13/05/19
-La
participación de China en obras del Canal no es amenaza a EE.UU. ni a Panamá.
-Panamá debe
dejar de ser frontera y “patio trasero” de EE.UU., retornar a sus raíces
libertarias y perseguir un camino independiente.
1. TIEMPO Y FAENA
Durante el Consejo
de Seguridad de la ONU de 1973 en Panamá, el embajador de la República Popular
China, Huang Hua, posteriormente Ministro de Relaciones Exteriores y presidente
de la Asamblea Popular China, me leyó el siguiente telegrama firmado por el
presidente Mao Tsé Tung: “La República Popular China apoyará la
expulsión inmediata de las bases militares de EE.UU. si Panamá lo pide”. Era
la respuesta a una interrogante que hicimos como Asesor del canciller Juan
Antonio Tack (un panameño hijo de chino) al gobierno de Pekín.
Recordamos a Mao
hoy cuando es necesario tener presente quiénes son nuestros amigos y
quiénes nuestros enemigos. A quienes acusan a China como “imperialista” en
nombre de EE.UU., les decimos que la historia de 60 siglos de China demuestra que
ella casi siempre fue emporio y nunca imperio. Un emporio llamado el
Imperio Celeste o el Reino del Medio, que jamás tuvo fuerzas militares fuera de
su territorio, salvo cuando envió voluntarios (no a sus tropas regulares) en
solidaridad con la RPD de Corea, diezmada criminalmente por EE.UU. (1950-1953).
Para entrar en
materia, aclaremos lo obvio: no es el Canal sino la condición geográfica y
la posición geoestratégica del Istmo lo que produce el valor geopolítico de
Panamá. Como le manifestamos al Secretario de Estado, Henry Kissinger, en
1975, “no existe un Panamá por y para el Canal sino un Canal por y para
Panamá”.
Panamá fue el
trampolín que le permitió a España descubrir y saquear los recursos de Abya
Yala y someter a los pueblos originarios, del mismo modo como el ferrocarril de
Panamá fue, desde 1855, el medio que EE.UU. explotó para desarrollarse y
borrar del mapa a los indígenas. Sin la vía férrea, que llevó a millones
de inmigrantes, EE.UU. no existiría y, por esa razón, Washington consideró
siempre que su frontera sur no era México sino Panamá.
Hagamos las
siguientes preguntas:
¿Qué rol
juega la historia en el resurgimiento de China como potencia?
¿Es China una amenaza a la seguridad o a los intereses de EE.UU. en el
Canal o en la región? ¿Puede EE.UU. invocar contra China el Tratado
de Neutralidad?
El presidente Xi
Jinping ha dicho que China practica un desarrollo socialista con
características chinas. Más relevante sería conocer cuáles son las
constantes de su Historia, que marcan más que la ideología. Ellas
pudieran ser: paciencia, perseverancia, cooperación, diálogo, armonía y paz.
Cuando la historia
supera 6,000 años, ella se proyecta con huellas indelebles hacia el
futuro.
En 2001 visité en
X’ian el Ejército de Terracota del Primer Emperador Qin Shi Huang
(247 a. C.—221 a. C.) -- el museo al aire libre más
grande del mundo -- y le pregunté al arqueólogo jefe cuánto tiempo haría
falta para excavar los entierros. “500 años”,
respondió. Cuatro años después, le hice la misma pregunta
y repitió: “500 años”. Le corregí: “Deben ser 496
años, porque 500 fue hace cuatro años”. Respondió impasible: “¡500
años!”.
Olvidaba que
el presidente Mao había dicho: “Dentro de dos mil años el mundo
se reirá de lo que hacemos ahora”. El gran Timonel estaba seguro de
que en el año 3976 alguien estaría riéndose de Mao, así que me di por vencido.
China es el país
más antiguo y a la vez continuo del planeta. Hace más de 40,000
años, los primeros protochinos cruzaron el Estrecho de Behring y
dieron origen al hombre americano. Muchos aborígenes tienen el ADN
chino; los Ngabes y los Wounaan, por ejemplo.
China tiene un
concepto del tiempo radicalmente distinto al de Occidente, y ello también se
extiende a la magnitud de sus obras materiales. Las obras de China le dan un
toque de eternidad a su historia, que no se mide por años, generaciones y
siglos, sino por dinastías y eras, y es que China no es sólo un país sino
una constelación de pueblos, nacionalidades, etnias y culturas.
