Caso Khashoggi (I)
24-10-2018
El
7 de diciembre del 1977, el escritor secular y progresista de Arabia Saudí,
Nasir As-Said, es secuestrado en plena calle de Beirut y trasladado a la
embajada de este país, desde donde desaparece para siempre. Había huido de
Arabia en 1956 por defender el nacionalismo árabe y colocar el lema de “ un
parlamento libre y democrático para Arabia Saudí ” en el centro de sus
demandas. Su asesinato fue organizado por la Casa Saud y la CIA. Jamal
Khashoggi ni de lejos se parecía a As-Saíd, aunque su trágico final se parece
más al guion de una película hollywoodiense de gánsteres, con morbo, intriga e
incluso una historia de amor.
En
el asesinato del periodista árabe existen tres niveles de “intereses”:
nacionales, regionales e internacionales, y justamente la presencia de
demasiados actores en el escenario está dificultando la ocultación de lo
sucedido y poder zanjarlo con un “Pacto entre los varones de la Mafia”
involucrados, impidiendo que ruede la propia cabeza del principal autor
intelectual del crimen el Príncipe heredero Mohammad Bin Salman (MBS).
Según The
Washington Post , la inteligencia estadounidense había interceptado la
conversación de los funcionarios saudíes que discutían el plan para atrapar al
periodista, y aunque el diario no revela los detalles, levanta la sospecha
sobre la inacción de la CIA y el hecho de que no le avisaran a la víctima, ni
mucho menos prestarle protección.
Al
contrario de Bin Laden, el agente de la CIA, cuya supuesta muerte
peliculera fue anunciada por Barak Obama sin presentar pruebas
de su asesinato (¡no hubo ni cuerpo!), en la muerte de Jamal Khashoggi, Donald
Trump -que hace de portavoz de la Casa Saud-, se ha visto obligado a confirmar
la muerte trágica del hombre, bajo las presiones de Turquía, aun sin tener su
cadáver.
Se
trata de un asesinato premeditado: en septiembre el periodista, residente en
EEUU, acudía a la embajada de su país en Washington para arreglar sus papeles y
poder contraer matrimonio con la estudiante universitaria turca Hatice
Cengizel. Pero, los funcionarios le recomiendan, “incomprensiblemente”, que
fuera a Turquía a gestionarlo, lo cual muestra la complicidad de la embajada,
que es bajo el mando de nadie menos que el príncipe Khaled el hermano de MBS. Y
es lo que hace el novio. El 31 de septiembre, acude al consulado de Arabia en
Estambul y aquí le citan para que regrese el día 2 de octubre a recoger sus
documentos, tiempo suficiente para la llegada del Escuadrón de la Muerte desde
Arabia Saudí.
¿Quién
le traicionó?
Ya
temía por su vida, cuando en 2017 Khashoggi rechazó la invitación de los Saud
para volver al país y trabajar como asesor de los medios de comunicación de la
corte real. Sin embargo, bajó la guardia, posiblemente porque, tanto sus
contactos en Riad como (un sector de) los servicios de inteligencia
estadounidenses y turco le habían asegurado que estaría a salvo en Turquía. Y
los tres le traicionaron o le fallaron. Cabe recordar que años atrás,
concretamente en 1968, la misma CIA iba a secuestrar al periodista griego Elias
Demetracopoulos, refugiado en EEUU, por órdenes de Richard Nixon y Henry
Kissinger ya que había descubierto unos documentos que revelaban la ayuda de
549.000 dólares de la dictadura militar griega a la campaña electoral de Nixon.
El plan era conducirle hasta la embajada griega en Washington para matarlo.
¿Quién
era Khashoggi?
Empezó
su carrera periodística sobre 1980, cooperando con la CIA y la Casa Saud en
promocionar en la prensa la “Yihad”
anticomunista dirigido por su compatriota Bin Laden en
Afganistán y la región, para después resaltar los crímenes de Al Qaeda con dos
objetivos: justificar la
farsa de EEUU en su “Guerra contra el terror” , y quitar la
etiqueta de “fundamentalista y bárbaro” al régimen saudí presentándole
“moderado”. Así, se convirtió en el asesor de prensa del jefe de Mukhabarat,
Servicios de Inteligencia de Arabia, el príncipe Turki al Faisal, primo de MBS,
e hijo de Faisal quien fue rey de Arabia hasta su asesinato en 1975 por un
sobrino (¡lo cual muestra las amenazas que acechan al propio MBS, desde
dentro!).
Su
colaboración fue premiada por el Príncipe Kalid Al Faisal, el dueño del diario
de Al-Watan (La Patria), y hermano de Turki Al-Faysal. Pero, quienes le dieron
el puesto del director en el rotativo. Su paso por los medios de propaganda del
régimen era breve, y eso a pesar de que seguía encubriendo los crímenes de la
mafia gobernante. Los Saud que siguen el lema de “ O estás conmigo o
contra mí ”, son incapaces de soportar ni consejos amistosos de los
periodistas de estas publicaciones. Khashoggi nunca dejó de ser leal a
Washington y a las dictaduras de la región apoyando las agresiones militares de
EEUU y sus socios europeos, turco y árabes a las repúblicas semiseculares de
Irak, Libia y Siria, que han causado la muerte y dolor a decenas de millones de
personas.
Khashoggi
nunca escribió sobre la situación de los trabajadores, mujeres o de los presos
políticos que reciben decenas de latigazos en su cuerpo hasta que su piel sea
arrancada (como ha sucedido al joven Ali al-Nimr, condenado a muerte en 2014
por su participación en las protestas de la Primavera Árabe de 2012), ni
mencionó nunca los gravísimos abusos, incluidos físicos y sexuales, que sufren
muchos de los 9 millones de personas migrantes en el país. En 2017, al menos
146 personas fueron ejecutadas en Arabia Saudí, y la mayoría decapitadas, al
puro estilo del “Estado Islámico”, por acusaciones como el ateísmo, blasfemia,
homosexualidad, brujería o criticar al poder.
