Dr. Hugo SALINAS
Para los que conocían de cerca a Alan
García, es de suponer que su suicidio fue una muerte anunciada. Para el mismo
Alan, es una muerte premeditada. Y en su carta de despedida, leída por su hija,
Alan escribe la siguiente frase: “Cumplí la misión de conducir el aprismo al
poder en dos ocasiones… creo que esa fue la misión de mi existencia…”
La pregunta que surge es esta. ¿La misión
existencial de un político, en un país del Tercer Mundo con pobreza y desempleo
extremo, es “conducir al poder” a su partido político?
Comencemos por precisar, ¿a qué se
refiere Alan García cuando nos habla de “poder”? Sin lugar a dudas que se
refiere al poder que confiere la toma del Gobierno Central, en la función de
Presidente de la República; cargo que lo cumplió, como él mismo lo señala, en
dos oportunidades.
Pero, ¿es esa la “misión” del político de
un país del Tercer Mundo? Por otro lado, ¿la toma del Gobierno Central, en la
función de Presidente de la República, puede ser considerada como la toma del
“poder”? ¿Qué debemos entender por “poder” para transformar a un país del
Tercer Mundo?
Si se trata de un político con ideas
reformistas, de querer hacer soportable el infierno que crea el Capitalismo, es
probable que su “misión” sea precisamente el de llegar a la presidencia de la
República para, a golpe de sangre, homicidio, genocidio y dádivas, hacer
aceptar y convertirlo en un fenómeno socio-económico sin importancia, el
hambre, el desempleo y la marginación que sufre la mayoría de la población.
Sin olvidar, como la historia reciente del
Perú nos lo dice claramente, que la misión personal del político reformista es,
y ha sido, en una Democracia Representativa, el de hacerse millonario sirviendo
como lacayo de las empresas y corporaciones nacionales y multinacionales.
Con mayor precisión podríamos decir que la
misión del político reformista es mantener intocable el modelo socio-económico
imperante, que se sustenta en la Repartición Individualista del resultado de la
actividad económica, mediante el cual la casi totalidad del valor agregado por
toda la población del país, es acumulado y concentrado por las grandes empresas
nacionales y extranjeras.
En suma, la misión del político reformista
es facilitar que solamente algunas personas disfruten de las riquezas creadas,
mientras la mayoría de la población padece desempleo, hambre y marginación.
¿Cuál es, entonces, la misión del político
en un país del Tercer Mundo?
La misión de un político consiste en
desmontar el mecanismo que crea estas grandes desigualdades socio-económicas y,
en su lugar, instalar otro mecanismo que reponga al ser humano en el objetivo
fundamental de la actividad socio-económica. Que el objetivo de hacer dinero
sea remplazado por el del bienestar general en igualdad de oportunidades.
Y el “poder” que se requiere para cumplir
esta misión es mucho más complejo que lograr instalarse en tanto que Presidente
de la República.
Saint-Nazaire, Francia, 22 de abril del
2019
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