Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez
domingo, 10 de diciembre de 2017
Empecemos por detallar a
grandes rasgos las secciones de El Capital.
Libro I: Transformación
de la mercancía en dinero, transformación del dinero en capital, la plusvalía,
el salario, y el proceso de acumulación del capital.
Libro II: La metamorfosis
del capital y su ciclo, la rotación del capital y la reproducción y circulación
del capital social global.
Libro III: La
transformación de la plusvalía en ganancia, la transformación de la ganancia en
ganancia media, ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, el
capital comercial, el capital productor de interés, la renta del suelo, y la
renta y sus fuentes.
De todas ellas la sección
que tiene más actualidad o más interés en el mundo actual es, sin lugar a
dudas, el capital productor de interés. El capitalismo en su fase de
globalización significa el absoluto imperio del capital productor de
interés y de todas las formas del valor autónomas sobre el resto de ramas
y funciones del capital, cuya característica esencial es la multiplicación del
valor sin la mediación de la producción. En estas formas autónomas del valor
hay que incluir, además del crédito como su figura estrella, a las acciones,
los bonos y los derivados. Como el capital productor de interés se presenta
como la relación del dinero consigo mismo, cobran también especial importancia
y actualidad las dos secciones del primer libro: la transformación de la
mercancía en dinero y la transformación del dinero en capital. También una
sección que cobra mucho interés en la actualidad es la dedicada a la renta del
suelo, máxime cuando la crisis desatada en el 2008 fue en parte una crisis en
el sector inmobiliario, que permitió a los dueños del suelo y a los
constructores enriquecerse de manera irracional.
La crisis de 2008 supuso
el descrédito y la bancarrota de la economía convencional. Por un lado, se puso
de manifiesto que su carácter predictivo es falso, la economía convencional no
puede predecir las crisis ni controlar sus efectos. El fondo de las crisis económicas
capitalistas tiene que ver con la naturaleza de las relaciones económicas
capitalistas y no con los métodos para regular el mercado, aunque un mercado
altamente regulado es más justo socialmente que uno no regulado. Y por otro
lado, se puso de manifiesto que su poderoso aparato matemático, con el que se
esgrimía su superioridad sobre la economía marxista, fue un medio para que los
grandes dueños del capital monetario y de las grandes fortunas explotaran
y saquearan a medio mundo. Esto no significa que la economía convencional como
medio para entender y regular la economía de mercado sea inútil. Incluso en la
primera etapa del socialismo, en el socialismo de mercado, la economía
convencional es necesaria. El descrédito de la economía convencional a raíz de
la crisis económica del 2008 hizo pensar a ciertas vanguardias de la izquierda
marxista que El Capital iba a ganar protagonismo e incluso hasta cierta
hegemonía teórica. Esto no fue así. El destino histórico de El Capital sigue
siendo marginal, incluso en países que se reclaman del socialismo como pueden
ser China y Cuba.
Marx pensó en su época
que el socialismo estaba al caer; también lo pensó Lenin. Pero en la realidad
el capitalismo ha seguido firme en su desarrollo. Eso implica que bajo las
relaciones de producción capitalista las fuerzas productivas pudieron desde
aquel entonces seguir desarrollándose y lo han hecho de un modo prodigioso. Las
formas del valor y las formas mercantiles se han consolidado y han brotado
algunas nuevas. De ahí que El Capital, que debe pasar como la mejor obra
teórica que analiza las formas de valor y formas mercantiles en general, siga
teniendo total vigencia. Aunque es cierto que hay formas del valor o formar
mercantiles nuevas que no existían en tiempos de Marx y que por consiguiente él
no analizó, como pueden ser los derivados, esto no implica que El Capital
haya quedado obsoleto. Marx nos proporcionó las herramientas teóricas para
analizar las nuevas formas mercantiles. Pensemos en los derivados: se trata
básicamente de asegurarme hoy en precio lo que va a suceder en el futuro. Yo he
pactado comprar harina al precio de 200 euros la tonelada de trigo; si llegada
la fecha de vencimiento del contrato el precio de la tonelada de trigo ha
subido a 300 euros, yo seguiré pagando 200 euros. Pero yo puedo vender ese
derecho y hacerlo por 280 euros, por ejemplo, embolsándome así una ganancia
especulativa de 80 euros por tonelada. Aquí el derecho de compra se ha
transformado en una mercancía. El capitalismo se caracteriza por convertirlo
todo en mercancía. La forma económico-social de los derivados merece sin
duda un análisis más detallado, pero con lo dicho nos basta para demostrar que
las herramientas proporcionadas por Marx son suficientes para analizar esas
formas económicas. No niego tampoco la necesidad de estas nuevas formas
económicas; lo que cuestiono es el sistema de apropiación de las ganancias
especulativas. Todas las ganancias especulativas producidas por los efectos
ciegos del mercado deben ser propiedad del Estado. La clave está en el sistema
de propiedad y no en las formas económicas.
