09-12-2017
Por
supuesto, la primera es eliminar el bloqueo estadounidense que ya le costó a
Cuba casi 150 mil millones de dólares y obtener la indemnización
correspondiente, pero eso con el neonazi Trump por el momento es imposible. La
segunda es una ayuda económica inmediata e importante para restañar las heridas
causada por el huracán Irma que inundó, destruyó y deshizo los servicios en
toda la isla y eso es también muy difícil pues los países imperialistas son,
por definición, nacionalistas e insensibles ante los sufrimientos de los
pueblos y quienes deberían ser los primeros en la solidaridad, como Brasil y
Argentina, tienen gobiernos de derecha y agentes de Washington mientras
Venezuela, que sigue sosteniendo la economía cubana y la de otros países de la
región, tiene graves problemas económicos que le impiden ser aún más generosa.
Vienen después, como prioridades elementales e
inmediatas, la autosuficiencia alimentaria, la reducción del desempleo oculto,
el aumento urgente de los ingresos y del poder adquisitivo de los trabajadores,
la satisfacción de la necesidad de vivienda digna y con servicios modernos.
Todo eso es imposible sin democracia, sin plena
participación creativa del pueblo al nivel de la definición de las necesidades
y las prioridades y de la distribución de los recursos disponibles. Eso implica
la eliminación del paternalismo y del decisionismo vertical del Partido-Estado
y, en consecuencia, la reducción de la burocracia al nivel estrictamente
necesario desde el punto de vista técnico (para los servicios, la protección
civil, la defensa nacional y un aparato estatal ágil y, por lo tanto, sólido y
eficaz). Lo primero requiere voluntad y capacidad políticas; lo segundo exigirá
más tiempo porque habrá que desaprender lo que impusieron los mal llamados “países
socialistas” y aprender, en cambio, a formar gente en una economía
autogestionaria.
El partido comunista debe conquistar la libertad y
la democracia en su vida interna y reconocer el derecho a disentir y debe
controlar al Estado y marchar separado de éste. No puede ser un apéndice del
capitalismo de Estado pues, por el contrario, debe ser promotor de la
solidaridad, de la lucha por la igualdad, de la democracia -entendida como
gobierno de hecho del pueblo y no como delegación de derechos políticos-, todo
lo cual es indispensable para empezar a construir el socialismo.
La juventud cubana actual es inteligente y está más
preparada que en 1959. Pero –salvo en pequeños sectores aislados y
hostilizados- no tiene objetivos ni ideal, no está motivada, está políticamente
desmovilizada, no se siente responsable de su vida y su futuro, no discute, no
critica ni propone y reclama como hacían los jóvenes que se alzaron contra
Batista.
Esto no se debe sólo al consenso que la inmensa
mayoría de los jóvenes y del pueblo en general brindan a la defensa de Cuba
frente al imperialismo. Se debe también a que la palabra “socialismo” no les
dice nada a los jóvenes que vieron esa etiqueta aplicada a los países
controlados por una burocracia contrarrevolucionaria que, como la Unión
Soviética, desconfiaba de Fidel Castro y sus compañeros y reconoció por eso la
revolución cubana recién dos años después del triunfo de ésta, y además ven
que, en Cuba misma, se les presentan como “socialistas” medidas y hasta
políticas que ni siquiera son democráticas.
Para que los jóvenes sean políticamente activos hay
que presentarles objetivos y metas generosos, es indispensable un clima de
libertad para escoger trabajo, líneas de estudio e investigación, caminos
artísticos y hay que decirles, antes que nada, la verdad.
¿Cómo pueden confiar en una prensa que no estudia
los problemas, no señala contradicciones ni critica, no hace trabajo cultural
ni analiza los problemas políticos nacionales e internacionales y sólo sirve
para publicar comunicados oficiales e informar sobre visitas de gobernantes
que, muchas veces, son impresentables (como lo era Mugabe o lo es Obiang, para
dar sólo dos ejemplos)?
Granma, por ejemplo, entrevistó a Salinas de Gortari,
presidente de México gracias a un fraude masivo, para preguntarle qué pensaba
sobre el levantamiento zapatista en 1994 lo cual equivale a preguntarles a los
nazis qué pensaban sobre la resistencia en los territorios europeos ocupados.
Recientemente el Comité Central del PCC cubano acaba de “liberar” de su cargo
“por sus errores” a Pelayo Tierry Cuervo, director de Granma, sin decir
qué nuevo puesto va a tener el bruscamente defenestrado ni cuáles son esos
errores. Por supuesto, el CC tiene el derecho de elegir quién dirige su órgano,
que es el diario principal del país, pero no debería considerar que los
lectores de Granma son analfabetas o deficientes mentales a los que no
vale la pena informar ni debería tampoco afectar la dignidad de un despedido
por “errores” que no se especifican y que permiten cualquier sospecha.
Por el contrario, para educar a los jóvenes hay que
ventilar los errores y decir la verdad, que es siempre revolucionaria, y a las
eventuales críticas se debe responder con argumentos, no con medidas punitivas.
Los jóvenes sólo aprenderán a ser socialistas –o sea, a tener un pensamiento
crítico y a buscar siempre la verdad a cualquier costo- analizando los errores
propios pero también los ajenos…
¿Cómo identificar los problemas y
solucionarlos sin la participación popular en su detección y en el esfuerzo
creativo para suprimirlos? ¿Cómo desencadenar compromiso y entusiasmo sin dar
rienda libre al pensamiento crítico? ¿Por ejemplo, por qué impedir
burocráticamente una serie de profesiones y oficios en vez de hacer una lista
de unos pocos campos reservados al Estado y de orientar hacia algunos campos
ofreciendo beneficios? ¿Cómo frenar la inevitable influencia negativa del
turismo y de las inversiones extranjeras y el ejemplo consumista y hedonista si
el Partido no combate y en cambio estimula la burocratización y no da un
ejemplo permanente de ética, de austeridad, de respeto por la verdad?
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