Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez
jueves, 18 de enero de 2018
Böhm-Bawerk, sin
demostrarlo, trata de deslegitimar la tesis de Marx según la cual el
intercambio de mercancías es una relación de igualdad. Como Böhm-Bawerk no
expone la tesis contraria, que la relación de cambio se basa en la desigualdad,
he recurrido a la explicación suministrada por Samuelson y
Nordhaus. El error de fondo de Samuelson y Nordhaus, y esto ocurre
en general con todos los economistas convencionales, es que no distinguen con
rigor y precisión el valor de uso de una mercancía de su valor de cambio. Y el
error de forma, que a fin de cuentas es también un error de contenido, es que
los economistas convencionales siempre se las dan de científicos y de
rigurosos, frente a Marx, a quien presentan como un pensador muy dado a las
fantasías mentales.
En la sección 1 del
capítulo IV de La conclusión del sistema marxiano, Böhm-Bawerk formula
siguiente serie de ideas: “En lugar de fundamentar su tesis en la experiencia
o, de una manera empírica o psicológica, en los motivos que impulsan a la
gente, Marx prefiere ofrecer un tercer tipo de demostración, sin duda alguna
bastante singular para un tema semejante; elije la vía de una demostración
puramente lógica, de una deducción dialéctica de la esencia del intercambio.
Marx encuentra ya en el
viejo Aristóteles la idea de que “el cambio no puede existir sin la igualdad, y
la igualdad, a su vez, sin conmensurabilidad”. En esta idea se apoya ahora.
Imagina el cambio de dos mercancías bajo la forma de una ecuación, deduce que
en las dos cosas que se intercambian, y que por lo mismo se equiparan, “existe
un algo común de la misma magnitud”, y procede luego a precisar esta cosa común
a que deben poder ser reducibles en cuanto valores de cambio las cosas
equiparadas.
Quisiera observar de
pasada que ya el primer supuesto, según el cual en el intercambio de dos cosas
tiene que manifestarse una igualdad entre ambas, me parece muy poco moderno –lo
cual, al fin y al cabo, podría no tener importancia alguna– pero también poco
realista y, hablando francamente, erróneo. Donde reinan la igualdad y el
equilibrio perfecto no se produce ninguna variación en el estado de quietud
existente. Por lo tanto, si tratándose del intercambio la conclusión es que las
mercancías cambian de dueño, ello indica más bien que existe una cierta
desigualdad o preponderancia, que es lo que ha provocado la variación…De hecho,
la economía política moderna está de acuerdo en que la antigua concepción
escolástica-teológica de la “equivalencia” de los valores que se intercambian
es inadecuada. Pero no deseo mantenerme más en este punto”.
Aunque Böhm-Bawerk no
quiere mantenerse más en este punto, no vamos a permitírselo. Es importante
saber en qué consiste esa llamada a la experiencia de la que habla el
economista austriaco, y donde incluye la psicología y el análisis de los
motivos que impulsan a la gente. Así que recurriremos a la explicación que nos
ofrecen los afamados economistas Samuelson y Nordhaus en su magna obra Economía.
En el capítulo II, donde explican el mecanismo del mercado, esto es, el
intercambio de mercancías, se expresan en los siguientes términos: “Los
precios representan los términos en los que las personas y las empresas
intercambian voluntariamente las diferentes mercancías. Cuando una persona
acepta comprar un Ford a un concesionario por 4.050 dólares, eso indica que
para ella el Ford vale más de 4.050 dólares y que para el concesionario 4.050
dólares valen más que el Ford”. Nos decía Böhm-Bawerk que Marx debió basarse en
la experiencia o en los motivos que impulsan a la gente a intercambiar
mercancías en vez de usar la vía puramente lógica. Y la descripción que nos
ofrecen Samuelson y Nordhaus del intercambio supuestamente está basada en la
experiencia y en los motivos que impulsan a la gente a hacer las cosas como las
hacen. Así que entremos en detalles.
