16/12/2017
| Marijke Colle
Fue una manifestación de mujeres la chispa que, en
febrero de 1917, hizo estallar la revolución rusa. No obstante, las
reivindicaciones feministas estaban lejos de ser una de las principales
preocupaciones de los dirigentes revolucionarios de la época. El torbellino de
la revolución trajo la emancipación de las mujeres rusas… antes de un rápido
retorno al modelo tradicional de la familia.
El 13 de marzo de 1881, después de diez intentos,
el zar Alejandro II cayó asesinado. Sofía Lvovna Peróvskaya ayudó a organizar
el atentado. La condenaron a muerte junto con otros y otras conjuradas y murió
en la horca el 15 de abril en San Petersburgo. Militaba en la organización
terrorista revolucionaria Naródnaya Volia (voluntad popular), cuyos miembros eran
conocidos por el apelativo de narodniki. Querían servir al pueblo,
sobre todo a los campesinos pobres. El movimiento esperaba hallar una vía
específicamente rusa hacia la revolución y aspiraba a crear una sociedad en la
que la soberanía residiera en pequeñas unidades económicas autónomas que
abarcaran diversas aldeas y se unieran en una confederación que sustituyera al
Estado.
Vera Sasúlich (1849-1919) se unió a los narodniki
siendo estudiante, en 1880 emigró y fue a colaborar con Gueorgui Plejánov
(1856-1918), con quien fundó el primer grupo marxista del movimiento obrero
ruso. Ambos preconizaban la creación de un partido proletario revolucionario y
por tanto se oponían desde entonces a la estrategia de los narodniki.
La Rusia de esa época, bajo el régimen zarista, era
un país atrasado y en gran medida todavía feudal. En 1861, el zar Alejandro II
había decretado la emancipación de los siervos. Cada campesino recibió un lote
de 3,5 deciatinas (unas cuatro hectáreas). Pero esta concesión no fue gratuita: había que
comprar la tierra, pagándola en 49 anualidades al Estado, que, a su vez,
adelantaba la suma a los propietarios.
La revolución de 1905
Esta comenzó el 22 de enero durante el domingo
rojo y condujo diez meses después a la promesa de una constitución. Durante
la revolución, toda la sociedad está en movimiento y en ebullición. Las mujeres
también participan. Se constituye un feminismo burgués que plantea
reivindicaciones relacionadas con la emancipación de las mujeres: derecho de
voto, salario igual, educación… Los partidos socialdemócratas [los
revolucionarios de la época] apoyan estas reivindicaciones, pero rechazan toda
colaboración o alianza con las feministas burguesas. No hay ningún
intento de analizar en profundidad la concepción feminista burguesa de la
opresión de las mujeres. La menor manifestación de interés por los problemas de
las mujeres o la menor intervención en dirección a las mujeres se asimilan al
feminismo burgués.
En el primer Congreso panruso de mujeres, celebrado
en 1908, Alexandra Kollontai forma un grupo de trabajadoras que participan en
él. Kollontai cuenta en sus esfuerzos con el respaldo de Lenin. El comité
central del partido vota una resolución a favor de organizaciones políticas y
sindicales separadas para las mujeres, pero esta resolución no concreta nada
sobre la naturaleza de estas organizaciones y se convierte en papel mojado. La
revolución de Octubre llega sin que el partido socialdemócrata haya formulado
una teoría sobre la organización de mujeres.
La condición de las mujeres antes de la revolución
de 1917
La gran industria moderna en Rusia está muy
concentrada: empresas gigantescas de más de un millar de obreros representan el
41 % del conjunto de la clase trabajadora (17 % en EE UU). Los
capitalistas occidentales controlan en promedio el 50 % de las
inversiones. La burguesía rusa es débil y depende de las clases dominantes de
Inglaterra y Francia. La condición obrera es terrible. La patronal importa
familias obreras enteras y las aloja en humildes barracas o en dormitorios
improvisados cerca de las máquinas. La gran mayoría de los trabajadores son no
cualificados y en muchos casos analfabetos.
Si la condición de los obreros es miserable, la de
las obreras es todavía peor. Las mujeres trabajadoras ganan en promedio el
50 % del salario de los hombres. En 1913, las mujeres trabajan de 12 a 13
horas al día. En el sector de la confección, trabajan de 13 a 14 horas y las
vendedoras y encargadas de almacén tienen jornadas de 16 a 18 horas. Las
trabajadoras que se quedan embarazadas arriesgan la vida, no existe la baja de
maternidad y todos los años mueren 30 000 mujeres durante el parto.
En Rusia, una mujer que no recibe golpes de su
marido es una excepción. La ley lo autoriza expresamente. Las mujeres no tienen
derecho a heredar, son legalmente inferiores a todos los hombres adultos de la
familia. En el mundo rural, la mujer campesina no se diferencia mucho de una
bestia de carga. En 1914, un tercio de las mujeres saben leer, y este
porcentaje es superior entre las asalariadas. El acoso sexual en el trabajo es
moneda corriente. Muchas mujeres tienen que prostituirse para conseguir un
empleo.
