Nació
en Lima el 10 de agosto 1908. Escritor autodidacta, periodista y
editor.
Trabajó desde los 15 años. En 1931 fue apresado por su militancia política y confinado en la selva de Madre de Dios, de donde fugó hacia Brasil. |
José Carlos
Mariátegui La Chira
Visto
por Jorge Falcón
Gárfias
(Entrevista)
Entrevistador: Antonio RENGIFO BALAREZO
Lugar: Ántero
Aspíllaga 300, Olivar de San Isidro.
Lima, 1979
Falcón, mariateguista
Antonio Rengifo: Señor Falcón, usted nos
ha sorprendido con el alumbramiento de dos libros: Anatomía
de los 7 Ensayos de Mariátegui y Amauta,
polémica y acción de Mariátegui, en el lapso de tres meses. A pesar de que
usted ha dicho que no han sido producidos “a impulso de ocasión circunstancial”,
como advierte en el primer libro. Podría decirnos ¿desde cuándo data la
concepción de sus obras y cómo fue el proceso?
Jorge Falcón: Bien, con mucho gusto. En primer lugar, es exacto que no han sido
escritos por una razón circunstancial; porque estos dos libros son parte, en
realidad, de una obra muy amplia que comencé a trabajar en el año 72, y que
tiene como contexto, lo que podríamos decir, el estudio de las ideas en el Perú
de 1885 a 1930. Abarca desde la aparición de González Prada y del Círculo
literario, de la formación de Movimiento obrero, de la aparición de la idea
socialista hasta alcanzar la etapa propiamente dicha de Mariátegui. Todo esto
juega en torno a la figura de José Carlos, porque precisamente él viene a ser
la culminación del estudio. Estando en esto, surgió la circunstancia de una
conversación con Sandro Mariátegui y, hablando justamente del Cincuentenario de
los 7 Ensayos, le dije que tenía
entre las cosas escritas una parte que se llamaba Anatomía de los 7 Ensayos; entonces él de inmediato me dijo:
“bueno, eso lo editamos”. De allí es que se desglosa, de todo ese trabajo, el
primer libro; así como el siguiente, Amauta
polémica y acción; e inclusive, el tercero que está en prensa: Mariátegui, arquitecto sindical.
Mariátegui
intenta conformar un equipo de investigación
A. R. En Anatomía de los 7 Ensayos de Mariátegui
usted nos informa que Mariátegui quiso acometer la interpretación de la
realidad peruana en equipo; pero, se quedó solo y solo realizó una obra
extraordinaria. Sin embargo, le preguntaría: ¿por qué hasta ahora no se puede
realizar un esfuerzo colectivo para investigar nuestra realidad?
J. F. Se podría responder que por el mismo
carácter subsistente del trabajo individualista de los intelectuales. Al
respecto, le podría contar como anécdota –que no está en el libro, porque no
viene al caso- que más o menos por el año 34 ó 37 se conformó un equipo para
hacer un estudio de los 7 Ensayos; se
llegó a hacer una reunión distribuyéndose el trabajo entre los presentes para
que, posteriormente, presentaran proyectos sobre cada uno de los ensayos; si
hubo una segunda o tercera reunión habría sido mucho; por ahí aún se encuentra
entre mis papeles el proyecto que iba a presentar sobre El proceso de la literatura, pues ése fue el encargo que me
correspondió. Después hubo otros intentos como el que ocurrió el año 43 o 44 de
formar el Instituto José Carlos Mariátegui como una entidad específicamente de
estudios de la obra de Mariátegui; naturalmente, esta idea también cayó en el vacío.
