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Escribe:
Milcíades Ruiz
En medio de la crisis política, del cambio de
ministros y cuando todos esperan la llegada del Papa, productores de papa de
la serranía se vieron precisados a tomar medidas de fuerza exigiendo al
Ejecutivo solución a sus problemas. Es un acto de desesperación. Es un
problema social, un problema de Estado. Es un problema de poder. Pero algunos
especialistas neoliberales, más papistas que el papa, desdeñan el asunto,
culpando únicamente a los productores por no saber llevar bien su negocio en
un libre mercado.
Desconocen los neoliberales criollos que, los
países desarrollados abanderados libre mercado, del Fondo Monetario
Internacional y del neoliberalismo, protegen a sus productores porque de no
hacerlo ponen en peligro su seguridad alimentaria, su desarrollo urbano, su
medio ambiente, sus economías y la paz social. Hasta el mismo Trump, clama
por medidas protectoras para los productores norteamericanos. Esta protección
incluye pagos directos de subsidios para crisis como la de los paperos
peruanos y subsidios encubiertos con exoneraciones, promoción de
exportaciones, apoyo financiero para investigación agraria y tecnologías,
programas universitarios, etc.
Pero no solo eso. Los países desarrollados son
los dueños del Centro Internacional de la papa- CIP, con sede en el Perú,
donde tienen de todo para estudiar nuestros recursos genéticos sin pagar
regalías ni propiedad intelectual. No hay canon ni nada. Se llevan nuestras
semillas de todas las variedades incluyendo las nativas y desarrollan sus
variedades propias con las que nos hacen la competencia y hasta nos la
venden, siendo nuestro país el lugar originario de este tubérculo. ¿El Perú
saca provecho del CIP? No puede, porque es un país mísero y no tiene el
dinero como sí lo tienen los países grandes que envían sus científicos a
nuestras tierras, sacan lo mejor y se llevan el germoplasma a sus
laboratorios multiplicando el material con tecnología de mejoramiento.
Consecuentemente, el Perú se ha ido rezagando y
ni aparece entre los diez mayores productores del mundo, siendo China el
mayor con cien millones de toneladas al año. Le sigue India, EE UU, Rusia,
Alemania y otros países europeos. Ellos tienen mejor productividad y mayor
rentabilidad, mejoran su economía y resuelven con papa el problema
alimentario mientras aquí los campesinos se desnutren. Todo, con nuestras
semillas. En esos países se produce seis veces más por hectárea que en Perú
que tiene uno de los rendimientos más bajos en el mundo. En cambio, los
productores europeos teniendo toda clase de apoyo trabajan con semillas de
alto rendimiento, obteniendo alta productividad y bajo costo unitario para
competir en el mercado.
Entonces vemos en la balanza a los gringos
trabajando con su maquinaria computarizada, con uso intensivo de
fertilizantes e insecticidas, emisión de gases de efecto invernadero por el
uso de combustibles y en el otro lado, nuestros productores andinos con sus
chaquitacllas prehispánicas produciendo orgánicamente. ¿Este desequilibrio es
por culpa de los productores? Pero los neoliberales exigen que el agricultor
peruano tiene que ser competitivo en el mercado libre donde triunfa el más
poderoso.
Después de haberlo puesto en condición de
minusválido ¿se le puede pedir al agricultor peruano que compita con un
atleta moderno que tiene todo a su favor? A pesar de todo, el productor de
papa como agricultor es más competitivo que el gringo que sin máquina no es
nada. No se trata pues de ser competitivo como persona sino de competir en
las mismas condiciones. Después de todo es el Perú, el que compite en el
mercado libre y corresponde al Estado poner a los suyos en condiciones de
competir.
Los productores de papa vienen atravesando una
situación crítica desde el año pasado pero la atención pública y
gubernamental está centrada en la visita del papa por invitación del
presidente de la república. Seguramente como estrategia política de tener
contento a los peruanos sabiendo de su religiosidad. ¿Pero, cuál es el costo
beneficio de esta visita? El gobierno ha asignado 37 millones de soles para
este gasto. ¿Y cuánto ha ofrecido el gobierno para a resolver la crisis de
los productores de papa? Apenas millón y medio. Este es el trato que reciben
los productores de papa que, fundamentalmente son campesinos de la serranía y
de zonas de pobreza.
