Estimados
amigos:
El Perú
requiere de reformas en su organización política y de orden económico, a fin de
que la república se encamine al crecimiento económico y desarrollo humano, con
todo lo que representa esto último en el progreso y el liderazgo sudamericano.
Debemos
tener en cuenta que cualquiera de los cambios en el campo político y económico
tienen que marchar unidas; es decir, las reformas públicas con respecto a la
organización del Estado en sus gobiernos: central y descentralizados, obliga a
cambios en su política económica, donde no puede seguir imperando un
crecimiento basado en el extractivismo de la producción especialmente minera y
dependiente de los precios internacionales.
Cuando se
inicia por parte de un gobierno las reformas públicas, primero, no es
aconsejable que se queden detenidas, sobre todo cuando los cambios reciben el
apoyo ciudadano como ha ocurrido con el último referéndum; y segundo, la
aprobación de una reforma como la judicial debe continuar, y se hace
imprescindible iniciar otras bajo un plan debidamente estudiado y formulado.
Tenemos
que considerar, por ejemplo de que si se comienza la reforma en la estructura
organizativa del poder ejecutivo, inmediatamente tenemos que entrar a las
reformas de una válida descentralización. Está demás señalar que debe tomarse
en cuenta que las reformas del ejecutivo sobre el funcionamiento de sus ministerios
son normativas y supervisoras, y la creación de los gobiernos regionales sus
funciones son de carácter definidamente ejecutivas. No es posible que estas
acciones se procedan a un diagnóstico acerca de los gobiernos locales, en
cuanto a su elevado número.
No escapa
que necesariamente en estos procesos de cambios de organización y funciones del
poder ejecutivo, se tenga que poner en marcha el gobierno Metropolitano de Lima
con autonomía y responsabilidades que la constitución y las leyes orgánicas disponen
que son también de nivel regional. Se puede afirmar que del destino de Lima
Metropolitana dependen todo el proceso de regionalización y del cómo deben
comportarse los municipios provinciales en relación con los municipios
distritales.
El
artículo que alcanzamos tiene como fin destacar la importancia de las reformas
y de cómo éstas no pueden ser aisladas y forman un todo. El análisis de esta
situación no deja de ser compleja, no puede exonerar a los peruanos de su
participación y de sus reflexiones. El propósito es que el Perú no siga siendo
un país secuestrado no sólo por los intereses de grupos de poder, sino del poco
y hasta inexistente interés de la sociedad civil y ciudadana.
Atentamente,
Fernando
Arce Meza
Nota: Este escrito está dedicado a los
compañeros de la promoción de economía de San Marcos (Víctor García Gonzáles).
REFORMAS
PÚBLICAS AVANZAN CON DESCENTRALIZACIÓN, INCLUIDA LIMA METROPOLITANA, Y
VICEVERSA
La
descentralización se construye en una economía abierta y de competencia, para
el Perú es una condición dirigida a la integración nacional y sub-continental,
que siguiendo el mensaje de lo trasandino entren en juego los aspectos
geopolíticos y territoriales vinculados a las grandes cuencas hidrográficas en
que se involucran los países andinos y del MERCOSUR.
Se hace
importante, en el desarrollo del proceso de descentralización interna de cada
nación, el papel que juega la infraestructura física en las vías de
comunicación y de cómo poner, por ejemplo, a los puertos a tono con la atención
a los servicios que se deben brindar, ello para el Perú es un gran desafío
porque significa reacondicionar sus instalaciones portuarias.
La
modernidad de los puertos del país tiene un valor muy alto, considerando
no sólo su extensa costa en el Pacífico, sino también al Atlántico, a
través de los puertos fluviales ubicados en el sistema hidrográfico del
Amazonas y lacustre (Puno y Bolivia) lo que resulta imprescindible, para al
logro tanto en la integración nacional y la descentralización en relación a los
formados gobiernos regionales, como en dirección al proceso de
intercambio del comercio exterior.
