Escribe: Milcíades Ruiz
La
“Cuestión de Confianza” presentada por el Ejecutivo ante el Legislativo
nos ha mostrado la situación caótica de la vieja república. El vetusto
sistema de gobierno ha sido trastocado generando desorden legalizado al
amparo del cual se recurre a malas maniobras. El Ejecutivo quiere
legislar y suplantar al poder electoral, supuestamente autónomo, pero lo
hace de una manera torpe con mucha chabacanería que linda con la
extorsión política haciendo que el Premier solicite al Poder Legislativo
el voto de confianza o de lo contrario, se suicidaba con su gabinete
llevándose consigo al Parlamento.
Pero
razonando con la dialéctica, este episodio es solo un eclipse pasajero
que no debería hacernos salir del carril. Por algo dijo el presidente
del BCR, que Vizcarra no estaba preparado para gobernar y el bajo peso
político del gabinete que lo acompaña, podría ser una muestra de lo poco
serio de asumir el gobierno. Como ya lo han advertido algunos
estudiosos, este Jefe de Estado carece de horizonte y quizá por ello, se
ha propuesto gobernar según sopla el viento, procediendo chabacanamente
según la corriente de opinión callejera indignada por la podredumbre de
la corrupción.
Pero
este proceder chabacano podría generar mayor caos y la altanería de
solicitar confianza para someter al Parlamento desprestigiado podría ser
un “Ir por lana y salir trasquilado”, porque no ha obtenido lo
que quería. El Premier disforzadamente buscó enfrentarse al Parlamento,
exigiéndole que se dedique a trabajar los proyectos de ley del
presidente a lo que llama, reforma política. Para ello, dejó de hacer lo
que corresponde a sus funciones ejecutivas.
Ese
comportamiento insolente de un funcionario administrativo contra el
parlamento de la república, resulta inadmisible si comparamos con la
organización popular donde el Presidente no tiene derecho a suplantar al
Comité Electoral autónomo. ¿Se imaginan ustedes a un gerente de segundo
orden desafiando al directorio de una empresa cooperativa? ¿Y qué
podríamos decir del administrador de una organización social exigiendo
con amenazas una cuestión de confianza a la Asamblea General de un
sindicato, de una asociación, de una comunidad campesina?
La
coyuntura asquerosa no justifica que, por ello faltemos contra los
principios democráticos. El descuido de su trabajo por parte del
premier, le cuesta al país un descenso de la inversión pública por más
del 10% cuando más se necesita. La mayor caída desde 2016. Los
ministerios están muy retrasados en su programa presupuestal. No se
atiende los problemas del sector agrario pese al paro, los pescadores
anuncian otro paro y la CGTP está convocando un paro nacional.
Hay
descensos productivos en todos los sectores. El PBI del primer
trimestre ha sido solo de 2.28% (INEI) y a este paso no se podrá
alcanzar las metas para este año. Esto está bajo responsabilidad del
actual gabinete que se dedica a la politiquería y no, a su labor
administrativa. De nada habrá servido otorgarle la confianza solicitada
si se comprueba la ineptitud ministerial.
Quizá
para muchos sorprenda este cuestionamiento tan distinto a la visión
generalizada. Admito que puedo estar equivocado y me hubiese gustado
escuchar las orientaciones de un líder de izquierda al respecto, pero no
lo encuentro. Estoy muy lejos de querer favorecer a la basura política
de la derecha corrupta, pero si me preocupa ver a la representación
parlamentaria de izquierda de actuar como furgón de cola de Vizcarra,
sin tener una propuesta propia de nuestra ideología. ¿Es que la
izquierda no tiene propuestas? O es que somos incapaces.
Pero
como repito, este episodio coyuntural de la cuestión de confianza no
nos debe distraer de nuestra misión. El Partido Aprista Peruano- PAP (no
el APRA como se acostumbra decir), era un partido revolucionario que se
levantó en armas, cayendo en esta lucha muchos heroicos militantes.
Pero su cúpula, fue cediendo posiciones de coyuntura en coyuntura,
buscando el mal menor y así, terminó en el otro bando. Este es el riesgo
de los partidos de izquierda timoratos carentes de lucidez dialéctica.
Se puede ceder en movimientos operativos, pero no en cuanto a principios
ideológicos.
En
Venezuela es el Parlamento el que le hace la guerra al Ejecutivo y la
izquierda desarrolla de argumentos en defensa de este. En el Perú es a
la inversa y al menos las bancadas de izquierda se alinean con el
Ejecutivo, el mismo que, impulsa el “Grupo de Lima” contra el Ejecutivo
de Venezuela. ¿Se han puesto a pensar en el supuesto caso que la
izquierda gane la mayoría parlamentaria teniendo al Ejecutivo en la
oposición? ¿Aceptaría la izquierda, que el Ejecutivo chantajeara al
Congreso con una cuestión de confianza? O defendemos los principios
democráticos o nos dejamos llevar por la coyuntura.
Actuar dialécticamente, es la mejor garantía para la coherencia política con nuestros principios. Ustedes que dicen.
Junio 2019
Otra información en https://republicaequitativa. wordpress.com/
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