Y cuando se formó el Instituto José Carlos Mariátegui no se tuvo, desde el
principio, el propósito ni la orientación de hacer un estudio de la obra,
presencia, significación, etc. de Mariátegui en nuestra historia. Y así
sucesivamente…
Entonces, encontramos
que es muy difícil, no quiero decir imposible que los intelectuales se reúnan –no
sé si los jóvenes lo puedan hacer- para trabajar en equipo. También le podría
decir que cuando quise hacer una revista que se llamaba Estudios Peruanos, yo mismo la diagramé y hasta me propuse pagar
las colaboraciones. De todos los invitados, el primero que me contestó fue el
más conservador, Alberto Ulloa Sotomayor, quien me dijo que colaboraría con tal
tema y que me entregaría originales para tal fecha y que de la remuneración no
me preocupara, porque él ya sabía, en verdad, que es lo que yo estaba haciendo.
En cambio, el resto de amigos, allegados, etc., pues, sencillamente, rehuyeron
su colaboración.
A José Carlos
también le había sucedido lo mismo. El piensa crear seminarios de estudios e
incluso da los nombres de quiénes son sus candidatos, además, él no queda en la
idea; sino que avanza hasta presentar algunos inicios del trabajo que
personalmente realizó. Sin embargo, tiene que acometer solo la tarea frente a
la ausencia de cooperación.
Pero, la cosa no
queda ahí, pues, toda esa tendencia se expresa hasta en la propia universidad.
En la universidad faltan realmente seminarios para determinados asuntos, para
el esclarecimiento de una serie de problemas.
De lo expuesto a
usted, yo pienso que es un fenómeno de falta de coordinación ideológica, de
desarrollo de la organización política que logre concentrar a los trabajadores
intelectuales para que éstos presten su cooperación con un plan de trabajo de
largo aliento.
Después de la
muerte de Mariátegui y aparte de lo que le he referido, también hubo un
“Instituto de Estudios Peruanos” que animaba Jorge Núñez Valdivia; pero,
igualmente, la producción fue cero. Y si hay ahora, desde algunos años, un
nuevo Instituto de Estudios Peruanos es debido a una base económica; pero, por
lo general, tampoco sus trabajos son de conjunto, de equipo. De lo que en
realidad se trata es de la adquisición de una serie de autores que hacen sus
propios libros y este Instituto hace las veces, en buena cuenta, de un editor;
aparte de lo que pueden tener ellos de conversación, intercambio de ideas, etc.
Pero, en el fondo, se trata de una labor editorial bien asentada
económicamente.
A. R. Eso en cuanto a la forma de encarar el
conocimiento de la realidad peruana, los problemas nacionales; pero,
continuando específicamente sobre Mariátegui, recuerdo que en el año 1960 para
conmemorar los 30 años del fallecimiento de Mariátegui, remitió una encuesta a
una serie de intelectuales y en la revista Hora
del hombre, dirigida por usted, se editó un número conmemorativo. Ahí dice
que la respuesta a esa encuesta y a ese esfuerzo que hacía para conmemorar a
Mariátegui no fue tanto como el esperado y que, incluso, usted tuvo que hablar
a nombre propio en vista de las muchas ausencias que hubo.
J. F. Buena memoria. Así fue, efectivamente; pero
ése no era el primer intento, sino el segundo: porque el año 45 promoví un
homenaje internacional a Mariátegui y a Vallejo que salió en el número nueve de
Hora del hombre y ahí si no me
equivoco, publiqué la relación de los invitados, lógicamente las ausencias
fueron muy notables. De modo que es una experiencia amarga que se acopla,
digamos así, a la experiencia de José Carlos.
Es difícil hacer
algo en el país –o era, si las cosas han cambiado en algo actualmente- con
amplitud, sin autocensurarse. Y es por eso que al número que usted se refiere
precisamente de Hora del Hombre-Problemas
americanos –el número tres- fue el último de la aventura; porque,
infelizmente, más eran o fueron las fuerzas resistentes y hasta en sentido
activo, negativas, que las fuerzas concurrentes a este esfuerzo.
Además, podríamos
decir que como accidental coincidencia, cuando yo programé y comencé a divulgar
la creación de Hora del hombre-Problemas
americanos (digo “creación” en lugar
de “reaparición” o “segunda etapa” porque ya la revista tenía otra visión),
apareció, como una respuesta del ambiente, otra revista con el mismo formato,
con las mismas características de la que yo estaba diseñando; me habían
declarado una competencia fatal.
