Investig'Action
03-09-2018
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Traducido del francés para Rebelión
por Beatriz Morales Bastos
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Dedicado
a François Houtart y Samir Amin
Karl
Marx nació hace doscientos años. Pocos pensadores han influido tanto en la
historia como él. Su crítica aguda y radical del capitalismo sigue siendo
actual hoy en día: crisis económicas, explotación, las características del
Estado, la lucha de clases, el papel de la clase obrera, el pensamiento
ecologista... (1).
1. Crisis económica
La
crisis financiera de 2008 tuvo unos efectos devastadores. Socavó las finanzas
públicas y costó un 20 % del PIB a los países de la zona euro (2). Para salvar
a los bancos las autoridades nacionales del mundo entero liberaron casi 9
billones de dólares, esto es, el equivalente a 65 años de ayuda al desarrollo
(3).
Esta
gran recesión provocó el desmoronamiento de todo el sistema financiero. El
colmo es que los economistas burgueses ni siquiera lo vieron venir. Pero no es
sorprendente ya que la economía burguesa simplemente no tiene una teoría de la
crisis. Para explicar una crisis económica se recurre a explicaciones
superficiales y psicológicas como “comportamientos irresponsables” o “mala
evaluación” de los actores económicos, “comportamiento irracional” de los
inversores o “mala comunicación” por parte de los políticos. En el mejor de los
casos se habla de “reglas del juego imperfectas”. No hay un análisis profundo,
estructural.
Para
Marx, por el contrario, el estudio de las crisis es un elemento esencial de su
teoría. Para él la crisis no es un fenómeno debido al azar o a la codicia. Al
contrario, la crisis forma parte del ADN del capitalismo. Es parte integrante
de su propia lógica. “El verdadero límite de la producción capitalista es el
propio capital” (4). Marx constató que el motor del capitalismo se averiaba regularmente
y entonces se destruye una parte del aparato de producción. Durante las crisis
“una buena parte de los productos fabricados e incluso de las fuerzas
productivas ya creadas se destruye regularmente” (5).
Marx
fue el primer economista que explicó por qué el capitalismo se enfrentaba a
crisis regularmente. Su explicación es la siguiente en pocas palabras: las
personas asalariadas producen más de lo que pueden comprar con su salario o,
dicho de otro modo, ganan menos que el valor que ellos producen con su trabajo
(véase el segundo punto). Como la producción es mayor que lo que se puede
consumir una parte de la producción no se puede vender. “La razón última de
todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de
las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las
fuerzas productivas como si solo tuvieran como límite la capacidad absoluta de
consumo de la sociedad”(6).
De
este modo se crea regularmente un cortocircuito entre la producción y el
consumo. Durante la crisis se suprime este cortocircuito. Es una cura periódica
de saneamiento, una purga que necesita el capital para sobrevivir. La crisis es
“una destrucción violenta del capital, no debido a relaciones externas sino
como condición de supervivencia” (7). La purga es brutal. En cada
ocasión quien paga la crisis es la población de personas trabajadoras. “El
capital no tiene en cuenta la salud y la duración de la vida del obrero, salvo
cuando la sociedad lo obliga a tomarlas en consideración” (8). La
crisis de 2008 precipitó a la pobreza extrema a 64 millones de personas en todo
el mundo. Según Oxfam, se necesitarán entre 10 y 25 años para que la pobreza
vuelva al nivel anterior a la crisis (9).
Durante
una crisis se habla de superproducción, pero se hace desde el punto de vista
del capital. En realidad se trata de un subconsumo porque para una gran parte
de la población no se satisfacen muchas de las necesidades vitales a pesar de
todo lo que se produce. “No se producen demasiados medios de subsistencia en
proporción a la población existente; por el contrario, se producen demasiado
pocos como para satisfacer decente y humanamente al grueso de la población”
(10). Pensemos en las largas listas de espera para obtener una vivienda social,
una plaza en la guardería, cuidados para personas discapacitadas y mayores. Y
ni siquiera hablamos todavía de los enormes retos que plantea la producción de
energía verde.
¿Qué
recetas hay para hacer frente a una crisis económica? ¿Cómo supera la élite
económica las recesiones periódicas? “Por una parte, mediante la destrucción
forzosa de una una parte considerable de las fuerzas productivas; por otra,
mediante la conquista de nuevos mercados y una explotación más intensiva de los
antiguos” (11). De nuevo, la última crisis lo ilustra perfectamente. Después de
2008 las multinacionales de todo el mundo perdieron 2 billones de dólares de
capacidad de producción y se destruyó un total de al menos 20 millones de
empleos (12). Después de 2008 y en todos los países capitalistas los salarios
se redujeron seriamente. “Las crisis también ofrecen unas posibilidades
interesantes. Podemos obtener cosas que serían imposibles sin ellas”, afirmaba
Wolfgang Schäube, ministro de Finanzas alemán en el apogeo de la crisis en
Europa (13).
Otro
intento de salir de las crisis recurrentes es el “dopaje financiero” del
sistema. Cuando las expectativas de beneficio en la esfera de la producción son
bajas el capitalista recurre al sector financiero. “La especulación se produce
regularmente en períodos en los que la superproducción ya está en pleno apogeo.
Proporciona a la superproducción salidas temporales al mercado” (14). Tras
la crisis de 19 73 somos testigos de una verdadera explosión financiera. En
1980 los activos financieros representan el 120 % del PIB en el mundo entero.
En 2014 es el 370 %, es decir, tres veces más (15). El mercado de derivados
representa hoy más de 630 billones de dólares (16), que equivalen a casi 90.000
dólares por cada persona en el mundo. Poco antes de la crisis de 2008 más del
40 % de los beneficios de las grandes empresas provenía de la especulación
(17).
En
el seno de la élite económica se esconde una capa superior financiera que
parasita al resto de la economía. “Produce una nueva aristocracia financiera,
una nueva clase de parásitos en forma de proyectistas, fundadores de sociedades
y directores puramente nominales: todo un sistema de especulación y de fraude
con respecto a las fundaciones de sociedades y a la emisión y al tráfico de
acciones” (18).
Los
intentos de salir de la crisis permiten un alivio temporal pero no resuelven
fundamentalmente el problema, al contrario, las contradicciones dentro del
capitalismo “se superan permanentemente pero también se resucitan
constantemente” (19). “La producción capitalista tiende
constantemente a superar estos límites que le son inmanentes, pero sólo lo
consigue en virtud de medios que vuelven a alzar ante ella esos mismos límites,
en escala aún más formidable” (20). Las crisis se
aprovechan para bajar los salarios con el fin de que los beneficios puedan
aumentar más. Pero esto es precisamente una receta para un futuro cortocircuito
entre producción y consumo.
El
dopaje financiero no hace más que empeorar las cosas. “Proporciona a la
superproducción salidas temporales al mercado, mientras que por esta misma
razón precipita el estallido de la crisis y aumenta su fuerza” (21). El tamaño
y poder de los grupos financieros, y el impacto que tienen sobre la esfera de
producción han llegado a ser capaces actualmente de desestabilizar la economía
mundial. Eso es lo que ocurrió en 1929 con el crash de Wall
Street y en 2008 con la crisis financiera. Desde la financiarización de la
economía en 1973 se ha perdido el vínculo con la economía real. Ha aparecido
una gigantesca burbuja financiera que puede estallar tarde o temprano y que,
además, estalla regularmente. Desde la década de 1980 cada dos o tres años hay
una crisis bursátil, una crisis banquera, un crash financiero
o una crisis de endeudamiento. Estas crisis financieras no existen por sí mismas,
son consecuencia de la superproducción. “La crisis se desata en el ámbito de la
especulación y sólo más tarde lo hace en la producción. Lo que al observador
superficial le parece ser la causa de la crisis no es la superproducción, si no
el exceso de especulación, pero esto en sí es sólo un síntoma de la
superproducción” (22).
¿A
qué lleva todo esto? A la preparación de “crisis cada vez más multilaterales y
violentas” (23). En efecto, las crisis de estas últimas décadas se han vuelto
cada vez más profundas y no van seguidas necesariamente de una recuperación o
de periodos de buena coyuntura económica. Si aun así hay un periodo de buena
coyuntura, a menudo es corto y, sobre todo, está causado por el “dopaje
financiero”: deudas o especulación. Ahora las crisis ya no son acontecimientos
aislados que se repiten con algunos años de intervalo, tienen un carácter casi
permanente.
2. La explotación del trabajo
Fortunas
fabulosas por una parte, miseria sorda por otra. ¿De dónde vienen estos
fenómenos? ¿Tienen relación? Durante gran parte de su vida Marx buscó la
respuesta a ambas preguntas. Buscaba el “fundamento oculto de la construcción
socioeconómica” (24) responsable tanto de gigantescas riquezas como del abismo
entre personas ricas y pobres. “Sólo con el conocimiento de las leyes
económicas se puede entender la estrecha relación entre el hambre de la parte
más activa de la fuerza de trabajo y el consumo grosero o sofisticado y
excesivo de los ricos basado en la acumulación capitalista” (25).
Tras
largos estudios desarrolló la teoría de la plusvalía y de la explotación: “La
motivación y el objetivo dominante del proceso de producción capitalista es,
sobre todo, la mayor autoexpansión posible del capital, lo que significa la
mayor producción posible de valor añadido, es decir, la mayor explotación
posible de la fuerza de trabajo por parte del capitalista” (26).
La
clave es que cada persona trabajadora produce más valor que el salario que
recibe a cambio. También es la condición para que el capitalista esté dispuesto
a contratar. Supongamos, por ejemplo, que un trabajador produce un valor de 25
euros (de bienes o de servicios). Su salario será de 15 euros (27). La
diferencia, 10 euros, es lo que Marx llama plusvalía. Este dinero va a los
bolsillos del propietario de la empresa (el patrón o los accionistas). Marx
denomina “explotación” al hecho de que el capitalista se atribuya esta
plusvalía.
Nuestro
ejemplo es ficticio, pero cercano a la realidad. En las quinientas empresas más
grandes del mundo la plusvalía media por trabajador es de aproximadamente 11
euros la hora (28).
La
creación de plusvalía explica por qué hay una riqueza gigantesca en el seno del
capitalismo. Supongamos que en la empresa de nuestro ejemplo trabajan cien
personas. El patrón se embolsa entonces mil euros por hora o setenta veces más
que su trabajador. Por consiguiente, la propiedad de los medios de producción
lleva a una concentración desmesurada de riqueza en manos de unas pocas
personas. En nuestro ejemplo un trabajador con un salario de 2.500 euros
tendría que trabajar 160.000 años para tener la fortuna de Albert Frère (29).
Actualmente en el mundo ocho personas poseen tanto como 3.600 millones de de
personas. En pocas palabras, “los que [...] trabajan [en la sociedad burguesa]
no ganan y los que en ella ganan no trabajan” (30).
No
en vano la obra principal de Marx, El Capital, empieza con la
siguiente frase: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de
producción capitalista se presenta como un enorme cúmulo de mercancías"
(31). Hoy en día no es diferente. Nuestro país
[Bélgica] nunca ha producido tanta riqueza como hoy. El ingreso medio
disponible de un hogar belga con dos hijos es de 8.650 euros netos al mes (32).
Con
semejante riqueza es evidente que todos podríamos vivir sin preocupaciones, en
la opulencia. Y aun así existe mucha miseria. Un 20 % de nuestros hogares corre
peligro de caer en la pobreza, una cuarta parte de las familias tiene problemas
para pagar todos sus gastos médicos, un 40 % no puede ahorrar nada y un 70 % de
las personas en paro tiene problemas para llegar a fin de mes (33).
“
No hay dinero, lo único que podemos hacer es ahorrar”, vocea a coro la derecha.
