15-06-2018
“Sé
que cumples los treinta y ocho el día 14. ¿Piensas acaso que a esa edad un
hombre empieza a ser viejo?” Carta de Fidel de 3 de junio de 1966
En
el periodo del 2 de diciembre de 1956 al 31 de diciembre de 1958, Ernesto
Guevara de la Serna inició y desarrolló su trayectoria guerrillera convertido
en el legendario Comandante conocido popularmente y oficialmente como Che, y no
por azar designado por Fidel como el primer Comandante del Ejército Rebelde en
la Sierra Maestra.
Fue
en este periodo de su vida guerrillera en el que, sin previo fogueo en la lucha
revolucionaria armada, e insertado en un contingente revolucionario hasta
entonces extranjero, tuvo la ocasión de demostrar, a pesar de las ocasionales y
hasta graves limitaciones físicas por sus crisis asmáticas, su indomable
voluntad, su recio y estoico carácter, sus claras y avanzadas ideas políticas y
revolucionarias, su sobresaliente don de mando y pericia estratégica y su
identificación plena con el espíritu, el sentimiento, la idiosincrasia y los
ideales patrios del pueblo cubano y de su líder máximo Fidel Castro.
Tenía
28 años cumplidos cuando inició su meteórica carrera guerrillera. Según
su Diario de un combatiente de la Sierra Maestra a Santa Clara
(1956-1958), el día previo a su cumpleaños 29, en 1957, escribió que
“teníamos que buscar una cueva donde escondernos, pues ya era peligroso tanto
tiempo de permanencia en el mismo sitio pero debí dejarlo para las 12 pues
estaba con bastante asma, probablemente a causa del tabaco pues le metí duro a
la cachimba. (…) debimos improvisar una búsqueda de la flor del clarín para el
asma. (…) Me inyecté ACTH de nuevo.
El
día 14 de junio, primer cumpleaños en Cuba, no refiere en el Diario nada
sobre este acontecimiento personal, y relata incidentes y hechos relacionados
con la supervivencia de su grupo guerrillero en el entorno campesino.
Al
año siguiente, el 13 de junio narra incidentes propios del ambiente guerrillero
y que “la aviación estuvo activísima durante toda la mañana bombardeando las
zonas (…)”. El día 14 tal vez no tuvo ocasión de pensar en su cumpleaños, pues
en cuatro líneas reflejó lo siguiente: “Invertimos todo el día en llegar al
Macío, donde estaba Acuña, iniciando inmediatamente la investigación del caso, tarea
en la que me dieron las 12 de la noche. Crescencio me había dicho que aceptaba
mi fallo como bueno y me daba plena libertad para actuar.”
En
los meses siguientes de 1958, Ché continuó tejiendo su leyenda guerrillera
hasta la toma de la Ciudad de Santa Clara, y después del triunfo de la
Revolución, pasó a ocupar múltiples responsabilidades del gobierno y del
partido en Cuba, que lo distinguieron como político y estadista de la primera
fila de la Revolución Cubana. Quizás no sabremos nunca como transcurrieron
todos sus cumpleaños en el periodo que culminó aquella mañana del jueves 1ro de
abril de 1965, cuando partía desde La Habana hacia su destino en el Congo, y en
que según escribiera en su Pasaje de la guerra revolucionaria, Congo:
“Dejaba atrás casi once años de trabajo para la Revolución Cubana al lado de
Fidel, un hogar feliz, hasta donde puede llamarse hogar la vivienda de un
revolucionario consagrado a su tarea y un montón de hijos (tres hembras y dos
varones) que apenas sabían de mi cariño. Se reiniciaba el ciclo.”
Sobre
esta misión Fidel declaró a Gianni Miná, en Un encuentro con Fidel:
“Esto nunca lo hemos publicado. Entonces, el movimiento revolucionario (del
Congo) nos pidió una ayuda, que le enviáramos instructores, combatientes, en
una misión internacionalista. (…) Entonces yo mismo le sugerí a Che la idea de
que había que ganar tiempo, esperar; él quería desarrollar cuadros, desarrollar
más la experiencia, y lo hicimos responsable del grupo que fue a ayudar a los
revolucionarios en el actual Zaire (…).”