Objetivamente sabemos que
hay un comprador, un vendedor, un Ford y 4.050 dólares. Y lo que ocurre es que
el vendedor le entrega al comprador 4.050 dólares y el vendedor le entrega al
comprador un Ford. Esta es la experiencia. Y Marx basa su análisis en esta
experiencia. Lo que añaden Samuelson y Nordhaus al análisis de este intercambio
es la psicología y la motivación que tenemos que suponer tanto en el comprador
como en el vendedor. Es evidente que este análisis no hace ni ha hecho historia
en la psicología. Afirman que para el comprador “el Ford vale más de 4.050
dólares” y para el vendedor, “4.050 dólares valen más que el Ford”. Estos
estados psicológicos que Samuelson y Nordhaus suponen en el comprador y en el
vendedor no se ven a primera vista. Son vivencias económicas que Samuelson y
Nordhaus, profundos y avispados psicólogos, suponen que experimentan el
comprador y el vendedor. Lo cierto es que Samuelson y Nordhaus no
presentan prueba alguna de que esto sea psicológicamente así. Y lo peor
es que aunque fuera así, no cambiaría en nada las circunstancias objetivas del
intercambio.
De todos modos será
necesario que aclaremos ahora qué significa la palabra “valor” en las
expresiones “A vale más de B” y “A vale más que B”. Si para el comprador el
Ford vale más de 4.050 dólares, suponemos que para él vale, por ejemplo, 4.200
dólares. Ahora la cuestión sería si lo que el comprador supone tiene algún
sentido en el mercado, esto es, que una vez que tenga el Ford en sus manos
tiene la posibilidad de venderlo en 4.200 dólares. Yo creo que no podrá venderlo
en 4.200 dólares, puesto que el concesionario está vendiéndolo a 4.050 dólares.
Y al menos que la gente sea tonta, y esto es un supuesto que no debemos
contemplar, a igual calidad todo el mundo compra el más barato. Luego, que el
comprador suponga lo que quiera, objetivamente el Ford vale 4.050 dólares y no
más, y el pagará 4.050 dólares y no más. Ahora veamos el otro lado de la
relación de intercambio. Si para el concesionario 4.050 dólares valen más que
el Ford, entonces debemos suponer que el Ford vale, por ejemplo, 3.900 dólares.
Pero como el concesionario realmente lo vende en 4.050 dólares, la suposición
del concesionario que el Ford vale menos de 4.050 dólares carece de validez
objetiva. Y si el comprador supiera que el concesionario sabe que el Ford vale
menos de 4.050 dólares, entonces se consideraría estafado.
Así que de acuerdo con el
razonamiento de Samuelson y Nordhaus el Ford tiene tres valores: el que indica
su precio, el que supone el comprador y el que supone el vendedor. Y esto quiere
hacerse pasar por rigurosa ciencia. Pero en la práctica lo que supone el
comprador y lo que supone el vendedor carecen de validez objetiva. El Ford vale
4.050 dólares. Luego no sabemos qué papel desempeñan en el fenómeno económico
en cuestión lo que suponen el comprador y el vendedor. ¡Ah!, sí lo sabemos, nos
lo había advertido Böhm-Bawerk, demostrar que “la moderna economía política”
considera que el intercambio de mercancías está basado en la desigualdad. Pero
no hay tal demostración, los valores del Ford que se suponen en el comprador y
en el vendedor, no desempeñan ninguna función en el cálculo económico. Al
menos esto es así si consideramos las cosas bajo el punto de vista del valor de
cambio, esto es, bajo el punto de vista del precio.
Pero sigamos. No dejemos
las cosas sin solución. Busquemos una salida a los planteamientos de los
economistas convencionales. ¿Pueden las expresiones “A vale más de B” y “A vale
más que B” tener otro sentido que el que le hemos dado? Sí. Marx
distingue con todo rigor entre valor de uso y valor, mientras que la economía
convencional esta distinción rigurosa no la mantienen. Lo que dicen Samuelson y
Nordhaus solo tiene sentido si suponemos que no están hablando del valor sino
del valor de uso. Valor de cambio y valor de uso son palabras compuestas; de
manera que si hablamos de valor a secas, no sabremos si estamos hablando del
valor de uso o del valor. Pero esto es propio de todos los economistas
convencionales: confundir de continuo el valor de uso con el valor, el trabajo
útil con el trabajo abstracto. Ya Marx en la sección titulada Carácter doble
del trabajo representado en las mercancías de El Capital, dice lo
siguiente: “Esta naturaleza doble del trabajo contenido en la mercancía la he
demostrado yo por primera vez de un modo crítico. Como éste es el punto en
torno al cual gira la comprensión de la economía política, debemos examinarlo
más de cerca”. Por valor de uso entendemos, según Marx, una cosa que por sus
propiedades satisface necesidades humanas. Las afirmaciones de Samuelson y
Nordhaus tienen sentido si en lugar de la expresión “vale” usamos la expresión
“necesita”. El comprador necesita el Ford, pero como el concesionario no
se lo regala, tiene que pagarlo. Por su parte, el concesionario necesita dinero,
y como nadie le regala dinero, tiene que vender el Ford para obtenerlo. Cada
una de las partes contratantes se enajena de lo propio y se apropia de lo
ajeno.