¿Cómo que no hay dinero? Solo en los tres últimos años las empresas belgas han
desviado 300.000 millones de euros a los paraísos fiscales (34). Es una
acumulación colosal de dinero con la que las empresas simplemente no saben qué
hacer. Con mil millones de euros es posible dar empleo a 30.000 personas
durante un año (35). Para Marx el problema no es que haya demasiada riqueza
sino que está escandalosamente mal repartida y que ello es parte integrante del
capitalismo. “El capital es la potencia económica, que lo domina todo, de la
sociedad burguesa. Debe constituir el punto de partida y de llegada” (36).
Desde
el origen del capitalismo la lucha por la plusvalía constituye el centro de la
lucha social. Dado que la plusvalía es la única fuente de beneficios también
es, por consiguiente, el objetivo último de todo capitalista. Sin embargo,
cuanto más altos son los salarios más bajos son los beneficios y viceversa. El
capitalista hace lo imposible para lograr que las personas asalariadas trabajen
más tiempo, más duramente y más barato. Las personas asalariadas, por su parte,
se esfuerzan por obtener una jornada laboral más corta, un salario más alto y
más justo, y un ritmo de trabajo más humano. Los intereses son incompatibles:
lo que para una persona es ganancia para otra es pérdida: Marx describe el
capital de la siguiente manera: “El capital es trabajo muerto que sólo se
reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto
más cuanto más trabajo vivo chupa" (37).
Para
sobrevivir una persona trabajadora debe ofrecer necesariamente su fuerza de
trabajo en el mercado de empleo, ahí donde impera la ley de la oferta y la
demanda. “Estos obreros, que se ven obligados a venderse por piezas,
constituyen una mercancía como otro artículo de comercio y, en consecuencia, se
ven expuestos de igual modo a todas las vicisitudes de la competencia sujeta, por
tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las
oscilaciones del mercado” (38).
Cuantas
más personas trabajadoras se presenten para un mismo trabajo más competencia
hay entre ellas y más inclinadas estarán a aceptar el trabajo por un salario
menor y en peores condiciones. Por ello la élite económica siempre hace para
que haya demasiadas personas trabajadoras o, en términos de Marx, un ejército
industrial de reserva: “A la producción capitalista no le basta, de ninguna
manera, la cantidad de fuerza de trabajo disponible que le suministra el
incremento natural de la población. Para poder desenvolverse libremente
requiere un ejército industrial de reserva que no dependa de esa barrera
natural” (39).
Para
mantener este ejército de reserva tras la Segunda Guerra Mundial se atrajo a
Europa a trabajadores emigrantes y se incitó a las mujeres a trabajar. Hoy este
ejército de reserva en los países ricos constituye el 26 % de la población
activa (véase gráfico 1). En el mundo es incluso un 58 % (40). Desde hace
décadas se preserva el nivel de este ejército de reserva haciendo trabajar a la
gente más tiempo (se eleva la edad de jubilación y se suprimen las
prejubilaciones), obligando a las personas paradas a aceptar un trabajo,
acosando a la enfermas de larga duración para que vuelvan al trabajo lo antes
posible y poniendo a trabajar a más estudiantes. “Lo que en un polo es
acumulación de riqueza es, en el polo contrario […] es acumulación de miseria,
de tormentos de trabajo” (41).
Gráfico
1
Cuando
se trata de beneficios el capital no tiene en cuenta en absoluto la salud o
bienestar de la persona trabajadora. Marx lo formula así: en su “hambre
insaciable de plusvalía” el capital comete “unas extravagancias desmesuradas”
(42).
La
relación entre salarios y beneficios, o el grado de explotación, se define por
medio de las relaciones de fuerza entre el trabajo y el capital. Cuanto más se
organiza y defiende la población de personas trabajadoras mejores son las
condiciones salariales y las condiciones de trabajo (véase punto 5). La huelga
es una herramienta importante en esta relación de fuerzas. En el momento de la
huelga se seca la fuente de la plusvalía y, por lo tanto, el enriquecimiento
del capitalista, con lo que el capitalismo queda tocado en el corazón. De ahí,
según Marx, “la ira furiosa” de la élite económica “contra la huelga” (43).
3. Lucha de clases
Micheline
es una obrera de una gran empresa textil. Su jefe es el señor Richard*. Hay 600
personas asalariadas a su servicio. A primera vista Micheline y el señor
Richard son ciudadanos iguales que tienen los mismos derechos. Ambos tiene
derecho de ir a donde quieran, de hacer lo que deseen. Cuando entran en una
misma tienda pagan el mismo precio. En la elecciones cada uno tiene un voto y
en principio son iguales ante la ley.
Pero
en cuanto se traspasa la puerta de la empresa todo cambia como por encanto.
Micheline ya no tiene nada que decir y ya no se trata de los mismos derechos.
Para poder disponer de unos ingresos se ve obligada a vender su fuerza de
trabajo. El hecho de tener derecho a trabajar, cuántas horas a la semana, la
organización de su trabajo, todo está totalmente determinado por su jefe. El
señor Richard, por su parte, decide él mismo tanto acerca de sus propias inversiones
y sus beneficios, como acerca de todo lo que concierne a Micheline. Si le da la
gana invertirá el dinero en otra empresa que echará a Micheline a la calle.
“¿Qué
es la riqueza sino […] el absoluto despliegue de las potencialidades creativas
[del ser humano]”, escribe Marx (44). Micheline es una mujer sociable, creativa
y emprendedora. Pero dentro de la empresa no puede desplegar su talento, al
contrario, tiene que reprimirlo para poder seguir trabajando ahí. Lo único que
se espera de ella es que actúe para realizar las expectativas de beneficios de
su jefe. Es reducida a un factor de producción, no se tienen en cuenta en
absoluto su dignidad humana o sus necesidades. “El trabajo como mero servicio
para la satisfacción de necesidades inmediatas no tiene nada que ver con el
capital, ya que no es asunto del capital“ (45).
Micheline
trabaja a un ritmo desenfrenado, se cronometran sus pausas para ir al servicio.
Aun así gana veinte veces menos que su jefe, que organiza totalmente solo su
ritmo de trabajo y sus vacaciones. Ella vivirá con buena salud 18 años menos
que la señora Richard (46). “La producción no produce al hombre simplemente
como mercancía […] lo produce […] como un ser espiritual y físicamente
deshumanizado” (47).
Micheline
y el señor Richard personifican la muy desigual situación socioeconómica de la
sociedad capitalista. Veamos la situación en Bélgica. En la base de la pirámide
hay una tercera parte de la población que no puede ahorrar y que tiene muy
pocas posesiones. En la parte alta hay un 5 % de superricos. Poseen tanto como
el 75% de las personas más pobres. Unos cientos de familias controlan la mayor
parte de la economía belga (48). Marx tuvo el mérito de
analizar con precisión esta contradicción flagrante, pero también de situarla
en una perspectiva histórica y de ver cómo se podía superar. En la maraña de
contradicciones y conflictos sin fin descubrió un patrón fundamental que
aparece regularmente con diferentes aspectos. Según él, la contradicción entre
trabajadores y patronos en el capitalismo no es un fenómeno nuevo, ya había
surgido una contradicción similar bajo diferentes formas varias veces a lo
largo de la historia. “La historia de todas las sociedades que han existido
hasta ahora es la historia de las luchas de clases. Libres y esclavos,
patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales de gremio, en
definitiva, opresores y oprimidos han estado permanentemente enfrentados, han
librado una lucha incesante entre sí, en ocasiones velada y otras veces
abierta; una lucha que ha concluido sistemáticamente con una transformación
revolucionaria de toda la sociedad o con el hundimiento generalizado de las
clases combatientes. […] La sociedad burguesa moderna, surgida del hundimiento
de la sociedad feudal, no ha eliminado estos enfrentamientos entre clases.
Sencillamente, ha establecido nuevas clases, nuevas condiciones de opresión,
nuevas formas de lucha en lugar de las anteriores. Sin embargo, nuestra época,
la época de la burguesía, se distingue por haber simplificado los enfrentamientos
entre clases. La sociedad en su conjunto se encuentra cada vez más dividida en
dos grandes frentes enemigos, en dos grandes clases directamente antagónicas:
la burguesía y el proletariado” (49).
Esta
lucha de clases es esencialmente una lucha en torno al excedente económico.
Durante cientos de miles de años la humanidad ha vivido en modo de
supervivencia. No había excedentes y todo se compartía equitativamente. Era el
periodo de los cazadores recolectores y de los inicios de la agricultura. A
partir de 3.000 años antes de Cristo esta situación cambia. Las técnicas de
agricultura mejoran y se produce más de lo necesario para sobrevivir. La
producción excedente permite la creación de categorías de población que no
producen: dirigentes, sacerdotes, clérigos, jueces, soldados… En estas filas se
forma una capa que atrae el poder, que tiene en sus manos los medios de
producción más importantes y que se va a apropiar de la producción excedente.
Así
nace la escisión de la sociedad en una pequeña clase superior que se enriquece
en detrimento de las clases inferiores. Este esquema es recurrente en la
historia. En la Antigüedad los amos se enriquecen gracias a los esclavos. En la
Edad Media la nobleza lo hace gracias a los siervos. En el capitalismo son los
capitalistas quienes se enriquecen en detrimento de la clase obrera.
Evidentemente,
este enriquecimiento o explotación no se basa en el consentimiento espontáneo
de las clases inferiores, debe ser forzado, supone una lucha y de ahí la
formulación de Marx que habla de “lucha” de clases.
Debido
a que esta lucha concierne esencialmente a la producción excedente el trabajo
se organiza de tal manera que la clase dominante pueda seleccionar el excedente
económico. “La forma económica específica en la que se le extrae el trabajo
adicional no remunerado al productor directo determina la relación de
dominación y servidumbre [...] en esto se funda toda la configuración de la
entidad comunitaria económica […] y, al mismo tiempo, su figura política
específica. En todos los casos es [en] la relación directa entre los
propietarios de las condiciones de producción y los productores directos [...]
donde encontraremos el secreto más íntimo, el fundamento oculto de toda la
estructura social, y por consiguiente también […] de la forma específica del
Estado” (50).
La
posesión de los medios de producción es esencial en la apropiación de la
producción excedente y por eso Marx no lo desea. “Vemos cómo solo ahora puede
perfeccionar la propiedad privada su dominio sobre el hombre y convertirse, en
su forma más general, en un poder histórico—universal ” (51).
Para Marx las clases tienen que ver con la esfera de producción. Se trata de
grupos de personas una de las cuales puede apropiarse del trabajo de otra
debido al hecho de que posee unos medios de producción.
Para
Marx y Engels la lucha de clases no es un detalle de la historia es “la fuerza
directamente propulsora de la historia” (52). Es la dinámica
fundamental que hace avanzar la historia. Para Marx es un desarrollo
“diálectico”, es decir, una dinámica basada en contradicciones internas.
“Siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su
desarrollo se opera en constante contradicción. Cada progreso de la producción
es al mismo tiempo un retroceso en la situación de la clase oprimida, es decir,
de la inmensa mayoría” (53). Esta ley “tiene el mismo significado para la
historia que la ley de la conservación de la energía para las ciencias
naturales” (54).
En
la visión de la sociedad de Marx y Engels los intereses contradictorios tienen
un lugar fundamental, lo cual matiza su opinión sobre la política. “El poder
político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”
(55). Para Marx el conflicto es fundamental. La política no se hace para buscar
soluciones a los problemas, sino para ocuparse de situaciones de dominación y
de opresión. Solo abordando las causas se puede acabar con eso. Para Marx la
política es en primer lugar una confrontación entre grupos de interés que él
denomina clases. “La sociedad no consiste en individuos, sino que expresa la
suma de las relaciones, relaciones en las que estos individuos se encuentran
entre sí. Como si alguien tratara de decir: desde el punto de vista de la
sociedad, los esclavos y los hombres libres no existen, son todos seres humanos” (56). Micheline
y el señor Richard serían ambos seres humanos, ni más ni menos ...
