05/04/2018
Roma, 4.04.18 – Ahora ya nos queda claro que
estamos en un período de transición, aunque no sepamos a dónde vamos. Lo que
resulta evidente es que el sistema político, económico y social que nos ha
acompañado desde el final de la segunda Guerra Mundial no se puede sostener
más. Las desigualdades que crecen de manera exponencial, nos han retrotraído a
los niveles de la época de la reina Victoria, según Amnesty International; pero
ahora en el nivel global.
Hace diez años, 652 personas poseían la misma
riqueza que el conjunto de dos mil trecientos millones de personas. Hoy sólo
son ocho. Según las proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo,
los jóvenes que ahora tienen 18 años se jubilarán con una pensión mensual
promedio de 632 euros. A pesar de los discursos oficiales, nos estamos sumando
a la indiferencia general sobre el límite de dos grados centígrados de aumento
en la atmósfera desde 1854, considerado como el límite para que en nuestro
planeta ocurran cambios irreversibles.
Las finanzas ya salieron de la economía y han
creado su propio mundo en el que, actuando sin organismos internacionales de
control, las transacciones financieras de sólo un día son cuarenta veces
superiores a la producción mundial de bienes y servicios. Los bancos más
importantes han pagado de 2009 al día de hoy, algo así como 800 mil millones de
dólares en multas por operaciones ilegales. La participación política descendió
un promedio de 86 por ciento en 1960 al 63.7% de hoy.
Un análisis a profundidad es muy complejo dado que
incluye todos los aspectos de nuestra vida. Empero, lo que sí es posible es
individualizar los puntos importantes de reflexión y debate para concentrarnos
juntos en ello, con la esperanza de que nos conduzcan a otras reflexiones y
otros puntos de vista dado que el tema de la crisis es global y tiene que ver
con todos los aspectos de nuestra vida. Las reflexiones son siempre sugerentes.
Las que se presentan a continuación, se plantean a partir de hechos en los que
yo he participado. Pero sólo son hechos…
Reflexión No. 1
Las raíces de la crisis vienen de tiempo atrás. En
1973 la Asamblea General de las Naciones Unidas adopta por unanimidad un plan
de gobernabilidad global que tiende a la reducción de las desigualdades entre
sus miembros y lo llama Nuevo Orden Económico Mundial. El plan nace con el
apoyo de los Estados Unidos (aunque fue un proyecto de México y Argelia).
El sistema internacional posguerra, así como las Naciones Unidas nacen por
iniciativa de los Estados Unidos, vencedor principal de la segunda Guerra
Mundial que tiene interés en la preservación de la paz y el desarrollo, luego
de una guerra en la que perdieron cerca de medio millón de soldados sobre una
población de 140 millones de personas (Alemania perdió a su vez 15 sobre una
población de 78 millones de habitantes, además de dos millones de civiles
frente ninguno de Estados Unidos y los veinte millones de muertos de la URSS).
Las Naciones unidas nacen con el compromiso de Washington de contribuir con el
25 por ciento de su presupuesto, dato que compara la diferencia con el día de
hoy cuando Trump amenaza con su retiro. Hasta la Cumbre de Cancún en 1981 que
reunió a los 22 jefes de Estado más importantes del mundo (con excepción de los
del campo comunista) se vivía con la ilusión del final de las desigualdades
sobre la base de una democracia mundial en la que la mayoría de los países
decidiría el curso a seguir en aras del el bien común.
En Cancún participó el recién electo presidente
Reagan quien anuncia que los Estados Unidos no aceptarán más sujetarse a las
reglas de una abstracta democracia mundial. Los Estados Unidos no son un país
como los demás y regresarán a decidir sus políticas internacional y comercial.
A la misma reunión asistió Margaret Thatcher que se convierte en el lado
europeo de Reagan. Nace entonces una nueva visión del mundo. La sociedad no
existe, existen los individuos (Thatcher). Las fábricas no contaminan, son los
árboles (Reagan). La pobreza produce pobreza y la riqueza produce riqueza. De
ahí que hay que reducir al mínimo los impuestos a los ricos a efecto de que
ellos distribuyan la riqueza.
