sábado, 6 de julio de 2019

LOS OLVIDADOS DEL BICENTENARIO



Escribe: Milcíades Ruiz

Nos han domesticado para tomar a julio como “el mes de la patria”, como antes nos habían domesticado para referirnos a España como la “madre patria”. Ahora nos introducen al cerebro la figura del Bicentenario de la independencia del virreinato del Perú, como eje central de nuestros actos y como autómatas lo repetimos. Pero, ¿qué significa tal Bicentenario para los peruanos ancestrales que son la amplia mayoría nacional?
 
La lucha por la independencia del Tahuantinsuyo (no del virreinato), fue insistente en muchísimos lugares, durante toda la dominación colonial pero sus heroicidades fueron ocultadas por el poder dominante y nunca se las ha podido rescatar para la historia. Es que la versión histórica que recibimos desde niños responde a la ideología del grupo social que detenta el poder. Actualmente, los luchadores sociales somos lo peor en la versión dominante y los que nos reprimen, calificados como defensores de la patria.

Toda la historia oficial está tergiversada en función de los intereses dominantes. Otra es, la versión de los dominados de cada época y esta es la que nos hace falta para conocer la verdad completa. La única versión con la que nos educan (amaestran) desde la escuela primaria, proviene de los cronistas parcializados con los conquistadores y sus descendientes, colonialista y republicanos, de los que descienden los historiadores.

Se ha generado así, un proceso bicentenario de alienación social, que hace a la población autóctona celebrar como propia, una independencia ajena. De igual modo podríamos decir, ¿Qué motivos podrían tener los esclavos procedentes de África y sus descendientes para entonar el himno nacional de sus amos? Ni que decir de los peruanos ancestrales, cuya condición social seguía siendo la misma, aun después de declarada la independencia en 1821.

En este mes, también se recuerda la independencia de Estados Unidos, cuando los colonialistas lucharon con el apoyo de Francia y España para separarse del imperio británico, al mismo tiempo que Túpac Amaru, Túpac Catari y otros líderes nativos lo hacían contra la dominación colonialista para recuperar la patria cautiva. Dos corrientes distintas pero simultáneas.

Túpac Amaru II no tuvo el poder suficiente para triunfar, pero si los subversivos revolucionarios venidos del extranjero (hoy terroristas), que en 1821 declararon la independencia del virreinato del Perú. Hubo separatismo administrativo respecto al imperio español, pero sin devolver el territorio a la población autóctona. Los opresores colonialistas se lo apropiaron como lo habían hecho desde la conquista del Tahuantinsuyo y se posesionaron del poder político militar. 

De este modo, la población nativa no pudo recuperar su patria y ella quedó cautiva de los usurpadores. Entonces, cuando el coronel José De la Torre escribió el himno nacional no estaba pensando en el Tahuantinsuyo ni en la población nativa, sino en los españoles criollos como él, segregados por los españoles peninsulares. 

A esta situación y no a otra, se referían las frases: “Somos libres, seámoslo siempre.”, “largo tiempo el peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró”. “Condenado a una cruel servidumbre, largo tiempo en silencio gimió”. “la indolencia de esclavo sacude, la humillada cerviz levantó”. Tales “peruanos oprimidos” del himno, no eran los nativos a quienes se les motejaba como “indios” o “naturales”, como tampoco los negros nacidos acá, pues ambos no tenían derecho a llamarse peruanos.

Los criollos se consideraban oprimidos por el régimen monárquico con sede en España, pero sin reparar en la opresión que ellos ejercían sobre la población autóctona. Sin embrago esta, cubrió los gastos y deudas contraídas por la independencia del virreinato, mediante la “contribución de indios” que era el mayor sostén del erario nacional en la naciente república.

Pero también alimentó a las tropas patriotas y puso su sangre esperanzada en que los amos se irían y la dejarían libre. No solamente estaban en la tropa sino también en las numerosas guerrillas andinas que hostilizaban a los realistas causándoles numerosas bajas. Pero estos guerrilleros independentistas no figuran en la historia y los que cayeron heroicamente pasaron al olvido. Los esclavos negros también fueron engañados y derramaron su sangre en la contienda.

De ellos no se hablará en el bicentenario. Tampoco de los morochucos ni de las atrocidades que sufrió el pueblo de Cangallo, incendiado por el sanguinario oficial realista Carratalá en venganza por apoyar la independencia. Solo se hablará de los criollos oportunistas que siendo del campo enemigo, se pasaron a las filas patriotas ocupando los más altos cargos de gobierno, de los tribunales de justicia y de las fuerzas armadas. 

Ellos figuran en la historia como próceres y están en los textos escolares. De ellos se hablará. De los héroes nativos jamás. Es comprensible que a muchos no les agrade estas expresiones. Los enfermos mentales nunca creen que lo están. Los alienados tampoco. Por eso me adelanto a pedir disculpas, por la forma tan irreverente de escribir esta nota.

No obstante, me atrevo a sugerir que, en vez de pensar en celebraciones rimbombantes, ¿por qué no pensar en poner fin al despojo y la usurpación política devolviendo el poder político a los peruanos ancestrales? ¿Es que no tienen derecho al autogobierno? Es una locura dirán los intereses de clase como lo dicen los parlamentarios estadounidenses respecto a los países latinoamericanos.

No faltará quien diga que no están capacitados, como lo dijeron liberales y conservadores colonialistas, al inicio de la república. Lo mismo decían los amos y sus lacayos para evitar la reforma agraria. Con esta mentalidad nunca hubieran votado por Evo Morales, que mantiene en la cumbre económica a su país. Preferirán la reforma política planteada por el gobierno de Vizcarra para seguir con la predominancia actual y seguir postergando a los peruanos ancestrales, refugiados en los andes, su defensa natural.

Al igual que “El Día de la Alimentación” decretada por la ONU, en que los barrigones se banquetean en nombre de los desnutridos, así también, los peruanos más auténticos no tendrán ni gratificaciones, ni panetones, ni días de descanso, ni brindarán por una independencia ajena. Se escuchará por todos lados la frase “Feliz 28”, pero sus chozas seguirán en la más espantosa soledad, comiendo de su pobreza y trabajando para no morir.

La gesta de los revolucionarios republicanos encabezados por San Martín y Bolívar, es un hecho histórico de merecida recordación y nada de lo dicho en esta nota, puede empañarla. Pero es necesario reflexionar sobre una reparación histórica que nos corresponde asumir. Está en el ambiente, pero todos se hacen los desentendidos. No esperemos que explote de la peor manera. Hay que darle una salida.

Julio 2019

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