Daniel
Eskibel
Solo hay 4
estrategias posibles para enfrentar un debate presidencial televisivo:
La estrategia defensiva.
La estrategia de ataque.
La estrategia de flanqueo.
La estrategia de guerrilla.
Ninguna de ellas
es mejor que las demás. Todo depende de tu posición en la mente
de los electores. Por eso debes comenzar renunciando a tu libertad de
elegir.
Tu posición te obliga
Olvida cual
estrategia prefieres. O cual te incomoda. Renuncia a tu libertad de elegir
porque en esto no tienes esa libertad. Tu posicionamiento político te obliga. Y
si no haces lo que esa posición te pide, pues perderás inevitablemente.
Si eres el líder
del mercado electoral, si estás al tope de las preferencias populares, si
encabezas las encuestas más serias y profesionales…pues estás obligado a
defender tu posición.
Si eres el segundo
en las preferencias, si estás persiguiendo al líder, si eres el retador que
puede amenazar su posición…entonces estás obligado a atacar la posición del
primero para intentar desplazarlo.
Si por el momento
no eres ni primero ni segundo pero tienes una fuerza considerable, tanto fuerza
en la opinión pública como fuerza en materia de recursos humanos y
materiales…pues tu estrategia obligada es la de flanqueo.
Y si eres apenas
una pequeña fuerza que actualmente no está en condiciones de ganar…entonces la
guerrilla es tu obligada estrategia de debate.
Lo esencial acá es
que la pólvora ya está inventada y que si intentas reinventarla solo obtendrás
una candidatura golpeada y chamuscada. O sea: restringe tus opciones para tomar
decisiones más prácticas, efectivas y probadas. Una candidatura presidencial es
demasiado importante como para estar improvisando.
Cómo defenderte en un debate presidencial televisivo
Si vas primero lo
esencial es que el debate no agite las aguas, no mueva la intención de voto y
termine rápidamente sin pena ni gloria.
Empatar el debate
es triunfar.
Así de claro.
¿Qué tienes que
hacer para defenderte durante el debate?
1. Bloquea los
golpes que te van a dar. Lleva preparadas respuestas breves y contundentes para
cada uno de los posibles golpes. Y coloca cada respuesta inmediatamente después
de cada golpe. Con tranquilidad, sin saña y sin excederte. Porque las respuestas
no son para ese adversario que vocifera en tu contra. Son para quienes están
mirando el debate por televisión.
2. Reitera con
disciplina el mensaje que estás comunicando en toda tu campaña. Y dentro del
contexto de esa disciplina introduce un factor renovación, un elemento
diferente, un matiz que sorprenda, un ejemplo hasta ahora no manejado. Te tienes que
mostrar como idéntico a ti mismo, por supuesto, pero con un sutil grado de
renovación que refresque tu imagen.
3. Apodérate de
alguna buena idea que surja entre tus adversarios durante el debate. Y que la
compartas, claro. Simplemente la detectas, la incluyes en tu intervención
siguiente y la ubicas dentro del marco conceptual de tus propias ideas. Con eso
logras que o bien esa idea pase a ser tuya o bien por lo menos empates en ella
con los demás. Y ya sabes que empatando ganas.
Son tres criterios
estratégicos. Nada más que tres. Y un concepto central: defenderte, jugar al
empate. Porque no hay mejor defensa que, justamente, una buena defensa. Si
atacas te desacreditas y abandonas tu posición. Deja el ataque para quienes
vienen detrás tuyo.
Cómo atacar durante el debate presidencial
Si vas segundo en
las preferencias populares, entonces tienes que aprovechar el debate televisivo
para desplazar al primero de su lugar de privilegio.
En tu caso,
triunfar es desplazar o por lo menos debilitar al primero y acercarte a su
posición.
¿Qué tienes que
hacer para atacarlo durante el debate?
1. Olvídate de los
demás candidatos. Concéntrate en quien va primero. El público tiene que ver que
la contienda es únicamente entre ustedes dos y nadie más.
2. Focaliza tu
ataque en un frente lo más estrecho posible. Nada de pegar en todos los flancos
y en todos los temas, eso conduce a la derrota. Para triunfar tienes que
dirigir tus misiles a la línea de flotación del otro. Allí y solo allí. O sea
que tienes que atacar en el tema donde el otro es fuerte. Solo allí tu ataque
será efectivo. El resto son meros fuegos artificiales.
3. Machaca.
Insiste. Reitera. Profundiza en un solo lugar. Pero sin odio, sin furia, sin
nervios, sin palabras altisonantes, sin ofensas personales. Tu serenidad le
dará un marco incomparable al ataque. En suma: ataca como un Buda.
Porque en el debate tu comunicación política irá dirigida al público, no al
rival. Y será política, no personal. Así le darás argumentos de peso a los
votantes. A los tuyos, para convencer a otros. A los del rival, para debilitar
su entusiasmo. A los que no están con uno ni otro, para que consideren votarte.
