A
l´encontre
09-05-2018
La
cuestión de las clases sociales no está muy de moda otra vez. Los sociólogos
continúan estudiando los diferentes grupos sociales y la extrema izquierda
hablando de lucha de clases pero, al menos en Francia, lo que domina los medios
de comunicación es el tema de la oposición entre las metrópolis de la
burguesía, tradicional o nueva, y las áreas suburbanas y rurales donde habitan
marginadas las clases populares. [1] La relevancia de agrupar a los explotados
y oprimidos como base del proyecto emancipador es relativizada por los
proponentes de un proyecto transversal de "construcción de pueblo"
como Chantal Mouffe que, después de Ernesto Laclau, se consideran inspiradores
de un "populismo de izquierda". [2]
Para una fracción de la izquierda radical, la clase
dominante se reduce al "1%", a los que se opondrían
indiscriminadamente casi el 99% restante. Una visión razón denunciada, con
razón, por Serge Halimi en “La trampa del 1%" . [3] En cuanto al análisis
de las clases en Europa, aunque hay varios trabajos académicos, la izquierda
radical en Francia se ha centrado en la existencia o ausencia de una burguesía
europea, resultado de la fusión de la totalidad o de parte de las burguesías
nacionales, si bien afirma, bastante acertadamente (pero a veces un poco en
abstracto), la solidaridad de los explotados de todo el continente frente a
quienes utilizan como un espantajo el mito del 'fontanero polaco'.
Desde la introducción de su libro - Las clases
sociales en Europa, descripción de las nuevas desigualdades en el viejo
continente (Agone, 2018) - Cedric Hugrée, Etienne Pénissat y Alexis Spire (en
lo sucesivo, HPS) proclaman la esencia de su proyecto: la recuperación de las
clases sociales y de las desigualdades en el análisis de las divisiones que
comparten las poblaciones dentro de la Unión Europea (UE). Es verdad que las
correlaciones de clase se han establecido en gran medida en el marco de los
Estados miembros, pero en cada uno de ellos, estas correlaciones de fuerza han
sido remodeladas por el marco europeo.
Un estudio sociológico sobre la base de encuestas
estadísticas
No caben esperar en este libro referencias directas
a Marx (los autores se sitúan más bien en el post-Bourdieu). De lo que se trata
es de llevar a cabo un trabajo sociológico empírico y no de producir un
análisis de las clases a partir de supuestos teóricos y con algunos ejemplos
resultado de trabajos parciales. Se han utilizado cuatro importantes estudios
estadísticos europeos, supervisados tres de ellos por Eurostat (la oficina
estadística de la UE) y otro fundamental de la Fundación de Dublín que estudia
las condiciones de trabajo. Ello produce una masa de datos con limitaciones
inherentes, bien de las preguntas de las encuestas o bien de las condiciones en
las que se realizaron en los diferentes países. Para agregar los datos se ha
utilizado una nomenclatura europea reciente que distingue treinta grupos
socio-profesionales que HPS han agrupado en tres clases sociales, utilizando
diferentes dimensiones de las jerarquías sociales (propiedad de capital, nivel
cultural, status profesional, condiciones de trabajo).
A partir de ellos distinguen las clases populares,
las clases medias y las clases altas. HPS señalan las propios limitaciones de
esta clasificación, en particular en relación con las "clases
medias". Por otra parte, al hablar de "tres clases", siempre
utilizan el plural para describirlas: las clases populares, las clases medias,
las clases altas. Volveremos más adelante a este problema, pero hay que señalar
en primer lugar su agrupación alternativa entre asalariados y no asalariados
(estos junto al pequeño campesinado forman incluso una parte importante de la
categoría “clases populares” en Europa del Este).