Reflexión No. 2
Algunos años después de Cancún, en 1989, cae el
muro de Berlín, lo que significa el fin de las ideologías, las camisas de
fuerza que nos llevaron al nazismo y al comunismo. La idea es que hay que ser
pragmáticos. La política debe resolver problemas concretos, no andar buscando
utopías. Sin embargo, la solución de un determinado problema sin que esté
inserta en la visión final de la sociedad (de derecha o izquierda, poco
importa), en realidad se llama utilitarismo y la política destinada a la
administración y no a las ideas, nos aleja de la participación política y
aumenta la corrupción. Sin programas con ideales se incrementa la importancia
personal del político, posiblemente fotogénica y por analogía telegénica, que
se mide en la tv y no en las plazas públicas. Es el marketing y no las ideas o
los programas el instrumento principal de las campañas electorales.
Reflexión No.3
Al mismo tiempo, aparece un solo pensamiento sin
alternativa TINA (por sus siglas en inglés, There Is No Alternative) acuñado
por la Thatcher, la globalización neoliberal. Resulta curioso que antes de la
caída del muro de Berlín, el término globalización no aparece en los medios de
comunicación. Se fundamenta en el modelo socioeconómico y político del llamado
Consenso de Washington, el paradigma de desarrollo impuesto por el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos que establece la adopción de las siguientes reformas:
estabilización macroeconómica, liberalización (comercial, financiera y de
inversión) privatización y desregulación. Elimina por todos lados las barreras
de protección nacionales, reduce los gastos no productivos (educación, salud,
asistencia social) y promueve la libre competencia entre los Estados. Famosa es
la definición que de ello hace Kissinger “el nuevo paradigma de la supremacía
americana”. Los países en desarrollo la viven con sumisión a las reglas
económicas dictadas por el Norte. Kissinger no vio que una vez abierta la vía
de la libre competencia, China y otras naciones podrían emerger.
Reflexión No. 4
Las reacciones de la izquierda frente al
pensamiento único que llega y puede llamarse Tercera vía, propuesta con buen
éxito por Tony Blair, son abandonar las viejas ideas de la izquierda, cabalgar
con la globalización y aceptar la falta de alternativas. La socialdemocracia, desde
Blair a Renzi busca transformarse en un partido transversal que incluya aún al
centro con una política proactiva basada en hechos concretos, sin jaulas
ideológicas ya superadas. De hecho, la izquierda pierde a sus adherentes y la
crisis de 2008 que se debió a la ausencia de controles sobre los bancos
americanos desembarca luego en Europa (con gobiernos de izquierda casi en todas
partes) y elimina su capacidad de distribuir los excedentes. Crisis para los
obreros, la clase media, víctimas de la globalización quienes buscan nuevos
defensores y comienzan a votar por la extrema derecha, por los Le Pen, los
Farage, los Wilder y ahí se van para llegar a votar ahora por Salvini y las 5
Estrellas.
Reflexión No. 5
Muchos historiadores sostienen que la codicia y el
miedo han sido unos de los principales motores del cambio en la historia.
Ricardo Petrella en su último libro “En nombre de la humanidad” piensa que
estos motores fueron utilizados mediante tres trampas: en nombre de Dios, en
nombre de la Nación y en nombre del lucro. No cabe duda de que, desde la caída
del Muro, los valores de la globalización (competencia, lucro, individualismo,
exaltación de la riqueza), al igual que la desaparición del debate político
sobre la justicia social (solidaridad, transparencia, equidad, etc.) han creado
una ética fundamentada en la codicia. Veinte años después, en 2009, la crisis
económica y financiera en los Estados Unidos, primero con la especulación
inmobiliaria y luego en Europa con los bonos soberanos, abre un segundo ciclo,
el del miedo.
