Escribe: Milciades Ruiz
Una de las ventajas que nos proporciona el
materialismo científico es la comprensión de los hechos. Estos no suceden
espontáneamente porque sí. No existen los hechos aislados. Todos tienen
antecedentes y consecuencias. Por consiguiente, si queremos juzgar un hecho y
evaluarlo, no deberíamos verlo aisladamente. Tendremos que considerar las
circunstancias en que ocurrieron y los factores que lo determinaron para tener
un concepto cercano a lo real. Para ciertos socialistas, estamos ya en el
centenario del socialismo peruano considerando las gestiones iniciales del
líder José C. Mariátegui en 1918. Será necesario entonces, ubicar los hechos en
su contexto histórico para valorar cada tramo de esta trayectoria.
Son cien años del ejercicio ideológico pasando por
diferentes momentos en el tiempo histórico con sus episodios de luchas,
traiciones, desengaños, frustraciones, fracasos y desesperanzas. Pero también
de mucho entusiasmo, heroicidad y mística por la fe en la doctrina. No me
refiero a un partido en particular sino al movimiento socialista de todas sus
vertientes. Actualmente, no estamos en un buen momento político pero sabemos
las razones de ello. Pero la conmemoración del centenario quizá sea el soplo de
vida para reactivar el fuego del volcán que tarde o temprano, erupcionará
inexorablemente.
Podremos decir mucho en este centenario comentando
su largo recorrido y recordar los grandes momentos que ha tenido el socialismo
peruano. Los conocedores seguramente lo harán. Pero quizá lo más importante
será extraer lo mejor de esta experiencia y trasmitir a las jóvenes
generaciones las enseñanzas aprendidas. Ser socialista en un mundo
anticomunista no es fácil. Solo la convicción de estar en el buen camino nos da
el aliento a seguir los ideales de una nueva sociedad equitativa y justiciera.
Mirar el pasado tendrá valor si eso nos sirve para emprender el futuro en
mejores condiciones de preparación.
En la década de 1960 nos parecía que el socialismo
peruano estaba cerca, pero después de la década de 1990, con la disolución del
bloque socialista europeo, las posibilidades se fueron apagando hasta llegar a
la actualidad en que la palabra socialismo está proscrita hasta en nuestras
filas. Se prefiere utilizar otras palabras como mecanismo de autodefensa, como
táctica para evitar desventajas o, por conveniencias oportunistas. Así, los
jóvenes no reciben el mensaje del socialismo sino un entrevero con consignas “progresistas”
que lejos de esclarecer desorienta, impidiendo su acceso a la riqueza
ideológica del materialismo dialéctico.
De este modo, el socialismo peruano viene perdiendo
identidad, autenticidad, protagonismo y personalidad. No todos los
izquierdistas son socialistas pero si, todos los socialistas son de izquierda.
No obstante, muchos prefieren ocultar su ideología socialista para permitir el
acercamiento con las fuerzas no socialista por táctica coyuntural. En esta
situación nos encontramos ahora y así, iremos perdiendo protagonismo histórico
si es que no reaccionamos y rompemos los temores que nos sujetan. Ser
socialista es un orgullo por muchas razones. Tenemos fundamento científico y la
historia está de nuestro lado. Deberíamos decirlo resueltamente.
Ya hemos pasado la época en que el Ministro del
Interior de Belaúnde (Alva Orlandini) ordenaba las batidas allanando las casas
de los socialistas para acusarlos alevosamente de subversivos, mostrando como
pruebas los libros marxistas, los de J.C. Mariátegui, de Vallejo y hasta del
cura Bolo. Los libros eran quemados en vía pública y prohibida su venta en las
librerías. Hoy, eso nos parece una barbarie repudiable como años más tarde se
verá la arbitraria “apología del terrorismo”. Es la misma práctica que aplicaban
las autoridades virreinales para combatir las luchas por la independencia
contra el colonialismo, pero no pudieron detener la historia.