Solo
se puede producir un verdadero cambio de sociedad si se abordan las
contradicciones fundamentales y eso se sitúa en el nivel de la economía. “Según
esto, las causas últimas de todas las modificaciones sociales y las
subversiones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres, en su
creciente comprensión de la verdad y la justicia eternas, sino en las
transformaciones de los modos de producción y de intercambio; no hay que
buscarlas en la filosofía, sino en la economía de las épocas de que se trate”
(57).
No
es que a Marx y Engels no les interesara la lucha de las ideas, le dedicaron
casi toda su vida. Pero es iluso pensar que es posible modificar los
fundamentos de una sociedad solo por medio de la persuasión, haciendo cambiar a
la gente de opinión. El poder de la argumentación por sí mismo no lo logrará ya
que las ideas no existen por sí mismas. “La producción de las ideas […] aparece
al principio directamente entrelazada con la actividad material y el trato
material de los hombres ” (58). Y esta actividad material no
es neutra sino que está caracterizada por las relaciones de fuerza que
determinan a su vez las ideas . “Las ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes en cada época” (59) . Si
se quiere vencer a las ideas dominantes hay que destronar a la clase dominante
y para ello hay que modificar las relaciones de fuerza, para lo cual la clase
obrera es esencial.
4. El papel de la clase obrera
Marx
era un pensador estratégico. No quería saber nada de ideas románticas, alejadas
de la realidad. En cambio, buscaba palancas y fuerzas en la realidad que
pudieran llevar a un mundo mejor. “[Los obreros] No tienen que realizar
ningunos ideales sino, simplemente, liberar los elementos de la nueva sociedad
que la vieja sociedad burguesa agonizante lleva en su seno” (60).
Más precisamente, hay que poder usar “unas fracturas internas de la burguesía”
(61).
La
fuerza social en el interior del capitalismo capaz de hacerlo es la clase
obrera. La esencia del capitalismo es, entre otras cosas, la acumulación de
capital basado en la plusvalía y el trabajo asalariado. En última instancia eso
hace al capitalista dependiente del trabajado. “La condición fundamental para
la existencia y la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la
riqueza en manos de ciudadanos particulares y la creación y multiplicación del
capital; y la condición para la existencia del capital es el trabajo
asalariado” (62). Las personas obreras pueden paralizar la producción y herir
al capitalismo en el corazón.
Debido a que cada vez se organiza más la producción
en grandes unidades, el capitalismo une de hecho a la población trabajadora.
“El capital es lo que los une” (63). “El avance de la industria, cuyo portador,
carente de voluntad y de capacidad de resistencia, es la burguesía, provoca que
el aislamiento de los trabajadores, generado por la competencia, sea sustituido
por la revolucionaria unión generada por la asociación [sindicatos] […] Los
trabajadores empiezan a crear coaliciones [sindicatos] contra los burgueses. Se
unen para defender sus salarios. Fundan asociaciones estables con el fin de
estar preparados para cualquier posible rebelión” (64).
El
hecho de unirse aumenta también la conciencia política de las personas
trabajadoras. “Con el desarrollo de la industria el proletariado no solo crece,
sino que se reúne en masas más amplias y aumenta su poder, del que es cada vez
más consciente” (65).
Es
la astucia de la historia. Sin saberlo el capitalismo “está cavando su propia
tumba” (66).
En
la lucha por una sociedad más justa las personas trabajadoras tendrán que
contar sobre todo con ellas mismas y no con la burguesía o la pequeña burguesía
(67). “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los
obreros mismos. No podemos, por consiguiente, marchar con unos hombres que
declaran abiertamente que los obreros son demasiado incultos para emanciparse
ellos mismos, por lo que tienen que ser liberados desde arriba, por los
filántropos de la gran burguesía y de la pequeña burguesía” (68).
Contrariamente a las demás clases, las personas trabajadoras “no tienen nada
que perder más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar” (69).
Serán las personas trabajadoras quienes “por su valor, resolución y espíritu de
sacrificio, formarán la fuerza principal en la conquista de la victoria. Como
hasta aquí ha ocurrido, en la lucha que viene la pequeña burguesía mantendrá
una actitud de espera, de irresolución e inactividad tanto tiempo como le sea
posible, en orden a que, tan pronto como la victoria esté asegurada, pueda arrogársela
como propia y decir a los trabajadores que permanezcan tranquilos, vuelvan al
trabajo y eviten los llamados excesos, apartando así a los obreros del fruto de
su victoria” (70).
Así,
las personas obreras representan a la gran mayoría de la población. “Todos los
movimientos pasados han sido movimientos impulsados por minorías o en interés
de minorías. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de la inmensa
mayoría en interés de la inmensa mayoría. El proletariado, la capa más baja de
la sociedad actual, no puede levantarse, no puede alzarse, sin hacer saltar por
los aires toda la superestructura de capas que constituyen la sociedad oficial” (71).
Para
Marx y Engels no hay duda posible: “De todas las clases que se enfrentan hoy a
la burguesía, el proletariado es la única verdaderamente revolucionaria” (72).
¿Siguen
siendo válidas hoy en día las ideas de Marx y Engels?
Es
indudable que la situación de la clase obrera, en comparación con la de la
segunda mitad del siglo XIX ha cambiado profundamente. Ha disminuido
fuertemente la cantidad de agricultores y obreros industriales mientras que el
sector de servicios ha experimentado un gran aumento. Pero en lo fundamental la
naturaleza del capitalismo no ha cambiado, bien al contrario, estas modificaciones
no han hecho más que reforzar y consolidar las relaciones capitalistas.
El
capital sigue estando en manos de muy pocas personas. Más aún, en comparación
con el siglo XIX la concentración de capital ha aumentado terriblemente.
Actualmente 147 superempresas controlan el 40 % de la economía mundial. 737 de
estos “systems integrators” incluso controlan el 80 %. Las 110 empresas más
grandes tienen un volumen de negocios mayor que el PIB de más de 120 Estados
nacionales (73). Exactamente como había previsto Marx, la cantidad de personas
asalariadas ha aumentado sistemáticamente: nunca ha habido tantas como hoy en
día. Desde 1990 hay 1.200 millones de personas trabajadoras más en el mundo
(74). El único objetivo de las discusiones de moda sobre “el fin de la clase
obrera”, el postcapitalismo o el postmodernismo es minar la combatividad del
movimiento obrero. Aun así, eso no resiste a la prueba de la realidad.
Lo
único que puede perder esta mayor cantidad de personas trabajadoras en el mundo
es sus cadenas. Más de 700 millones de personas trabajadoras trabajan por unos
salarios ridículos, son los “working poor” [personas trabajadoras pobres].
Además, 1.400 millones de personas trabajadoras tienen unas condiciones
laborales muy malas, sobre todo trabajo informal. 190 millones de personas
están estructuralmente en paro. En total se trata de más del 70 % del conjunto
de la población activa (75). Y la tendencia actual no va por buen camino. Desde
la crisis bancaria de 2008 la cantidad de ingresos medios ha disminuido en
muchos países (76). Los nuevos empleos son cada vez más temporales o a tiempo
parcial. Hoy en día una gran parte de los ingresos medios está expuesta a la
incertidumbre que caracterizaba el trabajo en el siglo XIX. Al aumentar el
ritmo de trabajo y la flexibilidad las condiciones laborales se vuelven cada
vez peores para la mayor parte de las personas trabajadoras.
La
clase obrera debe seguir confiando solo en sí misma y no debe esperar demasiado
de las fuerzas (pequeño)burguesas o de los partidos. Una coalición entre los
Verdes y los socialdemócratas es la que hace veinte años lanzó en Alemania un
ataque contra los salarios y los contratos de trabajo, y ha arrastrado así a
toda Europa a una espiral descendiente de destrucción social (77). Son los
populistas de (extrema)derecha o los nacionalistas al estilo Trump, Le Pen,
Salvini, Orban y compañía quienes supuestamente representan a la persona común,
pero que de hecho son los recaderos de los grandes grupos del capital.
5. La importancia de la organización y
de la unidad
Para
Marx la clase obrera es la verdadera clase revolucionaria, que constituye el
vínculo entre la vieja sociedad y la nueva. No obstante, esta transformación
hacia una nueva sociedad no se producirá espontáneamente. Tampoco se producirá
por medio de un gran cambio de mentalidades o adoptando otro estilo de vida
personal. Las personas obreras se ven enfrentadas a un enemigo fuerte y tendrán
que hacer todo lo posible para construir relaciones de fuerza. Por lo tanto,
tendrá que organizarse. “Naturalmente, la clase obrera, para poder luchar,
tiene que organizarse como clase” (78).
La
historia ha demostrado que la organización de la clase obrera era decisiva para
los logros sociales. En la mayoría de los casos estos logros han sido
arrebatados a los parlamentos. Sin huelgas nacionales no habría sufragio
universal y el trabajo infantil seguiría siendo una realidad. Las vacaciones
pagadas, el salario mínimo, las pensiones, los subsidios de paro, los subsidios
familiares, etc, todo ello se debe a la dura lucha social de las generaciones
anteriores.
Hasta
la década de 1950 estas huelgas tenían un carácter ofensivo y después un
carácter más defensivo: luchar para preservar todo lo posible el estado de
bienestar. El nivel de organización es determinante en la lucha social. Cuanto
más fuertes son los sindicatos, más garantizan la edificación y preservación
del estado de bienestar social. Los países que tiene la tasa más alta de
sindicalización disponen de los mejores sistemas de seguridad social y conocen
una pobreza menor. A la inversa, los países que tienen una tasa de
sindicalización baja se enfrentan a más pobreza y más problemas de
criminalidad, salud, etc. (79).
Gráfico
2: Cobertura sindical y desigualdad salarial
Para
Marx organizar a la clase obrera implicaba al menos tres cosas.
En
primer lugar, hay que tener una visión y una estrategia a largo plazo. Sin duda
las personas obreras deben luchar para tener mejores condiciones laborales,
pero siempre con el objetivo final muy presente. “De cuando en cuando los
obreros ganan, pero solo de forma temporal. El verdadero resultado de sus
combates no es el éxito inmediato, sino la unión de los trabajadores, cada vez
más amplia” (80) . Las personas trabajadoras deben tomar
conciencia del hecho de que “la emancipación económica de la clase obrera es
[...] el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como
medio” (81) .
En
segundo lugar, la unidad es una condición decisiva del éxito. Tras enfrentarse
a una serie de derrotas, Marx constataba “que todos los esfuerzos dirigidos a
este gran fin han fracasado hasta ahora por falta de solidaridad entre los
obreros de las diferentes ramas del trabajo en cada país y de una unión
fraternal entre las clases obreras de los diversos países” (82). A
la élite le gusta promover esta división. Tiene todo el interés en dividir
internamente a la población trabajadora y en enfrentar a unas personas con
otras. El nacionalismo y el racismo son unas herramientas prácticas para
lograrlo. Desvían la atención de las contradicciones de clase y ocultan a la
élite. Llevan a las personas obreras a luchar contra quienes están abajo en vez
de luchar contra quienes están arriba. Hacen olvidar la escandalosa fractura
entre personas ricas y pobres, y el hecho de que la población trabajadora paga
el precio. El nacionalismo y el racismo constituyen el tendón de Aquiles del movimiento
obrero.
Marx
hablaba de ello con ocasión de las tensiones entre las y los obreros ingleses e
irlandeses en Inglaterra. En el siglo XIX en Gran Bretaña había muchas personas
trabajadoras extranjeras venidas de Irlanda. Las personas irlandesas hablaban
la misma lengua que las británicas, pero eran mucho más pobres y practicaban
otra religión. La élite británica azuzaba intencionadamente las tensiones con
el fin de reforzar su propia posición y debilitar al movimiento obrero. “Todos
los centros industriales y comerciales de Inglaterra tiene actualmente una
clase obrera escindida en dos campos hostiles: el de los proletarios ingleses y
el de los proletarios irlandeses. El obrero inglés ordinario detesta al obrero
irlandés como a un competidor que hace bajar su nivel medio de existencia . […]
Prejuicios religiosos, sociales y nacionales enfrentan al obrero irlandés. Se
comporta con él poco menos que como los “poor whites” [blancos pobres] con los
negros en los viejos estados esclavistas de los Estados Unidos. […] El irlandés
[…] ve en él a un tiempo al cómplice y al instrumento ciego de la dominación
inglesa en Irlanda. Este antagonismo se alimenta artificialmente y se estimula
con la prensa, los sermones, las revistas humorísticas, en suma, con con todos
los medios de que disponen las clases dominantes. Este antagonismo es el
secreto de la impotencia de la clase obrera inglesa a pesar de su organización.
