Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez
domingo, 20 de enero de 2019
Rosa Guevara me sale al
paso por mis anotaciones críticas sobre el pensamiento económico de Michael
Heinrich. Su trabajo puede leerse en Rebelión:
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=251394 Y el trabajo que ella critica puede leerse igualmente en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251256. Agradezco a Rosa Guevara su crítica. Me permite ahondar en algunos
problemas ontológicos y epistemológicos que no solo son de interés para los
marxistas, sino también para todos aquellos interesados en la filosofía.
Aprovecharé igualmente para hacer alguna pequeña reflexión sobre el uso del
lenguaje. La ontología trata sobre el ser de las cosas, en este caso, por
iniciativa de Rosa Guevara, tendremos
que preguntarnos si el ser de los bienes públicos tiene naturaleza mercantil.
Mientras que la epistemología trata de cómo conocemos las cosas o qué hacemos
para conocerlas, en este caso se trata de saber para qué se usa el verbo
“aparecer” en la formulación de los juicios.
Afirma Michael Heinrich
que no es evidente lo que dice Marx al inicio de El Capital, que la riqueza en las sociedades donde predomina el
modo de producción capitalista se presenta como inmensa acumulación de
mercancías. Yo afirmo que sí es evidente y que si Heinrich afirma que no es
evidente, será porque le falla la representación, puesto que la representación
es el acto o complejo de actos que se llevan a cabo para darle cumplimiento a
la intención significativa de las palabras. En mi anterior trabajo puse el
ejemplo del centro de una gran ciudad. Hoy proporciono otros ejemplos que
atestiguan esa evidencia: los centros comerciales son ejemplos vivientes de que
la riqueza en el capitalismo se presenta como inmensa acumulación de
mercancías. Pero cualquier vivienda también es un ejemplo: todo lo que hay en
ella es mercancía o está vinculado con un proceso mercantil. La publicidad que
nos domina desde la mañana hasta la noche también confirma que es así. Y no
digamos nada del periodo navideño, donde el consumo se dispara hasta extremos
irracionales, la evidencia de que el capitalismo se presenta como una inmensa
acumulación de mercancías es más que palpable. Y parto de la base de que la
supuesta no evidencia que “destapa”
Heinrich se refiere al sintagma “inmensa acumulación” y no al hecho de que la
riqueza en el capitalismo tiene forma de mercancía.
¿Los bienes públicos son mercancías?
En mi trabajo anterior yo
afirmé que todo lo que percibimos es mercancía, Rosa Guevara pregunta: ¿También
los bienes públicos? Pensemos en un
hospital, una cárcel y un palacio de justicia de propiedad pública. Preguntas:
¿El Estado tuvo que comprar los terrenos donde se edificaron esos edificios?
Respuesta: Sí. ¿El Estado tuvo que pagar a la empresa constructora la
producción de esos inmuebles? Respuesta: Sí. ¿El Estado tiene que pagar los
suministros eléctricos, el mantenimiento de las instalaciones y las
comunicaciones de los tres entes mencionados? Respuesta: Sí. ¿El Estado tiene
que pagar los salarios de los funcionarios y empleados que hacen posible el
funcionamiento de esas tres instituciones? Respuesta: Sí. Luego los bienes
públicos son mercancías. El Estado no puede escapar de las relaciones
mercantiles monetarias. Ni el modelo soviético de socialismo pudo acabar con
las relaciones mercantiles monetarias. La forma mercantil de la riqueza en
principio no tiene nada que ver con el carácter privado o público de los
bienes. Cosa diferente es que los servicios sanitarios y educativos públicos no
tienen naturaleza mercantil. Pero las propias instituciones sanitarias y
educativas no pueden escapar por completo de las relaciones mercantiles
monetarias. Solo hay que pensar en los medicamentos y en el negocio de las
industrias farmacéuticas. (Aclaro que un objeto es mercancía no solo en el
mercado sino también en la producción y en el consumo. Y mientras el bien no
sea consumido por completo seguirá siendo mercancía. En el análisis los
marxistas consideran como un aspecto esencial la determinación histórica (o
temporal) del objeto).
También pregunta Rosa
Guevara: ¿Se incluye en el conjunto mercantil a los viandantes que percibimos?
Como yo afirmé que todo lo que
percibimos es mercancía, parece razonable la pregunta de Rosa Guevara. Pero yo
afirmo que no es razonable. Solo en las ciencias matemáticas las expresiones
tienen un significado absoluto, de manera que si yo afirmo que para todo número
natural se cumple determinada condición, será para todo número natural. La
mayoría de la gente sabe que si los viandantes fueran mercancías, estaríamos en
una sociedad esclavista: una parte de los viandantes serían esclavos. Pero
todos sabemos que no estamos en una sociedad esclavista. Luego si yo afirmo que
todo lo que percibimos es mercancía, es evidente que la expresión “todo” no
alcanza a los viandantes. Yo supongo que quien me lee tiene ciertos
conocimientos ontológicos de la realidad, cuanto menos que no vivimos en una
sociedad esclavista. Y también supongo que quienes me leen saben que los
significados de las palabras tienen carácter relativo. Lo cierto es que con la
llegada de la globalización cada vez más cosas del mundo son mercancías. El
afán por transformarlo todo en mercancía es una de las esencias del
capitalismo. Y cuando hablamos del mundo no solo nos referimos a los
estados de cosas y a las fuerzas
existentes sino también a las tendencias.
