Robótica
y empleo
12/11/2018 |
Joseba Permach
La robotización va hacer desaparecer millones de
empleos. Ese es el nuevo mantra que los
economistas del sistema repiten machaconamente y que tiene como objetivo
presentar como problema lo que bien pudiera ser una solución. Pero no
adelantemos acontecimientos y analicemos la película por partes.
Terminator entrá en acción
El
año 2013 los profesores de la Universidad de Oxford C.B Frey y M.A. Osborne
presentaban un trabajo titulado The future of the employment en
el que alertaban que “de acuerdo con nuestras estimaciones el 47% de los
empleos están en riesgo” (Frey y Osborne, 2013). En este famoso y emblemático
trabajo se anunciaban de forma dramática la desaparición de un buen número de
ocupaciones y, por si fuera poco, correlacionaron negativamente salario y
computarización. O dicho de otra forma, que los procesos de robotización iban a
generar, también, la disminución de los salarios. Terminator entraba fuerte en
escena disparando, sin contemplación alguna, contra empleos y salarios.
Obviamente,
el debate sobre las consecuencias del desarrollo tecnológico en el empleo no es
nuevo y podemos recordar, por ejemplo, al movimiento ludita del siglo XIX
destruyendo las máquinas que supuestamente iban a acabar con el empleo. Lo
cierto es que la tecnología siguió avanzando y el número de personas empleadas
también.
Ahora,
sin embargo, el anuncio sobre la amenaza tecnológica o de la robotización no
proviene de la clase trabajadora. Son los economistas e instituciones
económicas del establishment las que de forma permanente nos acribillan con
informes que vienen a recordarnos que Terminator 4.0 está a la vuelta de la
esquina.
Por
ejemplo, el informe Industria 4.0: Global Digital Operations Study
2018 realizado por la consultora PwC para 27 países hablaba del fuerte
efecto que iba a tener la automotización en el empleo y cifraba, por ejemplo,
que el 34% de los empleos del estado español iban a ser automotizados para el
2030.
El
Foro Económico Mundial que anualmente se reúne en Davos (Suiza) lleva años
introduciendo este tema en su programa de debate y con ello, obviamente, pretende
extender dicho debate al conjunto de la opinión pública mundial. De hecho,
recientemente este mismo organismo acaba de publicar The Future of Jobs
2018 en el que se vaticina la posible pérdida de 75 millones de
empleos, aunque también habla de la creación de nuevas ocupaciones. Este
trabajo, además, es la segunda edición de un primer informe publicado en 2016
en el que se anunciaba la inmediata pérdida de 5 millones de empleos en cinco
años.
Es
evidente la intención del foro de los más ricos del planeta por insertar
permanentemente este debate en los medios y para ello, bien en forma de
informes bianuales o programándolo en sus reuniones anuales, nos recuerdan que
independiente de su magnitud, es cosa de tiempo, Terminator viene a por
nosotr@s.
Terminator acabará contigo, no te resistas
Durante
los últimos años también se han elaborado otro tipo de informes y trabajos que
han refutado dicha tesis. Por ejemplo, el trabajo publicado por Wolfang Dauth y
otros sobre el tema, para el caso alemán, afirma que “los robots no han tenido
un efecto agregado en el empleo alemán” (Dauth y otros, 2017). Claro que para
comprender las razones de dicha afirmación, a continuación, señalan que “este
efecto parece deberse en gran medida a los esfuerzos de los consejos de trabajo
y los sindicatos” (ídem). Obviamente, hay quien no desea que se hable de esta
parte y, por tanto, algunos estudios tienen más reflejo que otros en los medios
de comunicación.
¿Pero
y qué busca el establishment con la publicación de dichos trabajos apocalípticos?
Pues ni más ni menos que titulares, por ejemplo, como el publicado por El País
en noviembre del 2017: “La robótica eliminará hasta 800 millones de empleo en
el 2030 (El País, 2017). Y si alguien tiene duda de las intenciones del
diario, añado el segundo titular de la noticia que nos aliviala
dramática amenaza al decir que si bien Japón, EEUU y Alemania serán los más
golpeados por la automatización, “El impacto en México será menor por los bajos
sueldos” (Ídem). ¿Bajar los sueldos es la solución?
En
este caso el informe fue realizado por la Consultoría Mackinsey Global
Institute. Vease la calidad científica del mismo que calculaba entre
400 y 800 millones los empleos que iban a desaparecer. ¿Y qué más da
que un estudio de semejantes características se parezca más a una predicción de
cualquier adivinador televisivo que a una investigación científica, si lo que
buscaban la Consultoría Mackinsey Global y El País era
meternos el miedo hasta los huesos?
Dice
Marina Garcés que vivimos un tiempo donde todo se acaba, se agota y “ya hace
tiempo que se decretó la muerte del futuro y la idea de progreso” (Garces,
2017:14). La pérdida del futuro tiene consecuencias directas en la desaparición
de un horizonte que nos marque el camino por donde transitar. Ello, obviamente,
tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, de reflexionar y, por ende, de
actuar. La desaparición del futuro tiene consecuencias hoy, aquí y ahora en la
medida que negandonos el poder avanzar, sólo nos queda retroceder o simplemente
resistir de forma pasiva ante la que se nos avecina.