Es también el secreto del persistente poderío de la clase capitalista, que se
da perfecta cuenta de ello” (83).
En
Estados Unidos la división en el seno de la clase obrera no se basaba tanto en
la religión o la nacionalidad sino sobre todo en el color. A finales del siglo
XIX una gran parte de la población vivía en la esclavitud. Proliferaban el
racismo y la discriminación. Según Marx, la clase obrera blanca debía ocuparse
de la suerte de sus hermanos y hermanas negras. La emancipación de la clase
obrera concernía a todos los obreros. Mientras una parte
estuviera oprimida no era posible alivio alguno para el resto. “En los Estados
Unidos de Norteamérica todo movimiento obrero independiente estuvo sumido en la
parálisis mientras la esclavitud desfiguró una parte de la república. El
trabajo cuya piel es blanca no puede emanciparse allí donde se estigmatiza el
trabajo de piel negra” (84).
Son
unas palabras enormemente actuales. Los políticos de derecha y de extrema
derecha se divierten enfrentando entre sí a los diferentes grupos de la
población. El movimiento obrero no puede caer en esa trama. Si la clase obrera
está dividida no podrá hacer frente a la élite. Una actitud de solidaridad, en
cambio, puede darle alas. En todo caso, esa fue la lección de Estados Unidos.
“Pero de la muerte de la esclavitud surgió de inmediato una vida nueva,
remozada. El primer fruto de la guerra civil fue la agitación por las ocho
horas” (85).
Además
de la unidad y de una visión a largo plazo el movimiento obrero también
necesita un intermediario político. “Contra ese poder colectivo de las clases
poseedoras el proletariado sólo puede actuar como clase constituyéndose en
partido político diferenciado, opuesto a todos los antiguos partidos formados
por las clases poseedoras” (86). A mediados del siglo XIX el movimiento obrero
se encontraba todavía en un estado embrionario. Las personas obreras todavía
estaban organizadas sobre todo a nivel local y sectorial, aún no disponían de
un partido obrero propio. Si querían convertirse en un factor significativo y
resistir a su poderoso enemigo, tenían que crear un partido revolucionario.
Marx y Engels llegan a esta conclusión tras las fracasadas revueltas
revolucionarias de 1848 en varias ciudades europeas. “El progreso
revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino,
por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente,
engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la
subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario”
(87). Los sindicatos son necesarios para las luchas directas (como las
reivindicaciones salariales y las condiciones laborales). Pero para llegar a un
objetivo final, una sociedad justa en la que no exista la explotación, se
necesita un partido político. “La coalición de las fuerzas obreras, ya obtenida
merced a las luchas económicas, debe servir también como palanca en manos de
esta clase, en su lucha contra el poder político de sus explotadores” (88).
6. El Estado del 1 %
En
los puntos 2 y 3 hemos visto que la población trabajadora se encuentra en una
posición débil y sometida respecto a los capitalistas. Sin embargo, tiene una
gran ventaja: representa a la mayoría aplastante de la población. Y puesto que
la producción se organiza cada vez más en grandes unidades, el capitalismo ha
“reunido”, por así decirlo, a las personas obreras y empleadas, lo que
constituye una amenaza potencial para las relaciones de explotación.
En
ese punto es en el que la clase dirigente acude al Estado para proteger su
poder y sus privilegios. Ni más ni menos que Adam Smith, el fundador del
liberalismo clásico, lo dijo de modo en absoluto ambiguo: “El gobierno civil,
[…] instaurado para asegurar la propiedad, está en realidad instituido para la
defensa del rico contra el pobre o de quienes tienen alguna propiedad contra
quienes no tienen ninguna” (89).
El
aparato de Estado fue uno de los temas fundamentales de Marx y Engels: “Al paso
que los progresos de la moderna industria desarrollaban, ensanchaban y
profundizaban el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo, el poder
estatal fue adquiriendo cada vez más el carácter de poder nacional del capital
sobre el trabajo, de fuerza pública organizada para la esclavización social, de
máquina del despotismo de clase” (90). Y concluyen Marx y Engels: “El Estado
moderno no es más que una comisión que administra los negocios comunes de toda
la clase burguesa” (91).
El
Estado debe permitir a los capitalistas percibir un máximo de beneficios. Esto
significa proteger la propiedad privada de los medios de producción y crear las
condiciones favorables para la usurpación de la plusvalía. Esto último el
Estado lo hace, entre otras cosas, delimitando los márgenes de las
negociaciones salariales, limitando la posición de poder de los sindicatos,
fijando el margen de maniobra legal en caso de conflictos sociales (huelgas,
ocupaciones de centros de trabajo), etc.
Dicho claramente, la clase capitalista
reina, pero no gobierna. Como regla general, la clase dominante deja la gestión
a una casta política que se supone sirve a sus intereses a largo plazo. En una
carta a Karl Marx Engels habla de una “oligarquía capaz de ocuparse de la
gestión del Estado y de la sociedad que defiende los intereses de la burguesía
a cambio de una indemnización adecuada” (92) . La élite
económica no gobierna de forma directa sino que busca personal político para
hacerlo. “La riqueza ejerce su poder indirectamente, pero por ello mismo de un
modo más seguro. De una parte, bajo la forma de corrupción directa de los
funcionarios […] de otra parte, bajo la forma de alianza entre el gobierno y la
Bolsa” (93).
El
Estado es una especie de campana política que sirve para neutralizar y cubrir
las contradicciones económicas. La cohesión, imposible en la esfera económica
debido a la contradicción entre el trabajo y el capital, se crea en la esfera
política. “Pero a fin de que estos antagonismo, estas clases con intereses
económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en
una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima
de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites
del «orden». Y ese poder, nacido de la sociedad pero que se pone por encima de
ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado” (94).
El
hecho de que para hacer esta misión la clase dominante subcontrate a “terceras
personas”, que además son cargos electos, permite salvar las apariencias de
neutralidad y de imparcialidad. Se aparenta que el Estado está por encima de
las clases y que representa el “interés general”: “Cada nueva clase que pasa a
ocupar el puesto de la que dominó antes de ella se ve obligada, para poder
sacar adelante los fines que persigue, a presentar su propio interés como el
interés común de todos los miembros de la sociedad” (95).
El
mito de la neutralidad y del interés general se destruye rápidamente. “La
alianza entre el gobierno y la Bolsa” por sí sola ya l o demuestra. Así,
Jean-Luc Dehaene, exprimer ministro de Bélgica, desempeñó cargos en varias
empresas, como Umicore, Lotus, Dexia y AB Inbev. Sigfried Bracke, presidente de
la Cámara, era (antes de ser obligado a dimitir) consejero de Telenet, una gran
empresa belga de telecomunicacione. Karel de Gucht, excomisario europeo de
Comercio, trabaja en Proximus y ArcelorMittal, y José Manuel Barroso,
expresidente de la Comisión Europea, trabaja ahora en el banco de inversión
Goldman Sachs, uno de los responsables de la crisis financiera de 2008.
No
es sorprendente que las multinacionales paguen menos impuestos que quienes
trabajan limpiando sus sedes. La élite hace todo lo posible para destacar la
neutralidad del Estado, pero no es más que una fachada. El Estado siempre elige
siempre su campo. La policía y la justicia no protegen a las personas sin hogar
frente a los especuladores, no protegen a las personas en huelga contra quienes
rompen la huelga, no protegen a las personas trabajadoras despedidas contra los
jefes de empresa que quieren conseguir en otros lugares un porcentaje extra de
beneficio, no persiguen a los grandes banqueros que saquearon nuestra economía
en 2008, etc.
El
Estado asume una posición neutra mientras no esté en juego el status quo y
mientras no ganen las clases subalternas. En cuanto hay peligro de que esto
ocurra, se les hará frente con cañones de agua y gases lacrimógenos o se
cortarán los fondos. Y si eso no basta, intervendrán los tanques. “La
civilización y la justicia del orden burgués aparecen en todo su siniestro
esplendor dondequiera que los esclavos y los parias de este orden osan
rebelarse contra sus señores. En tales momentos esa civilización y esa justicia
se muestran como lo que son: salvajismo descarado y venganza sin ley”
(96) .En cuanto los intereses del capital están en peligro “el
Estado tiene atada, fiscalizada, regulada, vigilada y tutelada a la sociedad
civil, desde sus manifestaciones más amplias de vida hasta sus vibraciones más
insignificantes” (97).
La
clase capitalista es capaz, si lo desea, de estrangular la economía de un país.
Es lo que ocurrió en Chile justo antes del golpe de Estado de 1873, en
Venezuela en 2003 y en Grecia en 2015. El capital lleva al Estado burgués atado
con una correa, por así decirlo. Esta correa puede ser larga o corta y da una
idea del margen de maniobra de gobierno, pero a fin de cuentas la correa está
ahí.
Debido
a esta correa Marx no tenía una buena opinión de las elecciones. “En vez de
decidir una vez cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante habían
de "representar" al pueblo en el parlamento, el sufragio universal
habría de servir al pueblo” (98). Marx consideraba que la
democracia era demasiado preciosa para confiarla solamente a unas personas que
se dedican profesionalmente a la política o a unos parlamentos. La democracia
debe estar anclada al nivel local, cerca del pueblo, y emanar del pueblo. Según
él, el proceso de toma de decisiones lo debía llevar a cabo lo que hoy
llamaríamos la sociedad civil. Su modelo era el de la Comuna de París, una
revuelta popular desencadenada en París en 1871 que el ejército francés
reprimió en sangre al cabo de dos meses.
Esto
no impide que la lucha electoral y el parlamento sea unos instrumentos útiles
para la lucha obrera. Engels afirmó en 1895: “Con la agitación electoral, [el
sufragio universal] nos ha suministrado un medio único para entrar en contacto con
las masas del pueblo allí donde están todavía lejos de nosotros, para obligar a
todos los partidos a defender ante el pueblo, frente a nuestros ataques, sus
ideas y sus actos; y, además, abrió a nuestros representantes en el parlamento
una tribuna desde lo alto de la cual pueden hablar a sus adversarios en la
Cámara y a las masas fuera de ella con una autoridad y una libertad muy
distintas de las que se tienen en la prensa y en los mítines. […] Con este
eficaz empleo del sufragio universal entraba en acción un método de lucha del
proletariado totalmente nuevo, método de lucha que se siguió desarrollando
rápidamente” (99).
Pero,
al final habrá que revertir el equilibrio de fuerzas. “El objetivo inmediato es
[…] la constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación
burguesa, conquista del poder político por el proletariado” (100).
7. El socialismo en el orden del día
“
De ahí la gran influencia civilizadora del capital; su producción de un estado
social frente al cual todos los anteriores se presentaban solo como desarrollos
locales de la humanidad y como idolatría de la naturaleza” (101).
A
lo largo de la historia mundial la humanidad ha vivido privaciones y una enorme
miseria. Desde la revolución agrícola hubo una producción excedente pero no se
invertía en la economía. Se la quedaba la élite para construir palacios o
templos, para vivir una vida lujosa o para mantener un ejército. Durante siglos
la riqueza producida permanecía constante y aumentaba únicamente en función del
aumento de población. Solo cuando la plusvalía se reinvierte en la esfera de la
producción la historia se acelera. El capital nuevo permite adquirir máquinas
nuevas y mejores, y desarrollar la producción. Este cambio se produjo más o
menos a mediados del siglo XIX. A partir de entonces se disparó la creación de
riqueza en este planeta (102).