¿Por
qué MBS va a por él?
Khashoggi
se hace “desertor” (que nunca opositor, si siquiera crítico) cuando el rey
Salman bin Abdulaziz organiza un golpe de Estado para
nombrar heredero a su hijo, al joven Mohammad, destituyendo al verdadero
heredero, Mohamed bin Nayefel de 59 años. A pesar de que el periodista no deja de
respaldar al que iba ser el futuro rey ilegitimo de Arabia y sus falsos
intentos de reforma,MBS planea eliminarlo, por :
1.
Cuestionar, aunque nunca de forma directa, la legitimidad del Príncipe
Heredero.
2.
Simpatizar con la poderosa organización rival del wahabismo la Hermandad
Musulmana (HM) que gobierna en Qatar y Turquía. Lo que agrava este “pecado” es
que la HM no es la enemigaapóstata chii, sino una alternativa
sunnita viable a la versión más intransigente del Islam impuesta en Arabia. El
periódico saudí de Okaz (nombre de un zoco en la antigua Arabia), semanas antes
del asesinato, desveló su encuentro con el Emir de Qatar Tamim Bin Hamad en el
Hotel Four Seasons en Nueva York
3.
Poseer información privilegiada de lo que sucedía en el hermético seno del
poder, además de conocer al detalle los trapos sucios de la monarquía.
4.
Ser Khashoggi un saudí “patriota”: no le podían acusar de ser “agente del
occidente”.
5.
Perjudicar a la Casa Real desde EEUU, el centro del imperio, y donde MBS había
invertido miles de millones de dólares para comprarse prestigio.
6.
Distanciarse de la postura proisraelí de la Casa Real sobre palestina en
general y su renuncia a Jerusalén Oriental como el futuro capital de estado
palestino, en particular. El asesinato del periodista también hace feliz a
Israel.
Pedagogía
del terror
Los
detalles de su terrible muerte (filtrados en capítulo por el régimen de
Erdogan, para su propio beneficio), ha sido un aleccionamiento: podrían haberle
puesto una bomba en su coche y pegarle un tiro (cosas que la prensa “amiga”
podría tachar de “ajuste de cuentas” por droga, amor o lo que fuese, y los
gobiernos amigos se lo hubieran agradecido). Nadie se ha escandalizado con el
asesinato de la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia, o al esloveno Jan
Kuciak. Pero, descuartizar viva a una persona encima en un consulado, y para
más inri en un país no amigo como Turquía, ha sido la obra de un carnicero
estúpido, imposible de soportar para el mundo incluso con los acostumbrados con
los estándares saudíes.
MBS,
así echa a perder la ingente inversión en los medios de comunicación
occidentales que hizo para que le presentaran como reformador y el hombre que
iba a currar la incurable esclerosis de una teocracia que siempre es medieval:
consiguió que la prensa en vez de hablar de sus crímenes en Yemen hablara del
levantamiento de la prohibición de conducir a las mujeres, mientras que por la
puerta atrás seguía
deteniendo a las activistas feministas.
Ahora,
no sólo ha asestado un duro golpe a sus aliados que pusieron la alfombra roja
al “reformador MBS”, sino que acaba con el espejismo de la capacidad de
reformar una teocracia sanguinaria.
Matar
al periodista ha sido el suicidio de un arrogante y desesperado heredero, y la
consecuencia de la impunidad que le han regalado las potencias mundiales a este
país y a Israel: ¡Arabia sigue siendo miembro del Consejo de Derechos Humanos
de la ONU y del Comité para el Empoderamiento de las Mujeres y la Igualdad de
Género! El año pasado los Saud
organizaron su particular “noche de cristales rotos” , cuando
el rey Salman citó a 11 príncipes y 38 ex ministros en el Hotel Ritz-Carlton de
Riad, para allí encerrarlos, torturarlos, y no soltarlos antes de desvalijar
sus cuentas billonarias. ElPríncipe de las
Tinieblas Saudí, t ambién secuestró al primer ministro libanés,
Saad Hariri, y ni la ONU le reprochó. Nadie ha querido a los saudíes lo
suficiente para salvarlos de sí mismos.
Sin
apoyo en el interior de la Casa real, y ahora tampoco en exterior, MBS puede
marcharse, sumiendo en una mayor incertidumbre a su país y a la región. Lo
único seguro es que esta crisis no terminará en una república ni siquiera en
una “república islámica para Arabia.
Entre
las pocas alternativas que le quedan a la Casa Saud están:
- Apartar al heredero, y cerrar la crisis. Salman ha confundido la importancia estratégica de Arabia para EEUU con la importancia de un MBS que es absolutamente prescindible. La soga ya está en el cuello del “Trump Saudí”. Es más, si no se va por las buenas, la CIA tiene medios y suficiente experiencia para hacerlo por las malas.
- Provocar algún incidente grave a nivel
internacional para que los titulares de la prensa se desviasen del “caso
de MBS” .
Empieza, de todas formas, una nueva ronda de juego
árabe de tronos.
Y por último, a pesar de las afirmaciones de los
dieres occidentales, Arabia Saudí carece del poder real para chantajear al
mundo: es una simple y llana colonia de EEUU.
Fuente: https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5260/caso-khashoggi-i-el-periodista-y-el-jack-el-destripador/
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=248119
No hay comentarios:
Publicar un comentario