Trump
busca traer la guerra hacia América Latina
27-02-2018
El
Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump declaró recientemente que los
Latinos son como las serpientes. Ese es el nivel de desprecio que el Mandatario
yanqui tiene hacia los habitantes del sur del rio Bravo, que siempre fueron
considerados “inferiores” por los habitantes del “norte”. Y ese es el sentido
de la política que el gobierno norteamericano busca imponer de sus afines en la
Cumbre de las América prevista para el mes de abril.
Mientras la ofensiva yanqui se despliega
abiertamente, los peruanos sufren los efectos de una política crecientemente
reaccionaria, impuesta por una super alianza contra la voluntad ciudadana. Una
mirada al escenario global nos permitirá tener una más clara de lo que
aseveremos.
En la Cumbre de las Américas se juegan las cartas
del imperio
El gobierno de los Estados Unidos tiene diversas
maneras de imponer su política a las administraciones de esta parte del
continente. Una de ellas, es la de reunirlas periódicamente en eventos en los
que “analiza” el escenario en función de los intereses de la clase dominante. En
las condiciones de hoy, la “perla mayor” de estos eventos es, por cierto la
Cumbre de las Américas, a la que se dio pase la administración yanqui desde
1994 cuando creyó tener en sus manos la hegemonía mundial.
En esta cita, prevista para el mes de abril, la
Casa Blanca busca consolidar su dominio territorial doblegando voluntades y
derribando resistencias. Para ese efecto, desde un inicio se apoyó en el más
incondicional de sus servidores en esta área, Pedro Pablo Kuczynski,
confiándole el liderazgo de la batalla contra el proceso emancipador
latinoamericano, que encarna el régimen bolivariano de Venezuela.
El Mandatario peruano buscó servilmente cumplir el
dictado de Washington y desplegó una constante ofensiva contra Nicolás Maduro
Moros, el Presidente de Venezuela, pretendiendo denigrar su imagen y
descalificar su política. Para ese efecto, tuvo por cierto, el apoyo activo de
la “prensa grande” y los partidos más reaccionarios, así como la adhesión plena
de la clase dominante que se empeñó en una sorda batallas contra el pueblo
venezolano y su conducción revolucionaria.
Recordemos que Estados Unidos pretendió, en el
marco de la OEA, aprobar sanciónes contra Venezuela en el transcurso del 2016,
pero fracasó ruidosamente en el intento porque la mayoría de Estados
Signatarios de la Organización, esta vez le negaron su respaldo. Fue a
consecuencia de esa humillante derrota que el gobierno USA resolvió impulsar la
creación del “Grupo de Lima” un núcleo de 12 países que enfilaron sus baterías
contra Caracas. Sobrestimando su potencialidad y creyendo manejar a Estados y
Gobiernos a su antojo, la Casa Blanca se empeñó esta vez en asegurar la
exclusión del Jefe de Estado Venezolano en la cita que tendrá lugar en nuestra
capital. Fue ese el motivo de la gira que por esta parte de América hizo
recientemente Rex Tillerson, el Secretario de Estado yanqui.
Ante el “Grupo de Lima”, Cayetana Aljovin expuso el
deseo de Pedro Pablo Kuczynki de impedir la presencia de Nicolás Maduro en la
Cumbre. Hoy se sabe que los asistentes, en esa circunstancia le expresaron su
“comprensión”, pero no compartieron esa idea, ni la respaldaron. No obstante la
“parte” peruana cantó victoria prematura y “des-invito” a Nicolás Maduro en un
acto sin precedentes en la vida diplomática de nuestros Estados.
Poco a poco los gobiernos han ido descalificando
esa opción. Primero, fue Bolivia, luego Cuba. Inmediatamente después, Uruguay
-miembro del Grupo de Lima-. Después, Nicaragua, Ecuador y El Salvador. Ya hoy
hay un significativo núcleo de países que rechazan cualquier discriminación en
la Cumbre, y que podrían no asistir al evento o retirarse de él, si se
consumara el propósito del Imperio planteado por PPK.
Lo real es que no existe basamento alguno para
excluir a nadie de la Cumbre de Lima. Y que los argumentos planteados carecen
totalmente de sustento. Por lo demás, en nuestro continente hay gobiernos como
el de Temer, en Brasil; o Hernández, en Honduras; o incluso PPK en el Perú, en
los que la corrupción es proverbial y sus autoridades están altamente
cuestionadas por la población.
En el manejo del tema de la Cumbre, por lo demás,
la Cancillería peruana ha actuado con una torpeza inigualable. Yendo incluso
más allá, y con un ánimo bélico extremo la Vice Presidenta Mercedes Araoz se ha
permitido asegurar que “derribarán” al avión que traiga a Lima al Presidente de
Venezuela a Lima. Esto ha servido solamente para descalificar incluso a nuestro
país cono sede de la Cumbre.
