Crisis Republicana
01-01-2019
Finalmente concluyó el 2018 sin que la
izquierda y el movimiento popular pudieran concretar su base de recuperación,
que se alzara como una luz en mayo del 2017, cuando Flor de María González
asumiera la conducción del PC. Su deceso, ocurrido en noviembre pasado, a solo
18 meses de su elección, dejó un inmenso vacío que difícilmente será llenado en
poco tiempo. Por ahora, lo que cabe es levantar muy en alto sus banderas, esas
que partieron desde su corazón, en dirección al infinito.
Los
acontecimientos que asoman en el año que se inicia, estarán por cierto signados
por dos acontecimientos de la historia: el centenario de la conquista de la
Jornada de 8 horas, en enero de 1919; y el 60 aniversario de la Revolución
Cubana, gesta de innegable trascendencia universal que incidió decisivamente en
el destino de los pueblos de nuestro continente.
El
primero de estos fenómenos fue la expresión de la aguerrida lucha obrera contra
la política opresora de la clase dominante. Y fue posible en buena medida
gracias a que el anarquismo fue desplazado de la conciencia de los trabajadores
por los principios básicos del sindicalismo de clase, derivados de las
enseñanzas de José Carlos Mariátegui. La victoria de Cuba, en 1959 fue un
episodio excepcional que dejó invalorables experiencias y lecciones a nuestros
pueblos, y que se proyecta en el plano mundial como un estandarte de combate
para millones de personas en todos los países.
El
2019, deberá confirmar duda los avances logrados por nuestro país en la lucha
contra la corrupción. El Perú está llamado a recuperar su dignidad, envilecida
por las décadas de corrupción y violencia en las que lo dejara postrado la
dictadura fujimorista y los regímenes neo liberales que le sucedieron. Y es que
es claro que el ”modelo” económico impuesto al país a partir de 1977, pero
sobre todo desde 1990, quebró la economía nacional pese a todos los “cantos de
victoria” de los economistas al servicio del Imperio.
El
aparato productivo nacional luce destruido; el sector estatal de la economía,
no funciona; la “libre empresa” y el “libre mercado” imponen reglas brutales
que agigantan las brechas sociales; y el atraso, sobre todo en las zonas
rurales, incrementa los índices de pobreza. Hoy, el Perú ha perdido el carácter
de país industrializado, y ha retornado a su antigua condición de productor de
materias primas en provecho de las grandes corporaciones. El “extractivismo” se
ha convertido en práctica dominante, pese a que las empresas mineras que lo
exigen deterioran el medio ambiente y aniquilan la bio diversidad.
En
este marco general, la lucha contra el Neo Liberalismo se perfila como la
principal batalla que deberá encarar nuestro pueblo a lo largo del año que se
inicia. Como parte de ella, se plantea la imperiosa necesidad de forjar una
nueva Carta Magna, que supla a la irrita “Constitución” aprobada en 1993, entre
gallos y medianoche.
Para
lograr tal propósito, urge ganar la conciencia de las grandes masas y la
opinión ciudadana, aun afectada por la ofensiva ideo-política de la “Prensa
Grande”, instrumento servil del Imperio y el Gran Capital. Eso será posible,
articulando un debate en torno a lo que buscamos –las fuerzas progresistas-
como el futuro del Perú inmediato: Una economía plural con un sector privado,
otro social y un tercero estatal localizado en los sectores estratégicos de la
vida nacional. Un país capaz de recuperar sus riquezas básicas, integrado y
pluri cultural que incluya a todos los sectores y segmentos de la vida
nacional. Una democracia verdadera y participativa, que asegure los derechos
ciudadanos al control y a la fiscalización de los resortes del Poder. Una
economía al servicio de los más necesitados y empresas nacionales que
garanticen los recursos que la realidad impone. Un parlamento auténtico que
represente la voluntad de los peruanos y Poderes del Estado que no enajenen la
representación nacional. Un respeto escrupuloso a los derechos laborales de los
trabajadores, campesinos y mujeres y una atención preferencial a la infancia.