El mundo de Marx no es el
mundo de hoy. Pero todo no va en contra del pensamiento socialista de Marx. Hoy
día no hay economías capitalistas puras. Hoy día todas las economías son
mixtas. Incluso economías como la cubana, por la penetración del capital
extranjero y por las incipientes libertades mercancías, va camino de
convertirse igualmente en una economía mixta. Lo importante a destacar es que
el capitalismo moderno no puede existir sin una poderosa economía estatal. De
hecho cuando las empresas punteras quieren invertir en un país, además de la
estabilidad económica y política, tienen en cuenta el nivel de fortaleza y
desarrollo del sistema educativo y del sistema sanitario. Dicho de forma
sucinta: el capitalismo actual no puede existir sin el socialismo. La necesaria
presencia del socialismo en el capitalismo se puso de manifiesto en la crisis
de 2008, cuando incluso los mayores apologetas del capitalismo afirmaban que
las pérdidas se socializaron. El hecho de que todas las economías actuales sean
mixtas y deban considerarse como economías de transición es una victoria del
socialismo. Esto lo digo porque muchos marxistas no ven el socialismo en el
capitalismo, sino el absoluto predominio del capitalismo, como si fuera una
realidad absoluta. Los mercados libres del siglo XIX y de principio del siglo
XX han dejado de existir. La libertad pura de mercado es una metáfora o un
recuerdo. Los mercados cada vez están más legislados y más regulados, además
que en los grandes sectores de la economía predominan los oligopolios, de
manera que las inversiones y los precios están planificados.
Otro rasgo que diferencia
el capitalismo de los tiempos de Marx del capitalismo actual es el papel
decisivo del consumo de masas. El capitalismo reformista que lucha por una
mejora en los salarios y por un Estado del bienestar desarrollado, no es más
que el reconocimiento del papel del consumo de masas en la marcha exitosa de la
economía. En este sentido el pensamiento de Marx tampoco está tan lejos de esa
realidad, si incluimos dentro de ese pensamiento el principio de lucha por la
liberación económica de los trabajadores. Hay otro aspecto importante a destacar
en el mundo actual que se refiere a la relación entre trabajo y propiedad. En
los grandes bancos, también sucede en las grandes corporaciones, el número
total de propietarios es superior al número de trabajadores. El capital se ha
socializado. El contenido económico social de este cambio ya lo contemplaba
Marx en El Capital. A este respecto, esto es, en relación con las
sociedades anónimas, en el capítulo dedicado al papel del crédito en la
producción capitalista, Marx se expresa en los siguientes términos: “El capital
que descansa de por sí sobre un modo de producción y presupone una
concentración social de medios de producción y fuerza de trabajo, adquiere
aquí, directamente, la forma de capital social (capital de individuos
directamente asociados) en contraste con el capital privado, y sus empresas
aparecen como empresas sociales en contraste con las empresas privadas. Es la
supresión del capital como propiedad privada dentro delos límites del propio
modo capitalista de producción”. Lo he dicho en otras ocasiones: el punto clave
de la dialéctica se encuentra, y mucho más en el mundo de hoy, en las
transiciones; y Marx aquí nos da una lección ejemplar. A diferencia de
aquella anquilosada vanguardia marxista que solo piensa en términos de
lucha de contrarios en su modalidad absoluta: en un lado el capitalismo y en
otro el socialismo. Pero Marx lo deja aquí claro: las sociedades anónimas, y
todas las grandes corporaciones lo son, representan la forma del capital social
frente al capital privado, la empresa social frente a la empresa privada, la
supresión de la propiedad privada dentro de los límites de la producción
capitalista.
El Capital de Marx no sirve para suplantar a la economía convencional. El
pensamiento económico de Marx no es un pensamiento absoluto, que lo abarca todo
y es instrumento para todo. La economía convencional, heredera de la economía
vulgar, es la sistematización de la experiencia de los agentes económicos en la
producción capitalista. Luego es un saber necesario. La economía convencional
complementa el pensamiento de Marx. La economía convencional empieza donde
acaba el pensamiento de Marx. Así cuando leemos un tratado de economía
convencional, observamos que su punto de partida es el mercado, la organización
de la empresa y los mercados de factores: la tierra, el trabajo y el capital.