En suma,
las condiciones para la nueva organización de tipo descentralista será
contraria al actual orden existente tanto el Perú, como en los países
latinoamericanos caracterizados por el predominio de intereses de grupos
locales y extranacionales, los que dan una mayor dedicación a la producción de
artículos de exportación primaria que, si bien evidencia repuntes en el comercio
exterior; sin embargo éste se expone a los desequilibrios por el exceso de
importaciones, gastos que se adicionan al cumplir con el servicio de la deuda
externa, consecuencia de los préstamos que financian la ejecución de obras
públicas y el equipamiento de la defensa nacional.
En
síntesis, la producción primaría hace posible crecimientos, los que no son
permanentes, porque los productos extractivos dependen de los precios del
mercado internacional y cuando los precios bajan o no son comprados se producen
desaceleraciones. Estos crecimientos de otro lado, favorecen más al desarrollo
de la costa y al centralismo de Lima Metropolitana.
Qué
distinta situación habría sido y sería para el Perú si se hubiese establecido
una economía abierta y competitiva que, bajo una nueva asignación de recursos
haría posible el desarrollo de territorios y de mercados internos base para el
intercambio y la proyectada integración regional; como paralelamente debió
producirse la desconcentración del poder como expresión de nuevas formas de
gobiernos descentralizados, en que se distribuyen las decisiones de gobierno
respondiendo a la participación de la ciudadanía.
La nueva
organización del Estado y la economía tienen ahora que calificar a fin de
ingresar en mejores condiciones al mundo de la globalización, para ello se
deben dictar políticas económicas que en su accionar tienen que recaer en los
procesos descentralistas. La descentralización se hace importante también
en el orden valorativo-cultural que se plasma en el comportamiento de la
ciudadanía, al estar convencida de que lo representa la promoción progresista.
Esto es
diferente al centralismo, el mismo que se sostiene gracias a los grupos
conservadores, estos consideran al descentralismo como contrario a la unidad
nacional –inexistente- promueve "federalismos" provocadores de
separatismos y escisiones territoriales. Esto último ha servido de pretexto
perdiendo la oportunidad, para que se produzcan las integraciones:
provincial/regional y después en el camino de la “comunicación intercultural y
la solidaridad social”, al decir de Alain Touraine, dos aspectos que llevan a
una sociedad unida, y cuyas combinaciones reconozcan la identidad de la
sociedad nacional.
Todo ello
se dará por la descentralización en si misma, una propuesta de reforma política
y administrativa, una base de sustentación de la llamada "reforma del
Estado", estas realizaciones representan acercarse al progreso, y a la
solución de los problemas de fondo, siempre y cuando, a la vez asumamos una
economía diversificada. Tamaña tarea para los cambios de marca
descentralista y un nuevo orden económico, si no caminan las reformas,
éstas quedan a lo más para pequeños cambios en la administración
gubernamental.
El
descentralismo en síntesis aporta en hacer nación y Estado Moderno, no sólo en
la redistribución del poder político basado en la participación ciudadana y una
nueva representatividad que, para el caso peruano signifique dejar de lado las
exclusiones de orden étnico-culturales y territoriales más aun se carece de un
reordenamiento, y no se está en capacidad para crear institucionalidad dirigida
a la organización y funcionamiento de diversos niveles en los gobiernos; sino
que correlativamente lo económico promueva tanto la producción, como la
recreación de ámbitos y propiciar nuevos mercados, sustentado en lo que
representa la diversificación productiva. De lo contrario la idea-fuerza de la
competencia se detiene, quedando el Perú sumido en el atraso y la pobreza.