Es verdad que el fanatismo terrorista nos ha hecho
mucho daño y de eso tenemos que cuidarnos porque es incompatible con el
socialismo. Imitar ciegamente el modismo chino y el modismo soviético ha sido
perjudicial. Hoy que todo ha cambiado nos parece ridículo lo que hacían los
seudo chinos vestidos a la usanza oriental desfilando uniformados al interior
de las cárceles marchando con las banderas rojas, como nos parece repudiable la
conducta de los seudo moscovitas abogando por la coexistencia pacífica con el
enemigo que nos oprime (¿Reconciliación?). Hay que ver en qué han terminado
estas poses ahora que ambos paradigmas, han tomado un curso indeseable.
No debemos perder nunca la personalidad propia. El
colonialismo ideológico nos quita identidad dejando de ser lo que somos, por
imitar poses impropias, ajenas a nuestra realidad. Los conquistadores europeos
nos quitaron la personalidad del Tahuantinsuyo para imponernos la suya. Durante
siglos nos hicieron adoptar el idioma, religión, vestimenta, y modo de pensar a
la europea como más tarde se nos indujo a tener poses estadounidenses Los
nombres nativos han sido sepultados y aunque apelliden Mamani los nombres de
los hijos suelen ser: Maicol (Michael), Yoni (Jhony), Yesica (Jessica).
La ciencia vale para todos como que dos más dos son
cuatro, pero sin desconocernos. El socialismo peruano debería tener su propia
personalidad emanada de nuestra peculiaridad. Lo peculiar nos identifica. Los
patriarcas del socialismo científico tuvieron la virtud de aplicar las leyes de
la naturaleza al estudio de la sociedad de su época dentro de la realidad en
que vivían. Pudieron entonces determinar sus tesis de que el capitalismo genera
de por sí, intrínsecamente, su anticuerpo con el que entabla una lucha a muerte
por el predominio. La negación del capitalismo es el socialismo que finalmente
prevalecerá cumpliéndose la ley de la naturaleza. Ese método sigue siendo
válido pero aplicado a nuestra peculiaridad, a nuestro tiempo y a nuestro
lenguaje, tiene otras características que no lo desmerecen.
El capitalismo del siglo XIX estaba en su etapa
primitiva pero entró a una revolución industrial con la proliferación grandes
fábricas de trabajo intensivo. La rentabilidad del capitalista descansaba casi
totalmente en la fuerza de trabajo humano. Para competir en el mercado, los
dueños de las fábricas pagaban el salario más bajo posible haciendo trabajar a
los obreros (hombres, mujeres y niños) la mayor cantidad de horas posibles
(hasta 18 horas diarias). En esas condiciones, los obreros eran realmente
proletarios. Es decir, solo tenían su fuerza de trabajo y nada más. Su
situación era paupérrima, extremadamente pobre.
Era natural que esos obreros lucharan por mejores
condiciones de vida y su principal arma de lucha fue la organización.
Capitalistas y obreros se enfrentaron como dos bando opuestos. Los obreros
recibieron el sustento ideológico de los patriarcas del socialismo con el
enfoque de que, así como los burgueses habían derrotado a las monarquías ahora
le correspondía al proletariado derrotar a la burguesía. A la dictadura de los
burgueses le seguiría la dictadura del proletariado como resultado de esta
lucha de clases. Había otras clases sociales como la de los campesinos que
luchaban contra los señores feudales, pero el enfoque se centró en solo dos:
burguesía y proletariado (los obreros también vivían en los burgos).
Era una forma didáctica de llevar el mensaje a los
trabajadores con un lenguaje sencillo y así se redactó el manifiesto Comunista.
Solo al proletariado le correspondía la misión de hacer la revolución
socialista por su consciencia de clase y se descartaba a otras clases. La contundencia
de las tesis al respecto, generó una corriente ortodoxa como una verdad
inobjetable. Pero lo que era un esquema didáctico fue tomado como un dogma
sagrado que se viene repitiendo de generación en generación como una verdad
absoluta.
Sin embargo, la primera experiencia socialista no
fue obra del proletariado ni ocurrió en un país industrializado, sino en un
país monárquico de economía rural sin mayor industrialización (solo el 15% de
la población vivía en las ciudades) y por la acción del partido político
socialdemócrata cuya rama bolchevique lideraba Lenin. En las sublevaciones
contra el despotismo zarista participaban obreros, soldados y campesinos
organizados en soviets.
