RENAN
VEGA CANTOR
"[Colombia es] un país que cada día me agobia
más, básicamente por un aspecto: la falta de personalidad, su falta de
dignidad. Los colombianos se quieren parecer a todo menos a Colombia".
Germán Castro Caycedo, Revista Club Diletante,
marzo-abril de 2000.
Lo
que viene sucediendo desde el 23 de enero de este año en Venezuela es
extremadamente grave, porque se ha puesto en marcha un golpe de Estado para
derribar a un gobierno legítimo y legal, con la finalidad de imponer a un
títere incondicional a los Estados Unidos. Ese proceso no puede considerarse,
de ninguna manera, que discurra por los cauces normales de las relaciones
diplomáticas de los Estados, ni que respete los principios de no injerencia ni
intervención en los asuntos soberanos de los países. Lo que vemos es la puesta
en marcha de la lumpendiplomacia, en la que han jugado un rol central el amo
imperial y la pandilla de Lima, integrada por catorce gobiernos serviles e
incondicionales a los dictados de Washington (con la honrosa excepción de México)
y que actúan en contravía de los principios de la independencia del continente,
sobresaliendo por su lacayismo y postración el gobierno de Iván Duque. A eso
hay que agregar el papel servil de la Unión Europea, empezando por España, como
otra banda de colonialistas que creen que todavía estamos en el siglo XVIII.
EL
JEFE DE LA PANDILLA
Cuando
se habla de las acciones realizadas por la infame Pandilla de Lima contra
Venezuela, que incitan a la guerra, al intervencionismo, que desconocen los más
elementales aspectos de la diplomacia y el derecho internacional, sus
portavoces (entre ellos Iván Duque en Colombia) sacan pecho para hablar de su
propia iniciativa para desestabilizar al gobierno venezolano, pero los hechos
de las últimas semanas indican que ellos son vasallos del verdadero jefe de la
Pandilla, el imperialismo estadounidense. Y en este caso cuando se habla de
Pandilla no se está exagerando, porque en el actual gobierno de los Estados
Unidos se nota la influencia de los delincuentes y criminales del Partido
Republicano, que desde la década de 1980 (gobiernos de Ronald Reagan) han sido
los responsables de las agresiones a diversos países del mundo, entre los que
se cuentan El Salvador, Nicaragua, Irak, Afganistán, que han dejado miles de
muertos, torturados y desaparecidos. Entre esos personajes hay cuatro que
exhalan muerte, destrucción y odio hacia Venezuela, en su orden:
-Mike
Pence, vice-presidente de Estados Unidos, fanático religioso y
furibundo militarista que apoyo la intervención de Estados Unidos en Irak;
-John
Bolton, actual asesor de seguridad nacional, ha llamado a que se
declare la guerra contra Irán y Corea del Norte, y aseguró en 1994 sobre la
ONU: “Las Naciones Unidas no existen. Cuando Estados Unidos lidera, las
Naciones Unidas lo siguen. Si algo se adapta a nuestros intereses, lo haremos.
Si no nos conviene, no lo haremos”. Fue uno de los promotores de la invasión a
Irak e impulsor de la mentira de que Saddam Husein tenía armas de destrucción
masiva, el pretexto público con el que se justificó la invasión que causó más
de un millón de iraquíes muertos;
-Mike
Pompeo, Secretario de Estado, antiguo director de la CIA, que legitimó
la práctica de la tortura que realizó esa agencia secreta, al afirmar en 2014
que quienes la practicaban en Estados Unidos no eran “torturadores sino
patriotas”;
-Elliott
Abrams (delegado de Trump para Venezuela), responsable de la carnicería
centroamericana (contra El Salvador y Nicaragua) en la era Reagan, promotor de
los escuadrones de la muerte en América
Central, formó parte del affaire Irán-Contras, por el cual fue condenado pero
luego absuelto por George Bush padre, participó en el golpe frustrado contra
Hugo Chávez en el 2002.
