09/08/2018
La posibilidad real de la tercera ola
de la recesión estaría pasando desapercibida para la mayoría de Agencias de
Calificación debido a la desconexión con la realidad que les llevaría a justificar
la exuberancia irracional de los mercados, con lo que se cumpliría la famosa
frase del iconoclasta John Kenneth Galbraiht. ”Hay dos clases de economistas:
los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso”. Así, el ” efecto
mariposa” trasladado a sistemas complejos como la Bolsa de Valores, tendría
como efecto colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro
mediato pues los modelos cuánticos que utilizan serían tan sólo simulaciones
basadas en modelos precedentes (Teoría de la Inestabilidad financiera de
Minsky), con lo que la inclusión de tan sólo una variable incorrecta o la
repentina aparición de una variable imprevista provoca que el margen de error
de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder
incluso el límite estratosférico del cien por cien, dando lugar a un nuevo
estallido o crash bursátil.
La exuberancia irracional de los mercados
El proceso especulativo impulsa a
comprar con la esperanza de sustanciosas ganancias en el futuro, lo que provoca
una espiral alcista alejada de toda base factual y el precio del activo llega a
alcanzar niveles estratosféricos hasta que la burbuja acaba estallando (crash)
debido a la venta masiva de activos y la ausencia de compradores, lo que
provoca una caída repentina y brusca de los precios hasta límites inferiores a
su nivel natural (crack), cumpliéndose una vez más la máxima de Keynes: “Los
mercados pueden permanecer irracionales más tiempo del que tú puedes permanecer
solvente”. Así, un inversor está dispuesto a pagar un precio por una acción si
le reporta dinero en el futuro, por lo que el valor de dicha acción es el total
de flujos esperados pero el nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el
que confluyen beneficios y multiplicadores mínimos), se situaría a años-luz de
los niveles actuales debido al riesgo de estancamiento económico secular que
presentan las principales economías mundiales.
Sin embargo, debido al “efecto Trump”
los inversores de EEUU estaban instalados en la euforia tras superar el techo
ionosférico de los 26.000 puntos en el Dow Jones, (rememorando el boom bursátil
de los años 20, preludio del crack bursátil de 1.929), por lo que son incapaces
de percibir el vértigo de la altura pero la sombra del impeachment que planea
sobre Donald Trump y la incertidumbre existente en Wall Street sobre su agenda
económica , provocará que los grandes inversores sientan por primera vez el mal
de la altura que les llevará a reducir su exposición al riesgo con el
consecuente efecto bajista en las cotizaciones de las acciones. Además, la
inflación en EEUU acelerará las próximas subidas de tipos de interés del dólar
en el 2018, haciendo que los inversionistas se distancien de los activos de
renta variable y que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil
mundial, derivando en una psicosis vendedora que terminará por desencadenar el
estallido de la actual burbuja bursátil. Dicho estallido tendrá como efectos
colaterales la consiguiente inanición financiera de las empresas, la
subsiguiente devaluación de las monedas de incontables países para incrementar
sus exportaciones y como efectos benéficos el obligar a las compañías a
redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y
restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis bursátil del
2000-2002) y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores
todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera
de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.
¿Finiquito a los Tratados Comerciales
Transnacionales?
La obsesión paranoica de las
multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales por maximizar los
beneficios, (debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir
incrementos constantes en los dividendos), les habría inducido a endeudarse
peligrosamente en aras del gigantismo mediante OPAS hostiles y a la
intensificación de la política de deslocalización de empresas a países
emergentes en aras de reducir los costes de producción (dado el enorme
diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los
trabajadores). Así, el Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Canadá y México
(NAFTA o TLCAN), firmado por el Presidente Clinton en 1964 habría provocado que
adultos blancos de más de 45 años sin estudios universitarios y con empleos de
bajo valor añadido tras quedar enrolados en las filas del paro, habrían
terminado sumido en un círculo explosivo de depresión, alcoholismo,
drogadicción y suicidio tras ver esfumarse el mirlo del “sueño americano”, lo
que habría tenido como efecto colateral la desafección de dichos segmentos de
población blanca respecto del establishment tradicional demócrata y
republicano, por lo que Trump se propone renegociarlo.
Igualmente, la Asociación Transpacífico
(TPP por sus siglas en inglés) sería la pieza central de Obama en su política
de reafirmación del poder económico y militar en la región del Pacífico para
hacer frente a la Unión EuroAsiática que inició su singladura el 1 de enero del
2015, pero el Presidente electo de EEUU, Donald Trump incluyó en su programa
electoral la salida de EEUU de dicha asociación. Finalmente, tenemos el TTIP (Tratado
Transatlántico de Comercio e Inversión entre EEUU y la UE) cuyas negociaciones
deberían finalizar para principios del 2017 pues en teoría tan sólo implicaban
la eliminación de aranceles, la normativa innecesaria y las barreras
burocráticas pero la tardía reafirmación de la soberanía europeísta por parte
del eje franco-alemán aunado con el retorno a políticas neo-proteccionistas por
parte de Trump, lograrán que la niebla del olvido cubra con su manto el TTIP.