El
APRA
intenta minimizar la figura de Mariátegui
A. R. Desde hace más o menos dos años se ha
desatado una campaña aprista por tratar de minimizar la figura de Mariátegui.
En dicha campaña destaca como principal animador Luis Alberto Sánchez. Sánchez
tiene prestigio intelectual de antigua data y, además, es un contemporáneo de
Mariátegui; por ello, considero que usted es la persona indicada para
contrarrestar la campaña aprista que trata de desnaturalizar el pensamiento de
Mariátegui, más que cualquier joven marxista; sobre todo, por el gran
conocimiento de la época de Mariátegui y por haberlo conocido personalmente.
Usted mismo en su primer libro que publicó en diciembre del 78 –Anatomía de los 7 ensayos de Mariátegui-
dice: “hace 60 años de algún día de 1918, yendo del colegio a casa y pasando
por la redacción de El Tiempo, mi
hermano César Falcón me presentó a José Carlos Mariátegui”; y a quién,
posteriormente, vio varias veces. Además, su hermano César era amigo íntimo de
José Carlos; tal era así
que a ambos le decían “la yunta brava” porque estaban siempre juntos en
múltiples andanzas. Entonces, quisiera que usted nos relate su conocimiento
directo de José Carlos.
J. F. Bueno, en cuanto a Sánchez, yo he salido al
frente solamente para esclarecer algunas cosas. Podría haberle puesto lo que él
escribió en abril del 29 y que se publicó en Mundial; ahí llega a finalizar su
artículo diciendo que seguirá la senda de José Carlos. Ahora si Sánchez campea
como lo hace es porque la gente lo considera “intocable”; entonces, juega, no
solo con el pensamiento de Mariátegui, sino con la historia y con la anécdota;
como por ejemplo –a propósito de anécdota y para seguir hablando de éste señor-
uno de los últimos artículos que ha publicado en el diario Expreso se titula Funeral
y comienza diciendo que tiene grabado en su mente el funeral de José Martí, que
ocurrió, cinco años antes de que él naciera; que recuerda el funeral de un
señor portorriqueño –que en este momento no recuerdo su nombre-; bueno,
recuerda el funeral de Irigoyen en Argentina, que él sólo lo vio; recuerda el
funeral de Piérola cuando él tenía 13 años, que lo vio; recuerda el funeral de
Seoane, para hablar del funeral de Haya de la Torre que ha sido “el gran
funeral del mundo”; pero en su memoria no está grabado, no recuerda el funeral
de Mariátegui; inclusive, ya entrando en la anécdota, no recuerda el funeral de
Yerovi. Y ni siquiera en una de las tantas revistas de izquierda le hacen esta
pequeña reflexión; porque sencillamente campea –como dije antes- la imagen de
las gentes consideradas “intocables”; lo que en buena cuenta pasa con Basadre y
con una serie de gentes.
Entonces, tiene una
suficiencia absoluta en su prestigio y están confiados en que nadie les refute.
Eso ha pasado, como usted ha visto, con la carta que he anexado al volumen de Anatomía de los 7 Ensayos; la carta la
puesto ahí porque la revista Caretas no la quiso publicar. Se trataba de una
simple aclaración; tampoco la publicó la revista Oiga. Estas dos revistas se dicen defensoras de la libertad de
expresión; sin embargo, no la acogieron porque se trataba de Basadre. Por la
misma razón la Asociación Nacional de Escritores tampoco ha presentado mi
libro.
La
relación Mariátegui / Jorge Falcón
En cuanto a mi
conocimiento directo de Mariátegui, como trato humano, le diré que traté
bastante a José Carlos. Las razones, las circunstancias, usted las ha dicho.
