María Amalia La Chira Ballejos,
madre de José Carlos Mariátegui, a la edad de 80 años.
1940
Código de referencia PE PEAJCM JCM-F-03-04-4.1-4.1.1-008
Madres en la Historia
A la memoria
de Armida Picón Vda. de Rouillon
Escribe: Antonio Rengifo B.
La atractiva biografía y obra de Mariátegui (1894/1930) lo ha convertido, no solo,
en patrimonio nacional; sino es un
peruano universal. Los 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad
Peruana es libro más traducido de peruano alguno. Su figura está vigente mientras exista la
explotación del hombre por el hombre y la lucha de clases.
Conozcamos, someramente, a
quién alumbró y crió a José Carlos. María
Amalia La Chira Vallejos nació en el pueblo de San Jerónimo de Sayán el 10 de
julio de 1860 y murió en Lima en 1946.
Fue costurera, pantalonera y profesora de primeras letras. Su padre José
del Carmen La Chira tenía el oficio de talabartero en Sayán. El abuelo de María Amalia también había sido
talabartero en el pueblo de Catacaos, Piura.
Ella
procedía de una antigua estirpe de los La Chira
de Piura. Hay que tomar en cuenta que el
Departamento de Piura es el lugar de la Costa peruana en donde sobreviven buena
parte de las costumbres prehipánicas. En la lengua Sec de los tallanes, Lacchir Arac (Gran nadador) devino en La Chira. Esa raigambre indígena le otorgaba a Amalia la
ostentación de su cabellera azabache y lacia peinada con crencha y trenzas. Posteriormente, Mariátegui dirá: ..Soy
una mezcla de raza española y de raza india.
María Amalia La Chira Ballejos
se casó en la parroquia de San Jerónimo de Sayán el 1ro. de mayo de 1882 con Francisco Javier Mariátegui
Requejo (1849/1907). Tuvo seis hijos.
Los tres primeros fallecieron al poco tiempo de nacidos. Sobrevivieron Guillermina, José Carlos y
Julio César.
En la partida de matrimonio
José Francisco Mariátegui Requejo consignó varios datos falsos para ocultar su
identidad. José Francisco procedía de
una ilustre familia limeña de origen vasco y, por mandato familiar, fue enviado
para administrar una hacienda de su familia.
En la fiesta patronal del pueblo de Sayán se enamoró de la joven María
Amalia La Chira.
Con su “esposa” convivía
esporádicamente. Y en cada estadía con María Amalia engendraba un hijo y luego
la abandonaba. María Amalia se trasladó
al cercano puerto de Huacho a la casa de su hermano Juan Clímaco La Chira,
quien en su casa tenía un taller de talabartería. María Amalia oficiaba de costurera y se
empleaba en la casa de algunas familias para ejercer su oficio. En 1885 nace María Guillermina Mariátegui
La Chira.
De Huacho, la señorita Carmen
Chocano la llevó a Moquegua cuando estaba encinta de José Carlos; durante ese
periodo llevó el hábito de la Virgen del Carmen. Amalia en Moquegua se declaró “viuda”. Ahí dio a luz a José Carlos el 14 de junio de
1894. Según, José Rouillon, su autorizado
biógrafo: nace como la mayoría de los infantes; humildes, raquítico y endeble.
Su madrina de bautismo fue la señorita Carmen Chocano.
Al poco tiempo, Amalia, de
Moquegua regresó a Lima. Su comadre la
había recomendado a algunas familias en donde podía trabajar. Francisco Javier había estado en comunicación
epistolar con Amalia; la visita y engendra un nuevo hijo: Julio César, nacido en diciembre de 1895. De Lima regresa a Huacho; en
donde transcurre la primera infancia de José Carlos. En ese periodo su padre sustituto fue su tío
Juan Clímaco La Chira. Como es sabido,
la primera infancia es importante en la formación de la personalidad y en la
adquisición de hábitos. En su casa José Carlos aprendió a escribir y a leer; le
enseñaron su madre y Guillermina, su hermana mayor. También su madre le enseñó
las primeras oraciones y a santiguarse.
La religiosidad popular que
profesaba María Amalia y el férreo monopolio de la iglesia católica en la
sociedad peruana, influyó para que rompiera definitivamente la relación con su
“esposo” al enterarse que era nieto de Francisco Javier Mariátegui y Tellería
(1793-1884), activo anticlerical y distinguido fundador de la masonería,
“hereje” y condenado por la iglesia. María Amalia atribuyó la conducta de su
“esposo” a su ascendencia.