Mao le debió el
triunfo de la Revolución a un pensador y estratega militar de hace 27 siglos:
Sun Tzu, quien nació seis años después (545 a.C.) que Confucio (551 a.C.), y
tanto el maestro Sun como el maestro Kung gozan de reconocimiento
después de 2700 años.
En los días de
aquellos Sabios se construía el Gran Canal más largo del mundo (1,800 kms.)
entre Hangzhou y Pekín, con 24 juegos de esclusas y 60 puentes, y en el que
trabajaron seis millones de obreros, una suma superior a nuestra actual
población.
La Gran Muralla
fue construida entre el siglo V a.C. y el siglo XVI (les tomó 2,100
años) para proteger la frontera norte del Imperio. Medía 21,200
kilómetros desde el Río Yalú, fronterizo con Corea, hasta
el desierto de Gobi.
(Dicho sea de
paso, el Río Yalú, que divide y une a la vez a Corea y China, simboliza la
solidaridad entre estos pueblos porque en ese río congelado, 50,000 voluntarios
chinos fueron ametrallados por la aviación estadounidense en la Guerra de
Corea. Mi hermano Yau A-Mak, de Hocksang (Cantón) peleó por el pueblo
coreano y fue declarado Héroe Nacional de China. Yalú es el nombre de mi
hijo menor, Yalú Enlai, el último en honor al Primer Ministro Chou Enlai).
La antigua
Ruta de la Seda era una compleja red que unía a Eurasia con Europa y
Noráfrica, el más importante proyecto mercantil y cultural de la época, aunque
tuvo como antecedente a la Ruta del Jade, del siglo XVI a.C.
Pero un siglo
antes de la Ruta del Jade, en el siglo XVII a.C., los chinos ya habían llegado
a lo que son hoy Canadá, Nuevo México y Veracruz (México). Ello
fue 3,192 años antes que Colón “nos descubriera” (1492),
según petroglifos encontrados con el mismo tipo de letra que se
utilizaba al final de la Dinastía Shang en el siglo XVIII
a.C.
En el siglo V de
nuestra era, un monje budista de nombre Hui Shen (o Fa Hsien) exploró “La
Tierra del Fusang”, una mítica civilización ubicada en el continente Americano,
y que algunos rastrean en Norteamérica, y los más, en Nicaragua.
Mil años después,
en 1421, China envió una flota – llamada “La Flota del Tesoro” -- de 317
barcos y 28,500 marinos a explorar tierras desconocidas al mando del
almirante Zheng He (o Cheng Ho), un eunuco de origen árabe.
Sus barcos eran los más avanzados y ocho veces más grandes que las
carabelas de Colón, mientras que su tripulación superaba en 28,300 marinos a
los 150 que venían con los españoles.
Zheng He recorrió
el Océano Índico, los mares meridionales de China, India, Indonesia, Malasia,
Tailandia y Vietnam hasta Australia, Oceanía y los mares antárticos;
bordeó el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, ascendió por la costa
africana hasta Senegal, cruzó el Atlántico impulsado por la corriente y
descubrió nuestro continente entrando por Las Antillas Menores, 71 años antes
que Colón.
El almirante Zheng
He actuó como embajador y respetó todas las culturas sin someterlas, y
esto ya traza una raya con el posterior colonialismo europeo y estadounidense
que esclavizó a tres continentes.
La expedición
marítima terminó cuando el Emperador Zhu Di, protector de Zheng He, falleció en
1424. Un hecho fortuito la ocasionó: un rayo que cayó sobre la
Ciudad Prohibida la incendió, y ello fue usado como pretexto por los mandarines
enemigos de Zheng He que quisieron hacer verla como una “señal del cielo”
que desaprobaba las exploraciones. Éstas
fueron suspendidas; se quemaron los informes, documentos cartográficos
y bitácoras de Zheng He, y se destruyó la flota imperial. Zheng He no
volvió a viajar hasta 1431, cuando falleció, cerrando así un capítulo
luminoso en la historia marítima de China. Descendientes de aquellos
marinos se encuentran diseminados por Singapur, Malasia, Vietnam, Tailandia,
Indonesia y las Filipinas.
Al darle China la
espalda al mar, surgieron las expediciones europeas que, ya armados con mapas
de Zheng He y China, redescubrieron América. Los españoles, mayormente
expresidiarios y delincuentes, contrario a los chinos, diezmaron a decenas de
millones de indígenas originarios.