Reflexión No. 6
El ciclo del miedo, en el que nos encontramos
plenamente (sin haber abandonado la codicia mientras vuelven las trampas en
nombre de Dios, de las Naciones y del lucro), crea una nueva derecha sin ideas
y está sustentada en emociones. El Brexit y Trump son fenómenos que fácilmente
lo demuestran. Pero el fenómeno es mucho más profundo. Vivimos en una sociedad
líquida, sin estructura de ideologías o de clases. En esta sociedad resulta
fácil para los dirigentes montarse en el miedo y la codicia para brincar al
escenario público…
La crisis del 2009 se suma a la inmigración masiva
proveniente de los países invadidos por occidente para deponer a los dictadores
e instaurar automáticamente la democracia (la segmentación de la antigua
Yugoslavia, un país moderno y europeo, luego de la muerte de Tito debió haber
sido una advertencia). No llega la democracia, pero sí el caos, la guerra
civil, la sangre y la destrucción. En 2003 George Bush inicia la invasión de
Iraq. En 2011 estalla la guerra civil en Siria que se convierte en un
desencuentro que opone a las potencias árabes, europeas, la americana y la rusa
(con seis millones de desplazados y medio millón de muertos),
En 2011 Sarkozy propicia la invasión de Libia. De
las ruinas de Iraq nace el ISIS, el terrorismo en el nombre de Dios que
propugna un retorno al islam original (el wahabismo financiado en el mundo por
Arabia Saudita con 80 mil millones de dólares en los últimos veinte años). Todo
esto después de que quince años antes se unieron en Al Qaeda las fuerzas
veteranas de la guerra financiada por Estados Unidos contra la ocupación rusa
de Afganistán, bajo el mando de Bin Laden quien perpetró el primer ataque de la
historia en suelo americano. Como dice el famoso caricaturista el Roto del
País: “nosotros mandamos bombas y ellos nos mandan refugiados”. Los refugiados
que llegan disparan dos trampas: el nombre de Dios y el de la Patria. En la
Europa de hoy los partidos de extrema derecha y los soberanistas representan la
segunda fuerza política frente a los socialistas. Si hoy se llevaran al cabo
elecciones europeas, la derecha radical obtendría 40 millones de votos, en
adición a los gobiernos de Hungría, Polonia, las RR Checa, Eslovaca y Austria,
pero también afecta a los gobiernos nórdicos, Holanda y la misma Alemania desde
que el AFD obtuvo 92 curules.
Orbán de Hungría lanza la llamada “democracia
illiberal”, Polonia denuncia el laicismo de la Unión Europea y convoca a una
gran marcha con los populistas soberanistas de toda Europa al grito de “en el
nombre de Dios”. El Grupo de Visegrad (Hungría, RR. Checa, Eslovaca, Polonia y
ahora Austria) denuncia la entrega de Europa al Islam lo que crea una fractura
entre el Este y Oeste de Europa, misma que se suma a la del Norte-Sur bajo la
perspectiva de la economía: austeridad o solidaridad. Empero, aparece una
novedad.
Estados Unidos intervienen en Europa abiertamente
apoyando a partidos nacionalistas de derecha y xenófobos que no sólo miran
hacia Trump, sino también hacia Putin. Como resultado, en una Europa que
envejece rápidamente (por ejemplo, en Italia los jóvenes de entre 18 y 25 años
sólo representan el 3 por ciento de los votantes), la inmigración se ha
convertido en una gran bandera de la derecha populista y los xenófoba. Mientras
tanto, el Fondo Monetario Internacional ha lanzado una advertencia: Europa
necesita absorber en el corto plazo 20.5 millones de inmigrantes para sostener
su sistema de pensiones y la productividad. Las estadísticas demuestran que los
inmigrantes contribuyen más al sistema de lo que le cuestan; constituyen la
mayoría de las nuevas pequeñas empresas, cuyo sueño es integrarse rápidamente
al sistema. Mas no existe un debate sobre la migración y qué tipo de
inmigrantes hay que aceptar y recibir. Ahora son vistos todos como invasores
peligrosos con intenciones de destruir la identidad europea, de criminalidad,
de ocupar los puestos de trabajo de los ciudadanos europeos, víctimas de un
intenso desempleo. Aun así Trump, en un país integrado por inmigrantes ha hecho
del control de la inmigración uno de sus caballos de batalla.
Un fenómeno trágico es que los jóvenes, muchos
menos que los jubilados ya no están activos políticamente. En el curso de la
historia, los jóvenes irrumpían en la escena política para cambiar el mundo que
encontraban. Si hubieran votado el Brexit no habría ocurrido. Pero el sistema
político de los viejos los ignora. El gobierno Renzi asignó 30 mil millones de
euros para salvar a cuatro bancos. El presupuesto total anual dedicado a los
jóvenes italianos es de dos mil millones.
Desde la creación de las Naciones Unidas en 1945
pasamos de 2.5 mil millones de habitantes a 7.5 mil millones hoy día. El
crecimiento de la población sólo se detendrá en el 2050 cuando seamos 9.5 mil
millones. Durante el mismo período, África se duplicará. O encontramos un
necesarísimo acuerdo de gobernabilidad y de la inmigración, o habremos de
disparar sobre los migrantes como algunos proponen.