Pero no solo inicialmente, sino, debo decirle que en todo el proceso de mi
relación con Mariátegui está en razón a la amistad de José Carlos con mi
hermano César. De niño yo iba al diario El
Tiempo y después a La Razón. Mi
colegio estaba a media cuadra del local de La
Razón, entonces a las cuatro de la tarde cuando salía del colegio y en el
trayecto a mi casa entraba a La Razón
y así conocí a todo el equipo de redactores. A algunos, después, los traté
frecuentemente, como a Humberto del Águila, por ejemplo. El “Charapa” del
Águila vivió en mi casa; porque cuando César viajó a Europa, le pidió a mi
madre que le dejara su cama y su sitio en la mesa a Humberto del Águila;
entonces del Águila vivió un años más en mi casa. Con Antenor Fernández Soler
he sido muy amigo; así mismo, con Moisés Vargas Marzal, etc., y otras gentes
que incluso no figuran como Fernández Paredes quien era un asiduo concurrente a
La Razón, al igual que Luis Ernesto
Denegri. Esa, efectivamente, es una relación de infancia, una relación
familiar, que se mantiene cuando Mariátegui está en Europa porque mi madre se
ve con la madre de José Carlos; algunas veces acompañé a mi madre a la casa de
José Carlos. Luego cuando el regresa el año 23 hasta su muerte el año 30
continuamos manteniendo esa vinculación. Conforme avanzan los años, yo me hago
de la tarea de llevarle a José Carlos los encargos que César le hace a mi madre
y, posteriormente, los encargos me los hace a mí directamente para
trasmitírselos a Mariátegui.
A fines de 1924,
cuando me iniciara como periodista en el diario La Prensa y me tocaba informar de los aconteceres policiales de los
balnearios del Sur, yo concurría todas las tardes a casa de José Carlos cita en
Leuro, Miraflores, a mostrarle familiarmente las notas que había hecho como
para que él me las corrigiera. Ya después cuando se instala en julio de 1925 en
la casa de la calle Washington lo visito a cualquier hora del día, en algunos
casos, para trasmitirle los encargos de mi hermano César y, en otros casos, de
voluntad propia, asistiendo a la hora de la tertulia cuando ya recibía a todos
sus amigos; también por ese lado conocí a las personas allegadas a Mariátegui.
Mariátegui
y la
gestación de El problema del indio
A. R. En su primer libro, Anatomía de los 7 Ensayos, usted dice que Nuestros indios de González Prada fue escrito en 1904 y se mantuvo
inédito hasta 1924. Esto último me sorprende, pues yo no estaba informado y
estoy por creer que son pocos los que saben eso.
J. F. Exacto.
A. R. A propósito, le diré que se es proclive a
afirmar que si no se cuenta con el antecedente de González Prada con su ensayo Nuestros indios, Mariátegui no hubiera
concebido, tal como lo hizo, El problema
del indio, uno de los siete ensayos. Pero al indagar cómo se fue gestando
en Mariátegui ese ensayo, usted encuentra que Mariátegui se agenció de una de
las fuentes de información más importantes. Se trata de la transmisión oral, o
sea la conversación amistosa e informal con hombres sencillos, como usted dice;
uno de ellos fue Ezequiel Urviola al que yo le hiciera un Esbozo biográfico
publicado en el año 1968. Esos hombres que vivenciaban el problema o lo
conocían directamente, constituían un venero de datos. El mismo Mariátegui
declara en un artículo a propósito de Zulen que éste y Urviola se conocieron en
su casa. Entonces, usted establece una correlación estrecha entre la relación
entre esos dos grandes conocedores del llamado problema del indio y la
publicación de El problema primario del
Perú aparecido en la revista Mundial
el nueve de diciembre de 1924. De este artículo de Mariátegui usted dice que en
correcto análisis bien puede estimarse como la primera palabra de los futuros 7 Ensayos. Como es de suma importancia
lo que usted está tratando para entender la evolución del pensamiento de
Mariátegui, quisiera que nos diga algo más sobre El problema el indio.