Es cierto que en el
intercambio hay desigualdad, pero esta se produce en la esfera del valor de uso
y no en la esfera del valor. Escuchemos a Marx en el análisis del proceso del
intercambio en El Capital: “Las mercancías no pueden ir por sí solas al
mercado ni intercambiarse por sí mismas. Tenemos, pues, que dirigir la mirada
hacia sus guardianes, los propietarios de mercancías…Para el poseedor su
mercancía carece de valor de uso inmediato. De otro modo no la llevaría al
mercado. Tiene valor de uso para otros. Para él, su único valor de uso
inmediato es la de ser portadora de valor de cambio y, así, medio de cambio.
Por eso quiere enajenarla por mercancías cuyo valor de uso le satisfaga.
Todas las mercancías son no-valores de uso para sus poseedores y valores de uso
para sus no-poseedores. Por consiguiente, tienen que cambiar universalmente de
manos. Mas este cambio de manos constituye su intercambio, y éste las relaciona
entre sí como valores, realizándolas como tales. De ahí que las mercancías
tengan que realizarse como valores antes de que puedan hacerlo como valores de
uso”.
Afirmaba Böhm-Bawerk, según
la cita transcrita más arriba, que “si tratándose del intercambio la conclusión
es que las mercancías cambian de dueño, ello indica más bien que existe una
cierta desigualdad o preponderancia, que es lo que ha provocado la variación”.
Pero según hemos leído ahora mismo en El Capital, Marx afirma que como
las mercancías son no-valores de uso en manos de sus poseedores y valores de
uso en manos de sus no-poseedores, tienen que cambiar universalmente de manos.
Luego Marx, uno, afirma que entre los extremos de la relación de cambio hay
desigualdad, y dos, que esta desigualdad es la que provoca el cambio de manos
de las mercancías. Así que la crítica de Böhm-Bawerk carece de verdad. Le
endosa a Marx un pecado que él no ha cometido. El error de fondo está en el
propio Böhm-Bawerk, que no diferencia con rigor el valor de uso del valor.
Atendiendo a la pregunta que lleva por título este trabajo, ¿en el intercambio
de mercancías predomina la igualdad o la desigualdad? No hay predominio. En el
intercambio de mercancías hay igualdad y desigualdad. Las mercancías que se
intercambian son iguales en tanto valores y son diferentes en cuanto valores de
uso.
En lo que afecta a la
crítica de Böhm-Bawerk según la cual Marx prefiere el análisis “puramente
lógico” al análisis basado en la experiencia, formulo la siguiente serie de
ideas. Aclaremos primero que la economía convencional no hay intentado nunca
analizar las formas económicas y mucho menos el dinero. De hecho en la
sección titulada La forma del valor o el valor de cambio de El
Capital, Marx se expresa en los siguientes términos: “Todo el mundo sabe,
aunque no sepa nada más, que las mercancías poseen una forma de valor que
contrasta del modo más palmario con las multicolores formas naturales de sus
valores de uso, y que es común a todas: la forma de dinero. Se trata aquí de
hacer lo que ni siquiera ha intentado la economía burguesa, a saber, de
demostrar la génesis de esta forma de dinero,…”. Este análisis, como no puede
ser de otro modo, tiene que ser necesariamente lógico. Es más cualquier
teoría económica, puesto que la teoría no es más que la etapa lógica del
conocimiento, es lógica. Lo lógico no es lo contrario de la experiencia, sino
la elevación del conocimiento desde la experiencia hasta el concepto. Resulta
absurdo que Böhm-Bawerk critique el carácter no científico del análisis de la
forma del valor practicado por Marx, cuando ni él mismo ni cualquier otro
economista burgués se proponen realizar dicha tarea. Para los economistas
burgueses actuales todo viene dado y todo se da por supuesto. No investigan
cuál ha sido el proceso lógico-histórico que nos ha llevado del simple treque a
la actual forma de valor o signo monetario, sencillamente lo dan por supuesto y
afirman, por ejemplo, con Samuelson y Nordhaus en la obra anteriormente
referida: “¿Qué es el dinero? El dinero es el medio de pago o intercambio, es
decir, las monedas, los billetes y los cheques que utilizamos cuando compramos
cosas”. ¡Toda una proeza del pensamiento profundo y del rigor científico!
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.pe/2018/01/en-el-intercambio-de-mercancias.html#more
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