Emir Sader
ALAI
AMLATINA, 24/10/2018.- Para impedir que el deseo de la
mayoría de los brasileños de tener a Lula de nuevo como presidente de Brasil se
concretara, la derecha ha optado por destruir al país. No le importan las
consecuencias. Ya había abrazado a Michel Temer, a sabiendas de que es la
cabeza de una banda de corruptos, con tal de sacar al PT del gobierno,
retomando el ya fracasado modelo neoliberal. No le importan las consecuencias:
la profunda y prolongada recesión, los 27 millones de personas, entre
desempleados y gente que ya ni siguiera busca empleo.
No importa que se desmonte la estructura productiva del país, que se
subaste el pre sal para empresas extranjeras a precios viles,
no importa que el Estado deje abandonada a la masa de la población antes
atendida con programas sociales. Es una derecha, un gran empresariado, que no
tiene ningún compromiso con el país. Que niega lo que algunos sectores de
izquierda decían: que el gran empresariado estaba contento con los gobiernos
del PT. Todo lo contrario: hacen de todo, legal e ilegal, para impedir que ese
gobierno vuelva.
No importa que tengan que abrazar ahora a un capitán del ejército,
expulsado y degradado por mal comportamiento, que añora la dictadura militar,
que pregona la tortura, que ofende a mujeres, a los negros, a los LGBT, a todos
los explotados y excluidos. Han tenido que hacer esa opción, por la fuerza del
PT y de Lula, que han reconstruido a la izquierda, con un proyecto democrático
y popular amplio, que ha incorporado a las más amplias capas del pueblo.
Para enfrentar a esa alternativa, la guerra hibrida puso en práctica su
forma de accionar. Una fábrica monstruosa de noticias falsas, multiplicadas por
robots en millones de copias, ha inundado a las casillas de millones de
personas y difundida por las iglesias evangélicas, ha revertido una ventaja
conquistada en base a la movilización y a la conciencia popular. El director
del institutito de encuestas de Folha de Sao Paulo ha afirmado que esos
mecanismos han falseado profundamente los resultados de las elecciones en primera
vuelta. Solo así fue posible esa reversión, que ha criminalizado al inmenso
movimiento de mujeres que había copado las calles de todos el país con el
movimiento #ElNo, que ha propagado estúpidas mentiras en contra de Fernando
Haddad y en contra de las fuerzas de izquierda.
Esos mecanismos diabólicos han puesto a la izquierda en la defensiva,
teniendo que pasar a desmentir las mentiras difundidas diariamente – entre
ellas fotos de lo que serían biberones en forma de órgano sexual masculino que
Haddad habría distribuido en las escuelas cuando era ministro de Educación,
para que tengan idea de lo que se difunde por intermedio de esos robots -, con
la agenda desplazada de las alternativas para el país hacia esas mentiras. Así
se construye una campaña electoral en la guerra híbrida.
Después de darse cuenta de los mecanismos que la extrema derecha puso en
práctica, la izquierda readaptó sus formas de acción y su discurso, pero
Bolsonaro ya había copado el centro del escenario electoral, incluso con sus
amenazas cotidianas, de que los opositores irían presos o tendrían que irse del
país, entre otros, para esconder su plan económico de gobierno, de continuidad
con el neoliberalismo de Temer.
La contraofensiva de la izquierda, con Haddad recorriendo todo Brasil de
nuevo, tuvo que remontar una diferencia grande en las encuestas y el clima
anticipado de victoria que la extrema derecha ha empezado a entonar. Nada de
esos mecanismos han borrado la voluntad mayoritaria de los brasileños de que
Lula fuera el próximo presidente de Brasil, como lo reafirman las encuestas en
que el nombre del ex-presidente es mencionado como alternativa. Pero jugando en
contra del tiempo, la izquierda está logrando disminuir la distancia, corriendo
en contra del tiempo, a la vez que las declaraciones amenazantes del candidato
de la extrema derecha, junto a sus hijos, su candidato a vicepresidente, su
asesor económico, asustan cada vez a sectores más amplios, incluso a los
medios, mencionados expresamente por Bolsonaro como sus blancos de ataques muy
duros.
Se acerca el desenlace de la más profunda y prolongada crisis de la
historia brasileña, que tendrá una continuidad bajo forma distinta, la
represiva, o una salida democrática. De todas maneras, nunca la lucha de clases
ha ganado una forma tan abierta, dura, violenta, como en esta campaña electoral
en Brasil. Los sectores organizados del pueblo, que siguen teniendo a Lula como
su líder indiscutible, dan una batalla durísima en contra de las fuerzas
gigantescas que la extrema derecha ha movilizado, contando con el gran
empresariado y su inmenso podría económico, con los mecanismos elaborados por
el hombre del marketing de Trump, por los mecanismos ficticios que han puesto
en marcha, con las iglesias evangélicas y con los grados de falta de conciencia
de sectores populares, pero sobretodo de capas medias.
La candidatura de Haddad cuenta con todos los movimientos populares
organizados, con toda la intelectualidad y los artistas, con todo el mundo de
los juristas –con la participación de Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto
Gil, Sonia Braga, entre tantos otros-, con todas las
personalidades importantes en Brasil, una fuerza democrática que será
protagonista del futuro del país. Momentos de decisión para Brasil, con
consecuencias para todo el continente.
- Emir Sader, sociólogo y científico político
brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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