatabla del modelo libio. Y, por supuesto, no tienen la menor intención de dialogar, por más concesiones que se les haga. Pidieron una Constituyente y cuando se la otorgan acusan a Maduro de fraguar un autogolpe de estado. Violan la legalidad institucional y la prensa del imperio los exalta como si fueran la quintaesencia de la democracia. No parece que la rehabilitación de Henrique Capriles o inclusive la liberación de Leopoldo López podrían hacer que un sector de la oposición admitiera sentarse en una mesa de diálogo político para salir de la crisis por una vía pacífica porque la voz de mando la tiene el sector insurreccional. La derecha y el imperio huelen sangre y van por más, y medidas apaciguadoras como esas los envalentonaría aún más aunque admito que mi análisis podría estar equivocado. Desde afuera, gentuzas como Luis Almagro que emergen cubiertos de estiércol desde las cloacas del imperio orquestan una campaña internacional contra el gobierno bolivariano. Y países que jamás tuvieron una constitución democrática y surgida de una consulta popular en toda su historia, como Chile, tienen la osadía de pretender dar lecciones de democracia a Venezuela, que tiene una de las mejores constituciones del mundo y, además, aprobadas por un referendo popular.

Maduro ofreció nada menos que convocar a una Constituyente para evitar una guerra civil y la desintegración nacional. Si la oposición confirmara en los próximos días su rechazo a ese gesto patriótico y democrático el único camino que le quedará abierto al gobierno será dejar de lado la excesiva e imprudente tolerancia tenida con los agentes de la contrarrevolución y descargar sobre ellos todo el rigor de la ley, sin concesión alguna. La oposición no violenta será respetada en tanto y en cuanto opere dentro de las reglas del juego democrático y los marcos establecidos por la Constitución; la otra, el ala insurreccional de la oposición, deberá ser reprimida sin demora y sin clemencia. El gobierno bolivariano tuvo una paciencia infinita ante los sediciosos, que en Estados Unidos estarían presos desde el 2014 y algunos, Leopoldo López, por ejemplo, condenado a cadena perpetua o a la pena capital. Su mayor pecado fue haber sido demasiado tolerante y generoso con quienes sólo quieren la victoria de la contrarrevolución a cualquier precio. Pero ese tiempo ya se acabó. La inexorable dialéctica de la revolución establece, con la lógica implacable de la ley de la gravedad, que ahora el gobierno debe reaccionar con toda la fuerza del estado para impedir a tiempo la disolución del orden social, la caída en el abismo de una cruenta guerra civil y la derrota de la revolución. Impedir ese “final terrible” del que hablaba Marx antes del “terror sin fin.” Si el gobierno bolivariano adopta este curso de acción podrá salvar la continuidad del proceso iniciado por Chávez en 1999, sin preocuparse por la ensordecedora gritería de la derecha y sus lenguaraces mediáticos que de todos modos ya hace tiempo vienen aullando, mintiendo e insultando a la revolución y sus protagonistas. Si, en cambio, titubeara y cayera en la imperdonable ilusión de que a los violentos se los puede apaciguar con gestos patrióticos o rezando siete Ave Marías, su futuro tiene el rostro de la derrota, con dos variantes. Uno, un poco menos traumático, terminar como el Sandinismo, derrotado “constitucionalmente” en las urnas en 1989. Sólo que Venezuela está asentada sobre un inmenso mar de petróleo y Nicaragua no, y por eso hay que desterrar el espejismo de que si los sandinistas volvieron al gobierno los chavistas podrían hacer lo propio, diez o quince años después de una eventual derrota. ¡No! El triunfo de la contrarrevolución convertiría de hecho a Venezuela en el estado número 51 de la Unión Americana, y si Washington durante más de un siglo ha demostrado no estar dispuesto a abandonar a Puerto Rico ni en mil años se iría de Venezuela una vez que sus peones derroten al chavismo y se apoderen de este país y su inmensa reserva petrolera. La revolución bolivariana es social y política y, a no olvidarlo, una lucha de liberación nacional. La derrota de la revolución se traduciría en la anexión informal de Venezuela a Estados Unidos. La segunda variante de una posible derrota configuraría el peor escenario. Incapaz de contener a los violentos y de restablecer el orden y una cierta normalidad económica una insurrección violenta aplicaría el modelo libio para acabar con la revolución bolivariana. No olvidar que ahora la número dos del Comando Sur es nada menos que un personaje tan siniestro e inescrupuloso como Liliana Ayalde, quien fuera embajadora de Estados Unidos en Paraguay y Brasil y que en ambos países fue la artífice fundamental de sendos golpes de estado. Una mujer de armas tomar a quien no le temblaría la mano a la hora de lanzar las fuerzas del Comando Sur contra Venezuela, derribar su gobierno y, como en Libia, hacer que una turbamulta organizada por la CIA termine con el linchamiento de Maduro como sucediera con Gadafi, y el exterminio físico de la plana mayor de la revolución. La dirigencia bolivariana, la obra de Chávez y la causa de la emancipación latinoamericana no merecen ninguno de estos dos desenlaces, ninguno de los cuales es inevitable si se relanza la revolución y se aplasta sin miramientos a las fuerzas de la contrarrevolución.