J. F. Bien, esa situación llamado en primer lugar
“Problema” y en segundo lugar apodado “indígena” –o sea, un sector de la
realidad nacional discriminado y tratado hispanamente hablando de “indio”- es
tratado muy viejamente en este país; porque ya por el año 1837 aparece un
periódico El indígena en Ayacucho; después , por el 60 se forma la primera
“Sociedad Amigos del Indio”, luego, tenemos que antes del ensayo de González
Prada el parlamentario puneño Santiago Giraldo publica el libro Los indígenas
en los albores del siglo XX y edita en Lima el periódico El Indio. En 1911 se
funda la Asociación Pro-indígena de Joaquín Capelo, Pedro Zulen, Dora Mayer y
otros.
En cuanto a
Mariátegui, específicamente, le diré que su estudio no está en la rebusca
bibliográfica, sino en la aplicación de su ideología a la conversación con las
gentes que viven esa realidad de explotación, discriminación, etc. Y son, pues,
las gentes literaria e intelectualmente anónimas, pero que tienen mucho valor
en cuanto describen la situación que están viviendo, lo que están sufriendo;
este es un aporte de Mariátegui; desde luego, utiliza muy bien la información,
la desmenuza y contribuye mucho a elaborar su planteamiento. Entonces tenemos
que, como está visto, el problema del indio –seguiremos empleando la palabra
“indio”- en Mariátegui está muy estrechamente ligado al problema de la tierra,
por ello es el más breve de los 7 Ensayos,
y luego tiene su trato en una serie de otros trabajos de él mismo,
apreciaciones de pasada pero que llega a definir –y esto es lo importante del
tratamiento de Mariátegui sobre el asunto- desde qué posición está analizando
esa realidad; cuando define el problema, lo define desde la levadura
socialista, y luego cuando a Sánchez le responde y le dice que el caso del
indio es el caso del explotado (lo digo no en la frase de él, sino en la
síntesis de ella) ahí Mariátegui está haciendo un aporte.
Como usted
recordará entre la sandeces –porque no se puede llamar de otro modo,
disculpando la palabra- escritas por Juan José Vega, éste dijo que Mariátegui
no podía haber escrito ningún estudio sobre el indio, porque no conoció el
Perú, porque no viajó por el Perú y prefirió viajar a Europa; entonces, según
sus apreciaciones, como no fue un vendedor ambulante por el territorio peruano,
estaba desautorizado para escribir sobre esa realidad. Vega no supo explicarse
cómo surgió el aporte de Mariátegui.
Mariátegui tuvo a
los mejores informadores ambulantes y no los tuvo para verlos en un escaparate
ni en una fiesta pueblerina; sino para conversar con ellos sobre sus problemas,
sobre su realidad. Por tanto, creo que de todas las gentes –aquí incluyo a
muchos de los residentes y oriundos del lugar-, Mariátegui tenía la mejor
información; porque no era una reunión con indios a base del alcohol, la
música, la fiesta religiosa, ya que él no los buscaba en vista de su
inmovilidad física, sino eran ellos los que acudían donde él porque tenían algo
que comunicar y, a la vez, encontrar un consejo, un esclarecimiento; de modo
que así obtuvo la mejor información.
A. R. Otro hecho importante en relación al problema del indio es la asistencia de
Mariátegui al IV Congreso Indigenista en Lima. Mariátegui revela que Pedro
Zulen y él eran los únicos asistentes no indios a ese congreso, sin embargo,
los intelectuales limeños y universitarios que algunas veces hablaban del
problema del indio, estaban ausentes.
J. F. La universidad estaba ausente,
específicamente diremos los universitarios, los profesores de la universidad
popular, los que subjetivamente debería ser los más interesados por conocer la
realidad. Aunque algunas actuaciones de esos Congresos se desarrollaron en el
local de la federación de estudiantes, los que no estaban presentes eran los
estudiantes. Esta es una apuntación que resulta históricamente muy interesante.