Pero según el diario El Comercio, cierto académico especialista que no
sabe ni papas de papa, dice: "En
todo caso, es la gente la que decide si quiere comer papa local o extranjera.
El productor nacional debe preocuparse en mejorar su productividad y calidad.
Vivimos, finalmente, en un libre mercado". En tanto que, el Instituto Peruano de Economía dice que no es rol del Estado intervenir en
los mercados de esta forma, ya que los negocios están expuestos a riesgos y a
cambios en los precios, y la producción de papa no es la excepción”.
Ahora comparen esta mentalidad neoliberal peruana
con la resolución de los neoliberales de la Unión Europea respeto a la
situación de sus agricultores y la obligación de los países miembros:
“La
política agrícola común de la UE cumple muchos objetivos:
(…)
· Protege a
los agricultores de la excesiva volatilidad de precios y de las crisis
de mercado
La reforma de la
Política Agraria Común- PAC incluye:
· (…)
·
13. Considera que los
pagos directos deberían servir de remuneración para los agricultores, que
proporcionan estos bienes públicos, habida cuenta de que el mercado no
proporciona por sí solo bienes públicos y aún no recompensa a los
agricultores por este concepto, mientras que estos últimos se enfrentan a
menudo a costes de producción elevados para ofrecer productos alimenticios de
alta calidad, así como a bajos precios de producción;
(…)
Como se puede apreciar, los países europeos que
nos venden papa, sí intervienen en el mercado libre y sí, dan socorro a sus
productores sin esperar que ocurra una crisis. Pero acá se quiere ser más
papista que el papa, con una mentalidad retrógrada. No es significativa la
importación de papa, por ahora pero sigue creciendo y si la impedimos,
entonces todas las pollerías se verían obligada a utilizar la nuestra. Todo
depende de la política estatal.
Así mismo, si hay una contracción en el consumo
como consecuencia de la recesión económica, la población se ve obligada a
comer menos papa también, Entonces la demanda resulta siendo menor que la
oferta y los precios caen. El Banco Central de Reserva tenía una meta de
inflación de 3% y hemos terminado el año alcanzando solo el 1.5. Como ya dije
en anterior oportunidad, lo que más se siembra en el Perú es la papa, pero ya
a octubre pasado, sus precios habían caído drásticamente. El precio de la
papa blanca cayó -45,2%, la de color -38,8%, huayro -34,8%, amarilla
-32,2%. ¿Es culpable el campesino papero de la
contracción de la economía?
Se dice que comprando el Estado, para dar a los
comedores populares y programas sociales, se soluciona el problema de la
sobreproducción. Esto es solo una ilusión de alto costo porque el público consumidor
es el mismo, ya sea que lo abastezca el intermediario o el Estado. No por eso
van a comer más papa que lo acostumbrado. ¿Cuánto le va a costar al Estado
reemplazar al comerciante mayorista y minorista? ¿Tienen acaso los gobiernos
regionales los recursos logísticos para ir al campo o recibir la papa con
envase propios, balanzas, almacenes refrigerados, personal apropiado como
compradores y vendedores, distribuidores, infraestructura de ventas al por
menor, etc?
Hay muchos aspectos que se desconocen, pero a los
especialistas que no conocen ni papa sobre la papa les digo lo siguiente:
En la economía de la papa intervienen los
siguientes factores:
1. Las
políticas públicas
2. El mercado
3. El clima
4. El calendario
agrícola
5. La conducción
sectorial
He descrito un poco sobre las políticas públicas
y habiéndome desempeñado varios años como gerente del gremio nacional de
productores de papa puedo decir algo al respecto. En los tiempos de Velasco
habíamos exportado papa a Argentina y al presentarse los indicios de
sobreabastecimiento en el primer gobierno de Alan García, buscamos mercado en
el exterior para evitar la ruina de los agricultores. Concertamos envíos a
Bolivia que tenía escasez. Al hacer las gestiones tuvimos la oposición del
gobierno por razones puramente politiqueras. Se nos dijo que era mejor que
los precios bajen para mantener contento al pueblo y que la exportación iba a
provocar inflación de precios. Como siempre los agricultores subsidiando a
los citadinos a costa de mayor pobreza consuetudinaria, sin compensación, ni
compasión.