Otros factores como la guerra mundial de 1914
influyeron para el aumento del descontento social y así se fueron dando las
condiciones para la revolución bolchevique de 1917. Tampoco la revolución china
ni la cubana fueron obra del proletariado a pesar de lo cual, hay socialistas
que siguen pegados a la letra y quieren encontrar proletariado y burguesía en
nuestro país como dos clase exclusivas. Pero el materialismo dialéctico nos
enseña que a cada época corresponde sus respectivas condiciones. Nuestra
realidad siempre ha sido y es muy distinta a la realidad en la que Marx hizo sus
investigaciones.
Sus postulados científicos siguen vigentes pero las
condiciones no son las mismas por razones dialécticas. Los obreros de hoy ya no
son proletarios y muchos hasta se identifican con la patronal exprimiendo al
consumidor para tener mayor participación en las utilidades. Los obreros de
construcción civil gana más que los profesores y otros profesionales. Tengo
junto a mi domicilio vecinos obreros con viviendas de cinco pisos, pensión de
jubilación, servicios y beneficios sociales diversos, ganados mediante la lucha
organizada legalmente. Ninguno tiene consciencia proletaria ni profesa el
socialismo.
Estoy ingresando entonces al terreno polémico que
siempre ha dado lugar a debates interminables. El socialismo es una doctrina
viva y creo que es necesario que nos actualicemos a la luz del materialismo
dialéctico sin temor a ser calificado como revisionistas. No deberíamos
entonces permanecer estáticos frente a una realidad cambiante alardeando un
discurso fuera de contexto. Se ha perdido la noción del término proletariado y
se lo usa indiscriminadamente al antojo de quienes pretenden ser ortodoxos. Con
ello, la voceada “creación heroica” de la doctrina acorde con nuestra realidad
queda de lado.
En torno a este asunto se ha debatido durante estos
cien años. No faltan los que se consideran clasistas que condenan a todo aquel
que no tenga una ideología de clase. No son obreros pero dicen profesar la
ideología del proletariado. Al igual que las sectas religiosas se consideran
los genuinos socialistas. El sectarismo también ha hecho mucho daño al
socialismo. Pero que se sepa, los que hicieron la revolución en los hechos y no
en las palabras, tales como Lenin, Mao, Fidel y el Che nunca se jactaron de ser
“clasistas”.
Cuando se tergiversan los principios doctrinarios
se llega a extremos irracionales. Se fomenta el odio de clase sin ningún
miramiento, como si los niños fueran culpables de que sus padres pertenezcan a
las clases altas. Si seguimos la lógica sectaria, ni Marx, ni Engels saldrían
bien librados por haber pertenecido a clases sociales acomodadas. Con este
dogma tendríamos que haber aborrecido a Javier Diez Canseco tan solo por ser
descendiente directo de uno de los trece de la Isla del Gallo que conquistaron
el Tahuantinsuyo. No pues. Los socialistas luchamos contra el sistema y no
contra una clase social en particular. Es el sistema el que genera clases
sociales de intereses contrapuestos. Eliminado el sistema automáticamente
desaparecen sus productos sociales.
Desnaturalizaciones del materialismo dialéctico hay
muchas y sería largo enumerar pero, podemos aprovechar la ocasión para
reflexionar sobre nuestros métodos de lucha, el lenguaje político que
utilizamos, el sectarismo, las tergiversaciones doctrinarias, nuestros errores,
nuestras fortalezas y debilidades para afrontar el futuro con efectividad. No
deberíamos continuar con las discusiones estériles por años y años. Nuestro
rendimiento político se mide por los logros obtenidos y no por discursos
demagógicos.
Es de esperar que lo dicho en este texto, genere
las iras de quienes se sientan aludidos, pero estoy dispuesto a asumir las
consecuencias. Estoy acostumbrado a peores riesgos. Pero abrigo la esperanza de
que los socialistas racionales reflexionen honradamente y trasmitan a los
jóvenes las tesis socialistas sin tergiversaciones ni fanatismo.
Enero 2018
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
No sólo no se enarbola el socialismo. Peor: ya no se critica al capitalismo, sino sólo a uno de sus modelos, el mal llamado "neoliberalismo". No se critica la restauración del capitalismo en la ex URSS, ni en China, etc. No se planea salidas fundamentales a la crisis del sistema capitalista.
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