El equipo de Donald Trump para destruir a Venezuela,
en un plan que marcha desde hace varios años en forma planificada y orquestada,
es un auténtico grupo de criminales y delincuentes, amparados por el poder
militar y mediático de los Estados Unidos. Esas son las “mansas palomas” que
hablan de implantar la democracia y la libertad, denominaciones que cada día es
más claro, quieren decir petróleo y minerales, y de los dos Venezuela tiene
cuantiosas reservas. Y esos halcones de la muerte reconocen sin ambages que van
por el petróleo, como lo ha dicho Bolton: “Sería una gran diferencia económica
para Estados Unidos si conseguimos que compañías petroleras norteamericanas
participen en la inversión y producción de petróleo de Venezuela. Sería bueno
para el pueblo de Venezuela. Sería bueno para el pueblo de Estados Unidos. Hay
mucho en juego”.
De criminales de esta calaña no puede esperarse mucha
diplomacia, porque en concordancia con el capitalismo cada vez más lumpesco que
se ha implantado en Estados Unidos y el mundo, lo suyo es la lumpendiplomacia. Y eso lo hemos visto hasta
al hartazgo en estos días, como lo muestran algunas perlas.
Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, graba
un video el 22 de enero, un día antes de la marcha del 23, que le envía a sus
vasallos de la oposición venezolana y fue difundido al unísono por más de 2000
medios de comunicación al servicio del imperio, en el que incita al golpe de
Estado en Venezuela, y el mismo día en que se difunde el video el fantoche Juan
Guaidó se auto-proclama presidente de Venezuela. En ese mensaje no sólo se
desconoce al presidente de Venezuela, sino que llama a organizar un
levantamiento armado y apoya al títere de turno que ellos escogieron, y cuyo
nombre apenas se conocía. Esta es una burla a lo más elemental del derecho
internacional, algo que por supuesto Estados Unidos no conoce ni respeta, y que
sus acólitos, como el gobierno de Iván Duque, secundan, creyéndose una potencia
regional. Este es un hecho inaudito de intromisión en los asuntos de un Estado
soberano, motivo más que suficiente para que Venezuela rompiera relaciones con
Estados Unidos.
La intromisión se hace sin disimulo y por eso John
Bolton declara que “todas las instituciones legítimas del Gobierno venezolano,
particularmente los militares, deben responder a su nuevo comandante en jefe”,
que es Juan Guaidó porque así lo ha determinado Estados Unidos y su jauría
servil.
John Bolton amenaza con enviar 5000 soldados a
Colombia y después asegura que al presidente Nicolás Maduro se le va a llevar a
la cárcel y centro de torturas que hay en Guantánamo, en una exhibición de
irrespeto como lo hace a diario cualquier truhan de bajos fondos.
Por si hubiera dudas de la lumpendiplomacia valga
considerar el robo de los ingresos por petróleo a Venezuela, mediante las
sanciones a la empresa Citgo Petroluem Corporation, que refina petróleo y
comercializa gasolina, lubricantes y petroquímicos en los Estados Unidos y es
filial de PDVSA. El monto de ese robo asciende a 11 mil millones de dólares,
como lo reconoció John Bolton, es decir, que aparte de todo se enorgullecen del
asalto al erario de un país.
Además de ese robo descarado anuncian que esos
dineros se los entregaran al fantoche de turno, para que los administre.
Estamos hablando de robo, saqueo, piratería, atraco, que se realiza en vivo y
en directo y a la vista de todos, transmitido por televisión y redes
antisociales, y aplaudidos como una gran contribución a la democracia y
libertad en Venezuela. Ese es un robo descarado realizado por el gobierno
imperialista de los Estados Unidos, y es aplaudido por los medios de desinformación
del mundo que dicen respetar la propiedad, pero que son los mismos que se
escandalizan cuando algún gobierno de la periferia se atreve a tocar la
propiedad de una empresa de los Estados Unidos.
No existe diferencia entre este atraco y el que los
marines de los Estados Unidos perpetraron en Haití en 1915, poco antes de la
ocupación de esa isla durante veinte años (1915-1934). En esa ocasión,
cumpliendo órdenes de un banco de los Estados Unidos y del Departamento de
Estado, los marines asaltaron las bodegas del Banco Nacional de Haití en Puerto
Príncipe y se llevaron lingotes de oro al territorio de los Estados Unidos y se
lo entregaron a los banqueros. Por lo visto en estos días, parece que un siglo
después poco ha cambiado la historia de nuestro ultrajado continente.
