Escribe:
Milcíades Ruiz
Se van a cumplir 50 años de la inmolación
guerrillera y muerte heroica de uno de los más grandes paradigmas
revolucionarios de la historia de la humanidad, Ernesto “Che” Guevara. Para los
revolucionarios del mundo y especialmente, de Latinoamérica y del Perú, siempre
fue y será nuestro líder indiscutible por sus cualidades y virtudes que lo
llevaron a luchar hasta la muerte por los ideales socialistas. Ni el
imperialismo ni los conservadores del sistema que nos oprime, han podido ni
podrán impedir que aún el pueblo lo lleve en su corazón y que su figura
legendaria la veamos a diario hasta en los camiones como una gratitud eterna.
Emprender una revolución continental para derrotar
al imperialismo y liberar a la humanidad de la fatalidad que condiciona
nuestras vidas fue su determinación a costa de todo riesgo. En su campaña
guerrillera iniciada en Bolivia en 1967 estuvieron junto a él y lucharon
también hasta morir heroicamente, tres peruanos miembros del Ejército de
Liberación Nacional-ELN: Juan Pablo Chang Navarro-Lévano, Lucio Galván Hidalgo
y Restituto José Cabrera Flores.
En su diario
de campaña, el Che anotó:
LUNES 4
SEPTIEMBRE
(…) “Se
mató el novillito y se pidieron voluntarios para hacer una incursión en busca
de comida e información; se eligió a Inti, Coco, Julio, Aniceto, Chapaco y
Arturo, al mando de Inti; se ofrecieron también Pacho, Pombo, Antonio y Eustaquio (Lucio Galván). Las
instrucciones de Inti son: llegar a la madrugada a la casa, observar el
movimiento, abastecerse si no hubiera soldados; rodearla y seguir adelante, si
los hubiera; tratar de capturar uno; recordar que lo fundamental es no sufrir
bajas, se recomienda la mayor cautela.
La radio
trae la noticia de un muerto en Vado del Yeso, cerca de donde fuera aniquilado
el grupo de 10 hombres, en un nuevo choque, lo que hace aparecer lo de Joaquín
como un paquete; por otro lado, dieron todas las generales del Negro, el médico
peruano (Restituto J.
Cabrera), muerto en Palmarcito y trasladado a Camiri; en su
identificación colaboró el Pelado (El prisionero argentino Bustos).
Pero en esta ocasión quisiera resaltar lo
siguiente: Como ustedes saben, la maquinaria distorsionadora del sistema
capitalista siempre ha tratado de hacernos creer que esa determinación del Che
era por desavenencia con Fidel, lo cual queda desmentido al leer el diario de
campaña donde apreciamos la fraternal estima y coincidencias que primaban entre
los dos. Por ello, transcribo algunos párrafos de lo que Fidel escribió luego
de la muerte del Che:
(…) “Nunca en la historia un número tan reducido
de hombres emprendió una tarea tan gigantesca. La fe y la convicción absoluta
en que la inmensa capacidad revolucionaria de los pueblos de América Latina
podía ser despertada, la confianza en sí mismo y la decisión con que se
entregaron a ese objetivo, nos da la justa dimensión de estos hombres”.
(…) “los que con él cayeron defendiendo sus
ideas con coraje, porque la hazaña que este puñado de hombres realizó, guiados
por el noble ideal de redimir un continente, quedará como la prueba más alta de
lo que pueden la voluntad, el heroísmo y la grandeza humanas. Ejemplo que
iluminará las conciencias y presidirá la lucha de los pueblos de América
Latina, porque el grito heroico del Che llegará hasta el oído receptivo de los
pobres y explotados por los que él dio su vida, y muchos brazos se tenderán
para empuñar las armas y conquistar su definitiva liberación”.
(…) “En su mensaje a la Tricontinental reiteró
ese pensamiento: “Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el
imperialismo ... En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida
sea, siempre que ese nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído
receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas. El Che no
sobrevivió a sus ideas, pero supo fecundarlas con su sangre”.
