Me he hecho con el libro
de Böhm-Bawerk titulado La Conclusión del Sistema Marxiano. En dicho
libro el economista austriaco somete a crítica El Capital de Karl Marx,
en concreto su concepto del valor y su ley del valor. La línea central de su
argumentación estriba en que Marx incurre en una contradicción insalvable entre
lo que dice en el primer libro de su obra y lo que dice en su tercer libro. En
el primer libro, a juicio de Böhm-Bawerk, Marx afirma que las mercancías se
venden por su valor, y en el tercer libro afirma lo contrario: las mercancías
se venden por su precio de producción. Como la influencia de Böhm-Bawerk entre
los neoliberales es notoria y su crítica al pensamiento económico de Marx es
considerada por aquellos de primer nivel e irrebatible, me he hecho con el
compromiso de ajustar cuentas con dicha crítica Mi crítica al pensamiento
crítico de Böhm-Bawerk tiene como base argumental cinco aspectos.
Primer aspecto. Cuando
hablamos del concepto del valor en Marx es necesario distinguir entre la
sustancia del valor y las formas del valor. La sustancia del valor es aquella
idea que todo el mundo repite sin ir más allá: el valor de una mercancía es la
cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla. Pero hay que
advertir que en El Capital las palabras dedicadas a exponer la sustancia
del valor no alcanzan el 10 por ciento, mientras que las palabras dedicadas a
las formas del valor ocupan casi el 80 por ciento. Así que aquí va mi primera
crítica a la crítica de Böhm-Bawerk: toda su crítica al pensamiento económico
de Marx se centra en la sustancia del valor y no habla para nada de las formas
del valor. De manera que la crítica del economista austriaco al concepto de
valor de Marx es extremadamente parcial. De hecho no dice nada acerca del primer
pilar conceptual de El Capital: la transformación de la mercancía en
dinero, donde se expone con extremado rigor el cambio de las formas del valor
desde sus formas primigenias hasta el reluciente dinero.
Segundo aspecto.
Böhm-Bawerk cree que ha descubierto el nudo gordiano donde queda desarmado todo
el entramado teórico de Marx: la supuesta contradicción entre lo que dice en el
primer libro, donde habla que las mercancías se venden por su valor, y lo que
dice en el tercer libro, donde a juicio del economista austriaco dice lo
contrario. Böhm-Bawerk ha hecho muy mala lectura de El Capital y
confunde dos cosas: el precio como expresión del valor con la incongruencia
cuantitativa entre precio y valor. Y esta incongruencia no la expone Marx en el
tercer libro, sino casi al inicio del primer libro de El Capital, cuando
analiza el proceso de intercambio, donde afirma que es consustancial a la forma
de precio que haya incongruencia cuantitativa entre precio y valor. Pero como
Böhm-Bawerk, como advertí antes, no analiza las formas de valor y entre ellas
la forma de precio, su crítica naufraga en la crítica a la sustancia del
valor. Si el economista austriaco hubiera tenido como objetivo la crítica
rigurosa de la supuesta contradicción marxiana entre precio y valor, debió
haber sometido a crítica la elaboración de la forma de precio por Marx,
circunstancia que le hubiera obligado a criticar toda la exposición de Marx
sobre la transformación de la mercancía en dinero.
Tercer aspecto. El tercer
objetivo en el que se centra la crítica de Böhm-Bawerk afecta a la
contradicción entre apariencia y esencia o entre contenido y modo de expresión.
Recurriré a un ejemplo analógico, que he usado en muchas ocasiones, para poner
de manifiesto la insuficiencia argumental del economista austriaco. Según
nuestra experiencia terrícola el Sol sale por el este y se pone por el oeste,
esto es, el sol se mueve en torno a la Tierra. Pero según nuestra investigación
esencial ocurre lo contrario: es la Tierra la que gira en torno al Sol. Pero
hay más: el movimiento aparente del Sol está causado por el movimiento de
rotación de la Tierra sobre sí misma. Luego lo que ocurre en la apariencia se
presenta como lo contrario de lo que ocurre en la esencia. Y por mucho que
conozcamos la esencia del movimiento de la Tierra sobre sí mismo, nunca
impedirá que los habitantes de la Tierra sigan viendo que el Sol se mueve
alrededor de la Tierra. Pues lo mismo sucede en las relaciones económicas entre
los hombres: lo que sucede en las relaciones esenciales, que el gasto de fuerza
de trabajo es la sustancia del valor, se presenta en las relaciones aparentes,
en el mercado y en la competencia, como lo contrario: el capital se presenta
como la sustancia del valor. Y por mucho que conozcamos la esencia de las
relaciones capitalistas de producción, nunca se podrá evitar que en las
relaciones aparentes se presente lo contrario de lo que sucede en las
relaciones esenciales. Así que en este caso a Böhm-Bawerk le sucede lo que le
sucede a muchos economistas marxistas: su falta de conocimiento de la filosofía
hegeliana y de la filosofía en general le impide comprender las contradicciones
objetivamente insalvables entre apariencia y esencia, entre modo de expresión y
contenido, de la que nuestra vida está cargada de ejemplos.