Hay que considerar, adicionalmente, que PPK está al
filo de la navaja. Y hay muchos que aseguran que no pasará de marzo o abril en
su gestión gubernativa porque concita un amplio rechazo ciudadano. El tema del
Indulto a Fujimori dictado en diciembre pasado lo ha descalificado enormemente
pero eso también ha ocurrido con las denuncias que se han hecho en diversos
medios y que acreditan la comisión de graves delitos de función en complicidad
con Odrebrecht y otras empresas. Si a eso se le suman errores de política
concreta, tendremos una situación en la que se hace virtualmente insostenible
la concreción de la cumbre en nuestra capital.
Probablemente el más reciente viaje a América del
Sur de un funcionario yanqui -Thomas Shannon, Sub Secretario de Estado, que
visita Ecuador, Colombia y Chile entre el 26 de febrero y el 3 de marzo- tenga
que ver con la posibilidad de trasladar la Cumbre a Santiago, dada la situación
que se ha creado aquí. El hecho que se haya eliminado Lima como lugar de visita
de Shannon, y que más se haya incluido a Santiago como destino, es un elemento
referencial muy concreto.
El mandatario venezolano Nicolás Maduro estará en
Santiago el 11 de marzo en la asunción de mando del Presidente Sebastián
Piñera. Civilizadamente recibido en la capital mapochina, podría volver allí en
abril. Por lo demás al nuevo mandatario chileno, acosado como estará por una
oposición de izquierda ciertamente poderosa, no le caerá nada mal inaugurar su
gestión gubernativa con una Cumbre pluralista, y respetuosa de diferencias,
como podría haber sido la de Lima.
En todo caso, en una u otra sede, la política del
Imperio seguirá siendo la misma. Empeñada en traer la guerra del Medio Oriente
a nuestro suelo para acabar con fuego graneado las experiencias liberadoras de
nuestros pueblos. Es de vital importancia bloquear y neutralizar esa política
de exterminio y muerte.
PPK y la mafia apro-fujimorista se hunden
Mientras esto ocurre, en nuestro país el gobierno
de Kuczynski hace agua por todas partes y la Mafia apro-fujimrorista conoce
momentos complicados y difíciles para su propia subsistencia.
Las encuestas señalan que PPK ha caído al 15% de
aceptación ciudadanas; que el 83% considera que el Indulto que dio a Fujimori
fue resultado de un “negocio” político, y casi el 60% opina que Kuzcynski debe
salir de la Presidencia de la República, via vacancia, o renuncia al cargo.
EL tema del indulto y la manera cómo fue manejado;
el “pacto” tácito que ha logrado con el fujimorismo y el APRA para establecer
un Gabinete de “reconciliación y unidad”; la obsesión por “atender” a los
migrantes venezolanos que arriban a nuestro país otorgándoles beneficios que no
tienen los peruanos; el pésimo manejo que la Cancillería y el Gobierno Central
han hecho de la Cumbre de las Américas y sus derivaciones; ha generado una suma
intensa de oposiciones de di verso signo.
En los últimos dos meses, en efecto, ha crecido
sustantivamente el rechazo popular a la política del gobierno y se han
multiplicado las acciones de protesta en Lima y en muchas otras ciudades del
interior del país. En muy poco tiempo el movimiento popular ha crecido y
acrecentado su combatividad, como ha ocurrido en el periodo comprendido entre
diciembre del 2017 y febrero del 2018. Y en todas las acciones, el pueblo
enfervorizado ha repudiado a la Mafia, la corrupción y a la administración de
PPK por considerarla inmoral y capituladora.
En este periodo, aleatoriamente, PPK ha perdido el
apoyo de las pocas figuras política que respaldaban su gestión gubernativa,
como es el caso de Gino Costa, Belaunde y Zevallos, congresistas que se han
proclamado “independientes” y que mantienen una cierta estima ciudadana. Por lo
demás el fujimorismo no ha cambiado la actitud belicosa que exhibía en el
pasado contra PPK. La conserva, y la usa para sus conveniencias.
Hoy mismo, en efecto, levanta agresivamente la
amenazada de una nueva “revocatoria” contra PPK, pero seguramente no hará uso
de ella. Intentará más bien “negociarla” a cambio de beneficios concretos. Le
interesa vivamente lograr que el Perú se retire de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, para que no se vea obligado a cumplir lo que ese tribunal
disponga respecto al indulto a Fujimori. Buscará arribar a un “acuerdo”
entonces para no apoyar la Vacancia Presidencial a cambio que PPK retire al
Perú del Tratado de San José y sus extensiones; y pedirá, adicionalmente, la
cabeza de los miembros del Tribunal Constitucional que han hecho resistencia a
la Mafia en temas recientes.