Donald Trump, quien se supone es el jefe supremo de
la pandilla, se comunica con Juan Guaidó, luego de reconocerlo como presidente,
y antes de otra marcha de la mal llamada oposición en Venezuela. Esto recuerda
cuando en la propia Casa Blanca, Ronald Reagan recibió a los talibanes afganos
(torturadores y asesinos) y los presentó como “combatientes por la libertad”,
al tiempo que los financiaba y armaba. Ahora Trump llama por teléfono al que
con antelación proclamaron como pretendido presidente de Venezuela para
felicitarlos por su “coraje” y “valentía”.
Estos son ejemplos de la lumpendiplomacia al estilo
imperial, que se muestra como una lucha por la libertad y la democracia, claro
la de las empresas petroleras y del capital financiero, que como buitres están
listos a caer sobre Venezuela, para apropiarse de su riqueza petrolera y
mineral.
Es tal la desfachatez imperial que el gobierno
agredido no tiene derecho a defenderse y cuando Maduro rompe relaciones con
Estados Unidos, la pandilla de Washington sostiene que no se van a ir de
Venezuela y van a permanecer en su sede diplomática. Con esto se rompe con una
de las más elementales normas del derecho internacional, y se regresa a la
diplomacia de las cañoneras.
LAS PANDILLAS DE LIMA Y DE EUROPA
Los acontecimientos que se han presentado después del
23 de enero han dejado en segundo plano a la Pandilla de Lima, un engendro
pro-imperialista que se gestó con el fin de sabotear al gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela, de torpedear la integración latinoamericana
y de entregarse sumisamente a los dictados de los Estados Unidos. Esa Pandilla
ha quedado desenmascarada, puesto que su accionar sigue un guión prefabricado e
impuesto por sus amos desde los Estados Unidos, como se comprueba con el hecho
que cada vez que se van a reunir tienen que consultarle a algunos de los dos
Mike de la Pandilla de Washington, Pence o Pompeu, sus verdaderos jefes.
De las burdas actuaciones de la Pandilla de Lima
contra Venezuela, tal vez una de las más miserables, por su ignorante
arrogancia, fue la del 4 de enero de este año, cuando en una resolución de condena
al gobierno venezolano introdujeron el artículo 9, en donde “manifiestan su
profunda preocupación por la interceptación realizada el día 22 de diciembre de
2018 de una nave de investigación sísmica, por parte de la marina venezolana
dentro de la zona económica exclusiva de la República Cooperativa de Guyana”.
Esta torpeza de mala fe no tuvo en cuenta que los buques que fueron
interceptados navegaban en aguas jurisdiccionales de Venezuela. La torpeza
alcanzó tal extremo, que luego varios países tuvieron que demarcarse de esa
abusiva intromisión en los asuntos de Venezuela y más exactamente en lo
relativo a la integración territorial y a las disputas fronterizas y pedirle
disculpas al gobierno venezolano. Pero, con esa torpeza, quedó el antecedente
negativo para gobiernos como el de Colombia, Argentina o Chile que tienen
litigios territoriales. Como lo ha dicho un conocedor del asunto:
“Él artículo 9 de la Declaración de Lima
del 4 de enero nos lleva a la terrible realidad y a la brutal constatación de
que el derecho internacional americano ha caído en manos de una tropa de
ignorantes que no temen hacer alarde de su mediocridad para emitir opiniones
políticas, arropadas en su carácter de presidentes y tratando de darle un manto
jurídico a prácticas intervencionistas y belicistas.
Que pueden entender de derecho internacional
personajes como Piñera, Macri, Duque, Varela, Abdo Benítez, Jimmy Morales, Juan
Orlando Hernández o Vizcarra cuando se han pasado parte importante de sus
vidas, eludiendo la justicia de sus países, como se evidencia de sus propios
historiales. Así, como creen que sus países (orden jurídico incluido) son
propiedad privada de ellos y de las clases sociales que representan, pretenden
que el derecho internacional se subordine a sus caprichos y a sus
aberraciones”. (Sergio Rodriguez, “Grupo de Lima: Cuando la ignorancia se
pretende convertir en derecho”, enero 17 de 2019. Disponible en:
http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/01/17/grupo-de-lima-cuando-la-ignorancia-se-pretende-convertir-en-derecho-opinion/).