Cuarto aspecto.
Böhm-Bawerk empobrece el lenguaje de Marx, le resta su rico contenido
categorial filosófico. Esto es equivalente a si al cuerpo humano le quitamos su
sistema circulatorio o su sistema nervioso. En este error también incurren la
mayoría de los economistas marxistas. Aquí no está de más recordar lo que
sentenciaba Kant: las intuiciones sin conceptos son ciegas. Del mismo modo las
representaciones económicas que podemos adquirir con El Capital de
Karl Marx estarán oscurecidas si su lector o estudioso no hace uso o no
comprende los conceptos filosóficos hegelianos. La oscuridad que algunos
economistas marxistas atribuyen a Marx no es más que la falta de formación en
filosofía hegeliana que tienen dichos economistas. En este sentido Ilích
Ulianov en sus Cuadernos Filosóficos formulaba la siguiente idea: “Es
completamente imposible entender El Capital de Karl Marx, y en especial
su primer capítulo (la transformación de la mercancía en dinero), sin haber
estudiado y entendido a fondo toda la Lógica de Hegel. ¡¡Por
consiguiente, hace medio siglo ninguno de los marxistas entendía a Marx!!”.
Esto que afirma Ilích Ulianov sobre los marxistas, también hay que afirmarlo
sobre los pensadores no marxistas, donde debemos incluir a Böhm-Bawerk.
Quinto aspecto. Esta
reflexión tiene una dimensión práctica. Hay que decir, en primer lugar, que la
economía convencional carece de una teoría del valor; y todo lo que afirman
sobre el valor solo tiene que ver con el valor de uso. Una de las esencias del
valor consiste en que todas las personas son iguales en tanto gastan fuerza de
trabajo sin tener en cuenta la forma en que la gastan. Esta abstracción no es
ninguna locura, puesto que en el mundo de la política también se reconoce la
igualdad entre las personas en tanto miembros del Estado, de manera que toda
persona, independientemente de su riqueza, posición, sexo o religión, vale un
voto. La clave económica política de esta esencia lo expresa el principio
marxista para el socialismo que reza del siguiente modo: a cada cual según su
trabajo. De manera que los que más trabajan y hagan un trabajo de más calidad
deben ganar más que los que menos trabajan y hagan un trabajo de inferior
calidad. De lo que se concluye que los ingresos desorbitados de un sinfín de
personas solo pueden explicarse porque el sistema capitalista permite que
determinadas clases, grupos, capas e individuos se apropien de trabajo ajeno.
Los métodos de esta apropiación se han multiplicado en la época de la
globalización y han logrado gracias a la ideología capitalista una legitimidad
todopoderosa. Así que la crítica furibunda de los liberales de todos los
tiempos al concepto de valor de Marx solo persigue deslegitimar a los
trabajadores en su lucha por el socialismo y realizar cantos apologéticos del
sistema capitalista. El sistema capitalista, como todos los sistemas económicos
que le han precedido, representan un avance importante, necesario y decisivo de
la humanidad. Pero esto no quita que las relaciones de producción capitalista
se conviertan en un momento determinado del desarrollo de las fuerzas
productivas en un obstáculo para la felicidad y el bienestar de las personas.
Advierto al lector que la
crítica que en sucesivos trabajos realizaré al pensamiento crítico de
Böhm-Bawerk me obliga a usar algunas citas un poco extensas, y a incidir sobre
el mismo asunto varias veces. Esto se debe a la forma en que el economista
austriaco organiza sus argumentos críticos y a que no deja de dar vueltas sobre
lo mismo. Así que pido santa paciencia.
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