China, el país más
importante del planeta entre el siglo V y el XVI, fue sometida en el XIX
por Europa cuando, a partir de 1842, Inglaterra, Francia, Alemania y otros
países (incluso la pequeña Italia), infinitamente superiores a China, le
impusieron las Guerras del Opio y tratados desiguales que le arrancaron Hong
Kong, Macao y derechos extraterritoriales y comerciales. EE.UU.
pensó “más vale tarde que nunca” y se sumó a la gran piñata que hicieron de una
China feudal.
La caída de la
Dinastía Qing trajo la guerra civil, y ésta culminó con la revolución que
derrotó a Chiang Kai Ser y fundó la República Popular en 1949.
2. EL PRIMER FERROCARRIL
INTEROCEÁNICO DEL MUNDO
China volvió a
impactar la geopolítica mundial poco después de las Guerras del
Opio. Mil trabajadores chinos fueron traídos por una compañía de
Nueva York en 1854 para construir en Panamá el primer ferrocarril interoceánico
del mundo. Huían de las guerras, los Levantamientos Campesinos y la
Rebelión Taiping.
Tratados como
esclavos, fueron víctimas de enfermedades, reptiles y el maltrato por parte de
la empresa. Al mes de haber llegado, mil obreros se hicieron matar, se
suicidaron o fueron asesinados a un promedio de 33 diarios durante un
mes.
La empresa
sobreexplotó a los obreros chinos porque estaba a punto de vencerse el
contrato, en cuyo caso la compañía pasaría a manos de Nueva Granada o
Colombia. Pese a las adversidades, los chinos completaron la fase más
difícil (casi imposible) del proyecto, ya que el resto de los trabajadores
irlandeses, hindostanes, malayos y colombianos, había salido huyendo y
abandonaron el proyecto, por lo cual los sacrificios de los chinos los
convirtieron en mártires de la comunicación interoceánica.
Los chinos
realizaron sin saberlo una drástica revolución en la logística y la geopolítica
del planeta. Sin ellos, ni el ferrocarril ni el Canal hubieran existido porque
la vía férrea, según los ingenieros, fue siempre apenas la primera fase
de la vía acuática.
3. CHINA EN EL SIGLO XXI
China es, desde
2015, la segunda economía del planeta, aunque ayer nos informó el embajador Wei
Kiang que ya es la primera. China es la tercera o cuarta
potencia en términos militares, el único país en desarrollo que no
tiene los habituales cinturones de miseria en sus ciudades y donde todos tienen
derecho a un pedazo de tierra, gracias al Gran Timonel.
Contrario a
EE.UU., en China la política gobierna la economía y la banca. Al no estar
sujetos a plazos cortos, su gobierno puede programar y planificar por muchos
años. En cambio, en Occidente, la política es controlada por la economía,
las finanzas y, especialmente, la banca.
El haberse librado
de la humillación extranjera explica que China quiera ser una nación
“modestamente cómoda”, como dijo el presidente Xi Jinping. Entre
1981 y 2005, 600 millones de personas salieron de la pobreza según el Banco
Mundial. ¡Pero es que la población total de China en la década de los
sesenta era de 650 millones de habitantes! Se redujo la pobreza y aumentó
la clase media, pero también el número de ricos y superricos.
China es uno
de los países más contaminados, pero también el que mejor combate el cambio
climático. Es el mayor productor de energías no renovables;
verbigracia, la eólica y la solar. El gobierno combate la corrupción; es
abierto a las críticas; es su primer fiscalizador; reconoce sus deficiencias y
lacras y está siempre listo para resolverlas. El objetivo es tener buen
gobierno, algo que se origina en la tradición de que al poder llegan los
mejores tras una gran selección.
(Ésta fue una
contribución de Confucio, que creó la primera Carrera Administrativa del
mundo. Para ser funcionario – trabajar para el Estado -- era necesario
formarse, en primer lugar, como poeta, tocar instrumentos musicales, ser buen
calígrafo, experto en artes marciales -- Kung Fu, Win Chung - arquero,
buen jinete, conocer los Ritos y el Tao Te King. Gengis Khan aplicó los
principios administrativos de Confucio a su imperio, el más grande de la
historia).
Como ha dicho
Rafael Poch, excorresponsal catalán en Pekín: “Pese a las
dificultades, los chinos nunca habían sido tan libres y prósperos, lo que
explica el optimismo que desprende la sociedad. China, aunque suene
muy fuerte, es de los países mejor gobernados del mundo.”