Para lograr estos propósitos, la Mafia se vale de
todos los recursos. Hoy exige el restablecimiento de la Pena de Muerte, para
justificar su retiro de la CIDH. Y asuma esa conducta usando en su beneficio
los crímenes horrendos cometidos contra mujeres, y aun niñas, por parte de
depravados sexuales, a los que la sociedad rechaza firmemente. Se vale, por
cierto, del repudio ciudadano a estos crímenes que, explotados pasionalmente,
derivan en exigencias impensadas en torno a la Pena de Muerte.
Más recientemente el fujimorismo ha aprobado dos
disposiciones igualmente condenables. Por un lado, ha dispuesto que los jóvenes
trabajen tres años sin remuneración alguna en las empresas para obtener
“experiencia laboral”. De este modo ha generado una suerte retorno a la
esclavitud, alentando los espíritus más crematísticos de los empresarios. Roque
Benavides, Presidente de CONFIEP, ha aprovechado del tema para asegurar que los
jóvenes no solamente no deben obtener remuneración alguna sino, por el
contrario, deben pagar para las empresas les permitan asegurar esa “experiencia
laboral” ofertada. En otras palabras, pagar para ser admitidos como esclavos.
El Fujimorismo ha defendido “con todo” ese proyecto
de la congresista Rosa Bartra, y ella misma lo ha justificado plenamente
sosteniendo incluso que los que lo denuncian, son “terroristas”, y como tales
deben ser enfrentados.
Y la otra disposición igualmente repudiable es la
que ofrece a las personas mayores de 65 años y que carecen de pensión de
cesantía o jubilación, otorgarles una, a condición que dejen su vivienda en
hipoteca, a fin que cuando mueran, ella revierte en beneficio de la entidad que
les otorga ese “beneficio”.
Disposiciones de ese corte, y los argumentos
expuestos para justificarlos, revelan la entraña neo nazi del fujimorismo y
constituyen un serio llamado de alerta a la ciudadanía, y sobre todo a jóvenes
y ancianos, víctimas directas de estas acciones seudo legales.
La unidad hay que promioverla ahora con mayor
fuerza
En este contexto de la crisis, el movimiento
popular debe fortalecer su unidad y consolidar sus luchas. Si algunos se
hicieron la ilusión de construir una unidad simplemente electoral la vida los
ha puesto ante una realidad mucho más definida hay que construir la unidad
política y de masas de nuestros pueblos, para batir a nuestros adversarios: La
mafia Apro-Fujimorista y PPK.
El tema de la Cumbre ha abierta la puerta esa
unidad. No solamente por haber puesto en la mesa del debate el “caso” de
Venezuela, sino porque a partir de allí ha sido posible elevar el interés de
amplios sectores en torno a Donald Trump y su política de guerra y alentar la
necesidad de cerrar filas contra ella.
Por eso, ahora que las fuerzas más conservadoras y
los enemigos de Venezuela buscan convocar un “acto de masas” para el Jueves 12
de abril, a las 5 de la tarde en la Plaza San Martin, hay que recoger la idea
de concentrar ese mismo día, a esa misma hora, y en ese mismo lugar una gran
concentración civica para repudiar la visita de Donald Trump y su politica de
guerra.
La unidad, para este efecto, debe aplicarse no sólo
en sentido horizontal, ganando a nuevas fuerzas; sino que también debe
profundizarse de manera vertical haciendo que llegue a la base misma de la
sociedad, para que nos se quede en “las cúpulas” sino que gane a multitudes, a
todo el pueblo, que llegue a millones de peruanos y los “gane” para una prédica
de clase con un definido contenido anti imperialista, patriótico y
revolucionario.
Esa unidad nos permitirá avanzar en todos los
terrenos, incluso en el electoral, para usarlo en las condiciones que eso sea
posible, aun sin afincar ilusiones de ese signo, sino con la idea clara de
transitar por todos los escenarios de la confrontación social para –como decía
Mariátegui- sembrar conciencia de clase, sentimiento de clase.
Si, finalmente, la Cumbre de las Américas, se hace
en Lima, hay que participar en todas las tareas que ello implique, tanto en los
escenarios complementarios de la Cumbre, como en la variante alternativa, la
Cumbre de los Pueblos, en la que las organizaciones sociales y de masas
debatirán temas que interesan a millones de latinoamericanos.
Varios de los gobiernos que asistan a la Cumbre –en
Lima, en Santiago o en cualquier otro lugar- carecen realmente de autoridad
moral para hablar de la lucha contra la corrupción, porque están diezmados por
ella: no garantizan ningún nivel de gobernabilidad y viven a espaldas de la
democracia verdadera. Los pueblos, en cambio, si tienen derechos, y voluntad,
de afirmar los más altos valores de la dignidad y de la justicia, que son
recogidos por los grandes hombre de nuestra historia
Gustavo Espinoza Montesinos, Centro de
Estudios Democracia, Independencia y Soberanía (CEDIS)
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