Los datos publicados por la Comisión Europea ponen
de relieve por encima de todo las diferencias entre Estados (bien comparando
los países o incluso haciéndoles competir) y dicen poco sobre los grupos
sociales. El trabajo de Thomas Piketty tiene el mérito de mostrar las
desigualdades de riqueza, pero los autores señalan que limitarse a la
desigualdad supone ignorar otras dimensiones esenciales de las clases sociales:
la subordinación de las clases populares a los centros de poder, las
correlaciones de fuerza políticas, la evolución interna de las diferentes
clases ... el término "clases populares" está en gran parte ausente
en los debates europeos: generalmente se utilizan otras palabras como
"pobres" o "excluidos" que, como subrayan HPS, reducen las
posiciones a una suma de situaciones individuales y hacen invisibles las
relaciones de dominación.
El proletariado y las clases populares no
desaparecen
Las diversas profecías sobre la homogeneización de
las estructuras sociales en Europa y la disolución del proletariado en una gran
clase media son desmentidas por los hechos. Del mismo modo, el discurso sobre
la inevitable evolución de Europa hacia una "sociedad del
conocimiento", en la que, gracias a los robots, desaparezcan las
ocupaciones manuales no cualificados. De hecho, se mantienen las diferencias
entre las estructuras sociales nacionales. La industria en general disminuye en
Europa, sobre todo en Occidente, pero esta muy lejos de desaparecer: en la
mayoría de los países de Europa central y oriental, supone entre el 20 y el 30%
de la población activa frente al 17% en Europa occidental (21% en Alemania,
cuya evolución es especial). Esto se refiere en particular a las diferentes
ondas de deslocalización, especialmente en el automóvil. El rápido crecimiento
de los servicios tiene como consecuencia la expansión de los oficios terciarios
cualificados, pero no es sinónimo de la desaparición de las clases populares.
También aumentan los oficios cuya calificación no es reconocida (y con salarios
“bajos"): auxiliares de enfermería, ayudas en el hogar, los almacenes, el
comercio, etc.
Las clases populares representan el 43% de la
población activa europea(la clase media y alta, respectivamente, el 38% y el
19%). Están por encima de esta media en el Este y el Sur de Europa, y se han
visto particularmente afectadas por la crisis y las políticas neoliberales: los
salarios son bajos y muchos jóvenes y trabajadores se ven obligados a emigrar.
En otros Estados miembros como Francia o Alemania, las clases medias (como las
definen los autores) y las clases populares están más o menos en equilibrio con
diferencias entre los Estados. Las clases populares se componen principalmente
de asalariados (obreros y empleados) a los que hay que sumar, en la
clasificación adoptada, un 15% del total de agricultores y artesanos, así como
de "autónomos", muy numerosos en España.
Una de las características de las clases populares
europeas es la competencia a la que están sometidas: competencia interna en
diferentes países (entre camioneros independientes y conductores asalariados, o
en el mismo sentido entre asalariados con diferentes categorías de empleo) o
entre países (deslocalización). Debido a la migración, el componente extranjero
es mayor en las clases populares que en las otras clases.
Más allá de la diversidad de situaciones
nacionales, los miembros de las clases populares tienen más probabilidades de
desempleo que otras clases sociales. Los contratos precarios son más frecuentes
y la temporalidad es mayor; lo que suele afectar principalmente a las mujeres;
la flexibilidad de los mercados de trabajo impulsados por los empleadores y los
gobiernos es principalmente en su perjuicio. El envejecimiento de la población
y el aumento del trabajo de las mujeres (especialmente las más cualificadas)
implica, en el contexto de un sistema patriarcal, que el cuidado de los
ancianos y el trabajo doméstico recae en las mujeres de las clases populares, a
menudo extranjeras.
Los miembros de las clases populares son los más
expuestos a las dificultades y riesgos del trabajo y el progreso tecnológico no
alivia sus penalidades, como lo demuestran las condiciones de trabajo en los
almacenes de Amazon. En toda Europa, las desigualdades en salud aumentan, lo
que lleva a una fracción de las clases populares a tener que renunciar a la
atención sanitaria por razones económicas o porque se tarda demasiado tiempo
para acceder a un médico. Ciertamente, existen diferencias en el seno de las
clases populares, entre los trabajadores agrícolas y los de la electrónica por
ejemplo, pero las similitudes son mayores: vulnerabilidad económica, posición
subordinada, competencia, subordinación política. Hay movilizaciones sociales,
pero no confluyen.
