Estimados amigos:
Por la presente hacemos de conocimiento de ustedes que después de
batallar y exponer que el movimiento llamado “Fuerza Popular” no es un partido
político como lo señala la ley y las ciencias sociales y políticas. Es
simplemente un movimiento que se ha puesto en marcha, heredando del fujimorismo
que se forjó en la década del 90 a través de una cúpula de personajes que
encabezara Alberto Fujimori Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos Torres.
Ambos personajes organizaron desde el gobierno lo que hoy se llama
organización criminal, porque no sólo se apropiaron de los bienes públicos,
sino manejaron el Estado peruano de acuerdo a las conveniencias de sus
intereses delincuenciales.
Ese gobierno, o mejor la organización criminal Fujimori/Montesinos
agregada a ella la del general Hermoza Ríos comprometieron la salud de la
república por varias generaciones, fue una cúpula que incluyó a los comandos
militares, los que se prestaron a obligar de manera vertical a las fuerzas
armadas y las policiales como sostén de dicha organización criminal.
La señora Fujimori y sus ayayeros empujados por la derecha tradicional y
la vieja guardia del fujimorismo fue que se organizara primero en un clan para
hacerse del poder que aparentemente creaba un movimiento político, contando con
adherentes y simpatizantes que por la desinformación muy propia de un país
subdesarrollado, intentara resucitar el fujimorismo del sátrapa Alberto
Fujimori y sus dos secuaces Montesinos Torres y Hermoza Ríos.
Es decir, que la señora Fujimori y sus amigos, comenzaron desde hace por
lo menos dos décadas, en formar un movimiento político no solo para
hacerse del poder, sino para visionar una situación que traspasara el largo
plazo. Ellos perdieron la presidencia el 2011 y el 2016, sin embargo, avanzaron
en este último año al conseguir -por las fallas del método proporcional del
sistema electoral- una mayoría aplastante para hacerse del congreso de la
república.
Una vez conseguida la primacía con dominio del poder legislativo, empezó
lo que hemos llamado el proceso de confrontación, muy propio de quienes quieren
todo el poder en el país. Se hizo una semejanza con el facismo español.
El facismo español que desde 1936 respondió a los intereses de la
derecha de ese país, al hacerse del poder a la fuerza por parte de los
conservadores y contó con la cooperación -sin desmayo del alto clero de la
iglesia católica-. El facismo franquista fue un fiel reflejo de los intereses
económicos de los grupos de poder y tuvo para ello una organización partidaria
llamada la Falange, a todo esto se adhirió los académicos e intelectuales del
orden conservador. El poder del fascismo hispánico tuvo como es comprensible la
adhesión de su fuerza armada española, convertida en el soporte tanto del
gobierno, como de la represión, a las libertades y al ejercicio del espionaje
más repudiable, gozando para ello de la impunidad aun cuando a la vuelta a la
democracia en España, costara mucho en lo ideológico y en lo organizativo
desaparecer los residuos de esa autocracia.
Éste último párrafo expresa y pone en alerta a la república peruana,
porque de triunfar este tipo de organización como la jefaturada por la señora
Keiko Fujimori, siempre y cuando se produjera, de ganar las elecciones del
2021.
Sin embargo, en el camino al 2021, los peruanos somos testigos de cómo
se ha organizado: primero, Fuerza 2011, luego fuerza Popular. Esos movimientos
han tenido el mismo comportamiento de conseguir en especial el financiamiento
de la derecha conservadora tradicional, del empresariado a través de CONFIEP y
de las corruptas empresas que delatan la geopolítica brasilera liderada,
principalmente por la empresa constructora ODEBRECHT.
A pesar de los problemas organizativos y de moral pública del sistema de
justicia peruano, han surgido jueces y fiscales que han tomado con seriedad y
ética profesional la investigación de las cúpulas y sus miembros de estas
organizaciones que han degenerado a la política, caso del partido nacionalista,
el alanismo ex aprista con sus ayayeros parlamentarios y de fuerza popular, conocida
como el fujimorismo. Es de aclarar que estos hombres y mujeres que desempeñan
cargos en el sistema de justicia, también están alertados y seguirán
investigando a las otras organizaciones políticas que estén comprometidas con
la delincuencia política.