4. LA ANTIGUA Y LA NUEVA RUTA
DE LA SEDA
Volvamos al
pasado.
La antigua
Ruta de la Seda se extendió entre el siglo I A.C. y XV d.C. (1,600 años) y
conectaba a China con Eurasia, el Medio Oriente, los reinos hispánicos y África
Oriental. Por la Ruta, además de la seda -- cuya elaboración era un
secreto chino -- también transitaban piedras y metales preciosos, así como
científicos, filósofos, espías, poetas y escritores.
La Nueva Ruta de
la Seda es el proyecto lanzado en 2013 por el presidente Xi Jinping que
quiere unir a Europa, Asia Sur-Oriental, Asia Central, el Oriente Medio y
África. Contempla el establecimiento de seis corredores ferroviarios y
una ruta marítima que conecta ambos lados del Pacífico. Es el
mayor proyecto comercial de la época.
La antigua Ruta
protegía a Eurasia, cuyo control, según el geopolítico británico, Harold
McKinder, aseguraría el dominio del mundo. La Nueva Ruta se propone
justamente blindar esa gran masa de tierra para desarrollarla y desde
ella implementar un nuevo orden internacional multipolar.
5.
EL CANAL EN NICARAGUA Y PANAMÁ
Una
controversia entre China y EE.UU. por la región es previsible, pero no
especularemos sobre las opciones. Más complicado pudiera ser un conflicto
entre EE.UU. y China por el Canal de Panamá o, algo mucho más relevante:
entre la hegemonía de EE.UU. en el Canal y la independencia de
Panamá. La primera controversia, entre China y EE.UU., no existe; el segundo,
el conflicto entre la hegemonía canalera de EE.U. Y la independencia de Panamá,
sí. Veamos por qué.
En 1880, el
presidente Rutherford Hayes declaró que un Canal sería “una parte de la línea
costanera de EE.UU.”; es decir, su frontera, y que, por ese
motivo, jamás permitiría que ninguna otra potencia lo construyera o
controlara. EE.UU. convirtió al Mar Caribe en su “Mare Nostrum” y expulsó
a las potencias europeas.
Fue esa
Declaración la que determinó la geopolítica del Canal.
El presidente Teodoro
Roosevelt le añadió el “Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe” para quitar y
poner gobiernos a su antojo en Centroamérica y el Caribe. A fines del
pasado siglo, Washington aclaró que la Declaración de Hayes incluía a
cualquier país asiático (en referencia a China, ya que Japón había sido
eliminado con la invasión de 1989) como parte de la política de Washington
de impedir que una superpotencia surgiera en el Lejano Oriente, lo que explica
por qué tienen rodeada a China de bases militares.
Marquemos dos
hitos que ilustran la obsesión de EE.UU. por el control del Canal.
Mientras la vía
acuática no existía aún, EE.UU. se enteró de negociaciones secretas en París en
1910-1911, entre Nicaragua y Japón para construir un Canal. Para
impedirlo, invadió a Nicaragua, derrocó al gobierno de José Santos Zelaya e
implantó una dictadura que dio lugar a la Dinastía Somoza.
Esto me lo confió
en México en 2003 el excanciller de Nicaragua, el padre Miguel D’Escoto,
durante la Tercera Conferencia Internacional de Solidaridad con Palestina.
En 1914, tres años
después del derrocamiento de Zelaya, EE.UU. impuso el
Tratado Bryan-Chamorro a Nicaragua que le otorgó a perpetuidad el monopolio del
Canal.
El actual proyecto
de Canal por Nicaragua, financiado por un empresario, no es iniciativa del
gobierno de Pekín y está virtualmente en coma, de la misma manera que el Canal
francés tampoco era un proyecto del gobierno de París sino de Ferdinand De
Lesseps.
EE.UU. no pudo
acusar a Francia, como tampoco puede hacerlo ahora con China, de retar o violar
la Doctrina Monroe, que de todos modos no tiene validez alguna. EE.UU. se
opuso diplomáticamente al Canal francés en 1873, y militarmente al Canal
japonés en Nicaragua en 1910 y al Canal japonés en Panamá en 1989. La pregunta
ahora es: ¿Se opondrá EE.UU. a la simple presencia de China en el Canal de
Panamá?
6.
CHINA, JAPÓN Y EL CANAL
Los primeros
contactos entre Panamá y la República Popular China estuvieron a nuestro cargo
en 1973. El canciller Tack me nombró su enlace con el embajador Huang Hua
durante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así como su enlace con
el canciller del Perú, General Miguel Ángel de la Flor Valle, quien nos
coordinaba con los voceros del Tercer Mundo.
