Amigos:
La semana pasada decíamos que en el Perú y especial en
estas décadas del presente siglo los movimientos políticos retomaron,
reforzando las ideas de orden autoritario, caso de fuerza popular, el aprismo y
a los que se añaden los topos que sin
pertenecer a las organizaciones mencionadas, a la hora de intervenir en los
debates importantes en el congreso y de votar por asuntos transcendentales, se
aúnan a los mensajes que, como hemos dicho tienen el color autocrático, y
antireformista.
Sin embargo, algo más se suma a la existencia de un
frente autocrático, y son las condiciones diferenciadas de sus miembros que en
buena parte de ellos, éstos políticos sufren complejos psicológicos, que se
evidencian en conductas esquizoides e igualmente mitómanas, los cuales los
hacen cometer y practicar mentiras permanentes y creadoras de obsesiones como
las conductas persecutorias que dicen padecer; igual cuando discrepan con ellos, acusan de
ser simpatizantes de terruquismo a los que consideran sus adversarios.
En estos días en que la comisión de constitución
discute las reformas políticas, observamos que aparte del fujiaprismo, existen
los topos que encuentra su fiel representante en el pastor Rozas. El interviene,
confundido en cuanto al concepto de lo que no puede entender respecto a lo que significa
los géneros –de hombres y de mujeres-, y en base a este error se lanza a
interpretar las formas de la participación de las mujeres en la próximas
elecciones, donde se niega todo trato en cuanto a la conformación de las listas
de candidatos en que habrá de producirse igualdad y alternación de género.
En la cabeza del pastor evangélico todos los autócratas
no sólo muestran ser fieles a la idea contraria a la igualdad de los géneros;
sino que decidirán que la reforma constitucional pierda su carácter
esencialmente democrático e inclusivo, y con ello evitarán extender la
alternancia de un hombre y después una mujer como forma de elegir tanto a
parlamentarios, como a consejeros regionales y regidores municipales.
Esto significa un atentado a la reforma constitucional
reclamada por la mujer peruana, seguida por un alto porcentaje de los
ciudadanos y el poder ejecutivo; lo aberrante de esta acción es que se encamina
a constituir el articulado de la constitución política, este proceder del
exclusivismo de los hombres ha sido y es que en casi dos siglos los peruanos se
les ha impuesto: una manera de pensar que ha hecho posible el constructo conservador,
formado gracias al predominio de los grupos de poder que han conseguido
obstaculizar el ejercicio pleno de los derechos ciudadanos, mermando a la vez que
los peruanos puedan asumir sus deberes en favor de la participación política desde
que el Perú se convirtió en república democrática.
Los movimientos políticos: fujimorista, aprista y los
topos sembrados e infiltrados en el congreso, actúan defendiendo el régimen conservador,
el cual se ha visto fortificado en los dos siglos de la república, tal como ya
se ha dicho: obedeciendo a la temida condición de un orden fascista, marcado
con signos y principios recogidos del franquismo español, y que, además recibió
el temperamento y el tono del movimiento religioso del opus dei, nacido en la España
de los años 40 del siglo XX donde imperaba la autocracia fascista del general
Francisco Franco.
Este último movimiento se infiltró también en la
iglesia católica peruana y en estos últimos tiempos tuvo su máximo exponente y
gestor a Juan Luís Cipriani, que le dio
más fuerza al movimiento cuando asumió el obispado de Lima. A la presencia de
este movimiento se le han hermanado determinados sectores evangélicos, de igual
corte conservador, como es el caso distinguible del congresista, el pastor Rosas
y su movimiento protestante que dirige.
Ellos en su conjunto son files herederos de la santa inquisición
que perseguía, encarcelaba y torturaba a los que sin más ni más se les
señalaban de herejes, y que siguiendo al cura dominico Tomás de Torquemada,
arrojaron a la hoguera a cualquier mortal acusado de ser enemigo de la religión
fundamentalista y a la vez de los regímenes monárquicos, en especial a la
España de los tres siglos, cuando al Perú lo hicieron su dominio colonial.
Con esos atributos donde reina el exclusivismo que
alienta la discriminación de la mujer ¿Podrá la mayoría fujiaprista y sus topos
fascistas en el congreso, lograr aprobar antes del 28 de julio las reformas
políticas reclamadas para que el Perú se dirija a ser una república completa? Por
la literatura nacional sabemos que sólo en el mes de octubre hay milagros. O si
no, ¿ocurrirá el cierre del congreso?
Amigos, dejemos atrás los sinsabores de los grupos
políticos y económicos, y nos pongamos a reflexionar del por qué en nuestra
república, se trata de evitar su
democratización encaminada a la equidad gracias a las reformas
políticas, a la que se debe sumar una economía de Estado por la diversidad
productiva, la misma que asegure la producción permanente, sin pasar por los
largos períodos en que las exportaciones primarias estén expuestas a la baja de
los precios del mercado internacional; esta reflexión se hace más que necesaria,
porque como los egregios del siglo veinte Víctor Andrés Belaúnde, José Carlos
Mariátegui y Jorge Basadre reclamaron lo que representa el querer patria, más
aún cuando estamos en vísperas de celebrar un aniversario de la proclamación de
la independencia.
Fernando arce Meza Surco,
22 de Julio del 2019
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