Publicado por Francisco
Umpiérrez Sánchez
domingo, 4 de febrero de 2018
Según Böhm-Bawerk, Marx
confunde la abstracción de una circunstancia en general con la abstracción de
las modalidades especiales bajo las que esta circunstancia se manifiesta. Y a
este propósito en las páginas 116-117 dice lo siguiente: “También en la
relación de cambio de las mercancías se hace abstracción de la modalidad
específica bajo la que el valor de uso de las mercancías puede presentarse, del
hecho de que la mercancía sirva para la alimentación, para el vestido, para la
vivienda, etc., pero no, ni mucho menos, del hecho de que desempeñe funciones
de valor de uso en general. Que no se puede hacer abstracción, pura y
simplemente, de esta cualidad habría debido deducirlo el propio Marx del hecho
de que no puede existir valor de cambio donde no existe valor de uso; hecho que
el propio Marx se ve obligado a reconocer reiteradas veces”.
Aquí Böhm-Bawerk se luce.
Su formación lógico-filosófica es baja. Podemos hablar de los conceptos y de
todos los individuos que cubren el concepto. Pero Böhm-Bawerk habla de la
modalidad específica y de la modalidad general del concepto de valor de uso.
Dicho de forma más precisa: El economista austriaco habla del valor de uso como
género y de las sillas, el suelo, los bolígrafos, los vestidos, el calzado y de
todo lo que pueden ver nuestros santos ojos como especies de valor de uso.
Empleemos su conceptualización. El género valor de uso debe incluir todas las
especies de valor de uso. De hecho todas las especies de valor de uso
constituyen la extensión del concepto de valor de uso. Si al género valor de
uso le restamos o hacemos abstracción de todas sus especies, ¿qué nos queda?
Pues nada. Es como si a la especie ser humano les resto todos los individuos
que la constituyen. No queda nada. Así que cuando el economista austriaco
afirma que si en el proceso de intercambio hacemos abstracción de la modalidad
específica del valor de uso, esto es, de la totalidad de especies de valor de
uso, no implica que en el intercambio el valor de uso siga desempeñando su
papel en su modalidad general, comete un error lógico-filosófico de bulto. Así
que repito, si al género le restamos las especies, no queda nada. El género sin
las especies que la constituyen es igual a cero.
A continuación
Böhm-Bawerk añade lo siguiente: “Que no se puede hacer abstracción, pura y
simplemente, de esta cualidad habría debido deducirlo el propio Marx del hecho
de que no puede existir valor de cambio donde no existe valor de uso; hecho que
el propio Marx se ve obligado a reconocer reiteradas veces”. Al anterior error
añade uno nuevo o arrastra en la nueva afirmación el error anterior. La
interdependencia entre valor de uso y valor nada tiene que ver con el hecho de
que en el proceso de intercambio se haga abstracción del valor de uso. Esta
objeción me parece de lo más superficial y poco argumentado por parte del
economista austriaco.
Y así llegamos a lo que
podemos considerar la perla del arte lógico-teórico de Böhm-Bawerk. Después de
aquella afirmación añade esta serie de afirmaciones y preguntas: “Pero aún más
grave es el siguiente paso de la argumentación. “Si se prescinde del valor de
uso de la materialidad de las mercancías –dice Marx–, solo queda en pie una
cualidad, la de ser producto del trabajo”. ¿De veras? Lo pregunto hoy como hace
doce años: ¿solo una cualidad? ¿No les queda además, por ejemplo, otra cualidad
cómo, la de su rareza en relación con la demanda? ¿O la de ser objeto de
demanda y oferta? ¿O la de haber sido apropiadas por el hombre? ¿O
la de ser productos de la naturaleza?... ¿Y no es también común a los valores
de cambio aquella propiedad que tiene de provocar gastos a un productor,
propiedad que el propio Marx recuerda con tanta precisión en el tercer
volumen?”. Aquí Böhm-Bawerk no solo carece del más elemental rigor teórico,
sino también le falta seriedad. Cuando Marx llega a la conclusión de que lo que
hay de común entre las mercancías es el gasto de fuerza de trabajo sin tener en
cuenta la forma de su gasto, lo hace tras llevar a cabo un proceso de
abstracción absolutamente riguroso, tras realizar una cadena de razonamientos
de lo más estricto. Mientras que Böhm-Bawerk se limita a enumerar un conjunto
de posibilidades y las presenta como simples afirmaciones en forma de
preguntas.