Reflexión No.7
Los intelectuales y los politólogos están siempre
sorprendidos por la pasividad de los ciudadanos que parecen completamente
anestesiados y ya no reaccionan a nada, aunque la política vaya en contra de
sus intereses. La historia del Brexit ha sido objeto de muchos análisis. ¿Cómo
es posible que las zonas más deprimidas que tanto recibían de Europa hayan
votado la salida? ¿Cómo es posible que Polonia, el mayor beneficiario de los
fondos europeos (tres veces el Plan Marshall) vote en contra de Europa? ¿Cómo
es posible que Trump, quien debiera drenar los pantanos de los grandes
intereses a favor del pueblo ignorado por los grandes poderes, gobierne
aliándose con los grandes capitales y el ejército (además de sus propios
familiares) y sus electores le permanezcan fieles? El 92 por ciento de sus
votantes se declara hoy en amplia disposición para reelegirlo. Existen muchas
interpretaciones de esta situación paradójica. Pero como
decía Thalleyerand “cada Nación tiene el gobierno que se merece”.
Debemos reconocer que desde la crisis del 2009 la
clase política es la que más crédito ha perdido. Habría que examinar el impacto
de las evasiones televisivas de “Big Brother” de 1989: la sensación de
distanciamiento del poder político, cómo un refugio hacia un espacio virtual,
como Internet, ha contribuido a un individualismo fruto de la frustración y de
la falta de debate sobre las ideas. El ejemplo macroscópico de esta anestesia
general es el cambio climático. Los ciudadanos comunes lo ven todos los días en
su vida cotidiana: fotos impresionantes de la desaparición de glaciares,
nevadas en el Sahara, huracanes, incendios, tormentas… Todos tienen los datos
de la comunidad científica que comprometió en París a los gobiernos de todo el
mundo mediante la firma de un acuerdo insuficiente y sin controles. No
necesitan estudiar para saber. Pueden ver cómo los gobiernos hablan de ello,
mas no hacen nada. Continúan gastando para financiar tres veces más en la
industria fósil que lo que invierten en la industria renovable. Incluso, Italia
ha convocado un referéndum para continuar con la explotación de campos
petroleros en el sur.
Y estos días, el gobierno español combate a las
industrias eléctricas que quieren clausurar sus centrales de carbón. En España
los jubilados han hecho una marcha impresionante para defender sus pensiones.
Empero, ningún país ha convocado una marcha sobre el clima. Se podría escribir
mucho sobre la ausencia de reacciones de los ciudadanos sobre problemas
vitales. Y ello constituye la base del cambio de época en el que nos
encontramos.
Reflexión No. 8
El impacto de la tecnología. Tomemos el impacto de
la IV Revolución Industrial que llega. Recordemos que la Primera fue a
principios de los 1800 cuando la mecanización sustituyó al trabajo individual,
como los telares mecánicos frente a los manuales. Entonces fue fácil reciclar a
los trabajadores que pasaron de los telares de casa a los de la fábrica. La
Segunda fue hacia el final de los 1800 gracias a la utilización de máquinas
activadas por energías mecánicas con origen en nuevas fuentes como el vapor.
Nacen las redes ferroviarias, la construcción de embarcaciones de vapor y
veloces medios de comunicación con importantes descubrimientos en los campos
químico, médico, la cadena de ensamble, la electricidad, el teléfono, etc. Aún
en ese momento, gracias al traslado del campo a la fábrica, el hombre sigue
siendo vital para la producción.
Nacen también las batallas políticas por un
reconocimiento equitativo de su trabajo, así como la política moderna. La
Tercera Revolución se ubica al final de la segunda Guerra Mundial cuando el
progreso de la tecnología y después, con el internet a la cabeza cambia la
manera de trabajar. Ahora, como consecuencia, está iniciando la Cuarta que se
fundamenta en la inteligencia artificial y la robotización que producen el 17
por ciento de los bienes y servicios, más se calcula que en el 2030 generarán
el 30%. Sólo la autonomía del transporte desplazará en Europa a seis millones
de taxistas, camioneros, choferes de medios públicos; cambiará totalmente el
sistema de transporte, la industria automovilística, las aseguradoras, etc.
Empero, esta vez, ¿sabrán reciclarse los
conductores de taxis en una sociedad que privilegia el conocimiento tecnológico
frente al trabajo tradicional? Vamos hacia un problema estructural que la
política ya dirigida hacia tiempos brevísimos ignora todavía. Todo esto, ¿no
corre el riesgo de aumentar el desempleo, el miedo y las tensiones sociales y
políticas? Es sólo un ejemplo de cómo la distancia entre la política y la
tecnología, las finanzas y la globalización se va ampliando dramáticamente.