A la Pandilla de Lima se le sumó otra, la europea,
con la participación de personajes tan poco recomendables como Pedro Sánchez,
Presidente del Reino del Gobierno de España, o Emmanuel Macron, presidente de
Francia. En forma alevosa la Unión Europea fijó plazos y dio un ultimátum al
gobierno venezolano, como si todavía estuviéramos en la época colonial y ellos
pudieran dictarle al mundo lo que se les antoje. Que puede decir un individuo
como Pedro Sánchez que nunca ha ganado una elección presidencial –recuérdese
que llegó a ser presidente de un Reino, gracias a un voto de censura–. Y los
voceros de España deberían quedarse callados porque en su interior gravitan
asuntos como la independencia de Cataluña, que bien podrían ser apoyada desde
el exterior, a partir de la diplomacia injerencista del “socialista” Sánchez. Y
si la lógica intervencionista de Macron se le aplicara a Francia, se le daría
el ultimátum, por ejemplo, de atender las exigencias de los Chalecos Amarillos
y pedir que uno de sus dirigentes sea proclamado presidente, luego de una
manifestación. Ninguna autoridad moral tienen los viejos imperios europeos,
cuyos gobernantes miran con nostalgia su pasado colonialista, para dar un
ultimátum a un gobierno latinoamericano, solo para servir los intereses de los
Estados Unidos y postrarse como una semi-colonia yanqui en Europa.
EL GOBIERNO DE COLOMBIA: EL MATON DEL BARRIO
Pero como en toda Pandilla, o bandola de delincuentes
o Bacrim (Banda Criminal), para usar la jerga colombiana, siempre hay un alumno
aventajado, y ese es el matón del barrio. Y en este caso, ese funesto papel de
matón de barrio contra Venezuela lo ha asumido el régimen del sub-presidente
Iván Duque (porque el presidente es otro). Difícilmente podría esperarse otra
cosa de las clases dominantes de Colombia, que han dado muestras históricas de
ser los peones más baratos y serviles de los Estados Unidos y se rigen por la
lógica de la diplomacia traqueta, una manifestación particularmente
colombiana de la lumpendiplomacia.
Para comenzar, los voceros del régimen de Duque –como
lo piensan las clases dominantes del país– creen que Venezuela es un
Departamento de Colombia y que allí se debe hacer lo que aquí se quiera. Por
ello, los funcionarios de alto rango, encargados de las relaciones
internacionales, se portan como las marionetas de los Estados Unidos, que
cumplen al dedillo las órdenes de sus amos. Los ejemplos que se pueden traer a
colación son numerosos, pero solo baste mencionar algunos de los más recientes,
para develar la vergonzosa injerencia del régimen de Duque en los asuntos de
Venezuela, violando los más elementales principios de la autonomía y la soberanía,
consagrados en el derecho internacional.
-Participación abierta del
régimen colombiano de Iván Duque en los preparativos del golpe en Venezuela
El cinismo injerencista en los asuntos de otro país,
para servir a los amos imperialistas, alcanza tales cotas de indignidad en
Colombia, que a los periodistas les parece normal que un gobierno participe
abiertamente en los planes para derrocar a otro gobierno vecino. En una nota
que se titula “Así planeó Colombia la estrategia contra Maduro” (César Sabogal,
El Espectador, febrero 2 de 2019. Disponible en:
https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/asi-planeo-colombia-la-estrategia-contra-maduro-articulo-837534)
se dicen cosas que vale la pena citar textualmente, por la indecencia,
postración y servilismo que esto representa en la historia latinoamericana.
Primero, sobre los preparativos del golpe,
se reconoce la participación directa del régimen de Duque en el derrocamiento
del gobierno constitucional de Nicolás Maduro:
“Desde septiembre del año pasado, y en medio del
sigilo, Colombia, la oposición venezolana y varios gobiernos gestaron el plan
que hoy tiene a Nicolás Maduro con un pie fuera de Miraflores. […] Desde
septiembre pasado, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un
tanque de pensamiento con sede en Washington convocó a recalcitrantes
opositores de Maduro a pensar en una Venezuela sin él, con la convicción de
encontrar la fórmula para trazar el principio del fin. Acuciosos, a la cita
semanal -que replicaron otros influyentes /think-tanks-/ acudieron venezolanos
en el exilio, funcionarios del Departamento de Estado y personajes como William
Brownfield, el canciller de Panamá, la segunda de a bordo del gobierno
canadiense y casi todos los embajadores acreditados ante la Casa Blanca. La
delegación colombiana trajo consigo la instrucción expresa del presidente Iván
Duque, de apoyar sin rubor la búsqueda de una posición de bloque hemisférico
para rechazar, de forma contundente, la proclamación el 10 de enero de 2019, de
Nicolás Maduro por un nuevo período”.