Mariátegui nunca tuvo la intención de molestar a los demás; pero el tiempo
convierte ese apunte en un dato, cuya significación si particulariza la
inquietud, los propósitos de Mariátegui dentro de la heterogeneidad de la
“nueva generación”, la “vanguardia”, los “hombres nuevos”, etc. A estos no se
les puede relacionar con lo que Mariátegui dice respecto al transporte
terrestre, a la importancia de los choferes para el desarrollo sindical; porque
ellos manejando un camión recorren el Perú, porque en esos años ya se está
recorriendo el Perú por carretera. Esta fue la gran revolución de Leguía: abrir
carreteras para que transiten los vehículos automotrices.
Mariátegui vio lo
que era conveniente y lo útil que era conquistar al gremio de choferes, para
que sirviera de medio vivo de comunicación con los campesinos, los cuales son
en su mayoría indios. Así se facilitaría a los indios el conocimiento del
sindicalismo y un conocimiento político. Tan acertada es la apreciación de
Mariátegui que él no se detiene en decir –como alguien dogmáticamente podría
decir, entonces y ahora- “bueno, si no se hace sindicato, entonces no se hace
nada”; si no todo lo contrario, si no se puede hacer sindicato, entonces
hagamos una sociedad o una asociación, el nombre, el rótulo es lo de menos,
inclusive club deportivo; el fondo está en nuclear, en constituir una
organización donde no hay nada. ¡Ese es
el fenómeno Mariátegui!
Mariátegui,
Haya de la Torre
y el
Partido Aprista del año 1931.
Las diferencias
A. R. Siguiendo con El problema del indio y El
problema de la tierra quisiera que, además de los contenidos en su libro,
nos diga cuáles eran las diferencias de Mariátegui con Haya de la Torre y,
posteriormente, con el programa del Partido aprista del año 1931.
J. F. Bueno, en primer lugar, entre el programa
del 31 y lo que Haya escribió sobre el Indio y la Tierra hay una distancia como
de la tierra al cielo. En las obras completas de Haya está reproducida toda la
recopilación que se publicó bajo el nombre de Por la emancipación de América latina, en donde usted puede encontrar
la carta a Del Barco, a Gabriel Del Mazo, etc. Ahí es donde Haya toca el Problema del Indio y el Problema de la Tierra. En este
catamiento, Haya llega a hablar cuáles son las experiencias que se tienen al
frente: la de México y la de la Unión
soviética; entonces dice en síntesis que la de México no sirve porque la de
México ha fomentado el individualismo, la pequeña propiedad, etc.; entonces, se
deduce que sea la colectiva la que en buena cuenta sirva, aunque ahí no afirme
expresamente que sea la experiencia de la Unión soviética la que él asuma, es
esa la que más se le aproxima. E inclusive coincide con Mariátegui. Digo que
coincide con Mariátegui y no Mariátegui con Haya, porque ya Mariátegui –cuando
Haya está escribiendo esas cosas, ya Mariátegui ha comenzado a publicar el Problema de la Tierra en artículos. Es
muy interesante para todo, no solo para una relación de Haya a Mariátegui,
seguir a Mariátegui o leerlo cronológicamente, son apenas seis o siete años;
pero que son tan intensos y de una producción al día que se necesita o es
conveniente mirar cuándo está escrita tal cosa, o cuándo está escrito tal otra.
Haya llega incluso a decir que hay que hacer la revolución agraria y habla, por
supuesto, de la comunidad como una célula de la socialización hasta llegar a
borrar el concepto de propiedad, ya se pasa al anarquismo. Hasta ahí llega en
todo eso, pero una vez que escribe ¿Qué
es el APRA? Desaparece de su literatura todo eso; y repito no tiene nada
que hacer: no con La APRA (alianza o frente), sino con el Partido Aprista
Peruano de 1931. En el programa del 31 casi nada se refiere a Reforma agraria,
el programa del 31 –tan sonajeado- en buena cuenta se trata de una serie de
medidas y disposiciones gubernamentales para crear burocracia.