[1] El más completo de esos infames manuales escrito por Eugene Sharp es De la Dictadura a la Democracia publicado en Boston por la Albert Einstein Institution, una ONG pantalla de la CIA. Sharp se considera el creador de la teoría de la “no violencia estratégica”. Para comprender lo que significa esto, y para comprender también lo que está ocurriendo hoy en Venezuela, aconsejo fervientemente leer ese libro y sobre todo el Apéndice, en donde su autor enumera 197 métodos de acción no violentas, entre los que se incluyen “forzar bloqueos económicos”, “falsificar dinero y documentos”, “ocupaciones e invasiones”, etcétera. Todas acciones “no violentas”, como puede verse.




La guerra no convencional

Publicada: domingo, 14 de mayo de 2017 16:10
Actualizada: domingo, 14 de mayo de 2017 16:48

Muchos venezolanos nos preguntamos hasta cuando la oposición estimulará con su silencio el desarrollo de los actos vandálicos, y algo mas que eso: acciones armadas; silencio que hay quienes las consideren como complicidad.

Una primera interpretación de esa conducta es que no es la vía electoral, democrática, la que quieren recorrer.  Rechazan hasta las de gobernadores, que seguramente les daría significativas victorias. ¿Como se explica esa renuncia?

Seguramente porque están convencidos  de que al gobierno de Maduro lo que le falta es un  empujón final, que este es el mejor momento para impulsarlo, y en consecuencia estas acciones en Caracas y otras ciudades no deben cesar.

Surge otra pregunta, ¿acaso tiene la fuerza suficiente para alcanzar ese objetivo? Ni pensar en que tendrán una activa participación de unidades militares, lo que no niega que existan algunos descontentos que se atrevan a dar ese paso en falso. Sin un apoyo mayor es imposible.

Y ese es el que les viene del Norte. No son palabras las que ofreció hace poco el ministro general Padrino López sobre la guerra no convencional que está aplicando EEUU en Venezuela, suficiente información de inteligencia habrán recogido en las FANB para una denuncia de esa naturaleza. Que se corresponde con la información de Cancillería según cual, en lo que va de año  se han producido 105 acciones y declaraciones hostiles a Venezuela.

Como es sabido, el Comando Sur ha sido un factor activo en la “observación” de Venezuela, cuyo Comandante presenta informes regulares al Senado, el último de los cuales es del almirante Kurt Tidd ante la comisión de servicios armados del Senado. De allí extraigo:

“Con los factores  políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada bajo un enfoque de cerco y asfixia. También hemos acordado con los socios más cercanos de  la MUD, utilizar la Asamblea  Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza, convocar eventos y movilizaciones, interpelar a gobernantes, negar créditos, derogar leyes. Si bien en la situación militar no podemos actuar ahora abiertamente, con las fuerzas especiales aquí presentes (en el Comando Sur, negritas DR), hay que concretar la ya anteriormente planificada para la fase 2 (tenazas) de la operación…”  (Aparecen referencias a entrenamientos con la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo, etc,) y “a Leticia en Colombia, todo ello como lugar de Operaciones Avanzadas (FOL) con proyecciones sobre la región central de Venezuela donde se concentra el poder político-militar, para luego enumerar los activos militares dispuestos para la operación”.

Solo así, con esa articulación que existe dentro del desarrollo de la guerra no convencional, entre la oposición venezolana y factores políticos y militares de EEUU, como es el Comando Sur,  se puede entender el indefinido desarrollo de esas acciones vandálicas y armada, y la confianza en que es “ahora o nunca”.