Segundo, sobre el supuesto liderazgo del Embajador
Colombiano en Estados Unidos, un uribista recalcitrante, se confiesa lo
siguiente:
“‘El embajador (colombiano, Francisco) Santos lideró
toda una labor de advertir al más alto nivel del Gobierno y del Congreso las
graves consecuencias de no presionar la salida inmediata de Nicolás Maduro. Su
argumento de que si Estados Unidos no tomaba acciones de inmediato, la
Venezuela de Maduro pronto se le convertiría a la administración Trump en una
Siria con petróleo o en una Somalia soportada en el negocio del narcotráfico
realmente tuvo eco’, añadió la fuente que requirió del anonimato”.
Tercero, la participación de Alejandro Ordoñez,
Embajador de Colombia ante la OEA, en la trama del golpe:
“‘Al tiempo, Alejandro Ordóñez, embajador ante la
OEA, convencía a países del Caribe de firmar la declaración del organismo
pidiendo la transición. Según las mismas fuentes, además de recibir en su
oficina en Washington a Juan Guaidó, la primera semana de diciembre, el
diplomático del gobierno Duque conversó telefónicamente en varias ocasiones con
Leopoldo López y otros dirigentes de la oposición que están en Caracas para
mantenerlos al tanto de las gestiones y los contactos que hacía junto con sus colegas
de la región en pro de sumar aliados. En esa visita, el autoproclamado
presidente Guaidó se reunió con figuras, muy probablemente el asesor de
seguridad nacional John Bolton y el senador Marco Rubio’, explicó Geoff Ramsey,
subdirector para Venezuela de WOLA, un grupo de investigación y defensa de los
derechos humanos con sede en Washington”.
Cuarto, el conocimiento el 22 de enero (un día
antes de la presentación pública de Guaidó como “presidente” autonombrado en
Caracas) por parte del gobierno colombiano de Iván Duque, de lo que iba a
suceder al día siguiente, en un acto conspirativo y terrorista:
“Dentro de los dirigentes políticos
venezolanos de la oposición existía el temor de que una vez Guaidó se
proclamara presidente, la respuesta de la comunidad internacional no iba a
pasar de una formalidad, pero eso quedó desvirtuado la noche del 22 de enero,
un día antes de juramentar, porque recibió importantes llamadas de respaldo, al
más alto nivel dentro del gobierno de Estados Unidos y de otros de la región, y
eso le dio la fuerza para seguir adelante”, le contó a *El Espectador* un
diplomático suramericano”.
Quinto, el reforzamiento por parte del gobierno
colombiano del frente injerencista de la OEA y de su secretario Luis Almagro,
ambos igualmente golpistas, terroristas y responsables de lo que se está
presentando y de lo que venga en Venezuela, con el derramamiento de sangre que
eso implica. (En las manifestaciones del 23 de enero se presentaron varios
muertos, que ya pueden ser achacados al régimen de Iván Duque en forma
directa):
“Otro frente en el que la diplomacia colombiana se
concentró fue en acompañar los esfuerzos del secretario general de la OEA, Luis
Almagro, para denunciar los atropellos de Maduro. ‘Lo que cambia con el nuevo
gobierno de Duque es que Almagro ya no está solo en sus llamados contra Maduro.
Aquí en Washington, las voces de Almagro eran gritos en el desierto, pero con
la llegada de los nuevos enviados de Bogotá comenzaron a tener eco y a
multiplicarse en distintos escenarios’”.
Sexto, participación permanente del gobierno colombiano en la conspiración contra
Venezuela:
“Según una fuente del Departamento de Estado, la
representación diplomática colombiana sostiene encuentros frecuentes con
Mauricio Claver-Caron, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del
Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, ‘con quien revisan los avances
y desafíos de la estrategia’”.
Séptimo, diseño a la medida de Estados Unidos de
un supuesto plan de “ayuda humanitaria”, liderado por Colombia:
“La diplomacia (sic) colombiana también asume el
liderazgo en Washington de impulsar el tema de la ayuda humanitaria para
Venezuela y ofrece su territorio como corredor humanitario. Según Diego Area,
director asociado del Atlantic Council para el caso Venezuela, el rol de
Colombia será fundamental en los próximos 30 días, pues el siguiente paso será
presionar a través del tema de la crisis humanitaria. ‘Colombia debe
establecerse como corredor humanitario, lo que no solo llevará alivio al
sufrimiento del pueblo venezolano, sino también un claro mensaje político, muy
peligroso, para Maduro’, dijo.
