22/02/2019
Es necesario comenzar a pensar la relación entre la
mutación tecnológica en curso y los procesos sociales. Una subjetividad
sujetada, hablada por los medios de comunicación concentrados y por una
configuración de cableados, inteligencia artificial, binarismos y algoritmos,
obedece inconscientemente a las imágenes y a una tecnología digital que va por
las redes, whatsapp, facebook, etc., condicionando hábitos, percepciones,
saberes, elecciones y sensibilidad. La subjetividad se comunica cada vez más
por máquinas y cadenas algorítmicas matemáticas y cada vez menos por el
encuentro de los cuerpos. Esta mutación tecno-cultural inhibe, entre otras
cosas, la capacidad para detectar el sufrimiento o el placer del otro y la
afectación mutua de los cuerpos, condición fundamental del amor y la política.
Jean Baudrillard,
en « Cultura y simulacro », recuerda un cuento de Borges sobre
un mapa tan detallado, que implicaba una exacta correspondencia biunívoca con
el territorio. Basándose en esa historia, señala que en la postmodernidad se ha
borrado la diferencia entre mapa y territorio, siendo imposible
distinguirlos ; más bien el territorio ha dejado de existir y sólo quedó
el mapa o el modelo virtual, simulacros que suplantan la realidad. Afirma
Baudrillard que con la virtualidad entramos en la era de la liquidación de lo
real, la referencia y la exterminación del otro.
Bifo Berardi,
continuando las huellas de Baudrillard, describe en « Fenomenología del
fin » [1]
al neoliberalismo como semiocapitalismo, un modo de producción en el cual la
acumulación de capital se hace esencialmente por medio de la acumulación de
signos : bienes inmateriales. Se trata de una semiología de la simulación
basada en el fin de la referencia ; el signo linguístico se ha emancipado
plenamente y esa abstracción se desplazó hacia la ciencia, la política, el
arte, las comunicaciones y todo el sistema de intercambios.
El neoliberalismo, un capitalismo que ya no es
industrial sino financiero, constituye el punto más avanzado de la
virtualización financiera : el dinero se puede transformar en más dinero
salteándose la producción de bienes útiles. El semiocapitalismo se basa en la
desterritorialidad de la producción, el intercambio virtual y la explotación
del alma como fuerza productiva. A partir de esa organización, las
corporaciones globales ganaron absoluta libertad al poder mover fácilmente de
un lugar a otro sus activos inmateriales, en un mundo en el que los
automatismos financieros reemplazaron la decisión política y los Estados
perdieron efectividad, multiplicándose la miseria, la precariedad y el
desempleo. El absolutismo capitalista no regulado afirma su derecho a ejercer
un control irrestricto sobre nuestras vidas, mientras una epidemia de angustia
se propaga por el planeta.
En una cultura global transformada en un
totalitarismo de la virtualidad juega su partida la posverdad : todo puede
ser dicho y convertido en verdad irrefutable. Los mensajes no valen por su
interpretación o relación con la verdad, sino por el pragmatismo o efectividad
de signos vacíos que impactan de lleno en la dimensión afectiva. Constatamos
una subjetividad debilitada en el recurso al pensamiento, viviendo en el tiempo
ansioso del zapping y la urgencia, que se maneja fundamentalmente por impulsos.
La semiotización neoliberal, con predominio del
intercambio de signos virtuales en nombre del progreso, implica la sustracción
del cuerpo, lo que constituye una de las consecuencias más inquietantes que la
humanidad pueda conocer. Si no se percibe el cuerpo, el grito, la angustia o el
sufrimiento del otro, hay solo un paso hacia la indiferencia social, el máximo
individualismo y la destrucción de la comunidad real. Un cuerpo social de carne
y hueso afectado en el intercambio social es la condición fundamental para la
politización, la construcción del pueblo y la emancipación.
¿Qué hacer ?
¿Qué hacer ?
Al final de su obra, Berardi expresa de manera
enigmática que solo Malinche puede responder estas preguntas. La Malinche, una
de las veinte mujeres esclavas dadas a los españoles en 1519 por los habitantes
de Tabasco, sirvió de intérprete a Hernán Cortés, se convirtió en su concubina
y dio a luz uno de los primeros mestizos. Este acto fue interpretado de
diversas maneras : traidora, víctima o madre simbólica de la nueva cultura
mestiza. Sin descartar ninguna de las tres lecturas, bien o mal, Malinche se
abrió a la lengua del otro incomprensible.
Asumiendo las transformaciones semióticas,
imposibles de ser frenadas, se trata de apostar a la posibilidad de enfrentar
esta forma contemporánea de dominación. Retomando el mito del mestizaje, habrá
que incluir y mezclar los cuerpos junto a las nuevas tecnologías. En lugar de
la disyunción que el sistema de intercambios neoliberal plantea entre cuerpo y
virtualidad, será necesario multiplicar espacios de producción cultural y
participación en los que puedan circular pensamientos, afectos y cuerpos :
centros culturales, comunicación alternativa, radios libres, blogs, canales de
Youtube, etc. Habrá que reorganizar el espacio común ensayando formas de vida
independientes del dominio del capital.
En la era del semiocapitalismo neoliberal, la
reconstrucción de los lazos sociales se convierte en una forma de resistencia y
una tarea principal. Tal vez constituya el desafío político más difícil.
- Nora Merlin Psicoanalista. Magister en
Ciencia Política. Autora de « Populismo
y psicoanálisis » y « Colonización
de la subjetividad ».
@merlin_nora
Cronicon.
Buenos Aires, 3 febrero, 2019
El
Correo de la Diaspora. París, 17 de febrero de 2019
Notes
[1] Cfr. F. Berardi, And. Phenomenology of the
end. Cognition and sensibility in the transition from conjunctive to connective
mode of social communication, Aalto Arts Books, Helsinki, 2014.
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