Nada
ocurrió aquella noche.
Era viernes 27 de enero de 1956 y Martin Luther King regresaba a su casa de la ciudad de Montgomery, en el estado de Alabama, al sur de los Estados Unidos de América.
El joven
pastor tenía 27 años y había estado detenido durante dos semanas por protestar
contra la segregación racial. Pero aquel viernes no tenía nada de especial. Ni
manifestaciones ni mitines ni discursos ni entrevistas radiales ni refriegas
callejeras.
Nada.
Simplemente un joven volviendo a su casa.
¿Qué pasó al entrar a su hogar?
¿Por qué aquella fue la noche más importante de su vida?
De Rosa Parks a Martin Luther King
Habían
transcurrido unas pocas semanas desde el 1 de diciembre de 1955. Ese día Rosa Parks viajaba en el
autobús en la misma ciudad de Montgomery. La costurera de 43 años iba sentada
en uno de los asientos reservados para personas de raza negra.
En una de
las paradas subieron varias personas blancas. Fue entonces que el chofer del
autobús le ordenó a Rosa que se levantara y le dejara el asiento a un blanco.
Rosa se negó.
Y luego Rosa fue detenida.
La
detención de Rosa Parks desató un boicot
contra los autobuses de la ciudad. El boicot fue tan efectivo que la
policía también detuvo a 90 personas que eran consideradas líderes del movimiento.
Uno de
ellos era el joven pastor Martin
Luther King, que era nuevo en la ciudad y en cuya iglesia se habían reunido
los líderes de la comunidad negra local tras el arresto de Parks.
De esa
detención regresaba King, ignorando lo que le deparaba la primera noche de su
retorno a casa. Sin saber que lo que iba a ocurrir aquel viernes por la noche
cambiaría su vida para siempre.
El nacimiento de un liderazgo
La casa
de King estaba silenciosa y oscura. Su esposa y su hija pequeña dormían
apaciblemente.
Martin se
dirigió a la cocina y se preparó un café. Durante largo rato estuvo allí,
sentado ante la mesa de la cocina.
Bebiendo su café.
Solo.
En silencio.
Pensando.
Martin
Luther King tenía mucho para pensar. Los acontecimientos de las últimas semanas
se habían disparado a toda velocidad: las detenciones, el boicot, las
protestas, la agudización del conflicto racial, las injusticias que se volvían
más evidentes, su involucramiento en el movimiento por los derechos de los
negros, su propia prisión, la sociedad toda que parecía a punto de estallar…
King
saboreaba el café y seguía reflexionando.
Así, a solas consigo mismo, fue encontrando las respuestas que buscaba.
Así, en la soledad nocturna de su cocina, fue tomando conciencia acerca de las expectativas que otros estaban depositando en él.
Así, en un espacio íntimo y tranquilo, fue aclarando su compromiso con su comunidad.
Así, silencioso y pensativo, fue decidiendo lo que haría a partir de ese momento.
Muchos
años después el historiador David Garrow,
quien ganaría el Premio
Pulitzer por su biografía, escribiría que aquella noche fue la más
importante de la vida de Martin Luther King.
Liderazgo político y soledad
Cuando
pensamos en el liderazgo
político generalmente pensamos en grandes escenas multitudinarias, en
momentos épicos, en situaciones de alto voltaje histórico, en discursos
inolvidables o en decisiones que todo lo cambian.
Pocas
veces acude a nosotros una escena simple, un hombre común sentado ante la mesa
de la cocina, tomando un café y reflexionando.
Y sin
embargo las grandes escenas son imposibles sin las pequeñas y cotidianas. Digo
más aún: el liderazgo político es imposible sin momentos solitarios.
En este
caso la soledad no se refiere principalmente al ambiente que rodea circunstancialmente
al individuo. Se refiere en forma sustancial a lo que ocurre dentro de uno
mismo en determinado momento. No es el afuera sino el adentro.
Tampoco
me refiero a la soledad en su vertiente negativa, a un percibirse aislado o
alejado de los demás. Me refiero a la parte creativa y productiva de estar a
gusto con uno mismo.