La China, y no la
Unión Soviética, era en esa época una apuesta más factible para Panamá, de tal
suerte que tanto Huang Hua como yo redactamos sendas notas para establecer
relaciones diplomáticas, pero ese objetivo se malogró por intervenciones
exógenas de elementos antichinos.
El Canciller Tack
me solicitó que le preguntara al embajador Huang Hua cuál era la
posición de China en torno a la neutralidad de los Canales
internacionales. En vez de una respuesta jurídica, fue el propio
presidente Mao Tsé Tung quien firmó el telegrama que mencioné al comienzo de
esta ponencia, una respuesta política en apoyo a la desmilitarización
extranjera en el Canal, de EE.UU. en primer lugar. Mao autorizó a Huang
Hua apoyar el desmantelamiento inmediato de las bases militares estadounidenses
si Panamá lo solicitaba.
En este telegrama
o télex, el presidente Mao se plantó firme frente a EE.UU. en favor de
nuestra soberanía y de paso enfatizó el principio clásico de que los Canales
neutrales no deben albergar bases extranjeras, una posición que el canciller
Tack siempre mantuvo conforme a la Declaración Tack-Kissinger, hasta que fue
sustituido en su doble condición como canciller y jefe responsable, y que
explica por qué él no negoció el Tratado de Neutralidad.
(A raíz de la
agresión estadounidense el 9, 10 y 11 de enero de 1964, el presidente Mao
convocó una manifestación de varios millones en la Plaza Tienanmen de
apoyo a Panamá, la única convocada por parte de un jefe de Estado. El
exrepresentante comercial de China en Panamá, Wang Weihua, estuvo presente).
Para reafirmar el
monopolio que EE.UU. usurpaba sobre el Canal, el Secretario de Estado, Henry
Kissinger, principal responsable de las negociaciones, declaró en 1975, lo
siguiente:
“Panamá jamás
gozará de independencia en el manejo de la vía acuática y no debe ilusionarse
al respecto. Los panameños nunca serán los verdaderos dueños del Canal,
porque EE.UU. retendrá su control mucho más allá del año 2000.” Resultó
profético.
Las declaraciones
de Kissinger violaban la Declaración Conjunta que había firmado con el
canciller Tack el 7 de febrero de 1974 (la cual redacté por encargo de Torrijos
y Tack), pero sí reflejaban la geopolítica de la Declaración de Hayes de
1880.
Tan ofensivas y
soberbias palabras produjeron gran disgusto e indignación en el general
Torrijos y en el canciller Tack, pero se las mantuvo en bajo perfil para
que no ocasionaran un revuelo. Pero, como le expresé al canciller, las
consideraba una provocación de Kissinger y Sol Linowitz para hacer
naufragar las negociaciones. Para no romper con éstas, el canciller y el
general me comisionaron para rechazarlas desde México en nombre del
Gobierno Nacional.
Allí afirmamos,
con abundantes razonamientos históricos y jurídicos, que “no existe un Panamá
por y para el Canal sino un Canal por y para Panamá” y que el tratado del Canal
(entonces no se hablaba de un segundo tratado ni de neutralidad) debía
reconocer la absoluta y efectiva soberanía al finalizar el convenio, conforme a
la Declaración Conjunta.
Cuatro años
después de la firma de los tratados, EE.UU. asesinó al general Torrijos el
31 de julio de 1981 y derrocó y secuestró al general Noriega con la
invasión de 1989.
Preguntemos, ¿por
qué?
Hubo varias
razones, pero una indiscutible es que Torrijos y Noriega negociaban la
construcción de un Canal a Nivel del Mar u otra alternativa con Japón:
Torrijos, entre 1977 y 1981; Noriega, de 1983 a 1989. ¡Diez años de
negociaciones! Otra razón, consignada en un Memorándum clasificado como
SECRETO del Consejo de Seguridad Nacional bajo Reagan, autorizó remover a
Noriega para abrogar los tratados Torrijos-Carter (ver: Julio Yao, El
Monopolio del Canal y la Invasión, Universidad de Panamá - EUPAN, 2019).
La llamada Cruzada
Civilista parecía desconocer que Panamá, a través de Omar Torrijos y Manuel
Noriega, estuvo negociando con Japón entre 1977 y 1989, y le hizo el juego
a Reagan-Bush.