Clases medias heterogéneas
Las clases medias representan el 38% de la
población activa. Aunque establecen tal categoría, los autores subrayan los
riesgos de su uso falaz y extensivo para camuflar los conflictos de clase. Se
distinguen cuatro polos en las clases medias, cada uno caracterizado, en primer
lugar, por el sector de empleo (privado o público, constituyendo el público una
parte importante de los trabajos de clase media) y, en segundo lugar, la
situación en el trabajo: una cierta autonomía o una posición subordinada. Los
que están en una posición de autonomía tienen generalmente más nivel académico.
Los autores incluyen en las clases medias a los
enseñantes, los técnicos de la industria, los profesionales de la sanidad
intermedios (como las enfermeras), los empleados de oficina, los comerciantes,
etc. Estas categorías generalmente se benefician de condiciones de empleo y de
trabajo mejores que las clases populares. Pero hay diferencias considerables
dentro de ellas, en términos de desempleo o de bienestar en el trabajo. La
propiedad de la vivienda es más común que en las clases populares y también
ciertas prácticas culturales (hábitos de lectura, ...). Las clases medias de la
población sufren directamente las consecuencias de las políticas de austeridad,
especialmente en el sector privado se sienten frágiles, ellos mismos o en
relación con el futuro de sus hijos. Esto se traduce en un aumento del
escepticismo sobre la Unión Europea y, en el sur de Europa, de las
movilizaciones sociales (como el movimiento de los indignados españoles),
mientras que en Europa central y oriental el descontento es rentabilizado por
las fuerzas nacionalistas.
Las clases superiores no se pueden reducir a 1%
Por último, las clases altas. Los autores insisten
en que no podemos reducirlas al "1%" denunciado por Occupy Wall
Street: otras fracciones de las clases altas contribuyen también al
mantenimiento de un orden social del que se aprovechan. Por lo tanto caen
dentro de las clases altas los que tienen el poder en la economía (empresarios
y directivos), en el aparato del Estado (altos funcionarios) y la parte
superior de los profesionales e intelectuales. Un total de 19% de la población
activa. Las clases altas son, ante todo, "los que establecen las normas de
trabajo" para sí y sobre todo para el conjunto de los asalariados.
Los miembros de estas clases obviamente se
distinguen por su riqueza económica. Mientras que la mayoría de la población
obtiene sus ingresos de su actividad individual, los miembro de las clases
altas suman salarios (altos) e ingresos de su capital (bolsa, tierra,
inmuebles). Incluso dentro de las clases altas las desigualdades son
significativas y la parte superior (1%) capta una parte cada vez mayor de los
ingresos.
Los altos ingresos de las clases altas suelen
justificarse en el discurso dominante debido a los riesgos asociados con sus
responsabilidades. HPS ponen de manifiesto la falacia de este argumento: los
dirigentes pueden protegerse más fácilmente que los asalariados de las
consecuencias de un error (y arriesgan como mucho una caída de sus ingresos).
Otra justificación de la legitimidad de las clases altas es su posesión de
habilidades específicas; estas están asociadas con cursos académicos selectivos
a los que se orientan principalmente sus hijos y que son una parte esencial de
sus activos. Pero este "capital cultural" no se limita a la posesión
de un título, también implica un alto consumo de bienes culturales y
habilidades para viajar y trabajar fuera de las fronteras nacionales. HPS
señalan que las clases altas, siempre dispuestas a promocionar la necesidad de
apertura internacional, son en su composición poco abiertas a los extranjeros
no europeos, contrariamente a las clases populares.
