24-08-2018
Un caudal portentoso de ideas y de
acciones, emancipadoras, constituye un tesoro (no exclusivo) de los pueblos
latinoamericanos y caribeños. Desde la caída misma de la “Gran
Tenochtitlan” (13 de agosto de 1521) hasta las luchas más recientes contra la
neo-colonización económica, cultural y comunicacional… tenemos un inventario de
pensadores “nuestros” que lo son no sólo por razones geográficas sino por objetivos
descolonizadores en todas sus líneas. Moctezuma, Netzahualcóyotl, Cuauhtémoc… a
cual más, desde las luchas de resistencia contra la invasión española hasta el
presente, somos herederos y deudores de un “tesoro de pensamiento” empeñado en
recuperar la tierra, las fuerzas productivas, la libertad y la identidad. Es la
“Batalla de las Ideas” entendida y extendida, también, como producción y
profundización de simientes nacidas con cargas geográficas relativas. Si bien
el pensamiento reclama identidades, al mismo tiempo relativiza “pasaportes”. De
esa “lógica”, emana un caudal vigoroso de contribuciones teóricas y prácticas,
que son irreductibles al individualismo, mientras reconocen el valor del aporte
personal.
Parte
de esa herencia es, también, el repertorio de sus debates internos y externos.
Línea por línea el temario núcleo del pensamiento latinoamericano ha sido
teñido por el debate Capital-Trabajo, por la contradicción entre la supremacía
del Capital sobre la especie humana…y por el desarrollo de las luchas sociales.
Tal repertorio del debate recorre una gama completa que va desde desacuerdos
menores hasta francas guerras irreconciliables y todos han sido fuente
(voluntaria e involuntaria) de enseñanzas y aprendizajes de todo tipo. Y eso
que parecería “obvio” no lo es si se toman en cuenta las condiciones concretas
que la lucha de clases ha impuesto en las miles de carencias educativas a que
han sido sometidos nuestros pueblos, especialmente las educativas, las
culturales y las comunicacionales.
Se
han puesto en debate las tradiciones filosóficas y sus ejes metodológicos. Se
han debatido hermenéuticas y propedéuticas, físicas y metafísicas, lógicas y
estéticas, morales y éticas… debatió Sor Juana con Carlos de Sigüenza y
Góngora; debatió Borges con Sábato; debatió Paz con Arreola… y casi no existe
aporte al pensamiento latinoamericano que no haya saldado su -o sus- debates
necesarios. Insistamos. Pero más allá de los debates inter-personales, tenemos
la huella continental amplísima marcada por los debates históricos de un
pensamiento que no sólo abarca un territorio sino que abarcan las claves
emancipadoras para la especie humana en su totalidad, es decir, el debate
Capital-Trabajo… el debate clase opresora vs clases oprimidas. Insistamos.
Pensamiento con fuerzas internas que luchan, con todos los medios disponibles,
por la libertad y contra la alienación neocolonial ante las condiciones
históricas de opresión. Y en especial durante el siglo XX.
Lucha
por la libertad está inmersa en el ser de los pueblos, rompiendo esclavitudes y
creando bases para una comunidad humana finalmente organizada para su
emancipación y cuyo resultado debería ser una sola y gran patria de la
humanidad, donde nadie sería “débil” y nadie será el más “fuerte”. Esta línea
de ideas no sólo es componente identitario sino que se desarrolla como una de
las más altas realizaciones teóricas del pensamiento latinoamericano hasta
nuestros días. En eso cabe Frantz Fanon como caben Ricardo Flores Magón, Juan
Carlos Mariátegui, José Vasconcelos, Eli de Gortari, Leopoldo Zea, Arturo
Jauretche… por sólo mencionar algunos y corriendo a sabiendas el peligro de la
omisión por espacio escaso. Una multitud de problemas abordados, a veces, hacia
sus soluciones que son expresión de una multitud de culturas. Culturas, que por
cierto, van hacia una universalidad que es la Cultura necesaria en un comunidad
organizada para sí, bajo el rigor de sus necesidades históricas y su
desarrollo. Universalidad de la comunidad de hombres y pueblos unidos por metas
emancipadoras semejantes.
Tal
filosofía, hacia una comunidad organizada -y organizadora- para su
planificación material y simbólica, ha reflejado siempre los problemas que se
le han presentado a la humanidad que se organiza localmente para resolver sus
problemas en las etapas más críticas de su historia, en épocas de crisis
económica, moral y social. Épocas en las que es necesario alcanzar una nueva
moral social, un pensamiento que ha sido alterado e hibridado por diversas
circunstancias. Época, también, de crítica multiplicada. Nuestro pensamiento
plantea no pocos problemas que aún no han sido resueltos. Y por eso es también
un pensamiento cuyo núcleo sigue siendo el de la crisis del racionalismo, del
empirismo, del criticismo, del nacionalismo… que algunos autores vieron como
una reacción anticolonial. Han corrido “ríos de tinta” académica y de todo
género, al respecto.
Pero
nuestro Pensamiento ha hablado de libertad y dignidad, de soberanía, de los
derechos humanos y del respeto inalienable al trabajo como valores hacia la
universalización de su vigencia para ampliar las posibilidades de la humanidad
-y de la naturaleza- Espíritu presente en el pensar sobre las relaciones que
mantienen los “pueblos originarios” y sus herederos con los pueblos que, se han
transformado en naciones nuevas. Espíritu en el pensar que afirma la igualdad
de las identidades descolonizadas y se suma a la universalización de la
Cultura: universalización nunca vista. Pensamiento que es universalización de
las rebeldías que refleja, en la filosofía… en el espíritu que recorre nuestro
tiempo.
Nuestras
tareas hoy deben atender la organización dialéctica en las luchas de los
pueblos que han hecho vigente la lucha por la identidad emancipada en la
realidad y en su desarrollo. La capacidad de la organización para convertirse
en lucha y la lucha en organización para crear condiciones que permitan su
ampliación. Está en juego la sobrevivencia no sólo de nuestros pueblos sino de
la humanidad y para eso es necesaria la comunidad organizada para sí, en una
serie de tareas -que ya son comunes- (comunitarias) a todos los seres humanos.
Derrotar todo exclusivismo, haciendo a un lado la discriminatorio racial,
económica, política, religiosa o social. Hacia un humanismo que ahora
trasciende las fronteras en la América Latina, y sus pensadores o filósofos: El
desarrollo de las capacidades críticas para la organización de la comunidad de
iguales que es, hoy por hoy, una asignatura pendiente.
Fernando
Buen Abad Domínguez, Instituto de Cultura y Comunicación UNLa.
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