También afirmé en mi
trabajo anterior que “no hay nada de lo que dependa nuestra vida material y
espiritual que no sea mercancía”. En lo que se refiere al aspecto espiritual
Rosa Guevara hace dos preguntas: una, ¿el amor de mi compañera es mercancía? Y
dos, ¿un poema espiritual de Cernuda, Eluard, Gelman o Riechman es mercancía?
Con respecto a la primera pregunta le respondo a Rosa Guevara que lo personal o
muy particular no tiene cabida en las discusiones científicas, donde lo propio
es hablar de esencias y hechos regulares. Pero le seguiré el juego y le hablaré
del amor. Pensemos en una pareja con una hija donde cada miembro percibe 850
euros al mes en concepto de salario. Dicha pareja tiene que pagar un alquiler
de 500 euros, el crédito del coche, gastos de agua, luz y telefonía, guardería,
alimentación y un largo etcétera. Bajo el punto de vista económico siempre está
con la soga al cuello. Dedica cada uno de ellos más de once horas a mantener
sus vidas, porque a las horas empleadas en el trabajo hay que sumarle las horas
dedicadas al transporte, a las compras y al mantenimiento de la casa. Viven tan
apretados en todos los sentidos que no pueden permitirse unas vacaciones en un
buen hotel; o si lo hacen, el disfrute les dura muy pocos días. De manera que
las posibilidades de disfrutar del amor como pareja son muy reducidas. De
manera que sí, Doña Rosa Guevara, el amor también está transido por el maldito
dinero, que es la mercancía general, el valor absoluto que lo gobierna todo. Y con respecto a la segunda pregunta le diré
que todos los libros que tengo, y entre ellos muchos de grandes y afamados
poetas, he tenido que pagarlos. La poesía como todo arte también son
mercancías.
Los sintagmas verbales “se presenta como” y “aparece como”.
Marx dice que la riqueza
en las sociedades capitalistas se presenta como inmensa acumulación de
mercancías. Michael Heinrich afirma que esto no es evidente y que el papel que
desempeña el sintagma verbal “aparece como” es el de indicar que la riqueza muy
bien puede presentarse con otra forma económico social. Yo afirmé que no estaba
de acuerdo. Según mi concepción el sintagma verbal “aparece cómo” se usa para
expresar un juicio de percepción. Y creo que si todo el mundo reflexiona un
poco cuándo hace uso del verbo aparecer, comprobará que siempre está vinculado
a actos perceptivos. Rosa Guevara dice que ella no se pronuncia sobre la
claridad de esta última crítica. Esta respuesta nos deja en parte sin salida
racional a nuestra diferencia epistemológica. ¿Por qué? Porque se trata de
saber si un hecho es evidente o no. Y en evidencias hay que presentar pruebas
que aludan a actos de la percepción y no a reflexiones conceptuales.
¿Por dónde empezar?
Rosa Guevara se hace eco
de un pequeño enredo de Michael Heinrich. Después de decir que la forma
elemental de la riqueza se presenta como mercancía individual, Marx añade: “De
ahí que nuestra investigación comience con el análisis de la mercancía”. Eso que es notablemente fácil de entender y
que no tiene sentido cuestionar, Michael Heinrich lo vuelve problemático. Así
lo expresa Rosa Guevara en su artículo: “Señala Michael Heinrich que no sabemos
por qué ha de ser mejor empezar con la
mercancía que con el dinero por ejemplo”. Y habla de que esta problemática
está vinculada con la distinción entre método de investigación y método de
exposición. Insisto: me parece que esta pregunta carece de sentido. Es como si
a alguien que va estudiar la génesis de una determinada fruta le preguntamos
por qué empieza con la semilla en vez de hacerlo con la fruta misma. Pero en
caso de que consideráramos razonable esta pregunta, lo mejor sería hallar la
respuesta en El Capital. Al final de
la sección dedicada a la forma del valor, Marx dice lo siguiente: “Se trata
aquí de hacer lo que ni siquiera ha intentado la economía burguesa, a saber, de
demostrar la génesis de esta forma de
dinero, esto es, de seguir el desarrollo de la expresión de valor contenida
en la relación de valor de las mercancías, desde su figura más simple y menos
vistosa hasta la deslumbrante forma de dinero”. Si Marx nos va explicar cómo la
mercancía se transforma en dinero, ¿cómo podemos preguntarnos por qué no
empieza su análisis con el dinero en vez de hacerlo con la mercancía? O dicho
de otro modo: ¿cómo podemos preguntarle por qué no empieza por el final en vez
de hacerlo por el principio? Formular esta pregunta solo tiene sentido si
adoptamos un punto de vista oscuro y especulativo. En ningún lado del mundo las
películas empiezan por el final. Rosa Guevara hace todo su intento para
demostrar que Michael Heinrich se expresa con claridad, que habla de forma
directa y que es preciso en sus juicios. Pero al menos en este caso del que
hemos hablado, queda demostrado que no es así.
Quería entrar en más
detalles, pero no quiero cansar al lector. Quedo a la espera de la segunda
entrega de Rosa Guevara, a quien de nuevo le agradezco su crítica, sin la cual
mi pensamiento no se agita ni se mueve.
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