La
robotización o la digitalización pudieran aparecer como la solución a muchos de
nuestros problemas, sin embargo, son presentadas, representadas,
como auténticas amenazas con las que resulta inútil combatir. “La fascinación
por el apocalipsis domina la escena política, estética y científica. Es una
nueva ideología dominante que hay que aislar y analizar, antes de que como un
virus, se adueñe de lo más íntimo de nuestras mentes” (Garcés, 2017).
El
virus generador de las distopías 4.0 no tienen otro objetivo que negar la
posibilidad de nuevas utopías 4.0 que puedan guiar nuestras luchas, nuestros
esfuerzos y nuestras vidas.
Los marcos y conceptos del virus terminator
La robotización generará la desaparición de millones
de empleos. Ese es el nuevo virus terminator
que en forma de marco o frame pretende infectar nuestras
mentes para negar una reflexión diferente a la establecida por el capital y sus
intereses.
Es
suficiente mirar en cualquier navegador de internet para comprobar que los
medios del establishment correlacionan negativamente empleo y robotización.
Además, lo hacen valiéndose de verbos como desaparecer, amenazar,
eliminar, acabar, destruir y que no tienen otro objetivo que
fortalecer el mencionado marco. Es verdad que podemos encontrar algún que otro
artículo sobre las nuevas profesiones que generará la digitalización, pero el
objetivo de dichos artículos es el mismo, en la medida que no niegan la
supuesta tendencia global que correlaciona negativamente robotización y empleo.
Y claro está, esa relación negativa se extiende a los salarios de donde se
deduce que nos dirigimos, inexorablemente, a una sociedad dual con dos grandes
tipos de empleos: unos pocos muy bien remunerados y otros, la mayoría, muy mal
retribuidos. Y sigue Terminator acabando con todo tipo de esperanza; ni empleo,
ni sueldo digno.
¿Pero
y por qué es tan importante para el establishment taladrar nuestras mentes con
dicho marco? El conocido sociólogo y promotor delFrame Analysis afirmaba
lo siguiente: “el marco organiza algo más que el significado; organiza también
la participación...los participantes normalmente no sólo adquirirán un sentido
de lo que está pasando, sino que también (en cierto grado) quedarán
espontáneamente absorbidos, enganchados, cautivados” (Goffman, 2006:359)
Ese,
y no otro, es el objetivo del marco estudiado: engancharnos a una lógica sin
solución. Una ecuación donde a la gran mayoría de los y las ciudadanas de a pie
no les queda otro remedio que resignarse ante dicha evolución y aceptar, entre
otras cosas, jornadas de 40 horas o más, bajadas de sueldo y un sistema
socialmente injusto sin precedentes .
Se
puede plantear, con absoluta lógica que la robotización y la digitalización
debieran dar pie, directamente, a la reducción de la jornada laboral, pero,
obviamente, al capital no le interesa dicho debate. Como está ocurriendo, le es
mucho más rentable extender la utilización de los contratos parciales
involuntarios, con sueldos miserables, que aceptar una lógica e histórica
reducción de la jornada laboral debida a los avances tecnológicos.
En La
Vigencia de El Manifiesto Comunista, reflexionando sobre el tema,
Zizek se pregunta si “no es esta amenaza una buena razón para
reorganizar la producción de manera que los obreros trabajen menos? En pocas
palabras, ¿no es este problema su propia solución?” (Zizek,
2018:14). ¿Y por qué nos presentan como problema lo que bien pudiera ser una
solución?
Pero,
además, hay otras razones importantes por las que machaconamente el poder económico
y financiero mundial, nos repite mediante sus voceros que la robotización
destruirá empleo. Si, ellos siempre dicen empleo, porque saben,
cómo sabemos tod@s, que los robots lo que hacen es disminuir el trabajo.
Si, las palabras importan. Y si, además, son elementos principales de los
marcos mentales que pretenden condicionar nuestros marcos de reflexión y
acción, las palabras importan mucho más.
Utilizar empleo y
no trabajo, deja fuera de nuestro marco reflexivo el trabajo no
remunerado. Utilizar empleo y no trabajodeja fuera
la economía de los cuidados. Utilizar empleo y no trabajo posibilita
hablar, como mucho, del reparto del empleo, pero en ningún caso del reparto del
trabajo.
Pero,
todavía, hay más. Dice Amaia Pérez de Orozco que la diferencia entre una
economía de género y una economía feminista es que la primera tiene como
objetivo integrar la mirada del feminismo en los conceptos ya establecidos de
la economía. Sin embargo, para la economía feminista “pensar e intervenir sobre
la economía implica cambios de mayor calado que, a menudo, conllevan rupturas
conceptuales, metodológicas y políticas” (Pérez Orozco, 2014:44).