Lo que nunca pensé es que la jerarquía de la Iglesia Católica (CEV) podría llegar mas lejos que la MUD; había sido mas discreta, pronunciándose sobre la situación política  siempre después de conocer la posición de la MUD , pero ahora ni siquiera responde cuando se le pide recibir a la Comisión pro constituyente. ¿Qué les cuesta recibirla, escucharlos y después, que un cardenal les responda? Hasta de elemental cortesía.

Parece que la oposición aun no tiene claro que los civiles si pueden ser juzgados por tribunales militares si han cometido un delito tipificado  como militar por el Código de Justicia Militar, como el genérico “ataque al centinela”, la ofensa, injuria o menosprecio  a las Fuerzas Armadas o a alguna de sus unidades, etc. Tengo experiencia porque estuve dos años y medio preso juzgado en un tribunal militar , sin que me acusaran de haber cometido ninguno de esos  delitos. Así era en la IV.

Entre los peloteros grandes ligas que se han pronunciado contra el gobierno destaca Miguel Cabrera, que en un video dijo no querer enviar un mensaje a nadie, que lo que quiere es que “alguien con poder de un paso al frente y termine con esta situación”. En otras palabras, un golpe de estado clásico. ¿Estaría pensando en  Perez Jiménez?

El Presidente de Panamá advirtió a los venezolanos opositores que han provocado varios incidentes, que están dispuestos a deportarlos, si continúan con esas acciones. Antes habían sido echados de un acto solidario con Venezuela en la Universidad de Panamá  y otro, en la Embajada de  Venezuela. Hechos similares ocurrieron contra Mario Isea, Embajador en España y contra la colega Mari Pili Hernández, con la tolerancia del gobierno de Rajoy.

Como una vida dedicada a la  política, resume Maria Teresa Romero, la autora, el contenido de su libro “La Lucha que no Acaba” , con la larga trayectoria en  el PCV,  de Rafael Guerra Ramos y prólogo de Moisés Naim. Muchos se sorprenderán con su lectura, un tanto fuera de los medios como ha sido la vida de Guerrita, para sus amigos.  Pese a lo bien impresa, no figura  la  Editorial….  De otras magnitudes y temas es el nuevo titulo  de la editorial Galac:  “Persia cuna de civilización y  cultura”, de A.R.Khezri, J. Rodriguez, J.M. Blazquez y J.A. Anton, todos profesores universitarios españoles, menos el primero de ellos, quien lo es de la Universidad de Teherán. No se si es atrevido  afirmar que es lo mas completo en español sobre ese país  hasta  Irán, “una realidad diferente”… Y un libro cuya lectura  quiero recomendarles, es el de Earle Herrera “Historias Mínimas de la Carta Magna”, en un original y  hasta entretenido recorrido por la historia  de la vigente Constitución..,.También recibí  “ SIC”, la revista de los jesuitas, con un editorial donde aseguran que este gobierno es una dictadura ¿Tan  jóvenes son que no supieron lo que era una dictadura, en la época de Pérez Jimenez, ni lo leyeron en la abundante bibliografia sobre la de Pinochet? E insisten en el misterio del helicóptero perdido, que como se sabe, no está tan perdido.

Escrito por el periodista venezolano Eleazar Díaz Rangel, director del diario privado Últimas Noticias, en su columna semanal Los Domingos de Díaz Rangel.



13-05-2017

Perú
Un indeseable nos visita


Casi sorpresiva, y más bien brevísima, fue la visita que hiciera nuestro país el ciudadano venezolano Julio Borges formalmente Presidente de la Asamblea Nacional, el Parlamento de su país.

Este publicitado golpista, cuyos movimientos fueron reportados por la “Prensa Grande” y la TV Basura con gran interés, fue recibido solemnemente por la mayoría parlamentaria fujimorista en el Congreso de la República.

Allí recibió el saludo de sus áulicos, los amigos de Alan Garcia -el compradito de Carlos Andrés Pérez- y la suma de representantes de la “mayoría” más bien transitoria que hoy ocupa los puestos en el Poder Legislativo.

Jorge del Castillo, en nombre de los Enemigos de Venezuela, aprovechó la ocasión para denigrar a la Patria de Bolívar, exaltando lo que denominó “los méritos democráticos” del visitante.

En verdad, este Julio Borges ni tiene ningún mérito democrático, salvo los pergaminos que pueda lucir por su condición de parlamentario electo en comicios limpios convocados y regulados por el gobierno al que hoy intenta derribar.