Estrategias
y Políticas
Con
respecto a la estrategia y sus etapas de ejecución a seguir el proceso de
descentralización, se debe considerar lo siguiente:
·
Formular una ley de
descentralización de carácter nacional, respetando la existencia del gobierno
central y los gobiernos municipales; y que, a su vez sea una ley de bases que
al dar ingerencia en este proceso a los gobiernos regionales, esté también
dispuestos a conceder categoría de gobiernos a las comunidades campesinas,
comunidades nativas, y, a las que fundadas en espacios territoriales-funcionales
por decisión de sus poblaciones y considerando las condiciones económicas se
lleguen a constituir formas diferentes a las tradicionales y que formen parte
de otros gobiernos regionales -caso de las provincias del departamento de
Lima-, liberándose de Lima Metropolitana que aún ejerce su predominio;
·
Determinar la creación de
gobiernos regionales y otros de los mencionados que, por carácter estratégico
haga posible su funcionamiento, hasta llegar a cubrir todo el país de gobiernos
descentralizados en el plazo no menor de tres años(*); en estas creaciones la
participación (referéndum) de la población es decisiva, para definir las
agregaciones de provincias, distritos y territorios a conformar las regiones;
·
Que el proceso descentralista no
termina en crear los gobiernos regionales, intermedios, locales, de comunidades
campesinas, nativas u otros, si no habrá siempre de perfeccionar los ámbitos y
las acciones que les corresponde en servicios públicos y economías a favor de
sus poblaciones, como de las opciones por las futuras macrorregiones;
·
Paralelamente, el gobierno
central y las instituciones públicas y los llamados organismos autónomos de
segundo nivel deben pasar por reajustes en sus propósitos y funciones, ello
conlleva a dictar una Ley del Poder Ejecutivo y de Competencias de Gobiernos
que, entre otros aspectos debe reducir el número de ministerios y organismos
públicos a un tercio de los existentes, significa que el ejecutivo central
habrá de funcionar teniendo no menos de de nueve ministerios y quedarse sólo
con entidades especializadas en la supervisión de los servicios; asimismo, es
necesario organismos que regulen las acciones contrarias a los monopolios; y
·
Dictar dispositivos sobre los
ingresos y tributos en relación a su acotación/competencias, a fin de
establecer cuáles son los de orden nacional, descentralizado y municipales; así
como las respectivas acciones descentralistas -evitando de esa manera la
centralización de pagos en Lima Metropolitana-, como de los dispositivos
destinados a crear Fondos de Compensación, para cubrir los déficits en ingresos
de los descentralizados.
Estas
últimas acciones vendrían a descargar el centralismo del aparato estatal y todo
lo que ha traído consigo, por eso la propuesta descentralista no sólo se hace
inevitable, sino requiere de su realización partiendo por la parte más difícil,
en que ha echado raíces el supercentralismo de Lima Metropolitana, en este
territorio debe establecerse el primer gobierno descentralista, liberado del
gobierno central, que tanto ha favorecido el centralismo y ha impedido el
desarrollo de Lima/provincias, y del Callao.
Asimismo,
el descentralismo como tal no ha tenido avances porque ha partido de la
división departamental. La descentralización de tipo departamental (*) es distinta a las regionales,
por sus variables son realizables no sólo por basarse en el desarrollo de las
cuencas y subcuencas; sino otras condiciones ligadas a las de orden
histórico-culturales de preferencia andina y geopolíticas. Las variables como
condiciones, apuntan tanto a la integración -trasandina- en el orden nacional,
como subcontinental -cuyo eje resulta ser la red del sistema hidrográfico del
Amazonas y por el sur el lago Titicaca en Puno.
La
descentralización de tipo regional respondió a distintas inspiraciones, pero ha
sido la Constitución Política de 1979 la que recogió todos estos intentos;
haciendo posible la puesta en marcha de doce gobiernos regionales, no así el
gobierno de Lima Metropolitana, ni definió tanto el destino del Callao como de
las provincias del ex-departamento de Lima.
Esta
propuesta de regionalización representó el esfuerzo de décadas, ella contaría
no solo con el Plan Nacional de Regionalización de 1984 elaborado por el
Instituto Nacional de Planificación y que recibió aprobación del Congreso; sino
por la Ley de Bases de los Gobiernos Regionales.
El
proceso iniciado bajo la vigencia de la Constitución Política de 1979 no sólo
favoreció al progreso de la descentralización, sino es el punto de partida para
observar si el número de gobiernos regionales puestos en acción en 1990 fueron
los adecuados, y que ahora, cabe efectuar ajustes considerando las preferencias
y bondades de las cuencas y subcuencas generadas por la presencia de la
Cordillera de los Andes, y los sistemas hidrográficos.
Esta
política encuentra su sustento en el estudio del Ingeniero Jaime Hoefken Pérez
([1]) que, permite el
número de no más de nueve regiones y de cómo en base a dicha reducción, esta
experiencia en el mediano plazo pueda alcanzar macro territorios que formen
otras grandes regiones ([2]).