La dominación social de las clases altas se conjuga
con la dominación política, que ejemplariza de manera cada vez más esperpéntica
la desaparición de los trabajadores y las clases populares en general en las
instituciones políticas, incluyendo los representantes electos de los partidos
socialdemócratas y comunistas. Esta dominación política se refuerza por la
ocupación de posiciones de la simbiosis entre las clases superiores y la alta
administración. También se destaca el reforzamiento de la segregación espacial
en una serie de ciudades europeas tanto el este como en el oeste (en Budapest y
Londres), con barrios monopolizados por los más ricos. Las clases populares no
desaparecen de los centros urbanos, pero su perfil está cambiando: los obreros
desaparecen, reemplazados por un nuevo proletariado de servicios con una alta
proporción de extranjeros. La segregación social también marca los suburbios
con municipios donde son relegadas las residencias de las clases populares y de
otras.
La articulación del nivel nacional y del europeo
Todos los grupos sociales son reconfigurado de una
forma u otra por la división del trabajo entre los países europeos: aunque la
determinación nacional se mantiene fuerte, las relaciones de dominación ya no
son estrictamente nacionales, y muchas instituciones nacionales (hasta los
sistemas educativos) se reestructuran. Estos cambios son más o menos
obligatorios para los miembros de las diferentes clases.
En general, las clases altas están en la posición
más favorable. HPS enfatizan su relativa homogeneidad y convergencia más allá
de las fronteras nacionales de una forma más acusada que las otras clases. Por
lo general muestran una fuerte adhesión a la Unión Europea y a las políticas
comunitarias. Pero eso no quiere decir que las diferentes clases altas
nacionales tengan la misma importancia en el espacio europeo. Las clases altas
de Europa del Este son, para usar una expresión de los autores, “dominantes
dominados”, dependientes de las normas y modos de organización que les imponen.
Así, muchas grandes empresas están controladas por el capital extranjero y
gestionadas directamente por ejecutivos de otros países europeos; la esperanza
de hacer una carrera, en el caso de los cuadros de Europa del Este, depende de
un dominio perfecto del inglés y de modelar su comportamiento, su forma de vida
y su vestimenta al "ejemplo" del gestor occidental.
Las clases medias y populares son más dispares y
están más marcadas por las diferencias entre los estados en los que viven. La
situación de las diferentes clases populares varía según el ritmo y el patrón
de la reestructuración económica, el papel de la agricultura, la importancia
del trabajo no declarado, el alcance de los sistemas de protección social ...
Desde cualquier punto de vista, su situación es más difícil en Europa del Este
y del Sur. En cuanto a las clases medias, su configuración está determinada por
la importancia del sector público, aunque sean atacadas cada vez más por las políticas
neoliberales con la bendición de la UE. Para los miembros de las clases media y
populares, la unificación europea, tal y como tiene lugar, se asocia cada vez
más con recortes e incertidumbres.
Las trayectorias de "los de abajo", por
tanto, aparece como más dispar y fragmentada que las de las clases superiores.
Esto dificulta la creación de un movimiento social europeo, especialmente, como
señalan los autores, porque ni los partidos de izquierda ni los sindicatos europeos
abordan los problemas comunes, como las condiciones de empleo y trabajo.
Peligros y límites del populismo
En este contexto, se deja al populismo de derechas
un gran espacio que, como escriben los autores, consigue "transformar el
descontento social en repliegue nacional". Algunos (los autores citan a
Podemos y la Francia Insumisa) pretenden hacer frente a este peligro con un
"populismo de izquierda", oponiendo pueblo y oligarquía y dando mayor
importancia al marco nacional como espacio de protección. HPS subrayan sus
límites: en el mejor de los casos son respuestas a corto plazo al dumping
social y el recorte de los servicios públicos. El verdadero desafío es
reconstruir una correlación de fuerzas social más amplia que los marcos
nacionales, y recuperando la última frase del libro: "una izquierda
política y social capaz de desplegarse a la misma escala que las empresas
capitalistas, es decir, a nivel europeo". Estoy totalmente de acuerdo con
esta conclusión.
Varios aspectos de este trabajo merecen discusión.