‘Esa estrategia, que es de Colombia, busca poner más
a Nicolás Maduro contra las cuerdas. El mensaje es claro: Maduro, ante la grave
situación humanitaria al que llevó a su país, deje que ingrese ayuda. Si la
acepta, está aceptando el fracaso de su política, pero de no aceptarla, recibe
el rechazo generalizado de la comunidad internacional por agravar la crisis en
la que está sumido su pueblo’, enfatizó”.
Más claro ni el agua y dicho por una fuente
absolutamente oficiosa, puesto que El Espectador, un diario de propiedad
del grupo Santodomingo (uno de los verdaderos dueños de Colombia) lo que está
es confesando, y con gran regocijo, una conspiración internacional. A confesión
de parte, relevo de pruebas. Ahí se aprecia la verdadera catadura del régimen
colombiano de Iván Duque, terrorista y golpista, en el escenario internacional,
con su diplomacia traqueta, que actuando como el matón del barrio cumple las
ordenes de su amo imperial, pensando que sus acciones no van a tener
consecuencias, por aquello de la impunidad imperial. Al conocer noticias como
la citada no solamente produce indignación sino vergüenza, vergüenza de ser
colombiano. Ahora si se entiende porque el viernes anterior el sub-presidente
Duque afirmó: “Hoy es digno de aplaudir lo que está viendo el mundo, y es que a
la dictadura de Venezuela le quedan muy pocas horas porque hay un nuevo
régimen institucional que se está creando gracias al trabajo que ha cumplido
Colombia y otros países”. Lo que no es digno de aplaudir sino de condenar es la
vulgar injerencia en la soberanía de otro país, con las consecuencias
desastrosas y sangrientas que esto va a tener, para satisfacer los apetitos más
voraces del imperialismo estadounidense, pensando con el deseo de sirvientes
incondicionales que les van a quedar algunas migajas del petróleo venezolano.
-Prestar la Embajada colombiana en los Estados Unidos
como sede del “Embajador” designado por Guaidó para los Estados Unidos, como
continuación de lo hecho desde diciembre, cuando la Embajada Colombiana alojó a
los golpistas de Venezuela, que llegaron a recibir órdenes de Trump. Al
respecto una información de prensa es reveladora:
“Fuentes diplomáticas en Washington le confirmaron a El
Espectador que desde inicios de diciembre, mientras varios gobiernos tejían
con filigrana diplomática el nuevo intento por sacar del poder a Nicolás
Maduro, el Gobierno de Iván Duque puso su sede diplomática a disposición de los
nuevos interlocutores de Donald Trump. […] Carlos Vecchio, designado este
martes por el Parlamento venezolano como nuevo embajador de Venezuela ante el
gobierno de Donald Trump, trabajará ‘codo a codo’, casi de manera literal,
junto al colombiano Francisco Santos Calderon. Y juntos despacharán desde el
edificio ubicado en la 1724 Massachusetts Avenue NW, sede diplomática
colombiana”. (César Sabogal, Embajada colombiana será sede ‘ad hoc’ de
Venezuela en Washington, El Espectador, enero 29 de 2019. Disponible en:
https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/embajada-colombiana-sera-sede-ad-hoc-de-venezuela-en-washington-articulo-836776)
En pocas palabras, lo que aquí se revela es la
participación activa del gobierno colombiano en el derrocamiento del gobierno
de un país vecino, prestando su embajada para que allí se reúnan los golpistas
venezolanos con sus amos de Estados Unidos y ahora, después de la farsa de
autonominación de un fantoche golpista, esa misma embajada reciba como
representantes diplomáticos a esos golpistas. Aparte de todo se está recibiendo
con honores de diplomático a un delincuente, prófugo de la justicia venezolana
y miembro del partido de extrema derecha Voluntad Popular, instigador directo
de los incendios, saqueos y atentados que se realizaron en Venezuela en 2014, y
que dejaron un saldo de 43 personas asesinadas. Esta es la calaña de personajes
que acoge el gobierno colombiano en su Embajada en los Estados Unidos, lo cual
no sorprende si se tiene en cuenta que los embajadores colombianos en
Washington, como el actual, también tienen un amplio prontuario criminal.
