27/09/2018
A dos semanas de las elecciones, parece
que el genial contragolpe de Lula dio resultado. Y la derecha no sabe a dónde
correr. Fernando Henrique Cardoso, pobrecillo, hace declaraciones que se
parecen a un principio de infarto. Con razón. Si la élite va al encuentro de la
irracionalidad fascista (estacionada en el 1/3 de los votos de la clase media y
alta golpista), arriesga a agravar el cuadro de la economía que cae. Por otro
lado, si a esta altura se calla, acaba aceptando la derrota por el lulismo, que
es lo que se dibuja.
Según indican los movimientos de las
tendencias de voto, "Haddad es Lula" ganó. Y hasta el sociólogo
tucano (FHC), padre de los golpistas, ya trabaja internamente su aceptación del
hecho.
El genial contragolpe de Lula
El genial contragolpe de Lula
Según la última encuesta del
conservador Ibope (18/sept), Fernando Haddad alcanzaba, a mediados de la semana
pasada, el 19% (contra 28% del apuñalado Bolso-nazi, también llamado “la
Cosa”), y el 11% de Ciro Gomes. Al final de la semana (21/sept), el
Data-Poder-360 (no menos conservador) daba al candidato lulista el 22%
(crecimiento meteórico de 4% en media semana) (1)
Es decir, por la media histórica de las
trampas de los institutos de investigación, Haddad ya puede estar en primer
lugar.
Mientras tanto, la “Cosa” ingresa en
caída libre: de su clímax del 28%, bajó al 26%, lo que lo coloca en empate
técnico con el petista (a pesar de que Data-Poder no sólo oculta eso, sino que
destaca amenazadoramente que en la segunda vuelta Haddad solamente
"empata" con el neofascista, a pesar del 3% de ventaja del candidato
de Lula y de su fuerte curva de ascenso).
En cuanto a Ciro, sigue estancado en su
orgulloso auto-aislamiento.
Ya el candidato "puro" del
Mercado, el tucano Alckmin (PSDB), aparece con un risible 7%, denotando la
derrota de su partido neoliberal en el golpe – ya que ¡pierde el puesto de
segunda fuerza que ocupaba hace años!
A su lado, la candidata de los
banqueros Setúbal, Marina Silva, bajo la fachada de un Banco Itaú “flexible”
(al mismo tiempo plantador de bosques y promotor del grilaje de tierras),
"alcanza" sólo el 6%.
Así, al final, quien ocupó el vacío
existencial de la derecha fue el ex militar neofascista, con su ladrido
amenazador que incluso asusta hasta el propio Mercado – este ente supremo de la
alta élite que en el 2016 sacó a ese rufián de la escoria parlamentaria,
creyendo que él era un buen títere en la construcción de su proyecto
antipetista.
El reformismo sigue fuerte
El reformismo sigue fuerte
El discurso keynesiano
centro-izquierdista, que conduce tanto al PT como al PDT (este, con la
excepción de algunos oportunistas pro-golpe), sigue firme en la opinión
popular, con su siempre acentos a la conciliación de clases.
Se trata de un reformismo laboral de
sesgo nacionalista: antineoliberal, aunque no anticapitalista, línea que, a
pesar de nuestra posición periférica en las estructuras del sistema global, ha
permitido un interesante alineamiento internacional antihegemónico (altivo y
activo), lo que es fundamental en tiempos de crisis y reorganización del
sistema de poder mundial.
Pero, ¿y las otras alternativas
progresistas, como el Partido Socialista Brasileño (PSB)? Murió en el golpe. ¿Y
el ex comunista Partido Popular Socialista (PPS)? Ya nació como chiste tras la
caída soviética.
En el campo de la izquierda, el que
sigue en la vida política post-golpe de 2016 es el Partido de los Trabajadores,
con sus muchos errores y aciertos, tal vez ahora más vacunado en cuanto a los
peligros de sus alianzas subalternas y de su burocrático "desapego"
de las bases populares.
El PT continuará, probablemente, por
esta etapa, con su proyecto conciliador: de reformismo lento y de partido fuerte
(especialmente en las urnas, donde siempre cuenta con al menos un tercio de los
votos).
En el PDT (P. Democrático Laborista),
lo que sobró de la agrupación del fallecido gran líder Leonel Brizola, encontró
ahora por representante a un personalista, una especie de caudillo nacionalista
de discurso, digamos, "petista descarriado". Su pre proyecto, también
reformista, parece estar ora a la derecha, ora a la izquierda del centrismo en
que estacionó el PT (conforme el aspecto político que analizamos). Es decir:
esto, en la hipótesis de que sus promesas pueden ser tomadas en serio. Pero en
la marea de los caprichos personales de Ciro, y teniendo como base sus acentos
precoces hacia el sector conservador (empresarios golpistas, agronegociantes),
la tendencia es que, caso que sea gobierno, se asiente "bien" a la
derecha del lulismo.
