miércoles, 1 de noviembre de 2017

LA "CLASE" DE MACRI




31/10/2017

En su discurso en el Centro Cultural Kirchner (CCK), donde presentó genéricamente las reformas estructurales que propone su gobierno para el futuro inmediato, Macri dejó en claro su base ideológica. Para él, todos los males del país tienen que ver con los derechos adquiridos por los trabajadores. Tener 30 días de vacaciones en verano y 15 en invierno "son privilegios" que no se pueden tolerar. Sindicalizarse es casi un acto de corrupción. Trabajo "de calidad" es aquél que no contradice los intereses de los patrones, aunque sumerja al asalariado en la miseria.

Para declamar semejantes postulados, se tomó de las distorsiones generadas por los partidos que sostienen el sistema que a ellos los enriquece, como los 1700 empleados en la biblioteca del Congreso. Eso le bastó para atacar a todos los trabajadores del Estado, que cumplen con las funciones necesarias que exige el Estado Burgués. Y por supuesto cargó contra la sindicalización, despotricando contra "la gran cantidad de sindicatos" -un par de miles según el lavador de plata que ejerce la primera magistratura del país- cuando las paritarias las firman sólo 600. Claro, a un explotador ni se le pasa por la cabeza que sean los mismos trabajadores los que quieran limpiar a sus gremios de la podrida burocracia sindical que transa con la patronal y el gobierno, generando nuevos gremios antiburocráticos y clasistas. O intentándolo, al menos.

Macri dice querer "limpiar" el sindicalismo asociando en sus proyectos a la runfla cegetista, histórica traidora, patoteril, mafiosa y corrupta.

En los males del país, el tenedor de cuentas off-shore en Panamá y Bahamas entre otros paraísos fiscales, no encuentra responsabilidades de los monopolios que saquean y contaminan nuestras riquezas y reducen a los trabajadores al rango de esclavos con salarios de miseria. Ni hablar, por supuesto, de la responsabilidad de su familia y sus empresas en el saqueo y corrupción al Estado desde la última Dictadura genocida hasta la fecha. Mucho menos de la desigualdad intrínseca del modo de producción capitalista. Para Macri y los de su clase, eso es justo y “natural”.

En el país de Macri y Cambiemos, sobramos millones de trabajadores, y por eso prepara a las fuerzas de seguridad e incluso a las armadas, con el asesoramiento de EEUU e Israel, para aniquilar la protesta social. Todo, con la colaboración inestimable del poder judicial que actúa para lo que fue creado -salvaguardar los intereses de la burguesía- y la de las corporaciones periodísticas que de manera vergonzosa tergiversan la realidad para acomodarla dentro de la brecha oficialista.

Macri y Cambiemos actúan, en definitiva, como si realmente tuvieran el apoyo que mienten haber tenido en las elecciones pasadas, y no con la realidad que mostraron: el 70% de este país está en contra del ajuste y las transformaciones que vienen anunciando desde hace meses desde la Casa Rosada y sus ministerios. Actúan como lo que son, explotadores que ejercen con prepotencia la dirección de “su” Estado, sin importar la voluntad de las mayorías populares: si no la tienen, la inventan.

Semejante cuadro lleva indefectiblemente a un enfrentamiento con las mayorías asalariadas más temprano que tarde. Aún con aquellos que cándidamente creen y apoyan a un gobierno que es su verdugo.

La realidad descripta exige por parte de la clase trabajadora una cohesión que hoy no tiene, bajo una dirección que no existe y que hay que generar urgentemente. Ante la crisis del PJ y su modelo de sindicalismo, la izquierda podría dar pasos en ese sentido si la mayoría de sus organizaciones no estuvieran enfrascadas en la pelea electoral y economicista y en la delirante autoproclamación que lleva al sectarismo. Que no exista una alternativa de poder, revolucionaria, es la mejor garantía de tranquilidad para los explotadores y su gobierno.

No caben dudas que para hacer realidad esa herramienta, habrá que desenmascarar de una vez por todas, la funcionalidad de la izquierda electoralista, sectaria y autoproclamada, al sistema que dice combatir, para que esa abnegada militancia ayude por fin a modelar una dirección que de verdad se proponga destruir al capitalismo y sus instituciones, para construir la sociedad socialista que liberará a los explotados de todas sus cadenas

De lo contrario, cuando todo estalle nos encontrará nuevamente desperdigados y el tren volverá a pasar sin que podamos alcanzarlo.

30-10-17


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