Participación en la revolución
Las mujeres obreras ya habían participado
activamente en el movimiento revolucionario en 1905. Como escribió Alexandra
Kollontai (1872-1952): “El movimiento de las trabajadoras, por su propia
naturaleza, forma parte del movimiento obrero en general. […] La participación
en el movimiento obrero acerca a la obrera a su liberación, no solo como
vendedora de su fuerza de trabajo, sino también como mujer, esposa, madre y ama
de casa”. Sin embargo, también constató: “Tan pronto cesó la oleada de huelgas
y los obreros volvieron al trabajo, tanto en caso de victoria como de derrota,
las mujeres fueron de nuevo dispersadas y aisladas”.
El 23 de febrero de 1917, con motivo del Día
Internacional de la Mujer, varias columnas de mujeres (estudiantes, empleadas,
obreras del textil de los arrabales de Vyborg) se manifiestan en el centro de
Petrogrado para reclamar pan. Su acción recibe el apoyo de los obreros, que
abandonan el trabajo para unirse a las manifestantes. Ante este movimiento
popular y espontáneo, los raros dirigentes revolucionarios presentes en
Petrogrado se mantienen prudentes, considerando, como el bolchevique Alejandro
Shliápnikov (miembro del comité central del partido), que se trata más de una
revuelta de hambre que de una revolución en marcha.
En 1917, el 43 % de la clase trabajadora eran
mujeres. Desde el comienzo mismo de la revolución, las mujeres se organizan y
publican sus reivindicaciones. Mujeres de soldados forman comités y a comienzos
de febrero miles de lavanderas de Petrogrado se declaran en huelga y rompen de
este modo el consenso entre el gobierno provisional de Kerensky, los
mencheviques y los socialistas revolucionarios.
En marzo de 1917, en el partido bolchevique resulta
rechazada la propuesta de constituir una secretaría de mujeres (¡únicamente con
tareas técnicas y de propaganda!) a fin de contrarrestar la propaganda de las
feministas burguesas. Toda forma de organización autónoma de las mujeres sigue
considerándose un apoyo al feminismo burgués.
Genotdel y organización no mixta
La Conferencia de mujeres celebrada en Petrogrado
en otoño de 1917 rechaza una vez más una resolución a favor de una secretaría
de mujeres y hasta el Congreso de obreras y campesinas reunido en Moscú en 1918
no se decide crear una red nacional de organización de mujeres. Son las
condiciones de la guerra civil las que favorecen una intervención específica
hacia las mujeres. Konkordiya Samoilova (1876-1921) defiende en 1918 la
convocatoria de conferencias separadas de mujeres porque en las habituales
reuniones mixtas no se podía hablar de los problemas de las mujeres…
debido a la escasa presencia de mujeres. De todos modos, esta organización
separada se considera una solución temporal.
Tras el Congreso de obreras y campesinas de Moscú
(1918) comienza la construcción de una red de mujeres en todas las instancias
del partido. Estos grupos de mujeres pasan a denominarse departamentos
(Genotdel) en 1919 y se les faculta para tomar iniciativas organizativas con la
apertura de locales en los pueblos y los barrios, así como la edición de
publicaciones específicas. Organizan reuniones, defienden los intereses de la
mujeres en el partido, los sindicatos y los soviets.
Las bolcheviques van más lejos en la práctica que
en la teoría. Durante la guerra civil se organizan conferencias de mujeres no
afiliadas al partido y se celebran reuniones no mixtas de delegadas para
intervenir directamente en cuestiones que interesan a las mujeres. Las
delegadas obreras, campesinas y amas de casa son elegidas por tres meses y
reciben formación política para poder asumir responsabilidades en el soviet
local. El sistema de delegadas abarcaba al final a más de tres millones de
mujeres, pero nunca llegará a ser un movimiento social coherente e
independiente. El miedo a otorgar a los Genotdel demasiada libertad de acción
estará siempre muy presente.
La discusión se ceñirá a la organización en el
interior del partido bolchevique. No se planteaba la posibilidad de un
movimiento de mujeres fuera del partido, pues lo consideraban burgués. Los
bolcheviques no se liberarán jamás de la atadura del pensamiento
socialdemócrata alemán en este terreno: “No existe un movimiento específico de
las mujeres”.