Por
supuesto que en el liderazgo político es esencial la presencia de los otros y
la dimensión colectiva. Pero eso que es esencial no es suficiente. Porque le
falta algo cuya máxima expresión solo es aportada por los momentos de soledad.
¿Qué le
aportan los momentos de soledad a los líderes políticos?
- Son pausas, momentos de paz y tranquilidad en vidas que habitualmente están cargadas de mucha actividad, tensión y stress.
- Serenan los ánimos y calman las emociones, ayudando a ubicar las cosas en sus justos términos.
- Ayudan a reflexionar, a entrar en contacto con uno mismo, con sus deseos, sus valores y sus intenciones.
- Contribuyen a comprender mejor a los demás al mirarlos con cierta perspectiva más serena.
- Fomentan la creatividad, la apertura mental, el ensayo de nuevas miradas y el descubrimiento de nuevos enfoques.
Esos
espacios de soledad permiten, en definitiva, que el cerebro procese la
información que ya tiene disponible en lugar de estar siempre ingresando nueva
información. Son espacios para trabajar, más que sobre los datos que otros dan,
sobre los propios pensamientos, sentimientos, emociones y experiencias.
¿Líderes hiperactivos e hiper-conectados?
El siglo
21 dificulta al extremo la
reflexión y los espacios de soledad. La tendencia es hacia una vida
hiperactiva e hiper-conectada. Estamos siempre haciendo algo, siempre
corriendo, siempre con alguien, siempre conectados.
Mensajes,
publicidades, conversaciones, música, textos, fotografías, vídeos, audios,
notificaciones, chats, posteos, comentarios, retweets, likes, más mensajes…todo
gira, fluye, circula a toda velocidad por todas partes. El río de información
no cesa nunca, no se detiene. Solo dejamos de estar inmersos en sus aguas
cuando nos vence el cansancio y quedamos dormidos.
Y al
despertar…pues al
despertar el dinosaurio sigue allí. El ciclo infinito de la información nos
está esperando para devorarnos minuto a minuto a lo largo de todo el día.
¿Tenemos
más información?
Sí, claro que sí.
Pero eso no significa que estemos mejor informados.
Porque el secreto no está en la cantidad de información que podamos engullir sino en que sea información de calidad y en que la podamos procesar adecuadamente.
¿Acaso
una buena alimentación implica comer cada vez más?
¿O en comer alimentos saludables y en la cantidad adecuada para que nuestro organismo los pueda procesar?
Alimentarse bien no es comer a toda hora sino comer y digerir.
Lo mismo ocurre con la información.
Por eso
los líderes políticos necesitan espacios de soledad. Todos los necesitamos, en
realidad. Es parte ineludible del bienestar psicológico y la salud mental. Pero
cuando se trabaja mucho con la mente, pues en ese caso la necesidad crece en
forma exponencial.
Los
buenos líderes políticos tienen que ser muy activos, por supuesto. Pero también
necesitan cultivar espacios de quietud, soledad y silencio.
Tienen que estar muy conectados, claro que sí. Pero también necesitan cultivar sus tiempos a solas consigo mismo.
¿Aspiras al liderazgo político?
No
importa cual sea el horizonte de tu aspiración política. Podrá ser a nivel
internacional, nacional, provincial o local. Pero sea como sea no alcanza con
tu voluntad.
Para ser
un líder tendrás que ser elegido colectivamente, claro está. También deberás
tener algunas condiciones específicas. Y vas a necesitar mucha disciplina
para vivir, para prepararte y para trabajar. Pero además deberás cultivar
espacios de soledad para encontrarte contigo mismo.
Recuerda.
Cuando tengas que tomar una decisión importante.
Cuando estés acorralado por una situación de crisis.
Cuando todas las miradas se apoyen encima tuyo.
Cuando el vértigo de la semana te agobie.
Cuando llegues a una encrucijada del camino.
Cuando algo de eso pase…recuerda a Martin Luther King sentado ante la mesa de la cocina, tomando su café en silencio, solo consigo mismo, reflexionando.
¿Qué
mejor ejemplo de liderazgo político que trasciende a su tiempo?
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