Opinión
05/04/2018
Nos encontramos ante un escenario donde la
actividad económica global continúa dando mejores signos vitales. El pronóstico
de crecimiento, de por sí ya fortalecido en 2017, mejoró en 0.5 puntos
porcentuales respecto al año 2016 (pasando de 3.2% a 3.7%) Según el Fondo
Monetario Internacional se apunta a que el 2018 seguirá con su tendencia
alcista alcanzando hasta 3.9% al cierre del año.[1] Este
diagnóstico económico se debe en gran parte al crecimiento de China e India y a
algún reflejo de la actividad estadounidense, producto principalmente de la
reforma fiscal recién promulgada en diciembre del 2017. En sentido contrario,
se le suma un escenario de guerra comercial a principios de 2018 que pretende
estimular la actividad económica americana al mismo tiempo que suben la tasa de
interés cuatro veces en el año. Gran Bretaña afectada por el Brexit (1.5%) y
Europa continental lo mismo.
El impacto de las decisiones americanas sobre el
escenario económico internacional se ven, por ejemplo, en la llamada a
Zuckerberg de la corporación estadounidense Facebook para que le
explique al Parlamento Británico los informes sobre cómo la empresa de datos Cambridge
Analytica recopiló información de 50 millones de usuarios de Facebook
de forma inapropiada para darle un uso político en EEUU, dice el New York
Times. La actitud previa de la empresa Facebook “de dejar hacer” la
recopilación de datos por parte de las aplicaciones (Apps) ha pasado de liberal
a descuidada dice Dealbook del New York Times del 20 de marzo,
del 2018. El comisionado de información de Gran Bretaña está buscando una orden
para examinar los datos de la empresa y se teme que involucre al presidente de
la empresa. El precio de las acciones está cayendo.
Los planes de Europa para cambiar la forma en que
se grava a las empresas tecnológicas podrían exacerbar las tensiones con los
EEUU. UBER en Gran Bretaña y en Europa serán llamados para que expliquen sus
políticas de tarifas y de pago de impuestos. Las represalias de China no surgen
aún, pero probablemente se verán en la forma de darle los contratos de compra
de 184 aviones de pasajeros wide body a Airbus en lugar de a Boeing y
frenando la compra de soya americana. Esto solo va a acentuar el quiebre ya
existente en la relación entre comercio y crecimiento. (Ver gráfica 1)
A finales de diciembre de 2017, el rumbo de la
política económica de EEUU se vio reforzado tras la aprobación de la reforma
fiscal, con una nueva reducción de impuestos corporativos y un cambio en el
régimen de tributación territorial. Los republicanos vienen haciendo lo mismo
desde 1950, con el mismo resultado de mayor déficit. Es una política de
concentración del ingreso en realidad. Con esta reforma se espera generar un
crecimiento económico de 2.7% para este año al costo de un incremento del
déficit fiscal y mayores tasas de inflación, positivas para EEUU, pero
negativas para el resto del mundo, debido a la elevación del 0.25% de la tasa
de interés de la FED cada trimestre los próximos dos años.
La repercusión global de esto será el alza de las
tasas de interés alrededor del mundo (Banco Central Europeo, Banco de México,
Banco de Japón, Banco e Inglaterra y Bancos centrales asiáticos y
latinoamericanos) con la subsecuente caída de la tasa de inversión privada y de
consumo. Por esta razón, es poco probable que las proyecciones optimistas de
los organismos publicadas en enero se mantengan y es más que probable que el
crecimiento del 2018 sea menor que el 2017 y 2016.
Otras implicaciones que tendrá el incremento de la
tasa de interés americana sobre la economía internacional se reflejarán sobre
el mercado de tipos de cambio, por la apreciación del dólar y por la caída del
resto de las monedas, así como sobre el mercado de las materias primas, que
irán a la baja o al estancamiento. Si seguimos la hipótesis que no hay un doble
arbitraje (tasa de interés y tipo de cambio), si no uno triple (doble con
arbitraje de precio de activos financieros), (Ugarteche & Segovia, 2016)
los capitales de corto plazo regresarán a las economías maduras por
expectativas de rendimiento, generando alzas en las tasas de interés de las
economías emergentes en prevención, lo que llevará a la disminución del precio
de sus activos financieros (bolsas de valores y bienes raíces). Esto se agrega
a los precios de las materias primas y depreciaciones cambiarias en países
emergentes, lo cual tendría un efecto sustancial negativo sobre el crecimiento
del PIB. Las economías primario exportadoras no se benefician de la depreciación
de las monedas, sino que esta se refleja en el encarecimiento de las
importaciones, lo que pega en inflación y costo de vida.
El entorno de Trump no parece entender que la razón
del desequilibrio estadounidense con China es por las diferencias de productividad
y que esas cosas se manejan con tipo de cambio y mejoras tecnológicas.
Volkswagen ya anunció que para el 2022 todos sus automóviles producidos en
Alemania serán eléctricos, y que a partir del 2020 fabricarán 1,500 vehículos
eléctricos diarios habiendo desplazado a los de motores Diesel. Así, para el
2030 todos sus autos en el mundo serán eléctricos. Va seguido de Mercedes Benz,
Tesla en Estados Unidos ha anunciado algo similar con su modelo 3 y Ford le
sigue. Volvo, que desde el 2019 ya no producirá vehículos solo a gasolina.
General Motors parece estar a la saga. China con su mega industria ha entrado
en esto con fuerza. Trump quiere “América Primero” a todo costo, incluido el
crecimiento mundial.
Oscar Ugarteche, Investigador titular del IIEC-UNAM, SNI/CONACYT,
Coordinador del proyecto OBELA.org
Armando Negrete, Proyecto OBELA
Priscila Lechuga, Proyecto OBELA, PAPIIT NO. IN302318.
REFERENCIAS:
Hoekman, B. (2015). The Global Trade Slowdown: A
new normal? Londres: Centre for Economic Policy Research (CEPR).
Ugarteche, O., & Segovia, L. D. (2016). Triple
arbitraje, expectativas y crecimiento económico. ECONOMÍA, UNAM, 35.
Organización Mundial de Comercio (2016). Merchadise
trade indices.
Fondo Monetario Internacional (2018), World
Economic Outlook.
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