Las investigaciones nos han hecho conocer que en el caso la cúpula de
fuerza popular, jefaturada por Keiko Fujimori, cometieron no solo excesos, sino
que las evidencias que la justicia habrá de sancionar. Los peruanos tienen que
esperar que se decanten todos los actos de lo realizado por la organización
criminal de las cúpulas partidarias, ellas con gran astucia han sabido ganar
adeptos para formar: fuerza popular y que miles de simpatizantes les hayan
brindado copiosas votaciones en los procesos del 2011 y el 2016.
La alerta que el suscrito señala en varios de sus artículos dirigidos a
ustedes ha sido poner en conocimiento de que sin investigación histórico/social
y político/económica no es posible temerariamente lanzar hipótesis para que un
peruano crea que se produciría la hecatombe en el Perú republicano.
Olvidar la historia nacional y mundial solo es recurrir vanamente al
pasado, la historia es fuente de información que ayuda a reconocer los
acontecimientos y ver su continuidad, más en el caso del Perú de hoy. Además,
cuando se toca la historia no lo hace un diletante e improvisado, más cuando se
trata de un funcionario público que ha adquirido experiencia en cuestiones del
Estado, y a la vez tiene el soporte de estudios en la ciencia sociológica que le
ha permitido también con la ayuda de su formación económica, recurrir al
conocimiento de las otras ciencias sociales y políticas con los descubrimientos
que le ofrece la vida moderna de un mundo globalizado.
Hemos escrito en largos intentos por hacer historia sin ser historiador,
y lamentando que los actuales historiadores, los que una parte mayoritaria de
historiadores no saben que su dedicación y conocimientos avanzados de historia
son para entender la problemática de 200 años de la república; más cuando
repito representa el Perú al ser milenario, con culturas que con los Incas
llegaron a ser un potencial de realizaciones de un valor extraordinario que
asombra al mundo de hoy, que lo hecho fue antes de la invasión española.
En consecuencia, termino este escrito, diciendo a mis amigos que se den
un tiempo en revisar, no solo los escritos que periódicamente les he enviado,
sino también conocer las publicaciones, todo ello se ha dirigido a entender la
problemática republicana y de las ocurrencias negativas y positivas del
Perú.
Agradezco a los amigos que han sido libres de leer y de aquellos que
dieron aliento en esta solitaria misión. Nombrar a los amigos aparece injusto,
pues es posible que me olvide de algunos, y más de aquellos que sin expresarse
han leído, no se han comunicado conmigo, empero sienten que la libertad de
pensar y hacer sólo es cuando vivimos en un país democrático.
Atentamente,
Fernando Arce
Meza
Surco, 22 de Octubre del 2018
La del estribo: el día de hoy la prensa peruana y mundial hace conocer de la crisis
que afronta fuerza popular, para la tranquilidad de los peruanos, los culpables
de esa organización criminal recibirían las sanciones de la justicia y la buena
ventura que nos acompaña valorara de lo que nos hemos librado. Los neo
conservadores y la tradicional derecha peruana hayan perdido, no la guerra,
porque siguen teniendo mucho poder, pero sí una de las batallas en camino a la
liberación de la colonialidad interna y del constructo mental conservador.
El abrumador miedo que se había intentado en estos casi doscientos años,
en asustar a los peruanos, miedo que se introducía: primero contra la
traición del comunismo soviético; y luego, guardando las distancias con el
falso socialismo, ha sido contra las libertades públicas y el estado de derecho
que, por largos tiempos los peruanos sufrieron con las dictaduras militares y
los autoritarismos caudillescos, en referencia a los que no llegaron a
ser líderes, porque además de no tener condiciones para serlo, el Perú careció
de elites organizadas en su sociedad civil y en especial, en sus partidos
políticos que no practican la democracia interna.
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