La
psicología del voto despierta la atención de por lo menos 4 segmentos sociales
diferentes:
1. Políticos y gobernantes que
quieren descubrir las claves que les ayuden a conquistar esos votos que a veces
parecen tan esquivos.
2. Consultores políticos, agencias
de publicidad y profesionales que trabajan en los equipos de campaña electoral
que quieren ser más efectivos en sus tareas.
3. Académicos que investigan y
producen conocimiento sobre los factores que afectan las decisiones de voto de
los ciudadanos.
4. Periodistas que buscan informar a
sus lectores y darles un perfil de lo que ocurre en la trastienda de las
campañas electorales y de la comunicación política.
Todos
ellos se preguntan por las razones y sinrazones del voto de cada persona.
El voto, la psicología, el cerebro y la sociedad
¿Se vota
con el bolsillo o con el corazón? ¿Es diferente la psicología del votante de
izquierdas que la del votante de derechas? ¿Qué es lo que más influye sobre el
voto a un candidato: la sociedad o el cerebro? La psicología del voto nos ayuda
a comprender estas y otras preguntas acerca de cómo votamos.
La
periodista Aída Pereda me preguntó sobre estos temas para un reportaje que
publicó el 18 de mayo de 2019 en Prensa
Ibérica, un conglomerado que abarca 17 periódicos en 9 Comunidades
Autónomas españolas con más de un millón y medio de lectores diarios en sus
ediciones papel.
A
continuación comparto aspectos sustanciales de nuestro diálogo para dicho
reportaje.
¿Hasta
qué punto es nuestro cerebro quien elige qué votar?
Hasta el
punto máximo. 100 %. Todas las decisiones humanas y todas las elecciones en
todos los campos de la vida son resultado de procesos que ocurren en el
cerebro.
Cuando se
dice que “se vota con el bolsillo” (aludiendo al peso de los factores
económicos) o que “se vota con el corazón” (aludiendo al peso del factor
emocional), en realidad se están construyendo metáforas explicativas, pero el
lugar real de la decisión de
voto es el cerebro humano.
¿Es una
decisión emocional o racional?
El voto es
una decisión básicamente emocional, lo cual no excluye la participación de
algunos factores racionales. Primero la persona siente. Eso que siente lo
aproxima a determinadas ideas, partidos o candidatos. Luego la razón argumenta,
explica, ilustra, amplía o justifica. Pero la base es emocional.
¿Cuánta
subjetividad hay en la decisión de voto?¿Y qué parte del cerebro decide?
La
subjetividad es total. Lo que ocurre en las campañas electorales se
basa mucho más en las percepciones que en las realidades. Y esas
percepciones están contaminadas de emociones, factores irracionales,
aprendizajes previos y hasta características de personalidad.
En la
decisión intervienen varias zonas cerebrales considerando el papel decisivo de
las emociones pero además teniendo en cuenta la intervención de zonas
vinculadas a la percepción, la cognición y el lenguaje.
¿Es
distinto el cerebro de una persona de derechas que el de una persona de
izquierdas?
En
especial en la última década hay estudios que sugieren la existencia de diferencias
a nivel cerebral entre personas de izquierdas y personas de derechas. Pero
no se trata de una determinación total ni mucho menos.
Es una
base biológica inicial, pero después el ambiente familiar y social en el cual
el niño se desarrolla será un factor decisivo. Y luego en la adolescencia
ocurren los procesos directamente de socialización política que terminan de
modular las inclinaciones políticas.
La
corteza prefrontal del cerebro cobra especial importancia, ¿por qué?
La corteza pre-frontal
es una zona muy importante en las funciones ejecutivas, en la asunción y
finalización de conjuntos de tareas. Es una zona cerebral muy activa en la toma
de decisiones complejas para las cuales hay que evaluar tanto factores internos
como provenientes del exterior.
Y la
decisión de voto tiene algo de esa complejidad que implica procesar
diversos estímulos que provienen de lugares diferentes.
¿Cómo se
relacionan nuestras decisiones particulares con el comportamiento político?
En
realidad el comportamiento político de una persona es el resultado de una
multiplicidad de decisiones particulares que se van adoptando a lo largo del
tiempo.
Allí
tenemos la decisión de ir o no ir a votar, la decisión de votar a un candidato
y no a otro, la decisión de alinear o no alinear su voto actual con su voto
pasado, la decisión de exponerse más o menos a la información política, la
decisión de participar o no en determinado evento político, la decisión de
darle a la política un papel central o lateral en su vida y una cantidad de
decisiones más.
Al final
el comportamiento político individual está hecho de todas estas decisiones. Y
al mismo tiempo podemos hablar del comportamiento político de una sociedad o de
un segmento social, comportamiento colectivo donde confluyen y se resignifican
aquellos comportamientos individuales que señalaba.