William
Gálvez en su obra El sueño africano de Che relata que
“Poco antes de la medianoche del viernes 23 de abril de 1965 tal vez aquel
hombre, del que muy pocos sabían su verdadera identidad, no recordara que 9
años, 4 meses y 29 días atrás realizó un viaje semejante. Aunque en aquella
ocasión la travesía fue más larga, ambas no estuvieron exentas de los mismos
peligros y ambas perseguían un mismo objetivo. El 25 de noviembre de 1956, el
joven Ernesto Guevara de la Serna subía a una embarcación, en el puerto del río
Tuxpan, en México. Con anterioridad había aceptado ser el médico de la
expedición de 82 hombres comandada por Fidel Castro que, apretujados, irían en
el yate Granma decididos a combatir la tiranía que imperaba en Cuba. Aquella
salida fue lo más clandestina posible (…). Esta vez deben cruzar un inmenso
lago de unos 70 kilómetros también a oscuras y los riesgos de ser atrapados o
hundidos serán los mismos.”
Pisaron
la tierra congolesa en la madrugada del sábado 24 de abril, según relato de
Ché.
Y
Gálvez apunta que “el 14 de junio, Ché cumplió 37 años, pero nadie más que él
lo supo en aquella región africana, pues a nadie se lo dijo.”
El
tiempo pasó y las circunstancias de la política internacional africana,
determinaron poner fin a la misión internacionalista encabezada por el Che, que
se estableciera en el Congo desde el 24 de abril hasta la madrugada del domingo
21 de noviembre de 1965. Después transcurrirían meses, periodo en que escribió
Pasajes de la Guerra Revolucionaria, El Congo, y se dedicó a otras tareas
relacionadas con su próximos planes latinoamericanos.
A
pesar de que al principio estaba renuente a regresar a Cuba, mientras aquí se
hacían los preparativos para su inmediata contienda guerrillera en Bolivia, cumpliendo
sus peticiones de coordinaciones, recursos y hombres, Fidel logra convencerle
de la necesidad y utilidad de regresar para poner a punto tal empresa en una
carta de fecha 3 de junio de 1966, definitoria por su carga argumental y la
comunión de sentimientos y de respeto compartidos por ambos. En la misiva, en
respuesta a una observación del Che sobre su edad, Fidel le señala: ““Sé que
cumples los treinta y ocho el día 14. ¿Piensas acaso que a esa edad un hombre
empieza a ser viejo?”
Los
días guerrilleros del Che en Bolivia se sucedieron desde el 7 de noviembre de
1966, en que escribió en su Diario “Hoy comienza una
nueva etapa”, hasta el 9 de octubre de 1967 en que fue asesinado. Quizás por
las circunstancias vividas durante su estancia en Cuba y la cercanía familiar,
las nostalgias se reflejaron en sus apuntes diarios, señalando en las fechas
correspondientes los cumpleaños de: Aliucha (su segunda hija); de su padre
Ernesto; de Hildita, su primera hija; de su esposa Aleida; de Ernestico, su
hijo menor; de Roberto y Juan Martin, sus hermanos; de Camilo, su hijo; de
Celita y el suyo, el día 14 de junio. También menciona los cumpleaños de dos
guerrilleros: Benigno y Pablito (el menor en la guerrilla).
Resulta
significativo lo expresado sobre las condiciones de aquel día 14 de junio de
1967, en un sitio situado a una altura de 840 metros, y su juicio sobre el
cumpleaños, en el que emplea un criollo cubanismo: “Pasamos el día en la aguada
fría, al lado del fuego, esperando noticias de Miguel y Urbano que eran los
chaqueadores. (…). Quedamos en el lugar, comiéndonos el último potaje, no queda
más que una ración de maní y 3 de mote.
He
llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre
mi futuro guerrillero; por ahora estoy “entero”.
Así
transcurrió el último cumpleaños en la vida del Che Guevara. Los siguientes
cumpleaños después de su caída, etapa perenne de su siempreviva inmortal, han
sido recordados y conmemorados por su pueblo cubano, junto al del General de la
independencia Antonio Maceo; y hombres y mujeres de muchos otros pueblos del
mundo rinden todos los años el homenaje que merece el Guerrillero
Heroico.
Esta
vez, en el 90 aniversario de su natalicio, la historia ha puesto de manifiesto
que, a pesar del tiempo transcurrido, Che se mantiene joven, entero e íntegro
como paradigma de los revolucionarios consecuentes del pasado, presente y
futuro.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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