Todo lo que en la economía convencional es el punto de partida, en El
Capital es el punto de llegada. Las secciones de El Capital tituladas
“La circulación de las mercancías”, “La transformación de la ganancia en
ganancia media” y “La transformación de los valores en precios de producción”
son análisis que se realizan en el ámbito del mercado. Pero Marx estudia el
mercado bajo el punto de vista de cómo se engendran nuevas formas de valor y
cómo ocultan la naturaleza del valor. La economía convencional, por el
contrario, no dedica una palabra a la naturaleza del valor ni al análisis de
las formas de valor. Para la economía convencional las formas económicas
representan objetos y los presenta como dados, sin mediación y sin origen. Cabe
resaltar que la última sección de El Capital se titula Las rentas y
sus fuentes, lo que vuelve a poner de manifiesto que el punto de llegada
del pensamiento económico de Marx es el punto de partida de la economía convencional.
Hablemos de la esencia y
de la apariencia. Los empiristas y neopositivistas niegan la esencia, como si
se tratara de una cosa oculta, misteriosa e inaccesible. Para esta
corriente filosófica solo existen las relaciones aparentes, camino que sigue la
economía convencional. Esto se debe a que su método de pensamiento es
metafísico: captar las cosas en las formas de ser y no como procesos. Los
marxistas dogmáticos, por el contrario, solo piensan en términos de esencia y
niegan la importancia de la apariencia. Pero Marx hereda el pensamiento de
Hegel, de manera que considera que la realidad se compone de apariencia y de
esencia, y asume un principio fundamental: la apariencia es la manifestación de
la esencia. Su punto de partida son las relaciones esenciales y estudia después
como se transforman en relaciones aparentes. Basta como ejemplo la sección
primera del libro tercero titulada La transformación de la plusvalía en
ganancia y de la cuota de plusvalía en ganancia. No obstante, no siempre el
camino en Marx parte de la apariencia para llegar a la esencia, en ocasiones es
al revés: al inicio de El Capital se parte del valor de cambio para
llegar al valor. Pero una vez analizada la naturaleza del valor, la relación
esencial, retorna al análisis de las formas del valor, las relaciones
aparentes.
Hablemos un poco más de
las esencias, pero bajo el punto de vista de la ocultación. El valor de una
mercancía producida bajo el régimen de producción capitalista se representa
mediante la fórmula siguiente: M = C + (V + P). C es el capital constante,
capital invertido en materias primas, maquinarias e instalaciones, capital que
no modifica su valor durante el proceso de producción; V es el capital
variable, capital invertido en fuerza de trabajo, que produce más valor del que
cuesta; y P es el plusvalor creado por los trabajadores y apropiado por el
capitalista. Pero como advierte Marx, una cosa es lo que cuesta la producción
de la mercancía y otra muy distinta es lo que le cuesta al capitalista. Para el
capitalista lo que invierte en materias primas, maquinarias e instalaciones es
de igual naturaleza que lo que invierte en salarios. De ahí que el capital
constante más el capital variable se le presentan al capitalista como precio de
coste. De manera que para el capitalista el valor de la mercancía se representa
mediante la siguiente fórmula: M = Pc + P. Pero desde que el capital total
desembolsado se le presenta al capitalista como precio de costo, la plusvalía
adopta la forma de ganancia (G). Así que la fórmula que representa el valor de
la mercancía para el capitalista sea la siguiente: M = Pc + G. Bajo esta
fórmula se oculta que la ganancia proviene de la variación del capital
invertido en fuerza de trabajo. Esta ocultación es aún mayor en cuanto el mercado
modifica la naturaleza individual del valor de las mercancías. Una vez
establecida la cuota media de ganancia y los precios de mercado, cada
capitalista se lleva la parte alícuota de la plusvalía total presente en el
mercado. De manera que la ganancia se le presenta al capitalista como la
diferencia entre el precio de venta (Pv) y el precio de costo (Pc). Así que la
fórmula que representa la ganancia para el capitalista sea la siguiente: G = Pv
– Pc. Y como en el mercado está repleto de irregularidades e incidencias y los
precios no son los mismos para todos los clientes mayoristas, la ganancia se
presenta en parte como fruto de las habilidades del capitalista en el mercado.