El niño José Carlos ingresó a
primero de primaria en la escuela fiscal de Huacho. En los juegos, algo
bruscos, con sus compañeritos durante el recreo escolar, José Carlos cayó en el
empedrado y se lesionó la rodilla; lo que le produjo un dolor intenso. Su madre lo retiró del colegio. En la casa le sobrevino fiebre por lo que su
madre, aunque angustiada, se agenció de algunos recursos para trasladarse en
vapor al Callao y en Lima buscar atención médica para su hijo.
La señorita Carmen Chocano, su
comadre, la recomendó para que trabajara en Lima donde una familia francesa que
tenía un tienda de modas. Fue
providencial. Pues, esa familia hizo
gestiones para internar a José Carlitos en la Clínica Maison Santé. En su larga
permanencia en la clínica, de octubre de
1902 a febrero de 1903, las
monjas francesas de San José de Cluny lo visitaban con frecuencia y le
enseñaban francés. Lo operaron de la
rodilla; pero su pierna quedó rígida. Luego
que le dieron de alta tuvo una larga convalecencia en la que adquirió el hábito
de la lectura. Y desarrolló, como
compensación a su limitación física, una imaginación portentosa.
Desde los ocho hasta los 16
años vivió en una casa estrecha, húmeda y con falta de luz, sin asistir a la
escuela. Aprovechaba el alumbrado
público de luz mortecina que se filtraba por la ventana de su dormitorio para
leer hasta en las noches. María Amalia
eludía darle respuesta a su hijo cuando le preguntaba sobre la identidad de su
padre. Esto disgustaba al niño porque, a
su vez, no sabía responder cuando alguna persona le preguntaba por su padre.
Guillermina, hermana mayor de
José Carlos, se casó el 23 de febrero de 1906
con Modesto A. Cavero, joven oficial del ejército. La madrina de la boda fue Amalia. Ante la
ausencia de Guillermina que ayudaba a su mamá en la confección de vestidos y en
tareas del hogar, se deterioró la salud de Amalia.
Las únicas veces que José
Carlos salía de su casa era para hacer compras. Amalia le había advertido que no transitara
por la calle El Huevo –ubicada a la vuelta de la esquina de su casa-por ser lugar de diversión y desenfreno
para las mujeres de “mal vivir”.
Ante la insolvencia económica
en el hogar, José Carlos se sintió obligado por la necesidad a trabajar. El cojito Mariátegui a los 14 años ingresa a
trabajar al diario La Prensa por
mediación de Juan Manuel Campos, obrero gráfico y anarquista; a quien conoció de
casualidad en una tómbola de barrio. El
adolescente José Carlos, se desempeñó, al principio, de portapliegos y
mensajero. ¡Imagínense! Un mensajero cojo. Amalia, a penas se enteró que su hijo había
conseguido trabajo, le pidió a José Carlos que la acompañara al altar donde se
veneraba la Virgen del Carmen para darle las gracias por el favor concedido. Amalia
habla con el linotipista Juan Manuel Campos, amigo de José Carlos, para que no
se desvíe del buen camino.
José Calos estuvo de ayudante
de linotipista. El ambiente de las
máquinas de impresión afectaba su precaria salud por lo que recurrió a la ayuda
del médico de José Carlos, el doctor Ricardo L. Flórez, que sabía de la valía
de José Carlos desde que lo atendiera en la clínica Maison de Santé. El doctor
Flórez era amigo y correligionario del Director de La Prensa don Alberto Ulloa Cisneros. Previa evaluación de Ulloa, José Carlos fue
promovido a trabajar en una oficina, próxima a la sala de redacción.
José Carlos estuvo bajo el
control estricto de su madre. Ella sabía
que los periodistas, artistas y obreros gráficos tenían fama de bohemios y
frecuentaban los fumaderos de opio del barrio chino. Sin embargo, en ese ambiente, bajo la atenta vigilancia de su madre, que se preocupaba cuando llegaba tarde a la
casa y algunas veces lo esperaba a la salida del local de La Prensa; José Carlos fue adquiriendo su amplia cultura. Publica su primer artículo periodístico,
mediante una artimaña subrepticia,
en el diario La Prensa el 24 de
febrero de 1911.
Cuando se consolida como
periodista tiene afinidad con un colega, “el negro” César Falcón y se hacen
amigos inseparables; razón por la cual en el ambiente periodístico los denominan
como la “yunta brava”. La amistad de
ellos trascendió hasta las madres de ambos.
Pasaron seis años cuando el
joven periodista J.C. Mariátegui fue denunciado por profanar el cementerio de
Lima. ¿Qué había sucedido?