¿Hacia la tercera ola de la recesión?
El retorno al endemismo recurrente de
la Guerra Fría entre EEUU-Rusia tras la crisis de Ucrania y la imposición de
sanciones por UE-Japón-EEUU contra Rusia , marcarían el inicio del ocaso de la
economía global y del libre comercio, máxime al haberse demostrado inoperante
la Ronda Doha (organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el
comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153 países
miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y haber fracasado en
todos sus intentos desde su creación en el 2011. Así, asistiremos al finiquito
de los Tratados Comerciales transnacionales (TTIP, NAFTA y TTP) y a la
implementación por las economías del Primer Mundo de medidas proteccionistas
frente a los países emergentes cuyo paradigma sería el establecimiento por la
UE y EEUU de medidas antidumping contra el acero Chino con aranceles que
oscilarán del 20% europeo al 500% estadounidense y que significarán el retorno
al Neo-Proteccionismo económico. Finalmente, tanto la UE como EEUU implementarán
la Doctrina del “Fomento del Consumo de Productos nacionales” en forma de
ayudas para evitar la deslocalización de empresas, subvenciones a la industria
agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos
manufacturados, Elevación de los Parámetros de calidad exigidos a los productos
manufacturados del exterior y la imposición de medidas fitosanitarias
adicionales a los productos de países emergentes. Ello obligará a China,
México, Sudáfrica, Brasil e India a realizar costosísimas inversiones para
reducir sus niveles de contaminación y mejorar los parámetros de calidad,
dibujándose un escenario a cinco años en el que se pasaría de las guerras
comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del
comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior
regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.
Efectos colaterales de la nueva
recesión económica
En el escenario europeo, si la Deuda
Pública y privada prosigan su vuelo por la estratosfera, los salarios
permanecen congelados o con incrementos inferiores al IPC, el crédito bancario
sigue sin fluir con normalidad a unos tipos de interés reales a pymes,
autónomos y particulares y no se aprovecha la bajada del precio del petróleo y
la dilación en los plazos para reducir el déficit público de los países para
implementar medidas keynesianas de inversión en Obra Pública y reducir el
desempleo, la economías europeas se verán abocadas a un peligroso cóctel
explosivo que impedirá a las empresas conseguir beneficios y a los trabajadores
incrementar sus sueldos así como a una subida de las tasas de interés reales
que agravarían los problemas de sobreendeudamiento público y privado aunado con
un desempleo rayando el 11%, lo que podría generar una década de estancamiento
rememorando la Década perdida de la economía japonesa.
Por su parte, los países emergentes
(BRICS, México, Corea de Sur y Tigres asiáticos), sufrirán un severo
estancamiento de sus economías, con la entrada en recesión de países como
Brasil y Rusia y raquíticos crecimientos anuales del PIB (rozando el 4% en el
caso de India y China) tras un decenio espectacular con tasas de crecimiento
superiores a los dos dígitos), debido al desplome del precio del crudo y a la brutal
constricción de las exportaciones por la contracción del consumo mundial, lo
que conllevará la devaluación de sus monedas para incrementar sus exportaciones
así como una drástica reducción de sus Superávit que acelerará la agudización
de la fractura social, el incremento de la inestabilidad social y un severo
retroceso de sus incipientes libertades democráticas.
Mención especial merece China que
estaría inmersa en una crisis económica identitaria al tener que implementar
una amplia batería de reformas estructurales. Así, entre las fragilidades de su
economía se encuentran la todavía limitada integración financiera
internacional, su aislamiento y control del aparato estatal en el ámbito
interno, así como una asignación de recursos económicos poco eficiente
provocada por el paternalismo público y un insuficiente nivel de desarrollo de
las redes de distribución, marketing y venta. Los desafíos están centrados en
vencer la alta dependencia de China respecto de la demanda de las economías
desarrolladas y la incierta capacidad de la demanda privada para tomar el
relevo una vez que se agoten los estímulos públicos.
Respecto a América Latina y el Caribe,
la contracción de la demanda mundial de materias estaría ya provocando el
estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus
monedas debido a la fortaleza del dólar, lo que se traducirá en aumentos de los
costes de producción, pérdida de competitividad, tasas de inflación desbocadas
e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior. Así, según la Directora
Gerente del FMI, Lagarde, “la fortaleza del dólar junto con la debilidad de los
precios de los productos crea riesgos para los balances y financiación de los
países deudores en dólares”, de lo que se deduce que las economías de América
Latina y Caribe estarán más expuestas a una posible apreciación del dólar y la
reversión de los flujos de capital asociados, fenómeno que podría reeditar la
“Década perdida de América Latina” (Década de los 80), agravado por un notable
incremento de la inestabilidad social, el aumento de las tasas de pobreza y un
severo retroceso de las libertades democráticas.
Germán Gorraiz Lopez
Analista
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