-Aceptar el nombramiento de un “Embajador” del
auto-designado Guaidó y recibirlo de manera inmediata. Este personaje, Humberto
Calderón Berti (experto en temas petroleros, con un prontuario de corrupción y
una larga trayectoria de entrega de las riquezas de su país a las compañías
transnacionales en épocas de la Quinta República), afirmó sin ningún disimulo
que a Maduro lo iban a sacar a las buenas o a las malas y como buen vasallo de
los vasallos, afirmó que “El gobierno colombiano ha sido muy categórico, y en
cuestión de minutos procedió a mi reconocimiento. Lo agradezco y me llena de
orgullo”. Esto no puede entenderse de otra forma que como una expresión cínica
de un cipayo tropical, que se inclina ante otro cipayo del imperio, como lo es
Iván Duque. Bonita lección de democracia y de soberanía la que da Ivan Duque,
no por algo sus conocimientos de historia son de tal nivel que, el primero de
enero de este año, mientras se reunía con Mike Pompeu, Secretario de Estados
Unidos, para intrigar contra Venezuela, soltó la perla de que nuestra
independencia se debe a los padres fundadores de los Estados Unidos, y por
supuesto nunca mencionó a venezolanos como Simón Bolívar o Antonio José de
Sucre.
-Prohibir el ingreso al territorio colombiano de 200
venezolanos del gobierno de Nicolás Maduro o próximos al mismo, entre ellos el
del artista Omar Enrique. Respecto a este veto, el director de Migración
Cristian Krüger afirmo que “esta es una decisión discrecional y soberana. No
vamos a permitir que personas que le han hecho tanto daño a nuestros hermanos
venezolanos se paseen por nuestro país sin importarles las consecuencias de sus
actos. Estas personas han violado los Derechos Humanos del pueblo venezolano y
es hora que paguen las consecuencias de sus actos”. ¡Qué ejemplo de soberanía e
independencia, eso sí contra el país vecino, contra el que se conspira y se
arrincona, recurriendo a la violencia, las mentiras, las intrigas y el
terrorismo, como se hace desde Colombia en forma directa por el régimen de Iván
Duque. Si esto se aplicara en realidad, los primeros que no podrían entrar al
territorio colombiano serán los miembros de la Pandilla de Lima y los
terroristas que rigen los destinos de Estados Unidos, todos ellos violadores de
los derechos humanos y responsables de crímenes de lesa humanidad.
CONCLUSION
Los graves acontecimientos de Venezuela de los
últimos días, entre los que se destaca el golpe de Estado impulsado
directamente por los Estados Unidos y aupado por sus lacayos latinoamericanos y
europeos, y en el que han intentado poner a su servicio como presidente de
Venezuela a un desconocido títere de última hora, un tal Juan GuaIdó, un
fantoche que recuerda los peores momentos de injerencia imperialista y de
postración de las clases dominantes de América Latina (tipo Carlos Castillo
Armas en la Guatemala de 1954, Augusto Pinochet en el Chile de 1973 o Guillermo
Endará en la Panamá en 1989). Este golpe de Estado cuenta con un equipo de
propaganda a nivel mundial, con los grandes medios de desinformación masiva a
la cabeza, que se replican en cada país, y que quieren hacernos creer que lo
que se está presentando en Venezuela es un retorno a la “democracia” y a la “libertad”,
cuando lo que está en juego es la imposición de un régimen criminal, al estilo
de las dictaduras de “seguridad nacional” de las décadas de 1960 y 1970. Para
hacer posible ese proyecto de reconquista imperialista en Venezuela, los
Estados Unidos cuenta con el apoyo irrestricto de la pandilla de Lima, llamarla
Cartel es algo muy refinado para testaferros de tan poca monta, a la cabeza de
la cual se encuentra el régimen de Iván Duque en Colombia, cuyas vergonzosas
actuaciones ponen de presente la catadura de las clases dominantes de este
país, siempre serviles a los intereses del imperialismo estadounidense. La
sangre que corra en Venezuela y el sufrimiento de sus habitantes van a ser
responsabilidad directa del régimen colombiano y eso ya nadie lo puede ocultar
ni negar.
Bogotá, febrero 3 de 2019
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