Escribe:
Milcíades Ruiz
La dialéctica
no enseña a ver más allá de la coyuntura. No hay efecto sin causa, todo en el
universo es proceso, no hay acción sin reacción, todo tiene su tiempo, etc. Sin
embargo, sucede a menudo que estamos en medio de un problema, pero no lo vemos.
Tal parece ser ahora que está creciendo el deterioro de la economía popular,
pero muchos no se percatan. Como sucede en las enfermedades, los síntomas no lo
percibimos hasta que el mal toca nuestras puertas, pero ya es tarde.
El asunto es
que, los primeros en sentir los males económicos son los más indefensos. Los
niños piden pan porque tienen hambre, pero no hay el dinero y lo poco que hay,
no alcanza. Si no hay empleo tampoco hay ingresos y entonces se recurre a los
mecanismos de sobrevivencia, generando empleo por sus propios medios o
arrebatando lo ajeno. No hay otra alternativa para las víctimas de una
administración estatal incapaz de generar empleo.
Pero vemos
que el victimario actúa al revés. Lejos de ir a las causas, solo ataca las
consecuencias. La maquinaria del sistema arroja todos los días decenas de casos
delincuenciales, algunos de los cuales los vemos por televisión, pero la
administración estatal solo atina a reprimir el producto final. Esto significa
más policías, vehículos, equipos, locales, etc., pero también más fiscales,
infraestructura de investigación, personal auxiliar y como no, más juzgados con
todo el equipamiento, más expedientes, más gastos, etc.
Todo esto se
refleja en la distribución del presupuesto de la república y lo que se incrementa
en estos sectores, es lo que le estamos quitando a los programas de desarrollo
y de alivio a la pobreza. Crece el aparato represivo, pero baja el de la
producción de alimentos. Es que, mientras no se corte la materia prima que
abastece la producción delincuencial, entonces el sistema seguirá arrojando el
mismo producto social.
La prensa
reporta un fenómeno creciente de lucha dramática de quienes tratan de
sobrevivir mediante el comercio ambulatorio y la represión que sufren
constantemente. Pero lejos de comprender el problema, la prensa nos hace
parcializarnos con los represores, a tal punto que el alcalde del distrito La
Victoria sube su nivel de aprobación y hasta lo bocean como candidato a la
presidencia. Lógicamente, otros alcaldes también buscan el aplauso haciendo lo
mismo, y la represión municipal se extiende a otros puntos de la capital y
provincias, como si fuera digno de elogio.
Hablamos de
estar siempre al lado del pueblo, pero no conozco de algún grupo político que
haya salido en defensa de este segmento social de trabajadores ambulantes que
solo buscan sobrevivir. La represión no elimina el problema. Es la
administración estatal la que ha generado la informalidad, pero con cinismo
perverso enarbola la bandera de la formalidad como la gran solución a los males
económicos. Es la bandera de la CONFIEP para que la dejen comer sola sin
compartir con los hambrientos.
En defensa
de las víctimas del sistema, nos corresponde proponer un tratamiento diferente
si queremos ser honestos con nuestra ideología. Veamos las causas de los
problemas sociales y no ir detrás de Vizcarra apoyando sus arrebatos. La
proliferación del comercio ambulatorio es consecuencia y no causa. En la óptica
interesada de la derecha, solo se ataca el resultado final y no los orígenes
del mal.
Entonces se
sigue las fórmulas de la CONFIEP que siempre dicen tener la solución. Es decir,
la salvación de los oprimidos, la tienen los opresores. En el CADE pasado
propusieron su Plan de Competitividad y Vizcarra les ha dado el gusto con el DS
237-2019-EF, el pasado 28 de julio. Ella dice que el enfrentamiento entre
poderes políticos perjudica sus inversiones y Vizcarra pide adelanto de
elecciones, para que venga un nuevo gobierno más proclive a la misma, con el
aplauso de quienes dicen ser enemigos de la CONFIEP y, los que antes repudiaron
el cierre del Congreso (Fujimori), ahora lo piden a gritos.
Se enarbola
la lucha contra la corrupción con la que todos estamos de acuerdo, pero la
corrupción es consecuencia y no causa. Lo mismo sucede con el caso de Tía María
en el que tanto ha insistido la CONFIEP y que por darles el gusto Vizcarra se
ha creado un gran problema con la población del sur. Pero este caso es solo
consecuencia de una política entreguista de nuestros recursos naturales, no es la
causa. Se gobierna actuando sobre el producto final sin ver los orígenes. Esta
visión también está entre nosotros.
Todos los
problemas sociales, económicos, políticos, los podemos analizar desde una
óptica dialéctica. He puesto a disposición de nuestras filas los elementos
básicos de la visión dialéctica en el libro: “Razonando con la dialéctica”,
pero hay quienes no se interesan. Sea como fuere, necesitamos un mejor
desempeño en nuestro accionar político. Las nuevas generaciones de luchadores
sociales necesitan de nuestra orientación y de nuestra experiencia, para ser
más certeros en sus apreciaciones y movilizaciones.
Salvo mejor
parecer.
Agosto, 2019
Otra
información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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