A un país que no
tenía ejército y cuyas penetradas y debilitadas Fuerzas de Defensa no
disponían de una mínima capacidad antiaérea ni radares, EE.UU. -- en su mayor
despliegue desde Vietnam – invadió y masacró entre 4,000 y 7,000 panameños, sin
contar las decenas de miles de heridos y desaparecidos, y usó a Panamá para
experimentar nuevas armas que después emplearon contra Irak, Libia, Afganistán,
Siria y el Medio Oriente.
EE.UU. expulsó a
Japón de Panamá, que era el centro financiero de Tokyo para América Latina y
que en los años ochenta amenazaba con desplazar a Washington como primera
potencia comercial, igual que ahora lo hace China 32 años después. Japón
se retiró y se llevó los miles de millones de dólares que mantenía en nuestro
Centro Financiero.
EE.UU. se apoderó
de la Comisión Tripartita para el Estudio de Alternativas al Canal – que el
hegemón tenía boicoteada – e hizo que la misma seleccionara
antidemocráticamente la del Tercer Juego de Esclusas y descartara el Canal a
Nivel, bajo la airada reacción del embajador de Japón.
Pero China no es
Japón y EE.UU. tampoco tiene ahora la hegemonía que gozaba en 1989. Así
que preguntemos: ¿por qué una lucha pacífica por mercados habría de convertirse
en una guerra internacional, tal como se insinúa tras la actual guerra
comercial entre China y EE.UU.?
Las respuestas
dependen de las siguientes preguntas: ¿Por qué EE.UU. le prohibió siempre
a Panamá establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética o con China
Popular y nos permitió mantenerlas sólo con Taiwán? ¿Por qué EE.UU. obstaculizó
la participación de China en el Tercer Juego de Esclusas? (https://mundo.sputniknews.com/politica/201710211073365334-pekin-relaciones-proyecto-washington/).
7. LA NUEVA RUTA DE LA SEDA Y
EL CANAL
El 13 de
junio de 2017, Panamá abrió relaciones diplomáticas con
China. De los 19 acuerdos firmados, uno es relevante para
nuestra región: el Memorándum de Entendimiento sobre la Cooperación en el Marco
de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Iniciativa Marítima de la
Ruta de la Seda del Siglo XXI.
Es la primera vez
que China firma un acuerdo para incorporar a un país latinoamericano a esta
iniciativa. El citado Memorándum dice que “Panamá se adhiere a la
iniciativa china de la Ruta de la Seda, potenciando su rol como la gran
conexión con el Canal de Panamá.” El Canal es visto como
bisagra interoceánica de la Nueva Ruta de la Seda, especialmente de cara a la
Cuenca del Pacífico, cerrada para China desde 2008 por el presidente Barack
Obama.
Según la
ministra de Asuntos de Ultramar de China, Qiu Yuanping, los acuerdos con Panamá
constituyeron el logro diplomático más importante para China durante el año
2017.
Es indispensable
revisar algunas peculiaridades geopolíticas entre China y EE.UU.
8. APUNTES PARA UNA
GEOPOLÍTICA DE EE.UU.
Es el principal
usuario del Canal, hegemón en un mundo unipolar; la única potencia imperialista
y actúa por sí sola. Tiene acuerdos de seguridad con numerosos países, domina
la OTAN y tiene chaquiras con mil bases alrededor de su cuello. Es la
primera potencia nuclear, la mayor fuente de guerras y agresiones. Sus gastos
militares son más de un tercio del presupuesto militar mundial (35%).
EE.U. es negador
por antonomasia del Derecho Internacional, actúa al margen de la ONU y la
controla. No ha suscrito o ratificado los tratados más importantes de
derechos humanos y el Cambio Climático. Busca por la fuerza la sumisión del
mundo y ensaya indiscriminadamente todo tipo de guerras, regulares,
irregulares, medios judiciales (lawfare) y psicológicos.
Se ha retirado de
muchos tratados de la ONU; mantiene una guerra comercial con China, Turquía y
la Unión Europea, y una permanente actitud agresiva contra Cuba, Corea
del Norte, Irán y Siria. Es causante del mayor desplazamiento humano del
planeta; persigue el caos generalizado para destruir a los Estados, reducir la
población mundial y apropiarse de sus recursos energéticos y naturales, en
obediencia al gobierno secreto del mundo. Su política
exterior trasunta el racismo profundo de su sociedad.