Gráfico
3
Marx
analizó minuciosamente este proceso histórico. “La gran industria creó el
mercado mundial, cuyas bases había sentado ya el descubrimiento de América. El
mercado mundial dio lugar a un desarrollo inconmensurable del comercio, la
navegación y las comunicaciones terrestres, desarrollo que, a su vez,
contribuyó a la expansión de la industria” (103) . Marx
constató que las fuerzas productivas (herramientas, máquinas) tenían una
tendencia histórica a hacerse mejores y más eficaces. “El resultado es una
tendencia al desarrollo general de las fuerzas productivas, de la riqueza en
general” (104). Cada vez se necesitaba menos tiempo “para producir
trigo, ganado. […] Ganar tiempo, a eso se reduce en última instancia toda
economía” (105).
La
burguesía tenía la misión histórica de llevar a cabo esta aceleración de la
historia. “En sus apenas cien años de dominación como clase la burguesía ha
creado fuerzas de producción más masivas y colosales que todas las generaciones
anteriores juntas” (106). Sin embargo, en un momento dado el capitalismo “llega
a su destino histórico. Tan pronto como se alcanza este punto el desarrollo
ulterior parece decadencia” (107). El capitalismo encuentra sus propios
límites y la burguesía ya no es capaz de seguir desempeñando su papel
histórico. “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas
productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión
jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han
desenvuelto hasta allí” (108).
En
el capitalismo el objetivo de la producción es únicamente el afán de lucro de
un grupo pequeño de personas que son propietarios privados y no se elabora en
función de las necesidades sociales o de las oportunidades de desarrollo de la
gran mayoría. “El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen
de producción que ha florecido con él y bajo él” (109).
Esto
es más actual que nunca. La brecha entre lo que es posible y lo que realmente
se hace nunca había sido tan grande como hoy en día. Las relaciones de
producción impiden más que nunca un desarrollo digno. A escala mundial la
riqueza producida en la actualidad permite a cada familia de dos personas
adultas y tres hijos disponer de unos ingresos potenciales de 3.500 euros
(110). En otras palabras, existe riqueza suficiente para que todo el mundo
lleve una vida más que decente. Sin embargo, una tercera parte de la población
mundial no dispone de instalaciones sanitarias básicas y una cuarta parte no
dispone de electricidad. Una séptima parte vive en un barrio de chabolas y una
novena parte no dispone de agua potable (111).
La
industria alimentaria, con un valor de 4 billones de dólares, está en manos de
unos pocos monopolios, que controlan casi toda la cadena alimentaria, de
principio a fin, y solo operan en función de sus beneficios. Lo que determina
quién podrá disponer o no de comida en este mundo son sus expectativas de
beneficios y no las necesidades. Actualmente más de 800 millones de personas
padecen hambre a pesar de que es posible producir alimentos para 12.000
millones de personas. Solo el alimento que se tira en Estados Unidos bastaría
para alimentar a todas las personas hambrientas (112). El hambre en el mundo no
es una cuestión de poca capacidad sino de malas relaciones de propiedad.
La
FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, calculó que una inversión pública anual de 24.000 millones de
dólares (esto es, un 0,6 % del producto anual del sector agrícola)
complementada con inversiones privadas permitiría aumentar el producto mundial
bruto 120.000 millones de dólares. La razón es que las personas concernidas
viven más tiempo y tiene una salud mejor, y, por lo tanto, pueden producir más
(113). Por consiguiente, ¡se trata de un rendimiento del 500%! Por no hablar
siquiera de los millones de vidas humanas que se podrían salvar. Sin embargo,
el capitalismo es incapaz de hacer esta inversión evidente y necesaria.
La
situación sanitaria es igual de alucinante. A principios de este año el gigante
farmacéutico Pfizer decidió parar las investigaciones sobre las enfermedades de
Alzheimer y de Parkinson, no porque ya no sea necesario, al contrario, más de
60 millones de personas sufren una de estas enfermedades, sino porque el
beneficio es demasiado insuficiente. En los últimos años millones de personas
han muerto de sida porque las empresas farmacéuticas bloquearon el acceso a los
medicamentos baratos. Cada año mueren de malaria unas 600.000 personas. Hace
tiempo que se podría haber erradicado esta enfermedad, pero también en este
caso se gana poco con ello. Para controlar la enfermedad bastarían 2.400
millones de dólares suplementarios al año. En los paraísos fiscales se aparcan
unos 32 billones de dólares… Las empresas farmacéuticas gastan 19 veces más en
marketing que en investigación fundamental. Eso lo dice todo (114).
¡Qué
decir del trabajo! Marx constataba que con el paso del tiempo la productividad
seguía aumentando, con lo que se liberaba tiempo para el pleno desarrollo del
individuo. “Cuanto menos tiempo necesita la sociedad para producir trigo,
ganado, etc., más tiempo consigue para otra producción, material o espiritual.
[…] Ahorrar tiempo de trabajo equivale a aumentar el tiempo libre, es decir, el
tiempo para el pleno desarrollo de la persona. […] Tiempo libre, que es a la
vez tiempo de ocio y tiempo para una actividad superior” (115). El
hecho de que ya no se viva para trabajar sino a la inversa crea un nuevo tipo
de ser humano: “El tiempo libre ha transformado a su poseedor en otro sujeto”
(116). Aumenta el nivel cultural, el placer es más sofisticado. La persona
trabajadora experimenta “un placer mayor, incluso mentalmente, se implica en su
propio interés, lee periódicos, asiste a conferencias, educa a sus hijos,
desarrolla sus gustos, etc.” (117).
En
1830 un obrero belga trabajaba 72 horas a la semana. En 1913 había 60 horas de
trabajo semanal; en 1940, 48 horas y en 1970, 40 horas (118). La razón es
simple: la productividad, lo que una persona obrera crea en valor por hora de
media, no ha dejado de aumentar y sigue aumentando. En 1970 una persona obrera
producía de media ocho veces más que hace cien años. A principios de este siglo
ya era 14 veces más (119). Por consiguiente, sería de esperar que con el paso
del tiempo el tiempo de trabajo siga disminuyendo. Keynes, uno de los
economistas más reputados, preveía ya en 1930 que sus nietos solo tendrían que
trabajar 15 horas a la semana para tener una vida cómoda (120). Pero no tenía
en cuenta las relaciones de propiedad capitalistas. En vez de hacer disminuir
la cantidad de horas de trabajo se nos obliga a trabajar cada vez más y durante
más tiempo para satisfacer el “hambre insaciable de trabajo excedente” (121)
(el trabajo excedente es el trabajo no remunerado que es la base del beneficio
del capitalista, véase punto 2).
Es
indudable que el capitalismo ha producido mucha riqueza, pero de manera muy
desigual. Ahora bien, ¿cuánto tiempo queremos esperar todavía para satisfacer
las necesidades básicas de todas las personas? El capitalismo se comporta de
forma inhumana y antisocial cuando lo exige el beneficio. Destruye la
naturaleza y el clima si lo requiere el beneficio. Bajo las relaciones de
propiedad capitalistas es imposible alimentar a todo el mundo, prever
medicamentos a un precio razonable para todos, trabajar para vivir en vez de lo
contrario. “La propiedad privada burguesa moderna es la última y más acabada
expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los
antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros” (122).
Estas palabras son más actuales que nunca.
El
capitalismo ha creado suficiente plusvalía para eliminar definitivamente la
penuria y, por lo tanto, la existencia de clases. Ahora bien, solo el
socialismo es capaz de realizarlo. “Si el hombre está formado por su entorno
las circunstancias tiene que hacerse humanas” (123). Para ello será
necesario que la economía no esté en manos de una pequeña élite. “El rasgo
distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la
abolición de la propiedad burguesa. […] En este sentido, los comunistas pueden
resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada”
(124).
8. Interés por la naturaleza
La
conciencia ecológica en el seno del mundo industrial se creó hace cincuenta
años, impulsada sobre todo por el Club de Roma. En los diez últimos años la
degradación climática ha fomentado esta conciencia. En el siglo XIX todavía no
existía esta conciencia. Reinaba entonces la creencia en el progreso basada en
los grandes avances tecnológicos de la época. Marx era hijo de su tiempo y no
le era ajeno un cierto optimismo tecnológico. No obstante, en sus escritos
también encontramos al mismo tiempo un profundo análisis del impacto del ser
humano sobre la naturaleza, algo bastante único en su tiempo. Constata que la
dominación ilimitada del ser humano sobre la naturaleza es inherente al capitalismo.
Fue uno de los raros pensadores del siglo XIX que abordó de manera franca el
interés por la naturaleza, lo que lo convierte en un pionero del pensamiento
ecológico actual.
Ya
en sus primeros escritos Marx integraba en su análisis tanto los factores
geográficos y climatológicos como el efecto que estos factores tenían sobre el
ser humano. “Toda historiografía tiene necesariamente que partir de estos
fundamentos naturales y de la modificación que experimentan en el curso de la
historia por la acción de los hombres” (125). La teoría del valor, que es el
centro de la obra de Marx, no se limita únicamente al trabajo. El trabajo Y la
naturaleza son las fuentes de la plusvalía. “El trabajo [...] no es la fuente
única [...] de la riqueza material. El trabajo es el padre de ésta, como dice
William Petty, y la tierra, su madre” (126).
Para
poder sobrevivir el ser humano debe trabajar y dominar la naturaleza.
Contrariamente al animal, “el hombre [...] modifica la naturaleza y
[...] la domina” (127), afirmaba Engels. Marx y Engels rechazaban
todo enfoque romántico o sentimental de la madre tierra. “Las ciencias modernas
[...] con la moderna industria han revolucionado toda la naturaleza y puesto
fin a la actitud infantil del hombre hacia ella” (128).
Puesto
que el ser humano está subordinado a la naturaleza, también depende de ella y
debe cuidarla. “Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la
naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para
no morir” (129). “Todo nos recuerda a cada paso que el hombre no
domina, ni mucho menos, la naturaleza a la manera de un conquistador domina un
pueblo extranjero, es decir, como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino
que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro,
que nos hallamos en medio de ella y que todo nuestro dominio sobre la
naturaleza y la ventaja que en esto llevamos a las demás criaturas consiste en
la posibilidad de llegar a conocer sus leyes y de saber aplicarlas
acertadamente” (130). “Una sociedad entera, una nación, ni siquiera
todas las sociedades contemporáneas juntas son propietarias de las tierra. Solo
la aprovechan en usufructo y como boni patres familias tiene
que legársela mejorada a las generaciones posteriores” (131). Esta última cita
se escribió hace 150 años, pero se podría haber extraído de un discurso
pronunciado en una reciente cumbre sobre el clima.
Marx
constaba que el desarrollo económico en su época tenía un gran impacto negativo
en el medioambiente. “Con el aumento de la producción y el aumento de la
productividad en el trabajo […] aumenta la cantidad de materias primas
utilizadas en el proceso de producción cotidiano” (132). “El desarrollo de la
cultura y de la industria se ha traducido siempre en la tendencia colosal a
destruir los bosques y todo lo que se ha intentado para la conservación y
producción de la riqueza forestal representa un factor verdaderamente
insignificante al lado de aquella tendencia” (133). Se altera el
equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, lo que se expresa, entre otras
cosas, en el agotamiento de las tierras agrícolas. “Con la preponderancia
incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros
por la producción capitalista, esta por una parte acumula la fuerza motriz
histórica de la sociedad y por otra perturba el metabolismo entre el hombre y
la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del
mismo que han sido consumidos por el hombre bajo la forma de alimento y
vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente
del suelo” (134). “La explotación y el saqueo de los recursos de
los suelos […] sustituyen el cultivo consciente y racional […], lo cual es una
condición necesaria para la existencia y perpetuación de la cadena alimentaria
para las generaciones futuras del hombre” (135).