Una política exterior independiente y soberana que respete los principios de la
No Intervención y la Libre Determinación de los Pueblos y practique la
solidaridad activa con los países hermanos.
Sólo
en la medida que logremos ganar para ese concierto a las mayorías nacionales,
será provechoso convocar una Asamblea Constituyente que garantice una Carta
Fundamental presta a asegurar tales lineamientos. Con los procedimientos
electorales hoy vigentes, la posibilidades que eso ocurra, son simplemente
mínimas.
El
tema de los derechos laborales de los trabajadores requiere particular
atención. Es claro que la preocupación principal de los empresarios liderados
por la CONFIEP será siempre parapetarse en el Estado para obligar al gobierno a
defender sus privilegios. Esto, en el caso concreto, funciona a partir de una
realidad especifica: el más conocido representante de la CONFIEP y próspero
empresario minero -Roque Benavides- es, al mismo tiempo, caracterizado
dirigente aprista, Accionará, entonces las presiones sobre el gobierno de
Vizcarra, en función de los intereses partidistas del colectivo de Alan Garcia
y la Mafia ligada a Keiko Fujimori que encarnan. El “argumento” de los Patronos
es, como se sabe, el “alto costo” de sus planillas laborales.. Demandan,
entonces, medidas que les “aligeren” sus compromisos económicos y sociales
porque quisieran maximizar la ley de la ganancia: invertir lo menos posible y
obtener los réditos mayores por sus inversiones. Alientan así la sobre
explotación humana y buscan, parata efecto, contraponer en la mayor medida
posible, a los trabajadores y el gobierno.
Y
es claro que, en tal propósito, cuentan con la complicidad del Ministerio de
Economía, cuyo titular de portafolio, responde a los intereses del FMI y el
Banco Mundial; y con la complicidad del Banco Central de Reserva, cuyos
principales funcionarios –Velarde, Rey y Chlimper-provienen de la misma matriz.
Ello explica que busquen obsesivamente “aligerar” el monto de las planillas,
“aliviar” los costos empresariales, disminuir los ingresos de los trabajadores,
abaratar su despido, acortar sus vacaciones y afectar cada uno de sus derechos
conquistados en largas y dolorosas batallas de clase.
El
otro tema al que será indispensable hacerle frente está ligado al escenario
exterior. La política imperial, no da puntada sin nudo. Otorga presuntas
“facilidades” a cambio de tareas concretas vinculadas a los grandes intereses
norteamericanos. Y hoy Estados Unidos busca empeñosamente “traer” la guerra del
Medio Oriente a nuestro continente. Buscan agredir a Venezuela e invadir
Nicaragua, para derribar a gobiernos “desafectos” de la política de Trump.
Esto
obliga a los pueblos de nuestro continente a tensar fuerzas al máximo en
defensa del Proceso Liberador Latinoamericano. La Cuba Socialista, la Venezuela
Bolivariana, la Nicaragua Sandinista; son Estados Soberanos en los que nada
tiene que hacer la bota yanqui. Si Estados Unidos se retira hoy de Siria y de
Afganistan; no es porque haya “fracasado” en sus guerra allí, ni porque se haya
persuadido de la necesidad de “salir” de esa región. Lo hace porque quiere
trasladar el escenario de esa guerra, a nuestro continente. Hay que estar
alertas, entonces y alzarla voz y el accionar solidario de modo permanente y
constante. Como decía Mariátegui, el Internacionalismo, no es una palabra. Es
un comportamiento sostenido, que nos hermana.
¿Podemos
actuar hacia adelante? Sin duda, si. Contamos con un núcleo parlamentario que
ha acumulado fuerza; con tres gobiernos regionales –Puno, Junín y Moquegua- que
deberán dar muestra de eficiencia y honradez; con miles de dirigentes
sindicales y populares; con centenares de colectivos y organizaciones; y con
una caudal de experiencias que no se pueden subestimar. Con ellos, hay que unir
al pueblo, organizar a las masas, elevar la conciencia política de la población
y promover y alentar las luchas.
Tenemos,
entonces, retos; pero también, posibilidades.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de
dirección de Nuestra Bandera.
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