“Che actuó
en su campaña de Bolivia con el tesón, la maestría, el estoicismo y la ejemplar
actitud que eran proverbiales en él. Puede decirse que impregnado de la
importancia de la misión que se había asignado a sí mismo, procedió en todo
instante con un espíritu de responsabilidad irreprochable. En aquellas
ocasiones en que la guerrilla cometía algún descuido, se apresuraba en
advertirlo y enmendarlo, consignándolo en su Diario”.
“Che dijo un
día a los guerrilleros en Bolivia: “Este tipo de lucha nos da la oportunidad
de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana,
pero también nos permite graduarnos de hombres; los que no puedan alcanzar
ninguno de estos dos estadios deben decirlo y dejar la lucha”. Los que con
él lucharon hasta el final se hicieron acreedores a estos honrosos
calificativos. Ellos simbolizan el tipo de revolucionarios y de hombres a
quienes la historia en esta hora convoca para una tarea verdaderamente dura y
difícil: la transformación revolucionaria de América Latina”.
(…) “Se
ha podido precisar que el Che estuvo combatiendo herido hasta que el cañón de
su fusil M-2 fue destruido por un disparo, inutilizándolo totalmente. La
pistola que portaba estaba sin caserina. Estas increíbles circunstancias
explican que lo hubiesen podido capturar vivo. Las heridas de las piernas le
impedían caminar sin ayuda, pero no eran mortales. Trasladado al pueblo de
Higueras permaneció con vida alrededor de 24 horas. Se negó a discutir una sola
palabra con sus captores, y un oficial embriagado que intentó vejarlo recibió
una bofetada en pleno rostro”.
(…)
“Reunidos en La Paz, Barrientos, Ovando y otros altos jefes militares, tomaron
fríamente la decisión de asesinarlo. Son conocidos los detalles de la forma en
que procedieron a cumplir el alevoso acuerdo en la escuela del pueblo de
Higueras. El mayor Miguel Ayoroa y el coronel Andrés Selich, rangers entrenados
por los yanquis, instruyeron al sub-oficial Mario Terán para que procediera al
asesinato. Cuando éste, completamente embriagado, penetró en el recinto, Che
-que había escuchado los disparos con que acababan de ultimar a un guerrillero boliviano
y otro peruano (J.P. Chang)-
viendo que el verdugo vacilaba le dijo con entereza: “¡Dispare! ¡No tenga
miedo!”
“Éste se
retiró, y de nuevo fue necesario que los superiores Ayoroa y Selich le
repitieran la orden, que procedió a cumplir, disparándole de la cintura hacia
abajo una ráfaga de metralleta. Ya había sido dada la versión de que el Che
había muerto varias horas después del combate y por eso los ejecutores tenían
instrucciones de no disparar sobre el pecho ni la cabeza, para no producir heridas
fulminantes”.
“Esto
prolongó cruelmente la agonía del Che, hasta que un sargento -también ebrio-
con un disparo de pistola en el costado izquierdo lo remató. Tal proceder
contrasta brutalmente con el respeto del Che, sin una sola excepción, hacia la
vida de los numerosos oficiales y soldados del ejército boliviano que hizo
prisioneros. Las horas finales de su existencia en poder de sus despreciables
enemigos tienen que haber sido muy amargas para él; pero ningún hombre mejor
preparado que el Che para enfrentarse a semejante prueba”.
Estos
párrafos son parte del texto que Fidel escribió bajo el título. “Una
Introducción necesaria” para la publicación del libro: “El Che en Bolivia” -
documentos y testimonios” (Carlos Soria/Beatriz Mena 1992). Se espera que este
breve resumen tenga la atención que se merece y ojalá sirva para renovar
nuestra fe revolucionaria. Los tiempos habrán cambiado pero nuestras
convicciones tienen en el ejemplo del Che la fortaleza de nuestra ideología.
Septiembre
2017
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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