En primer lugar, la definición de las clases es algo ecléctica. La suma de
asalariados y no asalariados es obvia para las clases altas y la mayoría de las
clases populares (una gran parte de los no asalariados que se incluyen en las
clases populares son clara e irremediablemente los "perdedores" del
capitalismo neoliberal). Por contra, es problemática en el caso de las clases
medias, [4] unas "clases medias" en las que HPS incluye a grupos
profesionales que forman parte innegable del proletariado moderno (como los
informáticos y técnicos, enfermeras, recepcionistas y cajeros). Señalamos
también al principio de este artículo que mientras se habla de tres clases,
siempre se utiliza el plural para referirse a ellas.
Desde un punto de vista marxista, se podría objetar
que esta categorización de las clases no esta definida por las relaciones
sociales de producción y que sus relaciones mutuas están mal caracterizadas.
Como resume Alain Bihr, que ha escrito una síntesis del concepto marxista de
las clases sociales: "Son las relaciones entre las clases más que las
clases sociales las que deben ser el centro del análisis [...] las clases solo
existen y sólo se puede entender a través de las relaciones que las unen.
Relaciones que tienen sus raíces en las relaciones de producción capitalistas,
con sus dimensiones irreducibles de explotación y dominación". [5]
Todo esto es cierto, pero no reduce el valor de
este libro, que proporciona al lector una gran cantidad de información y puntos
de referencia útiles para el "análisis concreto de la situación
concreta" . [6]
Notas
[1] Uno de los principales defensores de esta
oposición es el geógrafo Christophe Guilluy cuyas tesis están presentes en la
obra de Jean-Claude Michea: L’Anticapitaliste publicó en su edición de mayo de
2017 una entrevista con Isabelle Garo: https://npa2009.org/idees/politique/jean-claude-michea-la-reaction-sous-le-masque-de-lanticapitalisme
[2] Podemos leer acerca de Chantal Mouffe su
entrevista en Regards en 2016 "Me parece una necesidad urgente promover un
populismo de izquierda:
http://www.regards.fr/web/article/chantal-mouffe-parler-de
-populisme-de-izquierda-media-tomar-acto-de-la-crisis
[3] Le Monde Diplomatique, de julio de 2017.
[4] La cuestión de las "clases" o
"capas" medias que se encuentran entre las dos clases fundamentales
(burguesía y proletariado) es un viejo problema del análisis de clase marxista.
Algunos autores (Nikos Poulantzas y Baudelot, Establet, Malemort), en sus obras
de los años 70, distinguen entre una pequeña burguesía, pequeña burguesía
moderna y otra tradicional. Por su parte, Alain Bihr pone de manifiesto la
heterogeneidad de las supuestas clases o capas medias: "La pequeña
burguesía se forma sobre la base de las relaciones precapitalistas (la
producción mercantil simple) que el capitalismo destruye e integra a la vez.
Las “clases medias asalariadas” se forman sobre la base de las relaciones
capitalistas y se desarrollan al ritmo de estas”.
En su libro Entre bourgeoisie et prolétariat
–l’encadrement capitaliste (LʼHarmattan, 1989), también señala: "Ni
política ni ideológicamente, este conjunto de clases y fracciones forman una
unidad que permita incluirlas en unmismo concepto”. Otros aspectos del análisis
de Alain Bihr pueden generar más reservas, incluyendo el punto central de su
análisis: la existencia de una tercera clase fundamental entre burguesía y
proletariado: los "cuadros capitalistas".
[5] "Las relaciones entre las clases sociales,
entrevista con Alain Bihr," Mediapart 21 de enero de 2014: https://blogs.mediapart.fr/edition/la-revue-du-projet/article/210114/les-rapports-
sociales de clase de servicio con Alain Bihr- En esta entrevista, Alain Bihr
presenta su trabajo sobre las clases Les rapports sociaux de classes, Lausanne,
Editions Page deux. Este libro está disponible electrónicamente: http://classiques.uqac.ca/contemporains/bihr_alain/rapports_sociaux_de_classes/rapports_sociaux_de_classes.html
Traducción de G. Buster – Sin Permiso
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