Reivindicaciones de las mujeres y labor legislativa
radical
La nueva constitución del joven Estado soviético
instaura el matrimonio civil; se proclama de igualdad entre hombres y mujeres;
la ley deja de establecer diferencias entre hijas ilegítimas y legítimas; se
oficializa el divorcio de mutuo consentimiento o a instancias de una de las
partes sin necesidad de aportar pruebas o testigos. El adulterio y la
homosexualidad se eliminan del código penal y la autoridad del cabeza de
familia desaparece del código civil. Se reconoce el derecho de voto de las
mujeres. El nuevo código de trabajo incluye las bajas de maternidad, la
igualdad salarial, medidas de protección específicas de las mujeres; la jornada
queda limitada a 8 horas y la semana a 48 horas y se crean los seguros
sociales.
La socialización del trabajo doméstico
Para Kollontai, para las dirigentes del trabajo
destinado a las mujeres y determinados dirigentes bolcheviques, como Trotsky y
Lenin, el cambio de naturaleza del trabajo doméstico se producirá con la
industrialización, el acceso de las mujeres al mundo del trabajo y la
socialización del trabajo doméstico. Esto se consideraba una cuestión de
importancia inmediata en la transición. La socialización del trabajo doméstico
mediante la creación de equipamientos comunitarios se considera la medida
principal para liberar a las mujeres. El partido se pronuncia por la creación
de comedores públicos, guarderías y parvularios.
En 1920 se promulga una ley del aborto, pero este
no se asocia a la cuestión de la contracepción como mejor manera de evitar un
aborto. La mayoría de médicos son favorables a la ley del aborto, pero a menudo
este derecho se concede a regañadientes. Las mujeres que solicitaban un aborto
por razones que no fueran la penuria material, eran objeto de ataques. No había
suficientes camas en los hospitales para los abortos y a mediados de la década
de 1920 se suspendió la investigación en materia de contracepción por falta de
créditos. El aborto se considera ante todo un problema de salud pública, se
señalan los riesgos de un descenso de la natalidad y la peligrosidad de la
operación. Después de 1921 no hubo nunca más un debate en las organizaciones de
mujeres sobre el aborto y el control de la fecundidad por las propias mujeres.
La instauración de la NEP
Después del periodo de comunismo de guerra,
el país resulta vencedor, pero exangüe tras tres años de guerra impuesta por el
imperialismo. La Nueva Política Económica (NEP) impone una drástica reducción del
gasto público y la suspensión de los créditos para equipamientos colectivos.
Incluso se pretende suprimir los Genotdel, pero ante las quejas masivas y tras
un debate enconado en el Pravda, se decide mantenerlos. Aparecen los
mismos argumentos que se retomarán a finales de la década de 1920 para cerrar
los locales de los Genotdel.
Los Genotdel se debilitan a partir de 1922. Inesa
Armand y Konkordiya Samoilova están muertas. Krúpskaya se dedica a otros
problemas y Kollontai se va a Noruega. Las nuevas mujeres dirigentes no tienen
peso suficiente en un partido que no se interesa por los debates teóricos en el
terreno del feminismo. Se debilita la democracia interna: seguir las órdenes de
arriba y el deseo de hacer carrera conducen a la pasividad política.
Algunas militantes, al comienzo de la NEP, temen
que el retorno de las mujeres al hogar y el abandono de los equipamientos
colectivos reinstauren los esquemas tradicionales de la familia. Proponen crear
un movimiento que agrupe a asociaciones que luchen localmente por la
instauración de un nuevo modo de vida. Sin embargo, la mayoría de miembros de
los Genotdel criticaron estas ideas como desviaciones feministas.
Hacia finales de la década de 1920, los Genotdel
cambian de opinión sobre la cuestión de las formas de organización
independientes del partido. Critican el fracaso del partido a la hora de hacer
progresar la liberación de las mujeres. No obstante, sus críticas no dejan de
ser parciales. No proponen ningún programa económico y social alternativo que permita
al partido integrar realmente la liberación de las mujeres en su programa, su
teoría y su práctica. En 1930, Stalin suprime los Genotdel y su publicación, Kommunitska.
A modo de conclusión
El estudio de la revolución rusa nos permite captar
mejor el vínculo que existe entre la lucha por el socialismo y la lucha por la
liberación de las mujeres. Así se puede ver hasta qué punto la lucha por un
movimiento autónomo de las mujeres se enfrentó a la capacidad de resistencia de
la ideología y de las estructuras familiares. A menudo se ha dado la impresión
de que, mientras el país era un Estado obrero relativamente sano y democrático,
cumplió sus compromisos hacia las mujeres y de que solo con la degeneración de
la revolución se deterioró la situación también para las mujeres.
Sin embargo, el ascenso y el declive de la
democracia proletaria y del control obrero no coinciden con el ascenso y el
declive del movimiento de las mujeres. Habría sido posible una aplicación
diferente de la política de la NEP, pero ni dirigentes ni militantes de base
comunistas otorgaban suficiente importancia a las “cuestiones relacionadas con
la mujer” en los debates. Esta debilidad no está asociada directamente a la
contrarrevolución burocrática capitaneada por Stalin.
13/12/2017
Traducción: viento sur
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