Otra vez son tres
criterios estratégicos. Con eso basta. Y un concepto central: tienes que
desplazar al líder de ese primer lugar que ostenta. El problema es entre
ustedes dos, olvídate de los demás. Deja que el tercero se ocupe de su propio
flanco.
Cómo desembarcar en el flanco de un debate presidencial
Tienes gente
valiosa, buenas ideas y recursos razonables para la campaña. Pero parece que
estás fuera de competencia. Como si la elección solo se tratara de un combate
entre el primero y el segundo. Así lo ve la prensa, así lo ve la gente, así lo
ven las encuestas.
Pero un debate en
televisión con récord de audiencia es tu gran oportunidad para desembarcar en
la contienda electoral.
Porque de eso se trata tu estrategia: desembarcar.
Mejor dicho aún: desembarcar en la mente de los votantes.
¿Qué tienes que
hacer para desembarcar durante el debate presidencial?
1. Elige un tema, solo uno, y convierte el debate en una monografía televisada. No cualquier tema sino uno que sea importante para la gente, que esté descuidado por los otros candidatos y en el cual tengas alguna ventaja comparativa. Deja que los otros se peleen entre sí. Ocúpate de tu tema y nada más que de tu tema.
2. Conecta todos
los temas previstos por el formato del debate con tu propio tema. Y haz lo
mismo con las preguntas que te hagan los moderadores y con las intervenciones
de los demás participantes. Tu idea central deberá ser que todos los caminos
conducen a Roma. Y en Roma estás tú, claro.
3. Insiste,
refuerza, desarrolla, ejemplifica, explica, expande, amplifica, aclara,
agrega…siempre navegando dentro de la misma temática. Tu persistencia te hará
adueñarte de ese asunto, de ese perfil. Todos lo recordarán al día siguiente. Y
todos te van a asociar con ese tema, del cual serás el abanderado. Ese es tu
flanco. Ocúpalo y verás cómo se mueve el tablero político.
Nuevamente son
tres los criterios estratégicos. Y una idea central: ocupar un flanco
descuidado por los demás para desembarcar en la mente de los votantes. Aquí
todo es disciplina en la comunicación política. La
espectacularidad política es un arma de doble filo. Solo los muy pequeños
se benefician del show mediático.
Cómo hacer guerrilla política durante un debate televisivo
Eres uno de los
tantos candidatos o partidos pequeños. Todos saben que no ganarás esta elección
presidencial. Tú también lo sabes. Pero puedes conquistar alguna banca
legislativa. O por lo menos comenzar a difundir tus ideas y tu presencia.
Comenzar a situarte en el escenario.
El debate
presidencial en televisión es una gran oportunidad para irrumpir en la mente de
los votantes potenciales. Allí están ellos, millones de ellos frente al
televisor. Y allí estás tú, casi un desconocido entre los grandes nombres de la
política nacional.
¿Qué tienes que
hacer para irrumpir durante el debate presidencial?
1. Aplica la
estrategia de las pequeñas guerrillas: una acción espectacular y desapareces,
otra acción de gran impacto y vuelves a desaparecer. No se trata de continuidad
narrativa ni de estar permanentemente en el foco de la atención. Se trata de
aparecer y desaparecer en el debate. Pero aparecer con tal contundencia que
genere gran
recordación política.
2. Sintetiza cada
aparición con una frase o propuesta de alto impacto y si es posible de gran
contenido visual. La espectacularidad será el punto fuerte. No te van a
recordar, por lo menos ahora, por tus ideas esenciales. Te van a recordar por
el impacto. No pienses el debate como una pelea por puntos sino como una
sucesión de preparados golpes de nocaut.
3. Organiza tus
intervenciones en el debate como si fueran escenas de un show mediático. Con
distintos temas, no tienes por qué limitarte a uno solo. Cada escena es un
fragmento no necesariamente relacionado con los demás. Y cada escena tiene que
impactar.
Una vez más son
tres criterios estratégicos. Y una idea fuerza: irrumpir en la mente de quienes
ven el debate por televisión. Irrumpir porque eres pequeño y no te conocen.
Irrumpir para darte a conocer. Irrumpir como un pequeño grupo guerrillero que
sale de la nada y golpea y se repliega para volver a golpear y replegarse.
Dedícate a hacer
tu juego durante todo el debate, y que los demás se ocupen de los suyos.
Cada cual que atienda su juego
Tienes que hacer
tu propio juego cuando participas en un debate presidencial. El tuyo, no el de
los otros. Y tu juego depende directamente de tu lugar en la mente del público
de ese debate. Solo hay 4 lugares posibles y a cada uno de ellos corresponde
una estrategia determinada.
Esta restricción
te limita pero tal vez por ello mismo te abre grandes oportunidades.
Tú sabrás como aprovecharlas.
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campaña electoral o tu empresa consultora.
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