En el caso de los viejos aventureros de
causa propia, algunos hoy vienen revestidos de "novedad", como: la
propia Marina “Verde-Itaú” (candidata del llamado "capitalismo
ecológico", de cuyo predadorismo económico emana un paradójico aroma
floral); o el banquero del viejo sistema, Amoêdo, autodenominado "el
Nuevo", y hay aun el hijo del ex presidente progresista Goulart,
curiosamente cercano al grupo del periódico Hora del Pueblo (supuestamente de
ultraizquierda, pero partidario de la derecha en el golpe de 2016); y no
olvidemos al pobre banquero Meirelles, candidato del presidente golpista Temer,
que siendo súper expuesto en la televisión hace que un alma más sensible venga
a sentir mucha vergüenza ajena.
La verdadera política capitalista
Con el lema “Haddad es Lula”, el PT es
hoy el voto “real” que debe aglutinar a la izquierda en el ballotage. Este es
el juego "democrático" (o antes "electoral), en su práctica
capitalista rasa, sucia, fallida. El buen candidato socialista Guilherme
Boulos, líder del Movimiento de los Trabajadores Sin-Techo, ahora en el PSOL
(P. Socialismo y Libertad), no debe pasar del 1% o el 2% de las intenciones de
voto.
Con todos los problemas y equívocos del
PT ya apuntados por la izquierda crítica (y con razón), el candidato del ex
presidente Lula es de lejos el más progresista que tiene chances de ser
elegido. Aunque el PT mantenga su temerario y flojo discurso "paz y
amor" (apuntando a los votos de la centro-derecha), en un nuevo gobierno
deberá retomar la efectividad de las políticas sociales urgentes (si no contra
toda la pobreza, al menos contra la miseria extrema, que aún son algunas
decenas de millones de brasileños). Además, Haddad ciertamente realineará más
inteligentemente a Brasil en el tablero global, en el cual fuimos perdiendo
espacio desde el golpe – y la orientación geopolítica no-hegemónica es hoy
esencial para que dejemos los grilletes estructurales que nos rebajan a mero
productor de materias primas.
¿Y en cuanto a Ciro? – muchos
preguntan. El extucano (fundador del PSDB) pecó por querer
volar demasiado alto, y en una hora inoportuna, exponiendo demasiado su vanidad
y formación autoritaria. En la táctica de insistir en estar solo, gritando
contra todos a la derecha y a la izquierda, poniendo su personalismo por encima
de cualquier proyecto o perspectiva de construcción colectiva. Y sobre todo,
siempre distante de los movimientos sociales. Ciro llegó incluso a atacar a su
propio ex padrino (aunque con inusual delicadeza, lo que muestra menos
inmadurez), en un momento de un cuasi régimen de excepción, en el que Lula es
un perseguido político viviendo una situación de violación de sus derechos.
Esto no fue limpio – y ahora él paga el precio. Él es él, Ciro Gomes. Y eso es
todo.
O al menos era, hasta que Luiz Ignacio
Lula da Silva definió la contienda. ¿Ciro cambió? Bienvenido a la resistencia
popular. Pero venga con más humildad. Además, sus correligionarios ocultan su
coqueteo con el sistema, y, como argumento de peso, lo mejor que encuentran es
afirmar que "el antipetismo no gana al fascismo en la segunda
vuelta". Inflado "temor" del antipetismo, que si bien examinado,
más se asemeja al propio antipetismo.
¿Giro (aunque suave) a la izquierda?
La hinchada ahora es para que el
lulismo, que de la experiencia sufrida, se espera que haya obtenido
aprendizajes más profundos sobre los incontables debates teóricos en torno a
nuestra cuestión nacional de América como un todo, o sea: acerca de la
"inexistencia" entre nosotros de una burguesía realmente
"nacionalista". Nuestras clases dominantes son socias menores del
imperialismo; desprecian sus raíces, cultura, pueblo; se creen extranjeras.
Ante estos enemigos bajos, entreguistas
involucrados con la negociación imperialista, el ocupante del poder ejecutivo
(que es sólo una parte del poder, ¡vale siempre recordar!) tiene que mantener
la guardia mucho más elevada de lo que ha sido la praxis.
Alianza de clases, en Brasil, no es
alianza, es tregua.
No se puede titubear frente a una élite
que se siente orgullosa de privilegios inhumanos e insostenibles (véase el
impacto en el presupuesto nacional de los super sueldos y del
"asistencialismo" destinado a nuestros pobres jueces y
parlamentarios, o de las exenciones millonarias a los banqueros y medios de
comunicación corporativa). Este desleal oponente suele tener mucho que perder,
y así va a intentar a toda costa mantenerse mamando en el Estado,
independientemente de tener que cambiar la regla del juego o atropellar la mal
llamada "democracia". Y aun sabiendo que el "basta" social
se acerca.
Cualquier proyecto que pretenda
efectivamente transformador tiene que aliarse con las calles. La palabra final
viene de las calles (lo mostró la caída de Dilma). Viene de las bases populares
organizadas de Las que el PT nunca debió haberse alejado.
Nota
(1)Después de concluir este artículo,
otra encuesta (del 24/sept), pagada por el Banco Pactual, reafirma que Haddad
se consolida en el ballotage: el ex alcalde paulista sigue subiendo, ahora con
el 23% (ganó 1% de los votos en tres días).
Yuri Martins Fontes, filósofo e
historiador brasileño, es ensayista, educador popular y coordinador del Núcleo
Práxis de la Universidad de San Pablo.
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