Su
conclusión es clara: “La producción capitalista […] no desarrolla la técnica y
la combinación del proceso social de producción sino socavando al mismo tiempo
los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador […] Este proceso
de destrucción es tanto más rápido cuanto más tome un país –el caso de los
Estados Unidos de América, por ejemplo– a la gran industria como punto de
partida y fundamento de su desarrollo” (136). Engels
nos advierte: “No debemos […] lisonjearnos demasiado de nuestras victorias
humanas sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros por cada una de las
derrotas que le inferimos” (137).
Marx
no se contenta con esta conclusión. Busca también por qué el capitalismo
explota a ultranza la naturaleza. En su afán de lucro el capital reduce todo a
mercancía. Se reducen los bienes a su valor de intercambio en detrimento de su
valor de uso. “Un producto se convierte en una mercancía que puede ser
intercambiada. Una mercancía se transforma en valor de cambio […] en dinero”
(138). Nada escapa a esta codicia, ni siquiera “los huesos de los
santos”. La naturaleza desaparece así en “la gran retorta social a la que todo
se arroja para que salga de allí convertido en cristal de dinero” (139). El
capitalismo no ve el entorno natural como algo que hay que querer y disfrutar,
sino como un medio del afán de lucro y para lograr aún más acumulación de
capital. Por primera vez “la naturaleza se transforma en puro objeto para el
hombre, en pura cosa utilitaria; deja de ser reconocida en tanto potencia para
sí” (140).
Un
sistema impulsado por la acumulación de capital es un sistema que no se detiene
nunca. El capitalismo es como una bicicleta que debe circular constantemente
para no caer. Tarde o temprano la finitud de la naturaleza entra en
contradicción con la sed insaciable de beneficios. “Tal es la ley [ley de la
competencia que lleva a la acumulación] que saca constantemente de su viejo
cauce a la producción burguesa y obliga al capital a tener constantemente en
tensión las fuerzas productivas del trabajo, [...]; la ley que no le deja punto
de sosiego y le susurra incesantemente al oído: ¡Adelante! ¡Adelante!” (141). La
exigencia de la acumulación debido a la competencia hace que los capitalistas
tengan pocos escrúpulos.”« Après moi le déluge!» [¡Después de mí el diluvio!]
es la divisa de todo capitalista y de toda nación capitalista” (142).
Según
Marx, para acabar con esta depredación hay que abolir la propiedad privada.
“Desde el punto de vista de una formación económica superior de la sociedad la
propiedad privada de algunos individuos sobre la tierra parecerá algo tan
monstruoso como la propiedad privada de un hombre sobre su semejante”
(143). La relación perturbada entre el ser humano y la
naturaleza solo se podrá solucionar si se controla la fuerza ciega de la
acumulación de capital y los medios de producción se convierten en propiedad
común. “El comunismo […] es la resolución definitiva del antagonismo entre el
hombre y la naturaleza, y entre el hombre y el hombre” (144).
La
célebre escritora y activista Naomi Klein llega a una conclusión similar. En su
libro sobre el clima afirma que el mundo se enfrenta a una elección decisiva:
salvar el capitalismo o salvar el clima (145). Esta elección se plantea
claramente en el sector de la energía fósil, el principal responsable de la
emisión de CO2. Las 200 sociedades más grandes de petróleo, gas y
carbón tienen un valor de mercado común de 4 billones de dólares y hacen unos
beneficios anuales de decenas de miles de millones (146). Si queremos mantener
el aumento de la temperatura por debajo de 2 grados nuestros gigantes
energéticos no deben tocar entre el 60 % y el 80 % de sus reservas (147). En el
marco del capitalismo esto es desastroso para las perspectivas de beneficio,
hundiría inmediatamente su valor bursátil.
Estos
gigantes no toleran ataque alguno contra su imperio económico o financiero,
aunque haya consideraciones ecológicas o incluso esté amenazado el futuro del
planeta. Cada año siguen invirtiendo sin traba alguna cientos de millones de
dólares en la búsqueda de nuevas reservas (148). Mientras tanto, los valores
bursátiles de los monopolios energéticos van muy bien. Como si no pasara nada
suponen, de acuerdo con los mercados financieros y los accionistas, que el
mundo político no cumplirá lo prometido respecto a los objetivos climáticos.
Según Jeffrey Sachs, asesor de la ONU, “los grupos de presión están ganado […]
el resto del mundo está perdiendo, sobre todo porque los grupos de presión de
los combustibles fósiles están bien organizados […]. Esta situación tiene que
cambiar urgentemente antes de que sea demasiado tarde” (149).
El
calentamiento climático no se puede detener en el marco de la lógica del
beneficio. Según The Economist, portavoz de la élite económica
mundial, el precio financiero es demasiado elevado para detener el
calentamiento climático y de ahí su conclusión cínica: “Una acción global no
detendrá el cambio climático. El mundo debe buscar como vivir con ello”. Ahora
bien, no hay que deprimirse por eso: según The Economist, a
consecuencia del calentamiento climático todavía se puede sacar mucho
beneficio. Con todos los diques nuevos que hay que construir las constructoras
tiene un magnífico porvenir ante sí. Con todas las catástrofes por venir las
empresas de seguros van a hacer negocios redondos. El calentamiento climático
también será bueno para la medicina tropical (150)... Después de nosotros el diluvio,
en sentido totalmente literal.
La
política climática es demasiado importante para dejarla en manos de los
gigantes energéticos y de su lógica del beneficio. Debemos acabar con su
omnipotencia con el fin de crear margen para una política climática responsable.
O, según las palabras de Marx, es importante “[regular] racionalmente ese
metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez
de ser dominados por él como por un poder ciego” (151). Este
es el gran reto al que se enfrenta la generación actual.
Bibliografía:
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Bladel, L., Kerngedachten van Karl Marx, Anvers, 1981.
Notas:
(1) Nos concentramos en primer lugar en
los textos de Marx. Los completamos con citas de Friedrich Engels, su amigo y
compañero de armas. Comparten las mismas ideas y escriben juntos gran cantidad
de textos. Friedrich Engels también redactó y editó muchas obras importantes de
Marx. La mayoría de las citas son traducciones [al neerlandés y después al
francés], se han tomado las buenas traducciones que existen al francés. [Para
las citas en castellano tomaremos siempre que sea posible las traducciones
publicadas en internet, n. de la t.].
(2) El PIB – el Producto Interior Bruto
- es la producción anual de bienes y servicios de un país. En 2016 el PIB de la
zona euro era un 20 % más bajo que las tendencias anteriores a la crisis, Financial
Times, 11 de noviembre de 2015, p. 9; http://www.ft.com/intl/cms/s/0/373793a2-86cf-11e5-9f8c-a8d619fa707c.html
(3) Financial Times, 16 de
septiembre de 2009, p. 13;. http://www.ft.com/intl/cms/s/0/b24477de-a226-11de-9caa-00144feabdc0.html#axzz2niuBeAH0.
(4) Marx, K., Le Capital ,
Livre III, Le procès d'ensemble de la production capitaliste, 1894, http://inventin.lautre.net/livres/MARX-Le-Capital-Livre-3.pdf ,
p. 121. [En castellanohttps://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3615.htm ].
(5) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, 1844, https://www.ucc.ie/archive/hdsp/Literature_collection/Manifest_French.pdf ,
p. 11. [Esta cita en castellano y, a no se que se indique otra cosa, las
siguientes de este libro están tomadas de https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/35/34404_El_manifisto_comunista.pdf ].
(6) Marx, K., Le Capital ,
Livre III, p. 222. [En castellano https://books.google.es/books?id=qSO0DQAAQBAJ&pg=PT268&lpg=PT268&dq=La+raz%C3%B3n+%C3%Baltima+de+todas+las+crisis+reales+es+siempre+la+pobreza+y+la+limitaci%C3%B3n+del+consumo+de+las+masas&source=bl&ots=Un85jhfjE6&sig=X8BdEv9aU2snzEJFmSBfcTp3uoA&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwjClqz7mvzcAhVBKewKHWEwC6oQ6AEwAnoECAcQAQ#v=onepage&q=La%20raz%C3%B3n%20%C3%Baltima%20de%20todas%20las%20crisis%20reales%20es%20siempre%20la%20pobreza%20y%20la%20limitaci%C3%B3n%20del%20consumo%20de%20las%20masas&f=false].
(7) Marx, K., Grundrisse der Kritik
der politischen Ökonomie (Rohentwurf), 1858, http://dhcm.inkrit.org/wp-content/data/mew42.pdf, p.
661.
(8) Marx, K., Le Capital
Critique de l'économie politique. Livre I; 1867, http://inventin.lautre.net/livres/MARX-Le-Capital-Livre-1.pdf ,
p. 351. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/8.htm].
(9) http://siteresources.worldbank.org/EXTPREMNET/Resources/TDAT_Book.pdf ,
p. 261; http://www.oxfamsol.be/nl/IMG/pdf/bp174-cautionary-tale-austerity-inequality-europe-120913-en.pdf ,
p. 22.
(10) Marx, K., Le Capital, Livre
III , p. 124. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3615.htm ]
(11) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 11.
(12) Financial Times ,
3 de enero de 2013; http://www.ft.com/intl/cms/s/2/dafa4a2c-486e-11e2-a1c0-00144feab49a.html#axzz2KIkH3LkW ;
Deshpande A. & Nurse K. (eds.), The Global Economic Crisis and the
Developing World: Implications and Prospects for Recovery and Growth ,
Nueva York, 2012, p. 1.
(13) Financial Times ,
1-2 de noviembre de 2011, http://www.ft.com/intl/cms/s/0/473f53da-0310-11e1-899a-00144feabdc0.html#axzz2UDYGNQV0.
(14) Marx, K. y Engels, F., Neue
Rheinische Zeitung. Politisch-ökonomische Revue, 1850, http://www.mlwerke.de/me/me07/me07_421.htm.
[Citado en castellano en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245198]
(15) https://hbr.org/2008/09/new-thinking-for-a-new-financial-order ; http://uk.businessinsider.com/global-financial-assets-2015-2?international=true&r=UK&IR=T ;https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.CD.
(16) http://www.bis.org/statistics/dt1920a.pdf.
Un derivado o producto derivado es la denominación general de aquellos
productos bursátiles cuya tasa se basa en otra inversión subyacente. Los
derivados financieros se utilizan para reducir el riesgo pero, sobre todo, con
fines especulativos. Las principales formas de derivados son las options [opciones], futures [futuros], swaps y forwards. Cfr.
Vandepitte, M. en Callewaert C., %Attac% tegen de dictatuur van het
kapitaal, Attac-Vlaanderen, 2000, p. 39-40; http://nl.wikipedia.org/wiki/Financiële_derivaten.
(17) http://blogs.ft.com/martin-wolf-exchange/2011/10/24/the-threat-of-the-volatility-junkie/ ; cfr. http://www.iii.co.uk/investment/detail?code=cotn:LLOY.L&display=discussion&id=8953934&action=detail.
(18) Marx, K., Le Capital,
Livre III, p. 204. [En castellano http://www.javiercolomo.com/index_archivos/Literatura/Marx/Marx.pdf ]
(19) Marx, K., Grundrisse,
p. 335.
(20) Marx, K., Capital. Volume
III, p. 121. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3615.htm ]
(21) Marx, K. y Engels, F., Neue
Rheinische Zeitung. [Citado en castellano en https://www.boltxe.eus/una-critica-marxista-del-analisis-keynesiano-sobre-la-crisis-economica/ ]
(22) Marx, K. y Engels, F., Neue
Rheinische Zeitung. [Citado en castellano en https://www.boltxe.eus/una-critica-marxista-del-analisis-keynesiano-sobre-la-crisis-economica/] .
(23) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 11.
(24) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 357. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/]
(25) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 788.
(26) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 422.
(27) Para simplificar hacemos
abstracción de impuestos y de salario diferido (parte del salario dedicado a
las pensiones, seguridad social, etc).
(28) Las quinientas empresas más
grandes del mundo emplean a 65 millones de personas y en 2014 generaron un
beneficio de 1.700.000 millones de dólares, http://fortune.com/global500/.