Ese
es, precisamente, el objetivo principal del virus terminator 4.0: negar la
posibilidad de rupturas conceptuales y metodológicas que pongan en cuestión el
discurso mayoritario de una ciencia económica que, desgraciadamente, se ha
convertido en la ideología legitimadora básica y fundamental del sistema. El
reto, por tanto, pasa por pensar, re-pensar, poner en cuestión sus conceptos,
sus marcos y el conjunto de su modelo económico y social.
¿Y si empezamos a imaginar una utopía 4.0?
Nos
dirigimos a una sociedad donde la robotización y la automatización se van a
extender. Si, de acuerdo. Pero también nos dirigimos a una sociedad donde las
personas mayores cada día van a ser más y donde la economía de los cuidados va
ir en aumento. ¿Por qué se oculta este segundo marco? ¿Por qué se prestigia la
digitalización y no el cuidado de las personas? ¿Cómo afecta todo ello al
reconocimiento de dichos trabajos y con ello a sus sueldos? ¿Qué efecto tiene
todo ello en la brecha salarial entre mujeres y hombres? ¿Si la robotización
puede generar la disminución o desaparición de muchos trabajos, por qué no
re-enmarcamos el debate y hablamos del reparto de trabajo tanto en las
denominadas esferas productivas y reproductivas? ¿Y por qué no dejamos de
presentar lo reproductivo como algo subalterno a lo productivo? ¿Por qué la
revolución digital y la robotización 4.0 no pueden servir para abrir el debate
sobre una jornada laboral establecida hace ya cien años y en condiciones
tecnológicas totalmente diferentes? ¿Por qué los locales de negocios pagan
impuestos (por ejemplo, el I.A.E) y los robots no han de pagar impuestos? ¿Y
por qué, en definitiva, no pensamos, y re-pensamos, la economía para repartir
todo el trabajo y toda la riqueza y vivir en una sociedad más igualitaria?
Hay
quien dirá que para hacer posible todo ello necesitamos una nueva correlación
de fuerzas que sea capaz de hacer frente a la concentración de poder (también
tecnológico) y a la ofensiva del capital que estamos padeciendo. Efectivamente,
sólo desde la recuperación del poder poder político y de la soberanía de los
pueblos y de los sectores populares se puede acabar con los procesos de
concentración, oligarquización y privatización del poder al que estamos siendo
sometid@s.
Los
marcos del establishment como el del Terminator 4.0, no solo buscan representar
la realidad. Tienen como objetivo último, negar cualquier reflexión o marco alternativo
que la pueda transformar. Nuestra función tiene que ser la de re-pensar el
marco y ofrecer visiones y propuestas alternativas que lo pongan en cuestión.
Es
posible apostar por la robotización para disminuir el trabajo. Es
posible reconocer en forma de empleo y derechos laborales a la economía de los
cuidados. Es posible disminuir las horas de empleo para
garantizar un mayor reparto del trabajo. Es posible regular
laboralmente para garantizar que dicha disminución de horas de trabajo no se
traduzca en disminución de salarios. Es posible poner en marcha una fiscalidad
progresiva y tecnológica que garantice que los beneficios del revolución 4.0
son repartidos en beneficio del conjunto de la sociedad. Es posible apostar por
un sector público fuerte que garantice servicios públicos que prioricen la
educación, la sanidad, los cuidados y, en definitiva, la sostenibilidad de la
vida. Es posible aprovechar la digitalización para apostar por una banca
pública al servicio de la personas y de la economía real. Y, cómo no, es
posible apostar por la revolución tecnológica para re-pensar, también, un
modelo económico que disminuya la huella ecológica sin límite a la que estamos
sometiendo a los recursos naturales.
Todas
estas y otras alternativas son posibles, son reales y son materializables.
Claro que para ello se necesita, entre otras cosas, ensanchar el marco de
lo posible. Se trata de no tragar con ruedas de molino 4.0 y ofrecer un
marco, un nuevo horizonte, de transformación económica, política y social
hacia el que transitar con ilusión y convencimiento. Como dice Lakoff “el
cambio de marco, es cambio social” (Lakoff, 2007:4).
Joseba Permach Martin, economista y sociólogo miembro de Iratzar
Fundazioa
Referencias
Dauth,
W. y otros (2017): German Robots – The Impact of Industrial Robots on
Workers. Institute for employment research. Germany.
El Pais (2017):La
robótica eliminará hasta 800 millones de empleos en el 2030.
Recuperado: https://elpais.com/economia/2017/11/30/actualidad/1512012918_284848.html
Frey
y Osborne (2013): The future of employment: how susceptible are jobs to
computerisation. Oxford University. Oxford
Garces,
M. (2017): Nueva ilustración radical. Anagrama. Barcelona
Goffman,
E. (2006): Frame Analysis. Los marcos de la experiencia. CIS.
Madrid
Lakoff,
G (2007): No pienses en un elefante. Editorial Complutes en
Madrid
Perez
Orozco, A. (2014): Subversión feminista de la economía. Traficantes
de Sueños. Madrid
Zizek,
S. (2018): La Vigencia de El manifiesto comunista. Anagrama.
Barcelona
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