Reflexión No.9
La crisis del multilateralismo. De las ruinas de la
segunda Guerra Mundial nació la conciencia de que sólo a través de la
cooperación multilateral se podría buscar una paz duradera, luego de la
tragedia provocada por el nacionalismo y de la idea del dominio sobre los
demás. Nacieron también organizaciones internacionales como las Naciones
Unidas, con todas sus agencias y fondos, del Unicef a la Fao, de la
Organización Mundial de la Salud a la de la Energía Atómica y, en Europa, el
gran proyecto de la Comunidad Europea, todos junto a proyectos regionales de la
Asean a la Organización de Estados Americanos, el Mercosur, etc. Todo bajo el
sistema multilateral hoy en crisis. Las guerras comerciales de Trump están
destruyendo el sistema de intercambios comerciales.
De la democracia mundial de Roosevelt al libre
intercambio y competencia de Reagan, hemos pasado a los intereses americanos
únicamente, America first. Las guerras monetarias despuntan en el horizonte. He
aquí la idea de competir y no cooperar, la codicia como valor que sustituye al
valor de la cooperación que ayuda a los débiles y controla a los fuertes se
está extinguiendo. Así como Kissinger no vio que un día la libre competencia se
rebelaría contra los Estados Unidos, Trump no ve que una política de
enfrentamientos podrá revertirse un día. Rusia, China y los Estados Unidos
regresan a la era de los cañonazos que parecía ya desaparecida. El presente y
futuro inmediato se asemejan a una peligrosa reedición de los años treinta,
borrosos y desenfocados por la segunda Guerra Mundial. ¿Tendrán conciencia de
ello los que votan por el nacionalismo?
Como dice el Papa Francisco, estamos ya en una
fraccionada tercera Guerra Mundial… ya superamos el número de refugiados de
entonces. A las guerras en nombre de la patria en África, se agregan aquellas
en el nombre de Dios, de los Rohyngia en Birmania a los terroristas islámicos…
Habíamos pasado decenios derribando muros y ahora estamos construyendo más que
antes… Pareciera que el futuro va en contra de los intereses de la humanidad
que ahora conoce la amenaza planetaria que no existía en los años treinta, del
clima a lo nuclear, en un proceso de darwinismo social y económico que ya
sabemos a dónde conduce…
Reflexión No. 10
Resulta evidente que la reflexión final es la
necesidad de encontrar una gobernabilidad de la globalización y de la Cuarta
Revolución Industrial. No es verdad que carezcamos de ideologías. La
globalización neoliberal es una ideología de una fuerza sin precedentes que ha
producido nuevos fenómenos, como las finanzas globales, un sistema
multinacional más fuerte que los gobiernos en el que el ejemplo de uso del
Facebook para usar a los ciudadanos como mercancía, para influir en sus
preferencias políticas y comerciales demuestra que estamos inmersos en una
profunda crisis de democracia.
Entramos en un mundo inimaginable descrito por los
pioneros de la ciencia ficción, Orwell y Clark, fundamentado en las máquinas y
el poder de pocos. Hace sólo diez años en China era impensable el ascenso al
poder total como el de Xi, de Erdogan en Turquía o de Putin en Rusia. Eran
impensables el Brexit y Trump. Era impensable que los paraísos fiscales acumularan
la cifra colosal de 80 billones de dólares. Era impensable que ocho personas
poseyeran la riqueza de 2.3 mil millones. Era impensable que Noruega tuviese un
invierno con temperaturas cercanas a las de primavera. Hace diez años la crisis
financiera abría un período de profundas y dramáticas transformaciones. A este
ritmo de la aceleración de la historia como lo llamaba Toynbee ¿dónde estaremos
dentro de diez años?
Se impone encontrar rápidamente un diálogo entre
todos que sólo puede fundamentarse en el redescubrimiento de los valores
comunes, en la construcción de la paz y la cooperación, en el derecho
internacional como base de las relaciones entre los Estados y reencontrar el
sentido del reparto, de la paz y de la justicia social como base de la
convivencia, que conduzca al hombre al centro de la sociedad y no al capital, a
las finanzas o a la codicia y que nos libre del miedo. ¿Encontraremos el camino
para hacerlo?
Concluyen aquí las 10 reflexiones para observar de
dónde venimos y a dónde vamos. Sólo es una propuesta para pensar… Vivimos en
una sociedad que se barbariza, en la que se dialoga y se lee cada vez menos. Se
gasta el doble más en publicidad que en educación. El elector no tiene brújula.
Si algún lector se siente animado a otras reflexiones, bienvenido. ¡Lo que
importa ahora es reflexionar!
El periodista italo-argentino Roberto Savio es
presidente de Other News, asesor de INPS-IDN y del Consejo Global de
Cooperación. También es cofundador y presidente emérito de IPS.
https://www.alainet.org/es/articulo/192048
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