(29) La fortuna de Albert Frère se
calcula en 4.900 millones de euros. https://www.hln.be/geld/nieuwe-nummer-een-op-miljardairslijst-van-forbes-trump-zakt-verder-weg-en-belg-komt-top-300-binnen~afc6d6da/ .
[Albert Frère es un hombre de negocios belga y la persona más rica de Bélgica,
n. de la t.].
(30) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 20.
(31) Marx, K., Le Capital
Critique de l'économie politique. Livre I, p. 89. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/1.htm ]
(32) En Bélgica el ingreso disponible
neto se eleva a 28.700 dólares por persona al año. Convertido en euros equivale
a 8.650 euros al mes para un hogar con dos niños y dos adultos. Fuente:http://www.oecdbetterlifeindex.org/countries/belgium/.
(33) http://deredactie.be/cm/vrtnieuws/binnenland/1.2281491;
Wetenschappelijk Instituut Volksgezondheid, Gezondheidsenquête 2013.
Rapport 3: Gebruik van gezondheids- en welzijnsdiensten, Bruselas,
2015, https://his.wiv-isp.be/nl/Gedeelde%20%20documenten/Summ_HC_NL_2013.pdf,
p. 36; https://www.hln.be/geld/economie/4-op-10-vlamingen-kunnen-niet-sparen~a1176e4f/.
(34) http://www.standaard.be/cnt/dmf20160714_02385565 ; http://www.standaard.be/cnt/dmf20170814_03017672.
(35) Un empleo cuesta aproximadamente
50.000 euros al año, lo que supone 20.000 empleos por mil millones de euros.
Con los impuestos y las contribuciones a la seguridad social por una parte y la
disminución de las prestaciones sociales por otra, puede llegar fácilmente a
30.000 empleos y más. Además, estos nuevos empleos contribuyen a relanzar la
economía.
(37) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 309. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/8.htm].
(38) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 10-11.
(39) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 762. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/23.htm].
(40) Jamil Jonna R. y Bellamy Foster
J., ‘Marx’s Theory of Working-Class Precariousness. Its Relevance Today’, Monthly
Review , 1 de abril de 2016, https://monthlyreview.org/2016/04/01/marxs-theory-of-working-class-precariousness/#lightbox/0/.
(41) Marx, K., Le Capital. Livre
I, p. 774-5. [Citado en castellano en http://www.niepmarx.blog.br/MM2017/anais2017/MC83/mc833.pdf].
(42) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 321.
(43) Marx, K., The Belgian
Massacres, https://www.marxists.org/archive/marx/iwma/documents/1869/belgian-massacre.htm .
*El
apellido Richard se forma irónicamente sobre el adjetivo “riche”, “rico” en
francés, se podría traducir por “Señor Ricachón” (n. de la t.)
(44) Marx, K., Grundrisse ,
p. 411. [Citado en castellano en https://marxismocritico.files.wordpress.com/2011/10/eagleton_terry_-_marx_y_la_libertad.pdf ].
(45) Marx, K., Grundrisse ,
p. 211.
(47) Marx, K., Manuscrits de
1844, 1844, http://classiques.uqac.ca/classiques/Marx_karl/manuscrits_1844/Manuscrits_1844.pdf ,
p. 56. [Citado en castellano en https://medium.com/la-tiza/marx-y-el-origen-del-marxismo-ii-a3efd92b8b78].
(48) http://www.hln.be/hln/nl/38762/Geld-maakt-gelukkig/article/detail/3019906/2016/12/03/4-op-10-Vlamingen-kunnen-niet-sparen.dhtm ; https://www.hln.be/geld/economie/twee-op-de-drie-belgische-woningen-bewoond-door-eigenaar~a0bd47d9/ ; http://www.knack.be/nieuws/wereld/oxfam-steeds-meer-armoede-in-europa-rijken-hebben-te-veel-invloed-op-beleid/article-normal-603687.html.
(49) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 6-7.
(50) Marx, K., Le Capital,
Livre III , p. 357. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3847.htm].
(51) Marx, K., Manuscrits de
1844, p. 78. [En castellano http://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/44mp/3.htm].
(52) Engels, F. y Marx, K., Lettre
à Bebel, Liebknecht, Bracke, 17-18 septembre 1879, https://www.marxists.org/francais/marx/works/00/parti/kmpc085.htm .
[En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/1879circu.htm].
(53) Engels, F., L’origine de
la famille, de la propriété privée et de l’état, 1884, https://matricien.files.wordpress.com/2012/03/engels-origine-de-la-famille.pdf ,
p. 78. [En castellanohttps://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/el_origen_de_la_familia.pdf].
(54) Marx, K., Le 18 Brumaire
de Louis Bonaparte, 1851, http://classiques.uqac.ca/classiques/Marx_karl/18_brumaine_louis_bonaparte/18_brumaine_louis_bonaparte.pdf ,
p. 12. [En castellanohttp://www.marx2mao.com/M2M(SP)/M&E(SP)/EBLB52s.html].
(55) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 24.
(56) Marx, K., Grundrisse ,
p. 204-5. En el texto Marx empleba el término 'citizen' [ciudadano] para
identificar a los ciudadanos 'libres' en una sociedad esclavista.
(57) Engels, F., 1880, Socialisme
utopique et socialisme scientifique, https://www.marxists.org/francais/marx/80-utopi/utopie.pdf ,
p. 41. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/78ad/78AD302.htm].
(58) Engels, F. y Marx, K., L’idéologie
allemande, 1845, http://classiques.uqac.ca/classiques/Engels_Marx/ideologie_allemande/Ideologie_allemande.pdf ,
p. 17. [En castellanohttps://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/1.htm].
(59) Engels, F. y Marx, K., L’idéologie
allemande, p. 31.
(60) Marx, K., La guerre civile
en France, 1871, http://www.karlmarx.fr/documents/marx-1871-guerre-civile-france.pdf,
p. 15. [Citado en castellano en http://books.google.es/books?id=T8LRDgAAQBAJ&pg=PT53&lpg=PT53&dq=No+tienen+que+realizar+ningunos+ideales+sino,+simplemente,+liberar+los+elementos+de+la+nueva+sociedad+que+la+vieja+sociedad+burguesa+agonizante+lleva+en+su+seno&source=bl&ots=CFPh-TD3F-&sig=O1oCglWJDQ54iiAbAH8YUrvO4Dg&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwilveaWrIXdAhXQzoUKHUj2BhYQ6AEwAHoECAAQAQ#v=onepage&q=No%20tienen%20que%20realizar%20ningunos%20ideales%20sino%2C%20simplemente%2C%20liberar%20los%20elementos%20de%20la%20nueva%20sociedad%20que%20la%20vieja%20sociedad%20burguesa%20agonizante%20lleva%20en%20su%20seno&f=false]
(61) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 14.
(62) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 16.
(63) Marx, K., Grundrisse ,
p. 507.
(64) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 14.
(65) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 13.
(66) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 16.
(67) El término pequeño burgués
proviene del alemán y se refiere a la capa social entre la clase obrera y la
“gran” burguesía. Se trata de los capataces, pequeños campesinos, pequeños
empresarios, etc.
(68) Engels, F. y Marx, K., Lettre
à Bebel, Liebknecht, Bracke.
(69) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 35. (70) Marx, K. y Engels, F., Adresse
du Comité Central à la Ligue des communistes, 1850,https://www.marxists.org/francais/marx/works/1850/03/18500300.htm .
[En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/50_circ.htm].
(71) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 15.
(72) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 14.
(73) http://arxiv.org/PS_cache/arxiv/pdf/1107/1107.5728v2.pdf;
cfr. http://www.forbes.com/sites/bruceupbin/2011/10/22/the-147-companies-that-control-everything/ ;http://dstevenwhite.com/2012/08/11/the-top-175-global-economic-entities-2011/.
(74) World Bank, https://data.worldbank.org/indicator/SL.TLF.TOTL.IN.
(75) ILO, World Employment
Social Outlook. Trends 2018 ,
(76) Vacas-Soriano, C. y
Fernández-Macías, E., Europe’s Shrinking Middle Class, https://www.socialeurope.eu/europes-shrinking-middle-class.
(77) Mertens, P., Comment
osent-ils ? La crise, l'euro et le grand hold-up, Bruselas 2012,
capítulo 2.
(78) Marx, K., Critique du
Programme de Gotha, 1875, http://www.communisme-bolchevisme.net/download/Marx_Critique_du_programme_de_Gotha.pdf ,
p. 11. (En castellanohttps://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gotha.htm].
(79) http://www.progressiveeconomy.eu/sites/default/files/Progressive_Economy-JOURNAL_issue2.pdf ,
p. 13.
(80) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 13.
(81) Marx, K., Statuts de
l'Association Internationale des Travailleurs, 1864,
https://www.marxists.org/francais/marx/works/1864/00/18640000.htm. [En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/1864-est.htm].
(82) Marx, K., Statuts de
l'Association Internationale des Travailleurs.
(83) Marx, K., Lettre à
Siegfried Meyer et August Vogt, 9 avril 1870, en Marx, K. y Engels,
F., Textes sur le colonialisme, Moscú 1977, 352-355; p. 354-5.
[En castellanohttps://pensaryhacer.files.wordpress.com/2013/01/acerca-del-colonialismo-articulos-y-cartas.pdf pp.
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(84) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 386. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/8.htm].
(85) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 386.
(86) Engels, F. y Marx, K., Les
prétendues scissions dans l'Internationale, 1872, https://www.marxists.org/francais/marx/works/1872/03/scissions.htm .
[En castellanohttps://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/lpee72s.htm].
(87) Marx, K., Les luttes des
classes en France, 1850, http://piketty.pse.ens.fr/files/Marx1850.pdf,
p. 22.
(88) Engels, F. y Marx, K., Les
prétendues scissions dans l'Internationale, 1872.
(89) https://fr.wikisource.org/wiki/Recherches_sur_la_nature_et_les_causes_de_la_richesse_des_nations/Livre_5/1.
[Citado en castellano en https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/ecoins/article/view/299/3224].
(90) Marx, K., La guerre civile
en France, p. 11. [En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/guer.htm].
(91) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 8.
(92) Engels, F., Brief aan Karl
Marx, 13 avril 1866, https://www.marxists.org/archive/marx/works/1866/letters/66_04_13.htm.
(93) Engels, F., L’origine de
la famille, de la propriété privée et de l’état, p. 76. [En
castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/el_origen_de_la_familia.pdf ].
(94) Engels, F., L’origine de
la famille, de la propriété privée et de l’état, p. 75.
(95) Engels, F. y Marx, K., L’idéologie
allemande, p. 32. [Citado en castellano en http://www.mabelthwaitesrey.com.ar/wp-content/uploads/art-period/16.pdf ].
(96) Marx, K., La guerre civile
en France, p. 22.
(97) Marx, K., Le 18 Brumaire
de Louis Bonaparte, p. 53. [En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum4.htm].
(98) Marx, K., La guerre civile
en France, p.13.
(99) Engels, F., Introduction à
‘Les luttes de Classes en France’, 1895, https://www.marxists.org/francais/engels/works/1895/03/fe18950306.htm .
[En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/francia/francia1.htm].
(100) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 18. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/i2.htm].
(101) Marx, K., Grundrisse,
p. 339. [Citado en castellano en https://haciaelcapital.files.wordpress.com/2010/02/write-10.pdf].
(102) Los primeros capitalistas eran
capitalistas comerciales. A partir de finales del siglo XV ganaron grandes
cantidades de dinero gracias al saqueo, el robo, la piratería, el comercio de
esclavos, etc. Pero como tales no aumentaron la riqueza mundial. Solo cuando
empiezan a invertir su capital en la esfera de la producción toma forma
verdaderamente la acumulación de capital y, por lo tanto, el capitalismo.
Fuente del gráfico: http://www.krusekronicle.com/kruse_kronicle/2008/03/charting-histor.html#.VaOeOfntlHw.