Más allá de ese título, Borges funge como protector de bienes raíces de las mas estacadas figuras de la “contra” venezolana, la misma que liderara el Golpe de abril de del 2002, encabezado por Pedro Carmona Estange, y del cual este inoportuno visitante fuera abierto partidario.

Desde aquellos días de abril en los que los grupos más reaccionarios de Venezuela forzaron la captura del Comandante Hugo Chávez Frías y pretendieron vanamente obligando a dimitir, Julio Borges dedicó su tiempo a enfrentar el proceso liberador bolivariano al que hoy combate con todas las armas pero con los mismos procedimientos del 2002.

Hoy, en efecto, convoca a todas las fuerzas reaccionarias a deponer al Presidente Nicolás Maduro Moros, valiéndose, para eso, de los cuantiosos recursos del Imperio; y de las conexiones que, en el escenario exterior, le brinda la derecha neo liberal en todos sus matices.

Julio Borges simboliza ese movimiento caótico que defeca en las plazas públicas, prende fuego a hospitales materno-infantiles, quema vehículos en las arterias caraqueñas, mata impunemente a policías que regulan el tránsito vehicular en las calles de las Ciudades venezolanas; y promete el infierno a sus compatriotas si no derriban al Gobierno legalmente elegido

Todos los días vemos, a través de la TV basura, los disturbios que ocurren en distintas ciudades del país llanero Esa televisión, sin embargo nos oculta que los autores de los actos vandálicos -y de las muertes- que hoy asolan Venezuela no son los integrantes de la Guarda Nacional Bolivariana -prohibidos por Ley de portar armas de fuego- ni de las Fuerzas Armadas, que no puede actuar en conflictos internos; sino las bandas de asaltantes, delincuentes y mafiosos que usan incluso niños como escudos, a más de adiestrarlos para fabricar y lanzar bombas Molotov contra los pobladores.

Más allá, sin embargo, de los deméritos que pudiera mostrar este indeseable personaje de la politiquería latinoamericana al servicio del Imperio; debe destacarse la cursilería de los “homenajes” y “reconocimientos” que recibiera en nuestro país de manos de gentes de poca ley.

La Presidenta del Poder Legislativo, contertulia de las salitas del SIN en los años de la dictadura de Fujimori y mujer de confianza del “chinito de la yuca”, le ha brindado su “democrático respaldo”; al tiempo que los han hecho personajes tan descalificados como Héctor Becerril, Ürsula Letona y Lourdes Alcorta.

Ellos -que vivieron a la sombra de la dictadura y que hoy protegen y amparan la corrupción más calificada- se desgañitan en elogios a los golpistas de Caracas porque saben que, finalmente, alientan los mismos objetivos: destruir un proceso progresista para entregar a los monopolios del Imperio las riquezas de nuestros países.

Así lo han hecho –y lo siguen haciendo- en el Perú y así pretenden lograrlo en la Patria de Bolívar haciendo escarnio de su mensaje liberador.

En ese mismo espíritu lo ha recibido también en Palacio de Gobierno , el Presidente Kuczyinski. Después de todo, ambos están unidos por un miso cordón umbilical el “modelo” Neo Liberal, que los ata al Capital Financiero y a los grandes consorcios multinacionales, que son los primeros beneficiarios con esas políticas.

PPK, sin embargo, ha tenido que subrayar, más allá de sus propias intenciones, que “no puede inmiscuirse en asuntos internos de Venezuela”.

Lo está haciendo sin embargo, cuando ataca cada día al gobierno sudamericano que más ayuda ha proporcionado al Perú en las últimas décadas. Bien podría agradecerle, en nombre de todos los peruanos, al Presidente Nicolás Maduro, las casas donadas, los puentes entregados y las toneladas de alimentos que se ha negado a recibir por pura soberbia.

Lo más ridículo, sin embargo, se produjo la noche de ayer cuando el Alcalde Pueblo Libre, frente a la Casa de Libertador y su Busto, le hizo un “reconocimiento” formal en nombre de la Comuna. Para llevar a cabo, entre cuatro paredes la ceremonia del caso, debió impedir el tránsito vehicular y el paso peatonal, enrejando la Plaza Bolívar. ¡Vergüenza debió darle!

El Perú no está para perder el tiempo recibiendo a golpistas. Muchos problemas agobian hoy a los peruanos y muchas tareas tienen ante sus ojos nuestros gobernantes cada día.

Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
REBELIÓN: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226587

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