El
soporte moral de Mariátegui:
La
mística revolucionaria
A. R. Actualmente, resulta muy necesario que los
partidos políticos –más aún los revolucionarios- relieven el aspecto moral en
la formación de sus militantes; para ello, nada mejor, que la vida ejemplar de
Mariátegui. En ese sentido, resulta pasmoso saber que Mariátegui haya hecho
tanto en tan poco tiempo y en condiciones adversas. Cabe preguntarse: ¿De dónde
sacaba fuerzas? ¿Cómo mantiene su fe y en qué se apoya?
La respuesta, en el
plano social, la encontramos en su relación con la clase portadora de un nuevo
orden social –la clase obrera- y en su participación en la lucha de clases; ahí
está su fuente de sustentación. El mismo José Carlos lo revela en la carta que
enviara a los redactores de la revista Claridad
–órgano de la Federación Obrera Local- cuando aún se encontraba
restableciéndose en Chosica de la amputación de la pierna. Como esta carta es
bella y reconfortante, además, porque ha sido poco difundida, me permito extraer
unos párrafos de la misma:
… Quiero defenderme de toda
influencia triste, de toda sugestión melancólica. Y siento más que nunca la
necesidad de nuestra fe común. (…) Nuestra causa es la gran causa humana. A
despecho de los espíritus escépticos y negativos, aliados inconscientes e
impotentes de los intereses y privilegios burgueses, un nuevo orden social está
en formación. (…) Obedezcamos a la voz de nuestro tiempo. Y preparémonos a
ocupar nuestro puesto en la historia.
Bueno, Don Jorge,
que nos puede decir respecto a las preguntas que le hemos formulado líneas
arriba.
J. F. José Carlos no quiere estar ausente, no
quiere sentirse ausente en la dirección de Claridad
y, a la vez, tampoco quiere caer en el pesimismo. Esto es muy comprensible para
un hombre que tres meses antes de que le corten la pierna está diciendo que es
un poco nómade, que le gusta mucho viajar y que su amor, es el amor a la
aventura. Y que de pronto lo claven en un sillón sin poder ver el sol de la
calle, como él mismo decía. Además, con una madre católica que le está
diciendo: “hijito tienes que tener fe en Dios y resignación”. En tal situación,
hay que tener un tremendo coraje, una adquisición renovada de una fe poderosa
en algo para cumplir la obra que realizó. De no ser así, se hubiera
desmoronado; o si no, trataría de obtener comodidad y lograr que le pongan una
prótesis. Pero, es la fe en la Revolución socialista –y aquí está inclusive el
fenómeno del mito- lo que fortalece a este hombre. Porque si hubiera sido como
algunas personas quisieran que hubiera sido; es decir, un materialista vulgar y
ateísta a ultranza; pues, sencillamente, no hubiera podido realizar tan
importantes tareas en tan corto tiempo.
Si no hubiera
tenido esa fe, tal vez se habría precipitado a la inmediatez de hacer cualquier
acto aventurado con tal de decir, yo lo veo ahora. Felizmente, toda la
tesitura, toda la levadura, todo el aliento de la obra de Mariátegui es de un carácter
específico, trasciende el momento y sus resultados se proyectan al futuro; a
pesar de ello, está convencido, seguro, de que esto va para más tarde. Él lo
está haciendo porque eso ¡tiene que llegar...!
-------oo0oo-----
NOTA.- La ilustración de la portada: Mariátegui estandarte del proletariado ha
sido tomada de la revista Cuadernos
Médico-Sociales N° 8 Año V. Lima, enero-marzo de 1980. Pertenece a Alberto
Andía Escalante; pintor, grabador y dibujante cusqueño. Se inspiró en las palabras del secretario
general de la Confederación General de Trabajadores del Perú ante el cadáver de
J.C. Mariátegui, el 17 de abril de 1930: Recogemos
su obra y enarbolamos su nombre como un estandarte de lucha y de afirmación de
nuestras conquistas y de nuestra emancipación.