El lunes 5 de noviembre de 1917 a la una de la madrugada en el
Cementerio General de Lima la danzarina Norka Rouskaya interpretó el
sentimiento que Chopin le insufló a su Marcha
fúnebre (1839). Esta escenificación, que tan solo habría
durado 08 minutos, provocó indignación en la opinión pública limeña. Un
escándalo de bastas proporciones por el cual Mariátegui fue conducido a la
cárcel; ocurrió su primera prisión;
sucesos que los denominó, posteriormente, “accidentes de trabajo”. En esas azarosas circunstancias lo que más le
preocupaba era el juicio de su madre.
Las inquietudes sociales de la “yunta
brava” fue madurando. Eso se expresa al
fundar el diario “La Razón” que tuvo corta duración por la clausura
gubernamental- Los años 1918-19 se
produjo tensión de ambos jóvenes periodista frente al régimen del dictador
Leguía por haber apoyado la lucha por la jornada de las 8 horas de trabajo y
una huelga general en Lima; también apoyaron la Reforma universitaria, sin
ellos haber cursado estudios universitarios. El gobierno los cercó y asedió
obligándolos a aceptar un exilio disfrazado, enviando a José Carlos a Italia y
a César a España como agregados de prensa.
Partieron del puerto del Callao el 08 de octubre de 1919. Por supuesto, ninguno
de los dos realizó la función formal por la cual los habían sacado del
escenario peruano.
José Carlos
no sólo aceptó por el asedio financiero del régimen; sino, sobre todo, y como
lo manifestó, para estudiar e informarse directamente de los
acontecimientos. Dijo que su único
capital era su cultura y tenía que acrecentarla; lo que no sucedería si se
quedaba en Lima. Además, si se quedaba
en Lima corría el peligro de ser encarcelado.
José Carlos
determinó que una parte de su sueldo, que no era mucho, lo cobrara en Lima, su
mamá. Como los pagos de la legación
peruana no eran regulares y hasta llegaron a rebajarle el sueldo. Se agenció para enviar colaboraciones
periodísticas a Lima. Pero no llegó a
ser suficiente por lo que optó su regreso a Lima. Sin embargo, venía a Lima con la misión de
articular a los trabajadores asalariados en un frente único de clase para
después –con ese cimiento-, constituir el Partido Socialista; uno de los
instrumentos de la Revolución.
En el puerto
del Callao fueron a recibirlo sus amigos el 17 de marzo de 1923. Al desembarcar, le
sucedió un contratiempo: le exigieron dinero adicional por sobrepeso de su equipaje
constituido por libros. Pero no tenía
dinero. Uno de sus amigos, Sebastián
Lorente, se percató del aprieto en que se encontraba y le solucionó el impase. En vista de la actitud de su amigo, José
Carlos intentó dejarle en prenda su pistola que traía consigo; pero su amigo,
le dijo que no era necesario.
Debido a la
insolvencia económica, tuvo que alojarse temporalmente en la casa de su mamá
con Anita Chiappe, su esposa, que estaba encinta del que sería Sigfrido y con
Sandro que había nacido en Roma.
Su mamá le
entrega un álbum con los recortes que amorosamente había compilado. No se sabe quien denominó a esa etapa de su
vida como la Edad de piedra. Ahora a Mariátegui le interesaban sus
artículos de definida orientación socialista; pues, en Europa –según sus
palabras- había desposado una mujer y
algunas ideas.
En esa
situación de apremio económico lo visitó Alfredo Piedra, por encargo de su
primo hermano, el presidente de la república, para ofrecerle la dirección del
diario La Prensa. De haber aceptado, no hubiera cumplido con su
misión: concurrir a la creación del socialismo peruano. Mariátegui tenía un profundo sentido de la
austeridad.
El primer “cachuelo”
se lo ofreció su amigo Don Pedro López Aliaga:
organizar una exposición de pintores y escultores italianos. A la inauguración asistió el presidente
Leguía. Luego colaboró con las revistas Mundial y Variedades.
En 1924 le sobrevino una crisis de su
enfermedad que estuvo a punto de quitarle la vida. Guillermo Gastañeta, médico-cirujano,
le informó a su esposa y a su mamá de la urgencia de actuar; entonces se
suscitó entre ellas un conflicto por la discrepancia de pareceres. Anita Chiappe autorizó la amputación de la
pierna. Amalia, fiel a su concepción
andina, consideraba que el cuerpo era sagrado y no había que “profanarlo”.