¿Qué peso
cobran los factores sociales que nos rodean a la hora de elegir?
Sigmund
Freud explicaba que la psicología individual es, al mismo tiempo y desde un
principio, psicología social. Los factores sociales están allí antes del
nacimiento de un niño y son internalizados precozmente en su mundo interior a
través principalmente del lenguaje.
Desde ese
comienzo lo social ya no es algo meramente externo sino que también se vuelve
parte del interior de cada uno. Entonces esos factores sociales siempre están
presentes a la hora de elegir.
¿Cómo se
explicaría el comportamiento irracional de voto?
Se
explica, justamente, porque la base del voto es irracional.
En muchos
ámbitos políticos y periodísticos se ha construido y defendido la bonita teoría
de que la decisión de voto es un proceso mental racional en el cual cada quien
analiza y compara a los candidatos y sus ideas, reflexiona con cuidado acerca
de ellos y luego elige de una manera igualmente razonable.
Pero todo
eso es falso.
La mente humana no funciona así. Jamás.
Es una
teoría que en el fondo identifica la vida mental con la conciencia. Y hace ya
más de 100 años que Freud
descubrió el inconsciente y las motivaciones irracionales agazapadas hasta
en las conductas que tienen una mayor apariencia de raciocinio.
Ya va
siendo hora de que nos demos por enterados de que en torno al 98 % de la vida
mental es inconsciente. Las decisiones del votante nunca resultan de sopesar
conscientemente argumentos contrapuestos y optar luego por el más acertado.
Entre
otras razones porque los argumentos que niegan lo que creemos son rechazados de
plano de una manera casi automática, generalmente sin que tengan siquiera la
oportunidad de ingresar a la mente. Es como que el cerebro se reserva el
derecho de exclusión. Y es tan exclusivo que deja afuera todo lo que le hace
ruido y lo que amenaza sus convicciones.
¿Influyen
sobre el voto factores ajenos a la política como el estado del tiempo del día
de la elección?
El
principio que tendríamos que aplicar es el de la multi-causalidad. Lo que
ocurre políticamente no ocurre por una sola causa sino que tiene detrás un
complejo entramado de cadenas causales.
Entonces
sería completamente erróneo pensar que un candidato ganó las elecciones porque
hacía frío o calor. Pero al mismo tiempo tenemos que tener en cuenta que hay
factores del día mismo de la elección que también tienen algo de influencia.
Por
ejemplo: hace ya muchos años los entonces asesores de la Primera
Ministra británica Margaret Thatcher descubrieron que en Gran Bretaña los
electores tenían tendencia a votar a favor de quien estaba en el gobierno
cuando las elecciones se hacían en épocas más cálidas.
De todos
modos son asuntos que no hay que tomar como reglas definitivas y válidas en
todo tiempo y lugar. En cada país hay que investigar el tema y descubrir si en
cada caso existen al respecto algunos patrones de voto que sean significativos.
¿Es
cierto que una voz grave nos inspira más confianza?
Algunas investigaciones
sobre el hablar persuasivo han concluido que los hombres con voz grave
resultan más persuasivos que los hombres con voz aguda. En esas mismas
investigaciones no se obtuvieron resultados concluyentes respecto a las mujeres
de voces más graves o más agudas.
Claro que
tenemos que considerar que la voz, siendo importante, es uno de los factores de
la comunicación no-verbal. Uno de ellos. Otros factores igualmente influyentes
son la velocidad del habla, la entonación, los silencios, las miradas, las
sonrisas, las micro expresiones faciales, los gestos con las manos, la postura
corporal y el movimiento en el espacio circundante. Todo ello comunica. Y puede
hacerlo bien o mal.
¿Qué
factores influyen en la estabilidad del voto de una persona?
Un primer
factor sería el sentido de pertenencia partidaria. Cuando pertenecer a
determinado partido político se entrelaza con la propia identidad personal,
entonces es difícil cambiar el voto porque significaría casi una ruptura con
uno mismo.
Un
segundo factor sería la estabilidad general en la vida de la persona. Si no hay
grandes cambios que partan las aguas de la vida personal, entonces es poco
probable que cambie de voto. Por contrapartida cambiar el voto es más posible
en circunstancias de crisis vitales de la persona.
Y un
tercer factor sería la personalidad del votante. Hay tipos de personalidad
más inestables y tipos más estables, lo cual influye en diversos aspectos de la
vida incluyendo las opciones electorales. También hay personalidades más
permeables a los impactos emocionales que podrían tener más facilidades para el
cambio.
La
pertenencia partidaria, la personalidad y la estabilidad de la vida son
factores poderosos para la estabilidad del voto. Como se ve, ninguno de ellos
alude directamente a la coyuntura política que tal vez sea algo menos poderosa
de lo que creemos.
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