En ese
contexto el concepto de región, parte según Jaime Hoefken de “la cuenca
hidrográfica la que, ha de constituir una gran unidad de desarrollo, se logrará
que las conexiones viales y de comunicación se faciliten enormemente, haciendo
que los polos de desarrollo, puedan hacer llegar si acción de forma continuada
a todos los sectores regionales", donde no sólo el criterio para definir
una región es de orden físico, sino que a éste se suman: la de orden social en
"el equilibrio poblacional y la conciencia regionalista" forjada obviamente
por las tradiciones históricas, valores comunes y culturales, y la
de orden económico en cuanto a la existencia de "dos o tres polos de
desarrollo y las posibilidades hidroenergéticas".
Observar
que la definición de los ámbitos regionales aparte de dejar de lado la
desprestigiada demarcación política departamental- se estrecha con las
expresiones de las culturas regionales andinas (Chavín, Moche, Wari, Tiahuanaco
e Inca); este reconocimiento rompe con la postergación que sufren las
comunidades campesinas indígenas y nativas de la selva, y de las provincias en
general al no ser consideradas como territorios de posible organización
política y económica que resultan distintos a los criterios oficiales y
técnicos para formular proyectos descentralizadores.
De otro
lado, este reconocimiento de las expresiones históricas andinas asimilan los
reencuentros básicamente iberoamericanos, lo que acerca también a los procesos
culturales plurales y por tanto democráticos; hecho que ha influido a no sólo
pensar en las formas de organización de los gobiernos a los municipios y
regiones, y a la vez, se dará valor al Perú mayoritario para efectos de su
desarrollo económico, donde sus diversas etnias por su dimensión creadora
venzan una geografía difícil y ocupen el territorio.
Esto
último permitirá apreciar sus alcances, que según los casos, incluye a las
comunidades nativas de la selva y pueblos fronterizos; significando que las
diversas formas de organización política y las acciones de gobierno, sean
asumidas directamente por sus respectivas representaciones poblacionales.
La
descentralización no sólo debe respetar la variedad de formas de gobierno, sino
su estructura política habrá de sustentar en dos niveles de organización del
Estado unitario ([3]); y de un tercer
nivel que, apunte a lo geopolítico para los efectos de las relaciones con los
países de la Comunidad Andina y el MERCOSUR.
Surco, 22
de Febrero del 2019
* La descentralización de tipo departamental se
inspiró en la Constitución de 1823, reiterada en las Constituciones de 1828,
1856 y 1867; pero, su puesta en marcha es recién en 1873 y 1886 con las Leyes
de los Concejos y Juntas Departamentales, sus funciones quedaron suspendidas en
1919 y desaparecieron en 1921. Se restablecen con la Constitución Política de
1933.
La opción
departamental tiene un sentido demarcatorio político; se observa que desde la
fundación de la República de 7 departamentos se llega a 25; en 1862 eran 14
departamentos, se asemejaría a las regiones delimitadas por el último proceso
de regionalización de acuerdo a la Constitución de 1979 (los departamentos
desaparecen); y con la actual Constitución de 1993 renacen y se vuelve a la
tradicional organización departamental.
[1] Hoefken Pérez, Jaime: "La Crítica del
Centralismo y la Cuestión Regional"; parte de su estudio. igualmente, la
posición de Jaime Hoefken se ve completada con las exposiciones de Javier
Pulgar Vidal y Andrés Tinoco efectuadas en la "La Crítica del Centralismo
y la Cuestión Regional".
[2] Sobre la posición geopolítica ver lo tratado por
el General Mercado Jarrín "Hacia un Proyecto Nacional", y en
numerosos trabajos que ha realizado este estudioso militar.
[3] Los dos primeros niveles descentralizados tendrían
a su vez una representación netamente política en el Poder Legislativo, para el
primer nivel sus poblaciones estarán representadas por el distrito electoral
múltiple, funcionaría semejante a la Cámara de Diputados de acuerdo a la
propuesta de Valentín Paniagua Corazao.
Para el
segundo nivel la representación al Congreso será de carácter territorial, le
correspondería a número igual de elegidos por cada una de las regiones. Habrá
de funcionar como una Cámara de Senadores con funciones revisoras.
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