Obras
de Jorge Falcón Gárfias
- (1993). Libro Homenaje
(César Falcón). Lima: Ediciones Hora del Hombre.
-(1991).Centenario de César Falcón. Lima: s/f.
-(1990) José Carlos
Mariátegui. Rememoración y ratificación. En el sesenta aniversario de su
fallecimiento: 1930-1990. Lima: Empresa Editora Amauta.
-(1989) Centenario
del nacimiento de José Sabogal, 1888-19 marzo-1988. Compilación, revisión y
edición por Jorge Falcón. Edición conmemorativa. Lima: Librería y Editorial
Minerva.
-(1988) Simplemente
Sabogal; centenario de su nacimiento 1888-1988. Lima: Ediciones Hora del
Hombre. Auspicio del Consejo Nacional de ciencia y Tecnología.
-(1983) Hora del
hombre, 1943-1983. Lima: Ediciones Hora del Hombre.
-(1983) Mariátegui,
Marx-marxismo: el productor y su producto. Lima: Empresa Editora Amauta.
-(1982) El hombre en
su acción. César Falcón. Cuatro episodios. Derrotero para investigadores.
Apéndice: el libro perdido de Mariátegui. Lima: Ediciones Hora del Hombre.
-(1981) Educación y
cultura en Lenin-Mariátegui. Lima: Empresa Editora Amauta.
-(1980) Mariátegui,
arquitecto sindical. Lima: Empresa Editora Amauta.
-(1980) Mariátegui y
la Revolución mexicana y el Estado “anti”-imperialista. Lima: Empresa
Editora Amauta.
-(1979) Amauta,
polémica y acción de Mariátegui. Lima: Empresa Editora Amauta.
-(1978) Anatomía de
los 7 Ensayos de Mariátegui. Lima: Empresa Editora Amauta.
-(1971) César
Falcón: exaltación y antología. Notas, selección y coordinación de Jorge Falcón.
Lima: Ed. Hora del Hombre.
-(1960) Nacionalicemos
el petróleo. Prólogo de Jorge Falcón. Lima: Ediciones Hora del Hombre.
-(1959) China, la
revolución del arroz y de la rosa. Lima: Ediciones Hora del Hombre.
(1947) Condiciones de vida del trabajador soviético. Lima: Ediciones
Hora del Hombre.
Galería fotográfica:
Mariátegui
en silla de ruedas con sus cuatro hijos varones:
Sandro
(el mayor), José Carlos, Sigfrido y Javier (en brazos).
|
Domicilio: Jr. Washington N° 1946, Lima.
Foto: www.mariategui.org
Anita Chiappe Vda.
de Mariátegui al pie del humilde nicho de José Carlos;
Cuartel Santa
Bárbara, Cementerio Presbítero Maestro, Lima 1930.
Ahí permanecieron
sus restos hasta 1955
cuando fueron
trasladados al mausoleo en que reposan desde entonces.
Sobre el sepulcro
del compañero
no cae el silencio
de la muerte,
sino florece el
porvenir.
(Verso profético de
Gamaliel Churata, escritor puneño, autodidacta. Su poema “Elogio a José Carlos Mariátegui”
apareció en 1930, homenaje a Mariátegui de la revista Boletín Titikaka de Puno)
Marina Núñez del Prado (1910-1995),
escultora boliviana y esposa de Jorge
Falcón. Afincada en Lima por amor.
Antonio Rengifo Balarezo, autor de la
entrevista, en actitud cariñosa.
Al fondo, con un vaso en la mano,
José Carlos Mariátegui Chiappe.
Lugar: Casa de Javier Mariátegui
Chiappe. Reunión con motivo de su cumpleaños.
Publicado:
Mariátegui
Óleo de Jorge Miyagui (2008)
Servicios M@rycielo
Dirección: Av. Universitaria Nº 1263
- Lima
Frente a la puerta 3 de U.N.M.S.M.
(Antes
Germán Amezaga Nº 420
Email : Aly_che@hotmail.com
Entel :
983512618
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