EE.UU. está
dispuesto a usar su poderío nuclear con cualquier pretexto, haya o no
guerra. Es la única potencia que ha usado la bomba atómica contra
poblaciones civiles. Para EE.UU., la guerra es un negocio, tanto para
destruir como para reconstruir.
E.UU. tiene bases
convencionales y nucleares en torno a China en las Filipinas, Guam, Japón, Isla
Diego García y Corea del Sur. Sólo en Latinoamérica y el Caribe, EE.UU. tiene
más de 80 bases militares, disfrazadas o encubiertas, además de la Cuarta Flota
del Comando Sur. Además, tiene acceso militar a numerosos países por aire,
tierra o mar (Tratado Salas-Becker de Panamá). A la inversa de China, en
EE.UU. las finanzas y los bancos determinan la política.
En cuanto a
Panamá, EE.UU. impidió su soberanía bajo un protectorado de facto; objetó su
desarrollo (por ejemplo, el ferrocarril de Panamá a Chiriquí) con el pretexto
del Canal; vedó a Panamá el uso de su espacio aéreo para comunicaciones;
disolvió el primer ejército nacional en 1904 y a las Fuerzas de Defensa en
1989 para impedir a Panamá el cumplimiento de sus obligaciones según el
Tratado del Canal y el Tratado de Neutralidad. EE.UU. patea cuando quiere
nuestra independencia.
9. APUNTES PARA UNA
GEOPOLÍTICA DE CHINA
China es el
segundo (virtualmente el primer) usuario del Canal y principal sustento de la
Zona Libre de Colón.
China no está
emergiendo por primera vez sino resurgiendo como lo hizo durante mil
años. No es y nunca ha sido una potencia imperialista, como reconoce
Kissinger desde 1972. China nunca militarizó ninguna región del mundo;
tiene puertos en otros países que podrán ser un “collar de perlas”, algo mucho
menos peligroso que las bases militares y misiles que adornan el cuello de
Washington.
China es una de
las potencias más contaminantes, pero también la que mejor combate el
cambio climático. Actúa dentro del marco de la ONU, respeta la
independencia de los pueblos y condena el racismo. China intenta
construir un mundo multipolar a través de la armonía, el diálogo y la cooperación.
Su objetivo es el desarrollo y la coexistencia pacífica.
Su arsenal nuclear
es modesto, pero suficiente. Ha dicho que no será la primera potencia en lanzar
un ataque nuclear y que sólo lo hará en caso de defensa. Tiene una
INSTALACIÓN NAVAL NO MILITAR, fuera de su territorio desde 2017, en Djibouti,
en el Golfo de Aden, con 300 miembros, para operaciones de paz y misiones
humanitarias y para prevenir la piratería en alta mar. Dicha base
humanitaria está al lado de bases navales MILITARES de EE.UU. y
Japón. La proyección de China no es geopolítica sino geoeconómica, y
su herramienta es la diplomacia.
China apoya la
soberanía de Panamá y aspira a su desarrollo sostenible. No pretende
establecer presencia militar en Panamá ni controlar el Canal.
10. ¿AMENAZA
CHINA LA SEGURIDAD O LOS INTERESES DE EE.UU. O LA REGIÓN?
Otro Canal en
Nicaragua pudo ser un desafío para el Canal de Panamá, pero está actualmente en
coma.
El 16 de
junio de 2018, el almirante Kurt W. Tidd, del Comando Sur, manifestó ante
el Senado que el deseo de Pekín de extender la Nueva Ruta de la Seda a
Latinoamérica, y su política de créditos a las naciones de la región, “dan
una amplia oportunidad a China para expandir su influencia sobre
socios regionales clave y promover negocios y prácticas laborales que son
improcedentes. El mayor alcance a puntos de acceso global cruciales como
Panamá crea vulnerabilidades comerciales y de seguridad para Estados
Unidos”.
El almirante se
hacía eco del “Wall Street Journal”, que había mencionado la
posibilidad de que “las terminales portuarias gestionadas por los
chinos y adyacentes al canal interoceánico pasen a integrarse al denominado
‘collar de perlas' (puertos operados por China en
Rutas
estratégicas) (https://www.abc.es/internacional/abci-eeuu-suspicacia-presencia-china-canal-panama-201806120350_noticia.html).
Aunque el Comando
Sur no decide la política sobre Panamá, sí representa una tendencia dentro
de la rama militar. Para Tidd, el “proyecto de la Nueva Ruta de la
Seda”, es una amenaza regional. Pero, ¿desde cuándo son el libre
comercio y la libre competencia amenazas a la región? ¿No era EE.UU. el
campeón de esas libertades?