En el salario se presenta
también una ocultación. El salario se presenta como precio del trabajo. Marx
afirma que el salario en tanto precio del trabajo es una expresión irracional,
puesto que el trabajador no vende su trabajo sino su fuerza de trabajo. Así que
el concepto de salario oculta el hecho de que al trabajador se le paga solo el
valor de su fuerza de trabajo y no el valor total creado por la fuerza de
trabajo. Hoy día la ocultación del salario ha sufrido una enorme inversión. Los
sueldos que ganan los grandes directivos y las estrellas del cine, de la música
y del deporte son gigantescos. De manera que bajo el concepto de salario se
ocultan enormes masas de plusvalía. Esta apropiación de enormes masas de
plusvalía bajo el concepto de salario se produce por varias razones, por causa
de monopolios naturales, por el dominio de los mercados globales ayudado por
los grandes medios de comunicación de masas, que incluye el consumo de centenas
de millones de personas, y por el papel de la publicidad en las grandes
corporaciones. Las formas de enriquecerse en el mercado global se han multiplicado
de manera prodigiosa y ha escapado al control consciente de las personas. No
existe un Estado global y, por esa razón, el liberalismo se ha apoderado de la
vida de millones de personas. Todo este mundo merece ser más estudiado y más
duramente criticado.
Paso a ahora a detallar
algunos de los errores de los teóricos marxista y más especialmente de los
especialistas en el estudio de El Capital. Primero están aquellos que
reclaman a Marx no haber hablado de cosas que en parte no tiene sentido que hable
y en parte porque se le pide haberlo contemplado todo. Algunos hablan que en
Marx no hay una teoría de las crisis capitalistas. En primer, lugar creo que
las crisis no deberían tener una teoría específica, en segundo lugar, Marx no
veía el futuro y no podía analizar hechos específicos del capitalismo del siglo
XX y del siglo XXI, y en tercer lugar, la clave de las soluciones del
capitalismo no está en predecir y darle solución a las crisis capitalistas,
sino en cambiar las relaciones de producción capitalista en relaciones de
producción socialista. Segundo, están aquellos que siguen dándole vuelta a las
contradicciones existentes en la transformación de los valores en precios de
producción, cuando quien haya leído detenidamente a Marx sabe que hay diferencias
cualitativas y cuantitativas entre valor y precio. Y si observamos la realidad,
esa contradicción es prácticamente inevitable. Solo se trata de seguir la idea
de Marx: los precios gravitan, acercándose o alejándose, en torno a los
valores. Y de todos modos, por mucho que el precio se diferencie de su valor,
eso no quita nada al hecho de que el precio sea la expresión del valor en
dinero. Del mismo modo que por mucho que un espejo nos dé una imagen muy
deformada de nuestra apariencia cromática, eso no quita nada al hecho de que la
imagen es un reflejo de nuestra apariencia cromática. Tercero, están aquellos
que creen que si a El Capital se le dota de un mejor aparato matemático,
sus rendimientos teóricos mejoran notablemente. Esto es un error y lleva a una
enorme confusión. El Capital es esencialmente una obra teórica dedicada
al estudio y análisis de las formas económicas mercantiles y capitalistas, es
un análisis de carácter cualitativo. Sin embargo, en la economía convencional,
tanto en la macroeconomía como en la microeconomía incluida la contabilidad, el
aparato matemático es fundamental. Y cuarto, están aquellos que han
vaciado al pensamiento económico de Marx de la filosofía hegeliana, esto es,
han eliminado una de las fuentes decisivas del pensamiento de Marx, y con ello
el pensamiento económico de Marx ha perdido riqueza, fuerza y profundidad.
Resumo: El Capital es
una obra teórica sobre economía mercantil y economía capitalista. Su gran valor
reside en el análisis de las formas económicas. Su metodología, que parte de
las esencias para llegar a las apariencias, nos permite vincular la economía
marxista con la economía convencional. No hay obra como la de Marx para
analizar la naturaleza del dinero, siendo el dinero la quintaesencia del mundo
capitalista moderno. Y aunque el dinero virtual se consolidara, como el bitcoin
o cualquier otra moneda digital, la esencia y sustancia del dinero no sufriría
modificación alguna. Puesto que hay que distinguir entre la esencia de una cosa
y sus múltiples y confusas manifestaciones. Tampoco hay otra obra como El
Capital para analizar la naturaleza del capital productor de interés y el
sistema de crédito. E igualmente no hay obra como El Capital para
entender cómo se enriquecen los capitalistas. Y por último, no hay análisis
mejor del mercado que el proporcionado por Marx en El Capital, en lo que
afecta al análisis de las formas del valor y su realización. Y me despido con
una consigna para la lucha teórica: Hay que recuperar el pensamiento de Hegel y
devolvérselo al pensamiento de Marx.
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