Mariátegui
fue a convalecer por una corta temporada a la “Quinta de Reposo” del médico Luis
Pesce Pesceto en Chosica. Y es ahí donde
escribió un bello poema dedicado a su esposa: …la vida que te falta es la vida que me diste…
En una nota
autobiográfica, solicitada por su amigo argentino Samuel Glusberg escribe:…Habría seguramente ya curado del todo con
una existencia reposada. Pero, ni mi
pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten…(1927)
Indicadores
de su pobreza era la frecuencia de los ñoquis
al pesto preparados por Anita y la morosidad en el pago del alquiler de su
casa. Anita contribuyó a la economía
hogareña mediante el pensionado que ofrecía en su casa.
Vuelto Mariátegui
a sus tareas habituales en silla de ruedas, emprendió la tarea más fecunda en
los últimos seis años de vida: polemizó,
engendró dos hijos (José Carlos y Javier), cofundador con su hermano Julio
César de la imprenta, editorial y librería Minerva,
de la memorable revista Amauta y Labor, promovió la cultura, y
sindicatos, centralizó el movimiento obrero en la Confederación General de
Trabajadores, fundó el Partido socialista, publicó dos libros que son clásicos,
etc, etc. En el ínterin, su casa fue allanada y estuvo
preso en el hospital militar. Nadie trascendió tanto con tan pocos recursos y en
tan corto tiempo.
La relación
familiar de Amalia La Chira y José Carlos siempre fue estrecha. Amalia apoyó la idea de José Carlos para que
Julio César, su menor hijo, traslade su imprenta de Huaral a Lima. (Ese fue el origen de la célebre editorial y
librería Minerva). Mariátegui hizo
partícipe a su mamá en las reuniones con sus amigos.
---oooOooo---
Libro consultado
ROUILLON, Guillermo:
La creación heroica de José Carlos
Mariátegui
2da, edición. Tomo
I
La Edad de Piedra (1894/1919)
Editado por Armida Picón Vda. de Rouillon e hijos.
(Lima-1993) pp. 360.-
Galería fotográfica
Cena en honor de la llegada del escritor
Waldo Frank ofrecida en la casa del Jr.
Washington izquierda 554.
Lima diciembre 1929.
Amalia La Chira, Waldo Frank, AnnaChiappe, Hugo Pesce,
José Carlos Mariátegui La Chira, Luis Alberto Sánchez y Cecilia de Vitali.
Amigos en
el famoso Rincón Rojo de la casa de José Carlos Mariátegui. De izquierda a derecha: Alcides Spelucín,
Amalia La Chira, Cecilia de Vitali, Luis A. Sánchez, Waldo Frank, Anna Chiappe
y Jose Carlos. En el piso sentados: Sr. Vitali y Hugo Pesce. (Archivo José Carlos Mariátegui)
José Malanca, pintor
y fotógrafo argentino, Noemí Milstein, Miguel B. Adler, estudiante israelita,
con las manos en la silla de ruedas, lo sacaba a pasear a José Carlos
Mariátegui La Chira, Amalia La Chira,
madre de José Carlos, y Carmela Andreu, prima de Amalia Cavero. Niños de
izquierda a derecha: José Carlos,
Chiappe, Amalia Cavero, hija de Guillermina Mariátegui La Chira, Sandro
Mariátegui Chiappe y Sigfrido Mariátegui Chiappe.
Lugar: Bosque
de Matamula (Hoy parque Cáceres)
Amalia La Chira Vallejos, madre de José Carlos Mariátegui, cargando al
último de sus hijos; Javier Mariátegui Chiappe en el patio de su casa de
Washington Izquierda 544, Lima.1929
Amalia La Chira Vallejos junto a su hijo menor Julio César
Mariátegui La Chira.
Lugar: Casa de Julio César, Malecón Bertoloto, San Miguel.
Lugar: Casa de Julio César, Malecón Bertoloto, San Miguel.
Tarjeta postal con la imagen de María Guillermina
Mariátegui La Chira hermana mayor de José Carlos
La tarjeta presenta la siguiente dedicatoria:
"Para mi adorada madre con el más tierno afecto"
Guillermina
1916
"Para mi adorada madre con el más tierno afecto"
Guillermina
1916
José Carlos Mariátegui sentado y su hermano Julio César.
Al reverso de la imagen con letra de su madre, Amalia dice:
"Jose y Julio Mariátegui"
Al reverso de la imagen con letra de su madre, Amalia dice:
"Jose y Julio Mariátegui"
1904
PE_PEAJCM_JCM-F-03-04-4.1-4.1.2-001.pdf
Diseño: Gabriela
Rengifo; tomó como referencia la portada de los 7Ensayos de Mariátegui, obra de la pintora Julia Codesido.
Lima, Unidad Vecinal
N°3, Mayo 12 del 2019.
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