(103) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 8.
(104) Marx, K., Grundrisse,
p. 462.
(105) Marx, K., Grundrisse,
p. 119.
(106) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 10.
(107) Marx, K., Grundrisse,
p. 257 y 461.
(108) Marx, K., Contribution à
la critique de l'économie politique, 1859, http://www.karlmarx.fr/documents/marx-1859-critique-economie-politique.pdf ,
p. 9. [En castellanohttps://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/1859contri.htm].
(109) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 906. [En castellano http://www.marx.be/fr/content/capitulo-xi].
(110) El cálculo para una familia media
se basa en la hipótesis plausible de que el ingreso disponible de los hogares
es un 70 % del PIB. Utilizamos el producto mundial bruto: 122 billones de
dólares en 2016. Esta cifra, expresada en dólares PPA [Paridad del Poder
Adquisitivo], tiene en cuenta unas diferencias de precios entre países para los
mismos bienes o servicios y expresa el poder adquisitivo real. Hemos convertido
esta cifra en euros según el método de cálculo del Banco Mundial: para Bélgica
1 dólar PPA equivale a 0,808 euros. Fuentes:https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.PP.KD; http://www.worldometers.info/world-population/world-population-by-year/; https://data.oecd.org/conversion/purchasing-power-parities-ppp.htm.
(111) http://www.unwater.org/statistics_san.html http://www.voanews.com/content/decapua-un-energy-28apr10-92323229/154303.html ; http://www.habitatforhumanity.org.uk/statistics ;http://www.fao.org/hunger/en/.
(112) Financial Times, 25
de febrero de 2013, p. 7; http://www.ft.com/intl/cms/s/0/128a852e-7b64-11e2-8eb3-00144feabdc0.html#axzz2U7FxPYH3;
FAO, IFAD, UNICEF, WFP y WHO, The State of Food Security and Nutrition
in the World 2017, Roma, 2017, http://www.fao.org/3/a-I7695e.pdf, p.
2.
http://www.dewereldmorgen.be/artikel/2017/11/16/er-is-iets-grondig-mis-met-het-mondiale-voedselsysteem; Elver H., Speech by Ms Hilal Elver,
United Nations Special Rapporteur on the Right to Food, http://www.fao.org/fileadmin/templates/righttofood/images/img_event/2014_VG10/FAO_SpecialRapporteurRTF_speech.pdf; Financial
Times, Special Report: Managing Climate Change, 28 de noviembre de
2011, p. 3, https://www.ft.com/content/112e448e-142e-11e1-b07b-00144feabdc0.
(113) FAO, State of Food
Insecurity in the World 2004, Roma, 2004, p. 5; http://www.hungerfreeplanet.org/news/hunger-costs-poor-countries-450-billion-a-year.
(114) http://fortune.com/2018/01/08/pfizer-alzheimers-drug-research-end/; https://mronline.org/2018/01/16/profits-before-people-capitalists-abandon-alzheimers-and-parkinsons-research;https://www.theguardian.com/commentisfree/2013/feb/22/hiv-aids-deaths-pharmaceutical-industry; Financial
Times, 29 de diciembre de 2014, p. 5; https://www.ft.com/content/f0ff8ed2-86b4-11e4-9c2d-00144feabdc0; http://tjn-usa.org/storage/documents/The_Price_of_Offshore_Revisited_-_22-07-2012.pdf; https://www.bmj.com/content/345/bmj.e4348.
(115) Marx, K, Grundrisse, p.
119 y 625. [Citado en castellano en http://books.google.es/books?id=2waeBBGARLQC&pg=PA74&lpg=PA74&dq=cuanto+menos+tiempo+necesita+una+sociedad+para+producir+trigo,+ganado+Marx&source=bl&ots=wzc9PKRsMo&sig=lBnsOcBSF34ZmwVto_1B0SzHW-4&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwikxaadkovdAhVJaBoKHbwAAsIQ6AEwBHoECAYQAQ#v=onepage&q=cuanto%20menos%20tiempo%20necesita%20una%20sociedad%20para%20producir%20trigo%2C%20ganado%20Marx&f=false
(116) Marx, K, Grundrisse, p.
119 y 625 . [Citado en castellano en http://books.google.es/books?id=fGq7DgAAQBAJ&pg=PT71&lpg=PT71&dq=este+tiempo+libre+transforma+a+su+poseedor+en+un+sujeto+diferente.+Marx&source=bl&ots=LVzraY5Ist&sig=vcWrWhqtBafusA62pbYSV6eL4CQ&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwi3zvyYlovdAhWPCuwKHQkwCp8Q6AEwAnoECAgQAQ#v=onepage&q=este%20tiempo%20libre%20transforma%20a%20su%20poseedor%20en%20un%20sujeto%20diferente.%20Marx&f=false]
(117) Marx, K, Grundrisse, p.
226.
(119) Se calcula sobre la base de
Maddison A., Contours of The World Economy, I-2030AD, Oxford
2007, p. 377 en 379.
(120) http://www.econ.yale.edu/smith/econ116a/keynes1.pdf;
p. 5.
(121) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 312.
(122) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 18. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/i2.htm].
(123) Engels, F. y Marx, K., La
Sainte Famille, 1845, http://www.luttedeclasse.org/marxisme/sainte_famille.pdf,
p. 76.
(124) Engels, F. y Marx, K., Manifeste
du Parti communiste, p. 18. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/i2.htm].
(125) Engels, F. y Marx, K., L’idéologie
allemande, p. 12. [En castellano http://personales.unican.es/gonzaleof/Curso_TeX/docs/paginas/Marx_1.pdf].
(126) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 99. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/1.htm ].
(127) Engels, F., Dialectique
de la nature, 1883, https://www.marxists.org/francais/engels/works/1883/00/engels_dialectique_nature.pdf,
p. 141.
(128) Engels, F. y Marx, K., Rezension:
G. Fr. Daumer, ‘Die Religion des neuen Weltalters. Versuch einer combinatorisch-aphoristischen
Grundlegung’, 1850,http://hiaw.org/defcon6/works/1850/02/daumer.html .
[Citado en castellan en https://radiozapatistasud.files.wordpress.com/2011/11/bellamy-foster-john-la-ecologc3ada-de-marx.pdf].
(129) Marx, K., Manuscrits de
1844, p. 60. [En castellano https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/man1.htm#1-3].
(130) Engels, F., Dialectique
de la nature, p. 141. [En castellano http://archivo.juventudes.org/textos/Friedrich%20Engels/Dialectica%20de%20la%20Naturaleza.pdf].
(131) Marx, K., Le Capital, Livre
III, p. 351. [Citado en castellano en http://books.google.es/books?id=zZtPtQciv9UC&pg=PA207&lpg=PA207&dq=sociedad+naci%C3%B3n+entera++propietarias+de+la+tierra+usufructo+generaciones+El+capital+III&source=bl&ots=83xeZ57QY3&sig=rY7dGeRxXhCvkoC8OpvpUj_eJXY&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwj9gLyN34zdAhVLPBoKHas5DjYQ6AEwAHoECAEQAQ#v=onepage&q=sociedad%20naci%C3%B3n%20entera%20%20propietarias%20de%20la%20tierra%20usufructo%20generaciones%20El%20capital%20III&f=false].
(132) Marx, K., Le Capital.
Critique de l'économie politique. Livre II, 1885, http://inventin.lautre.net/livres/MARX-Le-Capital-Livre-2.pdf ,
p. 62. (133) Marx, K., Capital. Volume II, p. 106. [En
castellano http://juango.es/files/Karl-Marx---El-capital-II.pdf].
(134) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 615. [En castellano http://books.google.es/books?id=twPVDQAAQBAJ&pg=PA584&lpg=PA584&dq=preponderancia+poblaci%C3%B3n+urbana+fuerza+motriz+metabolismo+tierra+El+capital&source=bl&ots=tmbqgagzs7&sig=a3gzQLO3p6lyBkQxf4lx8-4FH94&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwi2-6rB6IzdAhVR6RoKHZSLBjoQ6AEwAXoECAkQAQ#v=onepage&q=preponderancia%20poblaci%C3%B3n%20urbana%20fuerza%20motriz%20metabolismo%20tierra%20El%20capital&f=false]
(135) Marx, K., Le Capital, Livre III,
p. 366.
(136) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 617 et 616. [En castellano http://books.google.es/books?id=twPVDQAAQBAJ&pg=PA584&lpg=PA584&dq=preponderancia+poblaci%C3%B3n+urbana+fuerza+motriz+metabolismo+tierra+El+capital&source=bl&ots=tmbqgagzs7&sig=a3gzQLO3p6lyBkQxf4lx8-4FH94&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwi2-6rB6IzdAhVR6RoKHZSLBjoQ6AEwAXoECAkQAQ#v=onepage&q=preponderancia%20poblaci%C3%B3n%20urbana%20fuerza%20motriz%20metabolismo%20tierra%20El%20capital&f=false].
(137) Engels, F., Dialectique
de la nature, p. 141. [En castellano http://archivo.juventudes.org/textos/Friedrich%20Engels/Dialectica%20de%20la%20Naturaleza.pdf].
(138) Marx, K., Grundrisse ,
p. 93.
(139) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 199. [En castellano https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/3.htm]
(140) Marx, K., Grundrisse ,
p. 339. [Citado en castellano en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=6845].
(141) Marx, K., Travail salarié
et capital , 1849, http://www.karlmarx.fr/documents/marx-1849-travail-salairie-capital.pdf ,
p. 18. [En castellano
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/49-trab2.htm].
(142) Marx, K., Le Capital.
Livre I, p. 351. [En castellano http://marxismo.school/files/2017/09/Marx_El-capital_Tomo-1_Vol.-1.pdf].
(143) Marx, K., Le Capital,
Livre III, p. 351. [En castellano https://books.google.es/books?id=AqRjDwAAQBAJ&pg=PT2234&lpg=PT2234&dq=la+propiedad+privada+de+algunos+individuos+sobre+la+tierra+parecer%C3%A1+algo+tan&source=bl&ots=Zb56nQl-bB&sig=tKrm_qW0buo_OqRIJ5aXvHQy09I&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwihiqOj0I3dAhXR_KQKHTi-D_AQ6AEwAXoECAkQAQ#v=onepage&q=la%20propiedad%20privada%20de%20algunos%20individuos%20sobre%20la%20tierra%20parecer%C3%A1%20algo%20tan&f=false].
(144) Marx, K., Manuscrits de
1844, p. 82. [Citado en castellano en http://ict.edu.ar/renovacion/wp-content/uploads/2011/06/Fragmentos-de-Marx-y-ejercicios.pdf]
(145) Klein, N., Tout peut
changer. Capitalisme et changement climatique, Arles, 2015. [Esto
lo cambia todo: el capitalismo contra el clima, Barcelona, Paidós, 2015;
traducción al castellano de Albino Santos Mosquera].
(147) The Economist, 14
de noviembre de 2015, pp. 55-6; http://www.economist.com/news/business/21678219-some-oil-majors-are-still-ducking-issue-global-warming-nodding-donkeys.
(148) Unburnable Carbon 2013.
Wasted capital and stranded assets, http://carbontracker.live.kiln.it/Unburnable-Carbon-2-Web-Version.pdf,
p. 33; Carbon reserves held by top fossil fuel companies soar, https://www.theguardian.com/environment/2015/apr/19/carbon-reserves-held-by-top-fossil-fuel-companies-soar.
(149) Financial times, 16/7
de noviembre de 2013, p. 9; https://www.ft.com/content/8251fd86-4de8-11e3-8fa5-00144feabdc0.
(150) “ Adapting to climate
change. Facing the consequences”, The Economist, 27 de noviembre de
2010, p. 79-82; https://www.economist.com/node/17572735.
(151) Marx, K., Le Capital,
Livre III , p. 370.
Traducido
del neerlandés al francés por M. Lauwers, E. Carpentier y L. Ragugini
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