Teníamos reuniones mensuales con las
organizaciones de paperos de los valles productores para evaluar el área
cultivada y limitar las siembras mediante el cierre crediticio. El fujimorismo
saboteó la organización cortando el mecanismo de autosostenimiento económico
(autogravamen) y desde entonces todo quedó a la deriva. La planificación está
vedada por el neoliberalismo que dice: “Vivimos en un mercado libre y si te
arriesgas, es tu problema”. Pero el campesino del ande no entiende de estas
reglas.
La papa es un cultivo de invierno. Necesita frío
para desarrollar los tubérculos. Pero como todo cultivo necesita agua. Casi
toda el área cultivada en la serranía es de secano. Es decir, con lluvias.
Estas, llegan pasada la primavera y para que la papa llegue en estado óptimo
a la cosecha que es en los meses de mayo y junio (invierno) se tiene que
sembrar entre diciembre y enero. Saquen la cuenta pues no estamos en la
cosecha punta (mayo junio) para hablar de sobreproducción. Puede prolongarse
la cosecha hasta julio pero ya no más. La siembra en otra época no es
apropiada y aunque se puede sembrar con agua de riego por gravedad, el
rendimiento baja considerablemente.
Esto nos dice que, si no hay sobreproducción a
pesar de lo cual los precios bajan, entonces el problema es de demanda. Pero
los que más han sufrido con la caída de precios son los productores paperos
que sembraron en la costa y algunos productores de la sierra lo hacen. Se
siembra en abril para aprovechar el frío del invierno costero y cosechar a
partir de agosto tomando la posta de la sierra. La papa costa abastece el
mercado de agosto a diciembre. En enero sube el precio de la papa por bache
de abastecimiento. El buen precio hace que productores de sierra que tienen
agua de riego adelanten sus cosechas y abastecen el mercado aunque en poca
cantidad hasta el mes de mayo en que sale el grueso de la campaña y bajan los
precios.
Si por el bajo precio los proveedores guardaron
papa esperando la subida tendrán que asumir los costos ya que la papa es un
producto perecible que va perdiendo peso y requiere refrigeración. Visto así
de manera somera podemos deducir que, lo que más preocupa a los productores
de papa no es tanto el precio sino la secuela del fracaso en la cosecha del
2017 que los ha dejado arruinados, endeudados y sin capital para afrontar la
nueva campaña que se inicia en este mes. La cobranza coactiva amenaza su
patrimonio y se encuentran sin liquidez.
Ni que decir de la conducción sectorial. La
desastrosa gestión del ministro de agricultura ha sido repudiada por los
agricultores que reiteradamente pidieron su cambio. Nunca le prestó atención
a la campaña agrícola ni al factor humano. El banco agrario bajo su
jurisdicción está quebrado y el PBI agrícola ha terminado en rojo a pesar del
repunte de las agro exportaciones por parte de capitales chilenos, españoles,
ingleses y más.
¿Cuál es la solución? Hay alternativas inmediatas
de refinanciamiento y amparo estatal como también alternativas de mediano y
largo plazo para el desarrollo sostenible de la economía de la papa mediante
políticas públicas. Pero claro está que es un asunto de poder. Los que tienen
el poder son los que deciden. No es solo cuestión de política agraria, que
dicho sea de paso el Perú no la tiene porque carece de un Plan y estrategia
de Desarrollo Nacional. Nadie sabe hacia dónde vamos como país. Y si le
preguntamos a cualquier empleado público cuál es el objeto de su trabajo, si
sabe para qué trabaja y cuáles son las metas a conseguir. Le responderá que
trabaja para tener un empleo solamente.
¿Alguien sabe lo que se espera del Perú dentro de
treinta o, cincuenta años? Yo tampoco. Si queremos soluciones a los problemas
populares es indispensable que las mayorías nacionales accedan al poder de
manera directa y no a través de partidos políticos que suplantan su
representación. El actual sistema político ya resulta incompatible con las
aspiraciones populares. El repudio al viejo sistema electoral es general
porque es foco de corrupción.
Enero 2018
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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