Pero entremos en detalle.
Afirma Böhm-Bawerk que esa común puede ser la rareza en relación con la
demanda. Lo de rareza supuestamente hay que entenderlo aquí como escasez. La
escasez como la abundancia son determinaciones cuantitativas de los valores de
uso. No son, por tanto, determinaciones internas del valor de uso. Por otro
lado, la escasez y la abundancia son términos relativos. Los ricos son personas
que viven en la abundancia, mientras que los pobres viven en la escasez.
Además, la escasez o la abundancia de un bien está determinado temporalmente,
en los periodos de burbuja puede haber escasez de viviendas, y en los periodos
de crisis puede haber exceso de viviendas en relación con la demanda. Pero
repito: la rareza es una determinación cuantitativa del valor de uso. Así que
si de la mercancía resto el valor de uso, debo en consecuencia retarle su
determinación cuantitativa. Así que muy poca seriedad encontramos en esta
primera posibilidad de la que nos habla el economista austriaco.
Nos dice Böhm-Bawerk a
continuación que la cualidad común podría ser que la mercancía es objeto de
demanda y oferta. La oferta es la cantidad de bienes y servicios que sus
propietarios ponen a la venta. Luego, la oferta es también una
determinación cuantitativa de los valores de uso, esto es, una determinación
externa. Por otro lado, del lado de la oferta están los vendedores y por el
lado de la demanda están los compradores. Luego estamos hablando del proceso de
intercambio, de la relación externa entre mercancía y dinero, entre vendedores
y compradores. Así que carece de sentido práctico y teórico afirmar que el
rasgo común de las mercancías puede ser que son objetos de la demanda y de la
oferta. Dicho de forma conclusiva: oferta y demanda no son
determinaciones internas del valor de uso sino determinaciones externas.
Añade después Böhm-Bawerk
que ese rasgo común podría ser igualmente que las mercancías han sido
apropiadas por el hombre. ¡Qué falta de nivel teórico! La propiedad es una
relación externa entre personas y cosas. Así que no puede ser presentado como
un rasgo inmanente a las mercancías.
Y sigue luciéndose el
afamado economista austriaco. Afirma ahora que el rasgo común a las mercancías
podría ser también que son productos de la naturaleza. En esta afirmación se
nota su falta de rigor y que no ha estudiado con la atención debida los
conceptos de Marx. Casi al inicio de El Capital se elabora el concepto
de valor de uso. Según Marx un valor de uso es una cosa que por sus propiedades
puede ser útil al ser humano en distintos sentidos. Luego forma parte de su
valor de uso las propiedades naturales. Si de la mercancía abstraemos su valor
de uso, debemos abstraer las propiedades naturales. ¿Cómo puede decir entonces
Böhm-Bawerk que el elemento común, lo que queda en las mercancías después de
restar el valor de uso y donde debemos incluir las propiedades naturales, es
una parte constitutiva del resto que nos queda? La respuesta es clara: no es
nada riguroso.
Por último, se pregunta
Böhm-Bawerk si no es también un rasgo común a los valores de cambio aquella
propiedad que tienen de provocar gastos a un productor. Esto es ya para reírse.
Todo lo que nosotros gastamos en producir un determinado valor de uso forma
parte del valor de dicho valor de uso. Es decir, cuando nos quedamos con el
valor una vez restamos el valor de uso de las mercancías, en ese valor está
contenido todo lo que el capitalista ha gastado en medios de producción y
salarios. Así que es un sinsentido lógico el que aquí comete Böhm-Bawerk. Le
doy una alegría al lector: solo queda una entrega.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.pe/2018/02/lo-que-nos-queda-despues-de-abstraer-el.html
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