04/11/2018
Uno de los recursos más mentirosos y
reiterados de la propaganda anticomunista estadounidense– es exponer que los
envidiables ritmo y nivel de desarrollo actuales de China son resultantes de su
renuncia a los objetivos del socialismo y por haber adoptado el gran país
asiático proyecciones capitalistas.
Con esta engañosa propaganda, los
promotores de capitalismo han logrado no pocos avances en la siembra de
confusión en las filas de la izquierda y en las masas progresistas en todo el
mundo.
Un ensayo de Andre Vltchek, filósofo,
novelista, cineasta, autor de numerosos libros y periodista investigador
ruso-norteamericano especializado en temas asiáticos, publicado el 27 de
octubre en la revista New Eastern Outlook (NEO), comenta que: ofensas
“La locura y la vileza de lo que
divulga la propaganda occidental sobre China en Estados Unidos y Europa solía
hacer llorar de vergüenza a algunos de mis amigos chinos. Pero las cosas están
cambiando por efecto de la frustración y las malas maneras de los perdedores.
Los propagandistas del Imperio, sus expertos y periodistas no acaban de ponerse
de acuerdo acerca de lo que realmente anda mal en China. Pero como se les paga
muy bien por encontrar nuevos escarnios, compiten constantemente entre sí en
busca de las historias más jugosas y escandalosas. A menudo parece que
encuentran malo absolutamente todo lo que ven en este país, el más poblado del
mundo que, además, es comunista”.
China pondrá fin a la pobreza extrema
para 2020, pero ello no encuentra aplausos en Berlín, París, Londres y
Washington. China está muy por delante de todos los grandes países del mundo en
la construcción de la “civilización ecológica”, pero éstos no lo notan. Y
tampoco advierten que el gobierno chino está introduciendo amplias reformas
educativas, al tiempo que llena el país con grandes salas de conciertos, museos
y teatros propios para un avance cultural incontenible.
La propaganda occidental trata,
literalmente, de desacreditar a China tanto desde la izquierda como desde la
derecha. Lo mismo es acusada por ser demasiado comunista que a causa de no
serlo suficientemente.
El New York Times publicó un trabajo en
primera plana el 5 de octubre de 2018, destacando que un reportero suyo visitó
la ciudad china de Huizhou, donde “descubrió” a un grupo de juvenil marxista
que protestaba y exigía que las cosas se hicieran como en tiempos de Mao. De
ello, el periódico extrajo como conclusión digna de salir en primera plana que
China está enfrentando una amenaza muy seria desde la izquierda.
Véase que ignorancia, China sigue
avanzado hacia el mismo objetivo, un comunismo democrático y socialmente
orientado, bajo la misma dirección política comunista de entonces.
Definitivamente el NYT no es una publicación pro-comunista, pero para atacar a China
aparentó sus simpatías (¡al punto de destacar el reportaje en portada!) a un
pequeño grupo de jóvenes marxistas celosos de sus ideas, con el fin de esparcir
dudas entre los lectores, y sugerir que el gobierno chino ya no es tan rojo
como antes.
Al día siguiente (edición de sábado y
domingo, 6 y 7 de octubre de 2018), el mismo NYT se contradijo en dos portadas
sobre China que decían que “China cortará las alas de las empresas privadas de
los EE.UU.” y que “Beijing está volviendo a los negocios”.
La doctrina de miles de periódicos
norteamericanos y europeos que Washington manipula es hacer que se publique
todo lo que pueda perjudicar a China. “Mientras peores, más lóbregas y más
negativas sean las noticias sobre China, mejor. Todo vale.”
Se le señala por tener demasiado
comunismo o por tener muy poco. Pero, ¿Qué es China en realidad? ¿Como
clasificarla ante tal dicotomía?. Vltchek brinda su criterio:
“China es un país comunista (o
socialista) con miles de años de una historia larga y relativamente
igualitaria. Tiene una economía mixta pero con una planificación central (el
gobierno les dice a las empresas qué hacer, y no a la inversa). Es claramente
la nación más exitosa de la tierra cuando se trata de trabajar en nombre de y
para el beneficio de sus ciudadanos. También es la nación más grande y pacífica
de la tierra. Y aquí hay dos puntos esenciales más: China está a la vanguardia
para salvar al mundo del inminente desastre ecológico. No posee colonias ni
neocolonias, es un estado esencialmente internacionalista. Su sistema político,
economía y su cultura son diametralmente diferentes de los de Occidente”.
Por eso es elemental que los encargados
de la tarea de definir lo que es o no es China y lo que son o no son las
naciones del mundo entero, deben ser, en primera y última instancias los
propios gobernantes, la intelectualidad y el pueblo todo de cada país.
Y si China se declara país socialista
con características chinas, ese es el criterio que debía prevalecer, sin la
arrogancia de tratar de imponer a la mayor civilización de la tierra el
calificativo que convenga a los intereses imperialistas o a los de otras
fuerzas políticas ajenas a los mejores intereses del pueblo chino.
Noviembre 1º de 2018.
Especial para el diario POR ESTO! de
Mérida, México.
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