En cambio, Mike
Pompeo, Secretario de Estado, que sí es el responsable de la política exterior,
acaba de decir que China representa a mediano y largo plazo la mayor rivalidad
para EE.UU.
Pero EE.UU. no
puede convertir su falsa percepción de China como amenaza en un pretexto para
violentar las relaciones entre China y Panamá o amenazarlos con el Tratado
de Neutralidad.
La presencia de
China en el Canal no crea ninguna inseguridad ni vulnera intereses comerciales
de EE.UU. ya que los puertos manejados por China en el Canal son apenas una
pequeña parte de los que administra a nivel mundial, incluyendo los puertos en
California y en Miami.
No en vano el Foro
de Sao Paulo acaba de hacer un llamado en su Declaración Final para denunciar a
EE.UU. por “impedir que la República Popular China continúe su avance
como potencia económica mundial con propuestas de paz y cooperación en
Latinoamérica.”
Sin
embargo, a raíz de las recientes relaciones de El Salvador con China, el
pasado 23 de agosto, el gobierno de Washington declaró: “Alrededor
del mundo, los gobiernos están tomando conciencia de que las ofertas de China
facilitan la dependencia económica y la dominación, no una
asociación. EE.UU. continuará oponiéndose a la interferencia
política de China en el Hemisferio Occidental.” Como decimos,
“sartén le dice a paila”.
11. ¿QUÉ HARÁN EE.UU., CHINA Y PANAMÁ?
Al confrontar los
rasgos, el historial y las realidades de China y EE.UU., nos acercamos a
algunas conclusiones preliminares.
1. China
no enfrentará militarmente a EE.UU. Las fuerzas armadas de China están en el
Lejano Oriente y no tienen acceso a Latinoamérica y el Caribe (LAC).
2. EE.UU.
seguirá defendiendo sus intereses pero con “golpes blandos”, que
utilizan el poder mediático, el poder paramilitar (terroristas, mercenarios y
simples delincuentes) o el poder judicial, para desestabilizar a
Panamá.
3. Si
EE.UU. decide cortar los lazos entre Panamá y China, bastaría con
desestabilizar el escenario político con la cooperación de las élites y grupos
dominantes, siempre proclives a sus intereses.
12. ¿PUEDE EE.UU. INVOCAR CONTRA CHINA EL
TRATADO DE NEUTRALIDAD?
EE.UU. no puede
invocar el Tratado de Neutralidad por tres razones: primera, porque la
Condición DeConcini viola el Derecho Internacional por ser unilateral y porque
niega nuestra soberanía.
Segunda, porque
dicha Condición fue anulada por una aclaración de Panamá aceptada por el
presidente Carter el 14 de junio de 1978, en el sentido de que el Derecho
Internacional y la Carta de la ONU obligan a respetar la soberanía y la no
intervención en Panamá, aunque Carter no la sometió al Senado de su país.
Tercera, porque la
Condición DeConcini únicamente se refiere al supuesto derecho de EE.UU. de
reabrir el Canal cuando sea cerrado o haya amenazas al mismo (lo cual requiere
del consentimiento de Panamá), y China no amenaza al Canal.
13. CONCLUSIONES
En respuesta a las
interrogantes con que iniciamos estas reflexiones, llegamos a las conclusiones
finales:
1. El
resurgimiento de China como potencia en el siglo XXI reflejará su
historia: no buscará la hegemonía sino la cooperación multilateral, la no
intervención, la paz y no la guerra.
2. La
participación de China en obras del Canal no es amenaza a EE.UU. ni a Panamá y,
por ende, la Condición DeConcini no es aplicable.
3. Panamá
debe dejar de ser frontera y “patio trasero” de EE.UU., retornar a sus raíces
libertarias y perseguir un camino independiente.
4. Se
sugiere que la República Popular China no suscriba el Protocolo de Adhesión al
Tratado de Neutralidad hasta que éste sea reemplazado por una nueva
negociación.
(11 de septiembre
de 2018, Aniversario 45o del golpe al presidente de Chile, Salvador Allende)
Ponencia en el
Seminario de Relaciones entre Panamá y China. Escuela de Sociología de la
Universidad de Panamá, 11 de septiembre de 2018
https://www.alainet.org/es/articulo/199786
No hay comentarios:
Publicar un comentario